Vivir al ritmo que marca la Tierra
El movimiento ¡®Slow¡¯ comenz¨® en 1986 con la creaci¨®n de una organizaci¨®n gastron¨®mica que abogaba por una alimentaci¨®n saludable y respetuosa con el medio ambiente Algunas modalidades de sexo, educaci¨®n o ciudades tambi¨¦n se ponen el apellido de "lentas"
Despertador, ducha r¨¢pida, desayuno breve, coche, atasco, trabajo, una pausa para comer algo (a veces cualquier cosa en cualquier lugar), trabajo, coche, atasco, cena y cama. Este, bien podr¨ªa ser el resumen del d¨ªa de un habitante de una ciudad cualquiera. Algunos quiz¨¢ hagan un hueco para comprar el pan, recoger a los ni?os del colegio, llamar a la familia o actualizar el estado de Facebook. La vida acelerada, con todas las horas copadas por alguna actividad sin apenas minutos para hacer un par¨¦ntesis, es la norma en las sociedades occidentales, sobre todo en las grandes urbes. El mantra tan de moda de hacer m¨¢s con menos, en cuesti¨®n de tiempo, significa hacer todo m¨¢s r¨¢pido.
Frente a la celeridad, el ¡®movimiento Slow¡¯ (lento), se abre sin prisa pero sin pausa un hueco como filosof¨ªa de vida que, en resumen, aboga por relajar el ritmo, dejar de mirar el reloj y disfrutar de lo que se hace en cada momento. Desde comer, observar un paisaje o leer, hasta el sexo. Aunque este concepto se ha ido ampliando y tiene mucho que ver con respetar el medio ambiente, la producci¨®n artesanal y el consumo responsable y sostenible. En definitiva, dejar que la Tierra imponga sus tiempos, porque lo contrario es inviable a largo plazo. Tambi¨¦n el planeta necesita que levantemos el pie del acelerador.
El informe ¡®Planeta vivo 2012¡¯ del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, en sus siglas en ingl¨¦s) advierte que la Tierra tarda un a?o y medio en regenerar los recursos que la poblaci¨®n mundial consume en doce meses. M¨¢s a¨²n, el texto alerta de la aceleraci¨®n en el gasto de esos recursos en las ¨²ltimas d¨¦cadas: entre 1970 y 2008 la biodiversidad se ha reducido un 30%. Esta preocupaci¨®n tambi¨¦n ha sido asumida por el movimiento ¡®Slow¡¯ que defiende sistemas de producci¨®n y consumo sostenibles, con una apuesta por el comercio local y de cercan¨ªa (que ahorra CO2 a la atm¨®sfera en transportes) y la creaci¨®n de art¨ªculos duraderos alejados de la cultura de usar y tirar.
Esta filosof¨ªa de la lentitud surgi¨® cuando una cadena de comida r¨¢pida abri¨® un local en la Plaza de Espa?a en Roma. Un hecho que sirvi¨® de revulsivo a Carlo Pretini que, en 1986, cre¨® una asociaci¨®n para defender una buena alimentaci¨®n, algo m¨¢s que comer para vivir, sino un placer desde el sabor hasta la conversaci¨®n pausada que propicia sentarse en grupo a la mesa. Naci¨® Slow Food, que en poco tiempo se interes¨® adem¨¢s por la supervivencia del planeta y la utilizaci¨®n de materias primas respetuosas con el medio ambiente, de productores locales, de temporada y para elaborar recetas tradicionales.
Un men¨² lento en Madrid
Germ¨¢n Berlanas, cocinero y miembro de Slow Food Madrid, propone una comida dentro de esta filosof¨ªa de alimentaci¨®n. Este es un ejemplo de un men¨² lento para la capital.
- Unas aceitunas de Campo Real como aperitivo.
- Una ensalada de escarola de la Vega del Henares con ali?o de aceite de oliva local y ajo de Chinch¨®n; o unos garbanzos de Quijorna salteados.
- De principal, un estofado de carne de la sierra de Guadarrama; o una caldereta de churra (raza ovina) colmenare?a.
- Para beber un vino de San Mart¨ªn de Valdeiglesias, Navalcarnero o Arganda.
- De postre, unas torrijas de leche.
- Para la sobremesa, una degustaci¨®n de tres quesos: de oveja de Aldea del Fresno, de cabra de Fresnedillas de la Oliva y de vaca de San Mames.
