¡°A nosotras tambi¨¦n nos gusta pegar tiros¡±
La videojugadora profesional piensa que los estereotipos pesan mucho en su sector
Pasa ocho horas al d¨ªa delante de una pantalla jugando a la consola y le pagan por ello. Teresa Rico cree que ha cumplido el sue?o de muchos de sus amigos varones. Y el suyo propio. Esta alicantina de 27 a?os no solo se dedica profesionalmente a lo que m¨¢s le gusta, jugar, sino que lo hace en una industria predominantemente masculina. En la empresa en la que trabaja solo siete, de la centena de trabajadores, son mujeres. ¡°Incluida la de la limpieza¡±, apostilla.
¡°Nunca me he sentido discriminada. Me respetan¡±, afirma rotunda. Rico trabaja en el departamento de pruebas, detectando los fallos de los videojuegos, en una de las mayores compa?¨ªas del sector en Espa?a, Mercury Steam. Cree que las mujeres est¨¢n cada vez m¨¢s integradas en la industria, como empleadas y jugadoras. ¡°Tambi¨¦n nos gusta pegar tiros¡±, asegura. Pero reconoce que los estereotipos todav¨ªa pesan mucho, sobre todo a la hora de que ellas elijan el mundo del videojuego como profesi¨®n. Una realidad que pretende cambiar con su ponencia en las jornadas Mujeres y videojuegos, celebradas en la Universidad Complutense de Madrid. ¡°Aunque el p¨²blico en estas conferencias normalmente es masculino¡±, r¨ªe.
Licenciada en Bellas Artes porque quer¨ªa dedicarse a dibujar c¨®mics, no dud¨® en mandar su curr¨ªculo a una peque?a empresa de videojuegos cuando ¡°un amigo de un amigo¡± le dijo que buscaban probadores. ¡°Me ven¨ªa desde peque?a. Siempre le regalaban las consolas a mi hermano mayor, pero era yo la que jugaba¡±, afirma y da un bocado a su tostada de tomate. ¡°Aunque tambi¨¦n ten¨ªa mu?ecas y cambiaba hojas perfumadas en el colegio con otras ni?as¡±, puntualiza.
Vicente. San Sebasti¨¢n de los Reyes
Total: cinco euros
- Dos caf¨¦s
- Dos tostadas
Rico cree que consigui¨® aquel primer empleo por saber ingl¨¦s, adem¨¢s de su destreza con los mandos, adquirida en muchas horas de juego. ¡°Pas¨¦ seis meses muy absurdos en Inglaterra, cog¨ª la gripe A y estuve todo el tiempo enferma. No encontr¨¦ trabajo y, cuando quise volver, no pude porque un temporal de nieve colaps¨® Londres¡±, relata. ¡°Pero aprend¨ª ingl¨¦s. Fundamental en el sector¡±, a?ade.
Tras unos meses en Espa?a, le lleg¨® una nueva oportunidad en el extranjero. Rico hizo las maletas y se march¨® a Italia a trabajar con sus videoconsolas a cuestas.
¡°Cuando llego a casa todav¨ªa tengo ganas de jugar. Le digo a mi novio: 'vamos a echar unas partidas¡±. Tambi¨¦n pasa el tiempo de ocio con los amigos frente a la pantalla. ¡°Son historias alucinantes. Puro arte¡±, justifica con entusiasmo. Precisamente en uno de esos encuentros con otros ¡°jugones¡± en un bar encontr¨® su trabajo actual. ¡°Uno de los asistentes era de la empresa y se fij¨® en mi manera de jugar. Se me acerc¨® y me dijo que mandara el curr¨ªculo¡±, explica. Ahora busca en los juegos los bugs, que significa bichos, en ingl¨¦s, y errores en la jerga del videojuego. Rico salpica la conversaci¨®n con un pu?ado de palabras que necesitan de traducci¨®n para cualquiera que no sea aficionado.
Su trabajo, dice, tiene fecha de caducidad: cuando se lance la producci¨®n en la que trabaja, la segunda entrega de Castlevania (juego sobre el regreso de Dr¨¢cula). Pero esta mujer que nada en mares masculinos conf¨ªa en que su buen hacer y su sensibilidad de artista le har¨¢n recalar pronto en nuevos proyectos. ¡°Me dejar¨¦ llevar. Hasta ahora me ha ido bien¡±, zanja.
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