El 50% del profesorado universitario fijo investiga poco o nada

Desde 1983 la ley establece que los profesores universitarios est¨¢n obligados a ense?ar e investigar, pero la mitad de ellos lo incumple. El 34% de los catedr¨¢ticos (3.600) y el 60% de los profesores titulares (16.200) no han demostrado producir ciencia de calidad a lo largo de toda su carrera, como revelan los datos reci¨¦n publicados por el Ministerio de Educaci¨®n que, en todo caso, reflejan una mejor¨ªa respecto a hace un lustro. La investigaci¨®n en la Universidad se eval¨²a y se premia con un complemento salarial en la n¨®mina. Son los llamados sexenios, que ide¨® el catedr¨¢tico Roberto Fern¨¢ndez de Caleya hace 30 a?os y que impusieron por primera vez la autoevaluaci¨®n de un colectivo de funcionarios y su efecto en el sueldo.

Estados Unidos y China lideran la productividad cient¨ªfica medida en patentes y en publicaciones en revistas especializadas. En estas ¨²ltimas editaba Espa?a en 1990, el 1,6% de las investigaciones mundiales y hoy alcanza el 3,2%, ocupando el und¨¦cimo puesto. Adem¨¢s, registra un 1% de patentes lo que la sit¨²a en un d¨¦cimo sexto puesto. El 19% de estas patentes en 2017 fueron universitarias, frente al 12,4% una d¨¦cada antes.

La importancia de la investigaci¨®n universitaria la resume as¨ª Juan Romo, rector de la Carlos III, uno de los campus p¨²blicos m¨¢s j¨®venes y que puede presumir de tener una media alta de sexenios (2,9 de promedio): ¡°Lo que diferencia a una buena Universidad es que su plantilla est¨¦ en contacto con la frontera del conocimiento, profesorado que no solo transmita, sino que genere y transfiera ese conocimiento¡±.

En el estudio ?Afectan las funciones de investigaci¨®n y administraci¨®n a la docencia? (2015), de Aurora Garc¨ªa-Gallego, catedr¨¢tica de An¨¢lisis Econ¨®mico, y varios colegas, se concluye que las clases de quienes hacen ciencia son un 20% mejores, porque esos docentes est¨¢n m¨¢s al d¨ªa en un mundo en constante cambio. Pero se advierte, a la vez, que un exceso de investigaci¨®n acaba por descuidar la docencia. El estudio se abord¨® con opiniones an¨®nimas de 600 personas de la Universidad Jaume I de Castell¨®n.

Los profesores que investigan solicitan de forma voluntaria cada seis a?os su complemento salarial. La Comisi¨®n Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora (CNEAI) ¡ªformada por cient¨ªficos universitarios de prestigio y representantes de las autonom¨ªas y el Gobierno¡ª examina los trabajos presentados para ver si cumplen los m¨¦ritos previstos (art¨ªculos, libros o patentes). Si pasan la prueba su sueldo se incrementar¨¢ con 140 euros mensuales. A lo largo de la carrera se pueden acumular seis sexenios. La estad¨ªstica demuestra que los profesores de m¨¢s edad acreditan pocos. El 20% de los profesores titulares (5.400) no tiene ninguno porque no investiga o lo hace con resultados mediocres. ¡°Hay mucha gente de la vieja guardia que cree que basta con dar clases¡±, se lamenta Garc¨ªa-Gallego.

Entre los que no tienen sexenios cabe tambi¨¦n la posibilidad de que sencillamente no les interese solicitarlos. Pero esto no es habitual si se ha investigado previamente, porque los sexenios son imprescindibles en algunas universidades para impartir clases de doctorado, dirigir tesis o participar en los tribunales que las eval¨²an. Y sin sexenios hoy no se promociona en la carrera, eso fuerza a los m¨¢s j¨®venes a lograrlos.

Ese aparente desinter¨¦s por incrementar el sueldo a base de investigar puede tener su origen en la Ley para la Reforma Universitaria de 1983, que permiti¨® subir los salarios a quienes firmaran contratos con la industria. Parte de los profesores de Ingenier¨ªas han descuidado su vertiente investigadora, menos lucrativa, en favor de la empresa privada. Y por tanto tienen menos sexenios.

¡°Para nosotros los de letras investigar es casi el hobby que haces en tu tiempo libre, est¨¢s deseando que llegue el fin de semana o la Semana Santa para poder escribir algo¡±, explica Roc¨ªo, ayudante doctor de la Universidad de Sevilla. ¡°En la universidad es imposible sacar un minuto, entre gesti¨®n, clases, tutor¨ªas¡±.

Garc¨ªa-Gallego alaba a los pa¨ªses anglosajones, donde el investigador cada a?o se re¨²ne con su jefe y repasa la contribuci¨®n cient¨ªfica de este, los fondos econ¨®micos que ha tra¨ªdo a su universidad para emprender l¨ªneas de investigaci¨®n y la opini¨®n que sus alumnos tienen de ¨¦l.

Lejos de tener un sistema tan organizado, en Espa?a las universidades carecen, en general, de mecanismos para la rendici¨®n de cuentas de los profesionales. Hay, sin embargo, versos sueltos, como la Carlos III, que tienen mayor control y mejores estad¨ªsticas: ¡°Hay que incentivar la investigaci¨®n con complementos salariales, menos horas de clase, m¨¢s laboratorios o m¨¢s ayudantes¡±, defiende el rector Juan Romo. Esta universidad eval¨²a la labor del profesorado cada dos a?os y la premia econ¨®micamente.

El catedr¨¢tico Alonso Rodr¨ªguez Navarro, que particip¨® en el inicio de los sexenios, opina 30 a?os despu¨¦s que el sistema no funciona, porque ¡°no se hace ciencia para avanzar, sino para publicar en una revista de impacto y que te cuenta para lograr un sexenio¡±. Aunque cree que sin la evaluaci¨®n ¡°la cosa ser¨ªa a¨²n peor¡±. Pone de ejemplo a Reino Unido, donde se supervisan los resultados de los departamentos y en funci¨®n de ello se les financia, pero es costos¨ªsimo.

En 2013 un informe encargado por el ministro Jos¨¦ Ignacio Wert ya evidenci¨® que ¡°el 57% de los profesores universitarios funcionarios tienen un sexenio reconocido o ninguno, es decir, una actividad investigadora nula o casi inexistente¡±. Las cifras poco a poco van mejorando.