No puedo vivir m¨¢s con esta enfermedad. Quiero morir
El 16% de quienes acuden a Derecho a Morir Dignamente desean suicidarse por sus dolencias. Afrontan un camino clandestino
Al final de la vida se llega a veces en metro o en tren de Cercan¨ªas. Se deja atr¨¢s al tr¨ªo ruidoso de hombres anuncio, se evita estropear a una turista su posado bajo el oso y el madro?o y se sortea a los despreocupados muchachos de excursi¨®n sentados en el suelo. Arriba, en un tercer piso de la puerta del Sol, sede de la asociaci¨®n Derecho a Morir Dignamente (DMD) en Madrid, hay una mesa con caramelos y un dispensador de pa?uelos de papel. En ocasiones alguien se sienta junto a ella. Guarda en el bolsillo un diagn¨®stico que ser¨¢, antes o despu¨¦s, infausto. Dir¨¢:
¡ªEs lo que hay. Esto no va a durar mucho.
A quien ha venido con ¨¦l o ella se le enrojecen los ojos. Llora. Luego se rompen los dos.
La luz tamizada por un estor blanco ba?a de irrealidad el cuarto que mira a la an¨¢rquica marea humana del Kil¨®metro O. Es un espacio donde la muerte se muestra desnuda, ajena al grand¨ªsimo tab¨² de puertas afuera. ¡°Aqu¨ª se ponen encima de la mesa todos los demonios¡±, relata el m¨¦dico Fernando Mar¨ªn, presidente de DMD Madrid, la asociaci¨®n m¨¢s numerosa, que re¨²ne a 2.700 socios de los 7.000 de todo el pa¨ªs.
Mar¨ªa Jos¨¦ Carrasco, la enferma de esclerosis m¨²ltiple que se suicid¨® hace unos d¨ªas auxiliada por su marido, rellen¨® los papeles para hacerse socia con sus manos a¨²n h¨¢biles y pidi¨® que un miembro de DMD, en este caso Mar¨ªn, trasladase ese espacio de ¡°muerte imp¨²dica¡± a su casa. Fue hace seis a?os. ¡°A¨²n disfrutaba de las pel¨ªculas y los ratos con su marido. Pero deseaba morir¡±, recuerda el m¨¦dico, tambi¨¦n especialista en cuidados paliativos. Un 16% de las consultas a DMD Madrid en 2018 fueron de personas que deseaban quitarse la vida.
¡°Quiero morir, ?qu¨¦ hago?¡±, vienen a decir. En un pa¨ªs cuyos ciudadanos apoyan masivamente la eutanasia (un 85%, seg¨²n la ¨²ltima encuesta de Ipsos de 2018), la respuesta a¨²n est¨¢ sombreada de clandestinidad. El proyecto de ley para su despenalizaci¨®n impulsado por el PSOE fue bloqueado en la Mesa del Congreso por PP y Ciudadanos esta legislatura. DMD cuenta con una escueta publicaci¨®n (40 p¨¢ginas) solo al alcance de los socios con m¨¢s de tres meses de antig¨¹edad, en plenas facultades mentales y si lo solicitan expresamente, como Carrasco. En la Gu¨ªa de muerte voluntaria se vierte informaci¨®n actualizada sobre los m¨¦todos para quitarse la vida, analiz¨¢ndolos seg¨²n su seguridad y ausencia de sufrimiento, ¡°los m¨¢s importantes¡±. Tambi¨¦n seg¨²n la facilidad para conseguir la medicaci¨®n, rapidez de efecto o fecha de caducidad a largo plazo. ¡°No existe una soluci¨®n m¨¢gica¡±, advierte la gu¨ªa, ¡°ning¨²n m¨¦todo es infalible¡±.
DMD solo analiza dos: un c¨®ctel de f¨¢rmacos y el pentobarbital s¨®dico, el elegido por Carrasco. Un medicamento, subraya el manual, ¡°exclusivamente de uso veterinario y no comercializado¡± en Espa?a. Es el empleado para practicar la eutanasia a los animales. Ella lo consigui¨® por Internet, arriesg¨¢ndose a una multa por cometer una falta, ya que comprar cualquier tipo de f¨¢rmaco en la web est¨¢ prohibido, seg¨²n recuerda la gu¨ªa, que informa de todas las implicaciones legales ante la decisi¨®n de morir voluntariamente. Si hubiese sido el marido, ?ngel Hern¨¢ndez, quien lo hubiera adquirido para ella se enfrentar¨ªa a hasta tres a?os de prisi¨®n por suministrar una sustancia nociva que ¡°puede causar estragos¡±.
Desde la soledad tantas veces, y con el peso de la ley en el cogote, los enfermos se enfrentan a dudas terribles: ?Llegar¨¢ el frasco a cambio de los 450 euros que he pagado? ?Funcionar¨¢? ¡°Hay muchas estafas, webs que simulan ser de asociaciones por la muerte digna o que piden en concepto de seguro para la aduana 600 euros m¨¢s. Nosotros informamos puntualmente, siguiendo la gu¨ªa The peaceful pill, de [la ONG] Exit International, de las webs o correos que hay que evitar. Hay unas cien¡±, explica Mar¨ªn.
