El asesino de Laura Luelmo no sigui¨® ning¨²n programa de rehabilitaci¨®n en prisi¨®n
Los tratamientos de este tipo son voluntarios. El 45% de los presos se acogen a ellos. Los expertos aseguran que ninguna terapia ¡°forzada es ¨²til¡±
?Bernardo Montoya, el asesino confeso de Laura Luelmo, ha pasado 20 de sus 50 a?os en la c¨¢rcel. Su comportamiento dentro de prisi¨®n era bueno. Pero nunca quiso acogerse a ning¨²n programa de rehabilitaci¨®n tras asesinar a una anciana. Este tipo de tratamientos son voluntarios y los expertos sostienen que una inclusi¨®n forzada no es efectiva. La buena conducta de Montoya dentro de prisi¨®n contrastaba con reca¨ªdas en la delincuencia cada vez que sal¨ªa de la celda: fugas, robos, amenazas a personas a las que trataba de robar... y, por ¨²ltimo, el asesinato de Laura, la maestra que desapareci¨® el 12 de diciembre en el El Campillo (Huelva) y cuyo crimen ha sacudido al pa¨ªs. Montoya hab¨ªa salido de la c¨¢rcel en octubre.
¡°La reincidencia no es imposible de prever¡±, se?ala Arturo Beltr¨¢n, magistrado de la Audiencia Provincial de Madrid que lleva 22 a?os resolviendo recursos contra decisiones de juzgados de vigilancia penitenciaria. ¡°En las c¨¢rceles¡±, a?ade, ¡°hay programas espec¨ªficos para deshabituaci¨®n a las drogas, en temas relacionados con agresiones sexuales o violencia machista. Y son programas exitosos, pero no al 100%, eso es imposible¡±.
¡°?Todos los presos son reinsertables? No. No todo el mundo lo es¡±, se?ala Jos¨¦ Luis Castro, titular del juzgado de vigilancia penitenciaria de la Audiencia Nacional encargado de controlar a m¨¢s de 3.000 condenados. ¡°Los equipos t¨¦cnicos de prisiones hacen un trabajo serio, riguroso y cient¨ªfico. Son excelentes profesionales. Pero a veces los presos se acogen a estos programas, que son voluntarios, con un sentido meramente utilitarista, porque les permiten acceder a beneficios penitenciarios¡±.
Al filo de la medianoche del 13 de diciembre de 1995 Montoya entr¨® por la fuerza en la casa de una mujer viuda de 82 a?os llamada Cecilia y que viv¨ªa sola. El hombre, entonces de 27 a?os, drogodependiente al menos desde los 22, pretend¨ªa evitar que la mujer declarase contra ¨¦l en un juicio pendiente por delitos de allanamiento de morada y lesiones cometidos meses antes. ¡°Agazapado detr¨¢s de la puerta del dormitorio de Cecilia, de forma sorpresiva e inopinada y sin mediar palabra, la apu?al¨® en la regi¨®n dorsal. Cuando la mujer cay¨® al suelo, Bernardo Montoya se abalanz¨® sobre ella y le propin¨® otras seis pu?aladas en el cuello que le causaron la muerte¡±.
Estos hechos probados se incluyen en la sentencia de la Audiencia Provincial que conden¨® a Montoya a 17 a?os y siete meses de prisi¨®n por asesinato, allanamiento de morada y obstrucci¨®n a la justicia, as¨ª como a la prohibici¨®n de regresar durante cinco a?os a Cortegana (Huelva), municipio donde sucedi¨® el crimen. La Guardia Civil le detuvo unos d¨ªas despu¨¦s. Ingres¨® en la c¨¢rcel en las navidades de 1995 y all¨ª estuvo hasta marzo de 2015.
Historial penitenciario y delictivo de Montoya
Bernardo Montoya, el asesino confeso de Laura Luelmo, ha pasado casi 21 de sus 50 a?os en la c¨¢rcel de Huelva, donde disfrut¨® de permisos por su buen comportamiento.
13 de diciembre 1995. Asesina a Cecilia, una viuda de 82 a?os en Cortegana (Huelva).
5 de noviembre de 1997. Es castigado a 17 a?os y 7 meses de c¨¢rcel por asesinato, allanamiento de morada y obstrucci¨®n a la justicia.
Abril de 2008. Montoya consigue un permiso de una semana y ataca a una joven peluquera en Campillo (Huelva) y a su perro.
Diciembre de 2009. Permanece huido 10 meses tras fugarse en un permiso.
Mayo de 2010. Es condenado por el ataque a la peluquera a 18 meses de prisi¨®n.
Octubre de 2010. Regresa de forma voluntaria a la c¨¢rcel y es condenado a seis meses por quebrantamiento de condena. Logra la libertad definitiva en marzo de 2015.
Enero de 2016. Es condenado a dos a?os y 10 meses por robos cometidos en 2015.
Octubre de 2018. Sale en libertad y se instala en El Campillo, enfrente de la vivienda que alquilar¨¢ m¨¢s tarde Laura Luelmo.
