Revistas seudocient¨ªficas para engordar curr¨ªculos acad¨¦micos
La presi¨®n que viven los investigadores ha multiplicado las llamadas 'publicaciones predadoras', que difunden art¨ªculos carentes de rigor
An¨ªbal Mesa, del departamento de Sociolog¨ªa y Antropolog¨ªa de la Universidad de la Laguna, ha logrado una plaza de profesor ayudante doctor (temporal) tras demostrar que su contrincante hinch¨® su curr¨ªculum pagando por publicar en revistas depredadoras o predadoras. Un t¨¦rmino inquietante y, sin embargo, reconocido internacionalmente: las predatory journals. La comisi¨®n del departamento concluy¨®, tras la alegaci¨®n de Mesa, que el soci¨®logo Josu¨¦ Guti¨¦rrez hab¨ªa engordado su expediente con media docena de art¨ªculos en los que ning¨²n investigador an¨®nimo (pares) hab¨ªa supervisado lo escrito y no hab¨ªa evaluaci¨®n de los protocolos experimentales ni de an¨¢lisis de datos o eran muy difusos.
El problema no es exclusivo de La Laguna y tiene la suficiente envergadura para que el pasado septiembre la Agencia Estatal de Investigaci¨®n enviara una circular a los cient¨ªficos en la que alertaba del aumento de estas publicaciones depredadoras: ¡°Es un sistema de difusi¨®n del conocimiento que contribuye de forma perversa a la ciencia de mala calidad¡±. Mesa ha contabilizado 240 art¨ªculos en 10 revistas depredadoras de investigadores de casi todas las universidades espa?olas y ¨¢reas de conocimiento.
Bombardeo de invitaciones ¡®online¡¯
Spam. Las empresas depredadoras bombardean a los cient¨ªficos con correos en ingl¨¦s en los que les invitan a publicar. En muchas ocasiones se dirigen a ellos por su propio nombre.
T¨ªtulos incongruentes. La mayor¨ªa de las revistas est¨¢n radicadas en India, China o Rusia, pero en sus t¨ªtulos incluyen la palabra americana, brit¨¢nica, europea o sueca para simular otro origen.
Tarifas oscuras. No es f¨¢cil saber cu¨¢nto y c¨®mo hay que pagar y el rango de precios es enorme: entre 50 y 1.500 d¨®lares. Aunque la mitad se sit¨²a entre los 100 y los 400 d¨®lares (de 88 a 348 euros).
Consejos sospechosos. Llama la atenci¨®n que muy pocos supuestos investigadores componen los consejos editoriales o apenas se da informaci¨®n sobre ellos.
Sin rastro en las bases. El editor afirma en la web que sus revistas est¨¢n indexadas en multitud de prestigiosas bases de datos, pero no es as¨ª. En muchos casos son expulsadas por "mala conducta editorial". Muchas p¨¢ginas cierran cuando son perseguidas, dejando inaccesibles los trabajos publicados.
Mesa relata lo sucedido: ¡°Me extra?¨® porque los dos hab¨ªamos competido por una plaza de interino un a?o antes y ah¨ª yo le saqu¨¦ mucha ventaja en investigaci¨®n, porque Josu¨¦ no ten¨ªa art¨ªculos en JCR [mide el impacto de una revista]. Y un a?o despu¨¦s resulta que ambos conseguimos la m¨¢xima puntuaci¨®n en investigaci¨®n¡±. No le cuadraba. ¡°Los procesos son muy largos. En mi equipo tenemos un art¨ªculo aceptado para su publicaci¨®n desde diciembre de 2017 y sigue sin salir¡±. Adem¨¢s, a Mesa le llegaron ¡°rumores de que hab¨ªa compa?eros de la universidad publicando cosas sospechosas¡±.
Llu¨ªs Codina, del departamento de Comunicaci¨®n DigiDoc de la Universidad Pompeu Fabra, lo explica de forma muy gr¨¢fica en su blog: "Es como si una instituci¨®n acad¨¦mica proporcionara t¨ªtulos a cambio de dinero. El problema principal, aunque sea lo que m¨¢s llama la atenci¨®n, no es el dinero que han cobrado, el problema principal es que han proporcionado el t¨ªtulo a alguien que no ha demostrado tener los conocimientos y habilidades que el t¨ªtulo certifica, porque no ha cursado las asignaturas, ni superado las evaluaciones".