El a?o pasado DMD entreg¨® 300 gu¨ªas en toda Espa?a. ¡°?Imaginas la gente que no se atrevi¨® a venir y se ha buscado la vida?¡±, pregunta Borja Robert, una de las personas que ofrece asesoramiento en Madrid y encargado de comunicaci¨®n. Muchos de los que se acercan musitan antes de comenzar: ¡°Me ha costado mucho venir...¡±.
¡°Creemos que de los que solicitaron la gu¨ªa, 200 ten¨ªan decidido suicidarse. Del resto, la mitad deseaba hacerse con la medicaci¨®n por si la precisan en el futuro. Los dem¨¢s la piden por curiosidad intelectual¡±, relata Mar¨ªn. La usen o no, en ella se encuentran recomendaciones para evitar problemas. ¡°Les sugerimos que redacten una carta al juez o graben un v¨ªdeo diciendo que han tomado esa decisi¨®n de una manera libre¡±.
DMD insiste en que para muchas personas disponer de un plan B, una salida de emergencia por si acaso la enfermedad se hace insoportable, es una fuente de serenidad que ayuda a soportar el proceso. ¡°Al igual que ocurre en los pa¨ªses donde se ha regulado, muchos de ellos no llegan a tomar la decisi¨®n de morir y fallecen de forma natural, a consecuencia de su enfermedad¡±, dice Mar¨ªn.
Suena el tel¨¦fono al otro lado de la escueta biblioteca y videoteca con fotos de Ram¨®n Sampedro y otros enfermos que pelearon por la eutanasia y dieron testimonio de su muerte elegida e inevitablemente clandestina. La de Carrasco ha disparado las altas de socios. Cien en una semana, cuando la media son cinco.
Aqu¨ª encuentran a cinco personas que les acogen. Un centenar, los socioactivistas, salen a la calle y afrontan en asociaciones e institutos el tab¨² que hace que hasta el 80% de los enfermos que van a morir no hayan sido informados porque la familia no quiere. O que solo seis de cada 1.000 personas hayan firmado un testamento vital, ese documento que precisa hasta donde han de llegar los tratamientos cuando no se sea capaz de tomar decisiones.
Ahora es el telefonillo. Nunca se sabe si quien llama solo quiere saber m¨¢s sobre el testamento vital, lo m¨¢s frecuente. O si relatar¨¢ que a su padre demente, terminal, le han colocado una sonda nasog¨¢strica en la residencia y se niegan a retirarla. Dudas sobre derecho sanitario y el final de la vida copan el 15% de las consultas.
Puede que quien se haya decidido a venir sea una de esas se?oras que se sienten traicionadas por sus hijos en su deseo de decidir ante el final de la vida. ¡°Quieren morir antes de ser dependientes¡±, dice Mar¨ªn. O alguien que vive sin un solo momento del d¨ªa libre de dolor. Como aquella mujer ya sometida a cinco operaciones que se suicid¨® en contra de lo que quer¨ªa su familia. El marido denunci¨® a DMD, el ¨²nico espacio donde ella pudo hablar con libertad de su deseo de morir.
O quiz¨¢ quien suba vac¨ªe su tragedia sobre la mesa amasando un pa?uelo empapado.
Mujer, mayor de 60 a?os, universitaria
Las consultas. En 2018 la asociaci¨®n Derecho a Morir Dignamente DMD Madrid contabiliz¨® 579 consultas. Estiman que recibieron el doble. Por el ritmo de algunos d¨ªas, no se registran todas.
Sobre qu¨¦. Informaci¨®n sobre testamento vital, 52%. Muerte voluntaria, 16%. Derecho sanitario y decisiones al final de la vida, 15%. Sobre DMD, 17%.
C¨®mo. Un 48% fueron presenciales, El resto, por tel¨¦fono (41%) o a trav¨¦s de correo electr¨®nico (11%).
Qui¨¦nes. La mayor¨ªa de las consultas fueron de personas no asociadas (74%).
Socios. DMD tiene 7.000 socios en Espa?a. La mayor¨ªa (2.754) en Madrid.
El perfil. Suele ser una mujer (80%) mayor de 60 a?os con nivel socioecon¨®mico medio-alto y estudios universitarios (80%), que ha tenido una mala experiencia con la muerte de un ser querido (33%), ideol¨®gicamente desea ejercer el derecho a decidir al final de su vida (33%) o ha decidido morir voluntariamente (33%).
Financiaci¨®n. DMD se sostiene ¨ªntegramente a trav¨¦s de cuotas de sus socios (a partir de 42 euros anuales) y donaciones. En 35 a?os han recibido media docena de legados, pero saben que muchas personas asociadas les han incluido en su testamento.
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