Diciembre 2018. Asesina a Luelmo. Reconoce el crimen y vuelve a estar entre rejas.
En abril de 2008, cuando llevaba 13 a?os preso, aprovech¨® un permiso penitenciario de siete d¨ªas para delinquir. Precisamente en El Campillo, donde 10 a?os despu¨¦s asesinar¨ªa a Laura, amenaz¨® a una mujer y apu?al¨® al perro que la defend¨ªa. En 2010 fue condenado por estos hechos a un a?o y medio de c¨¢rcel.
Antes de esta sentencia, Montoya disfrut¨® de otro permiso de siete d¨ªas en diciembre de 2009 y no regres¨® el d¨ªa fijado. Estuvo huido 10 meses hasta que se present¨® voluntariamente en la c¨¢rcel para seguir cumpliendo la pena. Este quebrantamiento de condena le cost¨® otros seis meses de c¨¢rcel.
Tras cumplir todas sus penas y quedar en libertad, volvi¨® a cometer dos robos con violencia por los que fue castigado a dos a?os y 10 meses de c¨¢rcel. Era la tercera sentencia en el listado delictivo de Montoya.
Apenas hab¨ªa pasado nueve meses en libertad y regres¨® a la c¨¢rcel. De enero de 2016 a octubre de 2018 permaneci¨® encerrado y disfrut¨® de dos permisos en los que no consta que cometiera nuevos delitos. De ah¨ª sali¨® en noviembre para irse a vivir a El Campillo, a una casa situada enfrente de la de Laura.
¡°La reincidencia en el delito de homicidio o asesinato es infrecuente¡±, destaca el magistrado Beltr¨¢n. ¡°La gran reincidencia se da en los ladrones, que pueden entrar 10, 12 o 14 veces en prisi¨®n¡±. Es infrecuente que un asesino vuelva a matar. Por eso, cuando se da un caso como el de Montoya, la alarma social se dispara.
El crimin¨®logo Vicente Garrido, profesor de la Universidad de Valencia y autor del libro Asesinos m¨²ltiples y otros depredadores sociales, sostiene: ¡°El sistema penitenciario naci¨® para contener un mal, no para erradicarlo. Aproximadamente reincide un 50% de los presos, aunque hay variaciones en cuanto a los tipos delictivos. Esto indica que no es cierto que la c¨¢rcel sea una escuela del crimen para muchos de los presos¡±.
Las prisiones espa?olas tienen hasta 18 programas distintos de tratamiento psicoeducativo y terap¨¦utico para los presos, con sesiones semanales de tres horas y media y diversos trabajos entre sesiones.
Con esta herramienta se pretende hacer efectivo el mandato del art¨ªculo 25.2 de la Constituci¨®n: ¡°Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estar¨¢n orientadas hacia la reeducaci¨®n y reinserci¨®n social¡±.
Recluso activo
Florencia Pozuelo, jefa del ¨¢rea de programas de tratamiento de Instituciones Penitenciarias, se?ala que esas pol¨ªticas de reeducaci¨®n y reinserci¨®n dan resultado. ¡°El ¨²ltimo estudio que hemos hecho sobre 150 condenados por agresi¨®n sexual tras un seguimiento de entre dos y cinco a?os despu¨¦s de salir en libertad nos dice que solo 21 de ellos reincidieron, y de estos, solo siete cometieron un delito de ¨ªndole sexual, apenas un 5%¡±, explica. Todos los exreclusos con los que se hizo este estudio hab¨ªan participado en las sesiones psicoeducativas y terap¨¦uticas.
En el historial penitenciario de Bernardo Montoya no consta que hiciera ning¨²n programa de tratamiento. Son voluntarios. El pasado a?o, el 45% de los presos se acogi¨® a alguno de esos programas.
¡°Ninguna terapia forzada es ¨²til¡±, se?ala el profesor Garrido. ¡°Otra cosa es que el interno prevea que participar en ella quiz¨¢s le acerque a disfrutar de algunos beneficios penitenciarios y, sin gran motivaci¨®n, se inscriba en el programa. Ah¨ª puede aprender cosas ¨²tiles para su reinserci¨®n. Por ejemplo, las razones que est¨¢n detr¨¢s de las explosiones de ira, aunque no se apuntara al programa por esa raz¨®n¡±.
Durante los 20 a?os pasados en la c¨¢rcel, Montoya fue un interno activo, implicado en tareas de limpieza y jardiner¨ªa, disfrut¨® de un destino laboral en el departamento de mantenimiento de la c¨¢rcel, convivi¨® con otros internos en un m¨®dulo de respeto para fomentar la convivencia y se apunt¨® a cursos de alicatado y carpinter¨ªa, seg¨²n su expediente.
La convivencia con otros presos en la c¨¢rcel fue correcta. Pero la convivencia en libertad le result¨® imposible.
Desde el a?o pasado, las prisiones han incorporado un programa espec¨ªfico para conductas violentas destinado a presos que han cometido asesinatos. Montoya tampoco lo sigui¨®.
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