En 2015, Cenyu Shen y Bo-Christer Bj?rk, de la Hanken School of Economics de Helsinki, calcularon que el a?o anterior se hab¨ªan publicado 420.000 art¨ªculos en 8.000 revistas depredadoras, frente a los 53.000 de 2010. Y la cifra no para de subir en un contexto de extrema competencia por publicar con el fin de acreditar los m¨¦ritos suficientes para lograr una plaza o un complemento. Se estima que en la mitad de las revistas depredadoras se paga entre 88 y 348 euros por salir.
Hace casi dos d¨¦cadas surgieron las revistas open access, financiadas modestamente por sus autores, que cualquiera puede leer, descargar, copiar, distribuir, imprimir, buscar o enlazar gratuitamente, en contraposici¨®n a las tradicionales en papel, en las que hay que pagar por leerlas y en las de mayor impacto tambi¨¦n por aparecer. El acceso libre ha supuesto un gran avance para expandir la ciencia, pero ahora sufre el descr¨¦dito al colarse miles de depredadoras.
Los investigadores de Helsinki detectaron, adem¨¢s, que el 75% de los trabajos editados en las depredadoras proven¨ªan de Asia ¡ªdonde radican muchas de las publicaciones, en especial China e India¡ª o ?frica, y que el plazo de publicaci¨®n era de entre dos y tres meses. En las revistas cl¨¢sicas se puede tardar hasta dos a?os por el prolongado proceso de correcci¨®n. ¡°Las depredadoras no eval¨²an la calidad de los trabajos o se aplican formatos estandarizados de revisi¨®n contestados con s¨ªes y noes¡±, sostiene Mesa.
Josu¨¦ Guti¨¦rrez, decano-presidente del Colegio Oficial de Ciencias Pol¨ªticas y Sociolog¨ªa de Canarias, asegura que no supo de la existencia de estas revistas ¡°hasta hace muy poco¡±. Se defiende del supuesto fraude con un correo electr¨®nico: ¡°El fundamento de la universidad para establecer si una revista es predadora es que est¨¦ en un listado que lleva una persona an¨®nima. Es decir, ninguna instituci¨®n de referencia ni ning¨²n sello de calidad aparente. Por tanto, creo que es necesario aclarar estos temas antes de proceder a denominar como predadoras a determinadas revistas acad¨¦micas¡±.
Guti¨¦rrez hace as¨ª referencia a la lista Beall que cre¨® en 2011 el bibliotecario Jeffrey Beall, de la Universidad de Colorado-Denver, para alertar de los timos que bautiz¨® como revistas depredadoras. El listado est¨¢ ahora en manos an¨®nimas, pero existen otras entidades que elaboran listas blancas de revistas legitimadas cient¨ªficamente. Es el caso del Directory of Open Access Journals (DOAJ), de la Universidad de Lund (Suecia), que es la principal base de datos para revistas de acceso abierto. En el DOAJ, seg¨²n Mesa, no est¨¢n las revistas de Guti¨¦rrez. Algunas expulsadas de la plataforma por ¡°mala conducta editorial¡±.
¡°Hay que tener cuidado en no poner a todas las revistas en el mismo cesto¡±, insiste en dejar claro Crist¨®bal Urbano, profesor de Biblioteconom¨ªa y Documentaci¨®n de la Universidad de Barcelona. ¡°No por estar en abierto, por ser de pa¨ªses de la periferia cient¨ªfica, son revistas predators. Porque eso es un poco de lo que se le acusaba a Jeffrey Beall, que pon¨ªa el foco de denuncia en revistas de acceso abierto de pa¨ªses en desarrollo, cuando problemas ¨¦ticos y de malas praxis en comunicaci¨®n cient¨ªfica se pueden estar produciendo en muchos pa¨ªses¡±.
