Ram¨®n Echarren, el obispo que pen¨® por su fidelidad al cardenal Taranc¨®n
Fue arrinconado durante 27 a?os en la di¨®cesis de Canarias tras batallar para que la Iglesia pidiera perd¨®n por su complicidad en la Guerra Civil y la dictadura
¡°?Debe pedir perd¨®n la Iglesia por la Guerra Civil?¡±. Se lo preguntaba el obispo Ram¨®n Echarren Isturiz en un muy pol¨¦mico art¨ªculo publicado en EL PA?S el 26 de octubre de 1997. Su tesis era ya extravagante en una confesi¨®n cuyas jerarqu¨ªas sostienen, a¨²n hoy, que el golpe militar de 1936, la guerra civil que provoc¨® y la posterior dictadura fueron justos y necesarios, hasta el punto de merecerles el rango de Cruzada. Por el contrario, Echarren, con el apoyo de Pablo VI y del cardenal Vicente Enrique y Taranc¨®n, sosten¨ªa que la cruzada hab¨ªa sido un pecado. As¨ª lo propuso en la ponencia Iglesia y mundo en la Espa?a de hoy, votada en una asamblea conjunta de obispos y sacerdotes celebrada en Madrid en septiembre de 1971.
¡°Si decimos que no hemos pecado, hacemos a Dios mentiroso y su palabra ya no est¨¢ en nosotros. As¨ª, pues, reconocemos humildemente y pedimos perd¨®n porque no supimos a su tiempo ser verdaderos ministros de reconciliaci¨®n en el seno de nuestro pueblo¡±, propon¨ªa la ponencia. Votaron s¨ª 137 asamble¨ªstas; s¨ª, pero con modificaciones, 19; no, 78; en blanco, 10, y nulos, 3. El reglamento exig¨ªa los dos tercios para que una propuesta fuera incorporada a las conclusiones de la asamblea. La del perd¨®n obtuvo 156, ocho menos que los requeridos.
A Echaren le doli¨® lo escrito m¨¢s tarde sobre aquella asamblea de los obispos con 80 sacerdotes elegidos por el clero espa?ol. ¡°Nadie podr¨¢ negar honestamente que una ampl¨ªsima mayor¨ªa, el 63% en concreto, aprobamos la propuesta. Produce una gran tristeza cuando se comprueba el inter¨¦s de muchos de izquierdas o derechas en mantener viva la ruptura de las dos Espa?as, en conservar el rencor y aumentarlo si es posible¡±, escribi¨® en EL PA?S.
La petici¨®n de perd¨®n la han negado despu¨¦s sus pares cuantas veces se les ha preguntado, jaleados por Juan Pablo II, belicoso cuando se trataba de Espa?a. As¨ª se explica que Echarren, uno de los obispos mejor preparados del momento (te¨®logo por la Gregoriana de Roma y soci¨®logo por la Universidad belga de Lovaina), fuese arrinconado durante 27 a?os (entre 1978 y 2005) en la di¨®cesis de Canarias. All¨ª ha fallecido a los 84 a?os en la madrugada del pasado lunes, en un piso que le pagaba el episcopado en Las Palmas desde que se jubil¨® como prelado de esa di¨®cesis. Esa noche, antes de meterse en la cama, le hab¨ªa dicho por tel¨¦fono a su hermano Antonio, p¨¢rroco de Santa Feliciana en Madrid, que se sent¨ªa ¡°pachucho, con dolor de cuerpo¡±.
¡°Produce una gran tristeza el inter¨¦s de muchos de izquierdas o derechas en mantener viva la ruptura de las dos Espa?as, en conservar el rencor¡±
Hab¨ªa nacido en Vitoria en 1929 y era obispo antes de cumplir los 40 a?os, promovido por el muy franquista arzobispo Casimiro Morcillo como uno de sus auxiliares en Madrid. Fue su faceta de gran soci¨®logo la que deslumbr¨® a Taranc¨®n, que le convirti¨® en su mano derecha cuando sustituy¨® a Morcillo en el arzobispado y en la presidencia del episcopado. La extrema derecha, la pol¨ªtica y la cat¨®lica, los tachaba de ¡°rojos¡±, en una campa?a que culmin¨® en la pancarta Taranc¨®n al pared¨®n. Juan Pablo II sac¨® de Madrid a Echarren, camino de Canarias, s¨®lo un mes despu¨¦s de asumir el pontificado. Empezaba el derribo del equipo Taranc¨®n.
El propio Echarren defini¨® lo sucedido como una venganza por haber trabajado por una Iglesia conciliar (del Vaticano II, no de Trento), misericordiosa, sin partido pol¨ªtico de cabecera y que asum¨ªa con confianza la transici¨®n hacia la democracia, frente a los obispos que execraban de la Constituci¨®n de 1978 por atea o anticlerical, fortalecidos ese a?o por la elecci¨®n del polaco Wojtyla como sustituto de Pablo VI, el gran impulsor del taranconismo. Lo ha recordado ahora Jos¨¦ Manuel Vidal, director de Religi¨®n Digital y amigo del fallecido. Le dijo Echarren en 2007, lamentando el clamoroso silencio de la Conferencia Episcopal ante el centenario del cardenal: ¡°Taranc¨®n jam¨¢s abus¨® de su estatuto para excluir a los que no eran de su opini¨®n. ?sta y no otra fue la raz¨®n de que, con la llegada de Juan Pablo II al Papado, su estrella comenzara a declinar, en la Iglesia y en la sociedad, y fuera marginado una vez jubilado, y con ¨¦l los que ¨¦ramos considerados taranconianos¡±.
Los vascos Echarren Ysturiz, nueve hermanos y 24 sobrinos, ten¨ªan en su obispo todo un padrino, noblote, bromista, sin pelos en la lengua, sin dobleces. Su sobrina Coch¨¦ Echarren lo recordaba ayer ¡°poco amigo de reverencias, protector de perseguidos por la dictadura, empe?ado siempre en defender al d¨¦bil y que nunca congeni¨® con el sector m¨¢s r¨ªgido de la iglesia, ni con el cardenal Rouco, ni con el Opus¡±.
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