¡°Hay tres pilares: que los alimentos sean buenos organol¨¦pticamente, con todas sus propiedades nutritivas y de sabor; limpios, que respeten el medio ambiente, aunque no necesariamente los que conocemos como ecol¨®gicos; y justos, que los productores est¨¦n bien pagados¡±, detalla Leticia Gonz¨¢lez, secretaria de Slow Food Madrid. ¡°Esto es alcanzable si tienes una red de productores cercanos que interaccionen contigo¡±, apostilla Germ¨¢n Berlanas, cocinero y tambi¨¦n miembro de Slow Food Madrid.
En este sentido, los restaurantes lentos est¨¢n muy relacionados con los alimentos kil¨®metro cero, que evitan que recorran grandes trayectos desde el origen a la mesa, debido a la compra de cercan¨ªa. Esto significa menos emisiones de CO2 en la atm¨®sfera. Pero esto no siempre es posible. ¡°Los alimentos dentro de esta categor¨ªa tienen que haber recorrido menos de 50 kil¨®metros, pero eso en grandes ciudades como Madrid es imposible¡±, afirma Gonz¨¢lez.
¡°El concepto tambi¨¦n incluye que el servicio de sala en estos locales es pausado, que no lento, e incitan a la sobremesa. Todo lo contrario a la comida r¨¢pida¡±, explica Berlanas. La existencia de este tipo de atenci¨®n y men¨² todav¨ªa es, pese al largo recorrido del movimiento, minoritaria, seg¨²n reconoce el cocinero. ¡°A veces tienes que hacer una labor pedag¨®gica¡±, apunta.
De la comida lenta al todo lento
Desde la creaci¨®n de la organizaci¨®n Slow Food a mediados de los ochenta en Italia, esta no solo se ha expandido a 122 pa¨ªses, en los que cuentan con m¨¢s de 100.000 asociados. Sino que ha sido la semilla de una reivindicaci¨®n por una vida m¨¢s pausada y sostenible que ha impregnados otros aspectos de la vida, adem¨¢s de la alimentaci¨®n. La educaci¨®n, el sexo, el concepto de ciudad o la moda se han subido al caracol emblema del movimiento y han adaptado sus principios a su propia actividad.
En lo que a la moda se refiere, el apellido ¡°lento¡± tiene que ver con la sostenibilidad, es decir, ropa fabricada con materiales naturales, ecol¨®gicos, sin tintes, pesticidas o procesos de producci¨®n da?inos con el medio ambiente. ¡°Que no haya generado apenas impacto o que este sea asumible por la naturaleza¡±, explica Gema G¨®mez, de Slow Fashion Spain, organizaci¨®n que imparte formaci¨®n sobre este movimiento entre los dise?adores. Pero tambi¨¦n est¨¢ relacionado con que las empresas sean viables econ¨®micamente y socialmente ¨¦ticas, que respeten los derechos humanos y laborales de sus proveedores y empleados.
M¨¢s aun, ¡°el concepto aplicado a la moda tambi¨¦n tiene que ver con la atemporalidad de las prendas, que no haya que cambiarlas cada a?o. Para ello, adem¨¢s tienen que ser de mucha calidad. Duraderas¡±, a?ade G¨®mez. Pero todav¨ªa son pocos los que cumplen los par¨¢metros para ser considerados lentos. ¡°El proceso va despacio¡±, ironiza la presidenta de Slow Fashion Spain que espera que el lanzamiento de un directorio de marcas lentas el pr¨®ximo noviembre impulse la expansi¨®n en Espa?a del movimiento entre creadores y compradores.
Svitlana Gromik, de 34 a?os, se dedica a la costura desde los 18, pero fue en 2010 cuando conoci¨® la t¨¦cnica del fieltro y su carrera dio un giro. El a?o pasado cre¨® su propia marca, Fancy Sheep, cuyas prendas est¨¢n fabricadas con lana, material que trabaja artesanalmente en un proceso muy lento de tratado. ¡°Solo utilizo mis manos, agua y tintes naturales. Y algo de electricidad para calentar el agua¡±, apostilla. Su colecci¨®n es totalmente slow. La ropa no solo est¨¢ hecha de manera respetuosa con el medio ambiente, sino que adem¨¢s, ¡°son muy resistentes y duran mucho¡±, afirma Gromik. Si la gente no tiene que renovar su armario porque su ropa dura mucho, ?eso no evita que pueda vender m¨¢s cada a?o? La dise?adora r¨ªe al otro lado del tel¨¦fono: ¡°Por supuesto que este concepto va un poco contra el negocio¡±.