El rector de La Laguna, Antonio Martin¨®n, recuerda que el problema no solo ata?e a su universidad. ¡°La instituci¨®n no pinta nada, no sabe d¨®nde se mandan los art¨ªculos, es algo muy personal¡±. Y asegura que est¨¢n dando los pasos de manera rigurosa: ¡°A la vista de lo que Mesa plante¨®, pensamos que hab¨ªa un comportamiento poco regular y como resultado de la informaci¨®n del inspector, nombr¨¦ a un instructor para que analice si ha habido irregularidades que merezcan alg¨²n tipo de sanci¨®n¡±. La Laguna investiga, adem¨¢s de a Guti¨¦rrez, a cinco profesores de Did¨¢ctica e Investigaci¨®n Educativa por el mismo motivo
¡°Evidentemente, hay autores v¨ªctimas del enga?o, pero otros son conniventes con estas pr¨¢cticas, dado que, a sabiendas de que publican en revistas no leg¨ªtimas, persiguen el beneficio que les reporta publicar en ingl¨¦s de forma f¨¢cil, e incluso invitan a sus colegas como coautores del presunto art¨ªculo cient¨ªfico¡±, afirm¨® Andr¨¦s Falc¨®n, exjefe del servicio de Inspecci¨®n de La Laguna, en unas jornadas que reunieron en noviembre a sus hom¨®logos en Zaragoza.
¡°Habr¨¢ que sentar las bases del sistema de publicaci¨®n en abierto, con el fin de que no perdamos los controles de calidad: revisi¨®n por pares, replicabilidad de los experimentos, etc¨¦tera¡±, razona el matem¨¢tico Carlos Andradas, rector de la Universidad Complutense. ¡°Hay que preocuparse de repensar la evaluaci¨®n de los curr¨ªculos, incluyendo elementos de calidad m¨¢s que puramente de cantidad, sobre todo porque puede conducir a factores econ¨®micos desequilibrantes. Las instituciones que dediquen dinero a financiar la publicaci¨®n, empezar¨¢n a tener muchos art¨ªculos en estas revistas depredadoras y hay que ir m¨¢s all¨¢ de los n¨²meros¡±.
Una web catalana retira miles de revistas
En la p¨¢gina MIAR (Matriz de Informaci¨®n para el An¨¢lisis de Revistas), de la Universidad de Barcelona, que centraliza y difunde la informaci¨®n de 42.000 publicaciones indexadas en un centenar de bases de datos, se vieron hace un a?o forzados a hacer una criba. "Por ejemplo, de un mismo editor de pa¨ªses asi¨¢ticos sin mucha trayectoria editorial nos llegaban peticiones de ingreso para cientos de revistas de forma simult¨¢nea, por lo que decidimos poner como condici¨®n para aceptarlas que ten¨ªan que estar presentes en alguna base de datos de las que trazamos en nuestra matriz. Quitamos miles de revistas de MIAR como resultado", calcula Crist¨®bal Urbano, profesor titular de Biblioteconom¨ªa y Documentaci¨®n e investigador de la plataforma.
¡°Es sorprendente el bombardeo de correos electr¨®nicos que te hacen esas revistas. Te llaman por tu nombre, te dicen d¨®nde has publicado anteriormente para crear un ambiente de proximidad. Todas te prometen, a un precio relativamente asequible, unos plazos s¨²per r¨¢pidos de revisi¨®n y publicaci¨®n en revistas con t¨ªtulos muy gen¨¦ricos porque su voluntad es que entre todo. Cuanto m¨¢s ¨¢mbito tem¨¢tico tengan, m¨¢s clientes llegan¡±, prosigue Urbano. Existen muchas publicaciones de medicina (con sus especialidades), ciencias experimentales o ingenier¨ªa, y pocas de humanidades, porque suelen ser gratuitas.
Tienen la est¨¦tica de los journals anglosajones cl¨¢sicos. Incluso algunas de estas editoriales ponen un apartado postal en un pa¨ªs desarrollado para parecer que editan all¨ª, o convencen a alguna persona de prestigio para que figure en el comit¨¦ editorial o se inventan los nombres", a?ade Urbano. "Algunas incluso copian el t¨ªtulo exacto de una revista prestigiosa, esas ya son suplantadoras".
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