Otras aplicaciones de la filosof¨ªa, sin embargo, nada tienen que ver con el negocio o la compra venta de bienes y servicios lentos. Es el caso del sexo. ¡°El ¡®Slow Sex¡¯ no es necesariamente lento, sino a un ritmo que provoque la sensaci¨®n m¨¢s placentera para ambos en una pareja¡±, explica por correo electr¨®nico Joanna Van Vleck, presidenta de la organizaci¨®n OneTaste, creada en san Francisco en 2001 y que imparte formaci¨®n para la pr¨¢ctica del sexo lento.
¡°Muchas veces en la vida solo nos centramos en conseguir objetivos. En el sexo, la meta es generalmente el orgasmo. Pero durante el sexo lento, las personas se centran en cada momento. No hay gol. Y la relaci¨®n termina cuando uno de los dos se siente realizado. Podr¨ªa ser en cinco minutos, una hora, o dos horas¡±, contin¨²a Van Vleck. ¡°Cuando uno se centra en la sensaci¨®n en lugar de cl¨ªmax, tiene sensaciones m¨¢s ricas y profundas. De conexi¨®n. Cualquier persona, de cualquier generaci¨®n, g¨¦nero u orientaci¨®n sexual pueden practicar el sexo lento¡±, zanja la experta.
Pero este modo de practicar sexo no solo consigue este efecto de mayor sensaci¨®n, seg¨²n Van Vleck. Tambi¨¦n sirve para ¡°detener el parloteo del cerebro y sentir el propio cuerpo¡±.
Consejos para el sexo lento
La presidenta de OneTaste, Joanna Van Vleck , da unas pautas para practicar 'Slow Sex'.
- Tenga cinco minutos sin penetraci¨®n: besar y tocar durante ese tiempo sin esperar a ir a ninguna parte, simplemente sentir.
- Cuando haya terminado, d¨ªgalo: muchas veces tenemos sexo durante m¨¢s tiempo del que queremos porque perseguimos un objetivo o para complacer a nuestra pareja.
- Exprese sus deseos: d¨ªgale a su pareja lo que quiere cuando lo quiere, en vez de esperar a que le lea la mente.
- Toque m¨¢s: explorar el cuerpo de su pareja sin tratar de llegar a ninguna parte, s¨®lo sentir.
Ciudades sostenibles, ciudades lentas
Tambi¨¦n en Italia, como el movimiento Slow Food, en 1999 se cre¨® una organizaci¨®n que abogaba por una desaceleraci¨®n, pero no en la mesa estrictamente, sino en las ciudades. Era la CittaSlow, que desde el pasado abril ya tiene representaci¨®n en Espa?a. Cinco municipios --Pals y Begur, en Catalu?a; Lekeitio y Mungia, en el Pa¨ªs Vasco; y Rubielos de Mora, en Arag¨®n¡ªse unieron como Asociaci¨®n Espa?ola de CittaSlow. Red estatal de municipios por la calidad de vida.
¡°Las ciudades lentas son menos fren¨¦ticas, m¨¢s humanas, medioambientalmente respetuosas, pensando en las generaciones presentes y futuras, y que conservan las peque?as realidades locales en un mundo cada vez m¨¢s global y conectado¡±, explica la organizaci¨®n internacional en su p¨¢gina web. Esto, ?en qu¨¦ se traduce en la pr¨¢ctica? ?C¨®mo se consigue? "Buscamos ciudades donde las personas tienen la curiosidad del viajero, pueblos ricos en teatros, plazas, cafeter¨ªas, restaurantes, con paisajes v¨ªrgenes y artesanos con encanto. Donde la gente sea capaz de reconocer el curso lento de las estaciones y sus productos genuinos; respetando los gustos, la salud y las costumbres¡°, se lee en el manifiesto fundacional de CittaSlow.
Pero no todas las ciudades que cumplan estos requisitos pueden formar parte de la red. ¡°Las grandes no pueden. Tienen que tener menos de 50.000 habitantes¡±, indica Rosa Predet, secretaria de CittaSlow Espa?a. ¡°Somos municipios singulares, que todav¨ªa cultivamos productos t¨ªpicos de la zona, en los que se puede pasear y disfrutar del paisaje, comer platos tradicionales y con pol¨ªticas favorables a la conservaci¨®n del medio ambiente¡±, abunda. ¡°Esto no significa que retrocedemos al pasado, sino que mantenemos tradiciones sin renunciar al uso de las nuevas tecnolog¨ªas¡±, apostilla.
Predet subraya que las grandes ciudades no pueden colgarse el cartel de ¡°lentas¡± (el ritmo de caminar, el tr¨¢fico o el estilo de vida en las urbes contradicen el propio concepto). Pero tampoco entrar¨ªan en esta red los peque?os municipios que reciben turismo en masa. ¡°Puede haber la tentaci¨®n de utilizar el calificativo 'slow' como un reclamo tur¨ªstico, que sin duda lo es, pero no es el objetivo. No somos una marca, sino una manera de gestionar el municipio¡±, explica.
Los ni?os, a su ritmo
Algunos sistemas y centros educativos tambi¨¦n han hecho suyo el concepto ¡°lento¡±. Es la conocida como Slow Education, o Slow Schooling, (educaci¨®n y escuelas lentas). Aunque tampoco en este caso tiene que ver con ir despacio, sino a un ritmo adaptado al desarrollo del peque?o. ¡°Los ni?os no entienden de relojes ni de agendas. Tienen sus propios ritmos¡±, subraya Eva Friera, responsable del colegio Andolina, en Gij¨®n (Asturias), que se identifica con ¡°esta etiqueta de educaci¨®n lenta¡±, aunque cuando fundaron el centro en 2011 no conoc¨ªan el movimiento.
¡°Es una locura, se impone a los ni?os el ritmo de vida de los adultos. Incluso m¨¢s, en ocasiones tienen un programa diario que no aguantar¨ªa ni un adulto A veces est¨¢n sobre estimulados y se les pide que sean maduros antes de tiempo¡±, considera Antonio Malag¨®n, presidente de la Asociaci¨®n de Centros Waldorf, un sistema educativo centenario entre cuyos principios encaja la educaci¨®n lenta. ¡°Hay muchos ni?os que van corriendo de un lado a otro a la velocidad de sus padres. Y necesitan tranquilidad, contacto con la naturaleza, dar paseos. Todo eso deja un poso que en el futuro les permitir¨¢ enfrentarse mejor a los problemas, reflexionar, digerir y abordar las dificultades. Si no se trabajan estas cosas, estamos abocados a una sociedad enferma¡±, vaticina Malag¨®n.
En la l¨ªnea del respeto a los tiempos de cada uno de los menores, en la escuela Xixupika, en Bilbao, permiten que sus alumnos, de 0 a 6 a?os, duerman cuando quieran. ¡°Y el pa?al se les quita cuando ellos lo piden¡±, explica Amagoia La Cruz, una de las gerentes del centro, que se identifica dentro de este tipo de educaci¨®n lenta. ?Y aprenden? La respuesta: s¨ª rotundo. ¡°Los ni?os tienen mucha curiosidad y quieren saber. Se pasan el d¨ªa preguntando. Nosotras, las educadoras, estamos para atender a sus necesidades, para satisfacer esa curiosidad. Por ejemplo, si un ni?o muestra inter¨¦s en los aviones, le ofrecemos material e informaci¨®n, juegos, sobre los mismos¡±, detalla.
Cuando son mayores, ?qu¨¦ pasa? Friera, cuyo centro (una cooperativa de familias) acoge a 55 cr¨ªos de 3 a 10 a?os afirma que ¡°es incre¨ªble lo capaces que son los ni?os de organizarse y responsabilizarse de sus compromisos. Si no lo ves no lo crees¡±. Lo dice porque en Andolina son ellos, los peque?os, los que eligen qu¨¦ van a hacer en el d¨ªa. ¡°Deciden si van a ir al taller de cocina, experimentos o matem¨¢ticas¡±, asevera. ¡°El inter¨¦s lo tienen de manera natural. Tenemos un mont¨®n de juegos y materiales para que satisfagan ese inter¨¦s. Aprenden todo lo que el curr¨ªculo dice que tienen que aprender¡±, zanja la madre.
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