El polic¨ªa que puso los neones al burdel

Ram¨®n V.R. era polic¨ªa local de Lugo y, al mismo tiempo, socio del burdel Queen's. Tan implicado en el buen funcionamiento de la empresa que se ocupaba "personalmente" de la decoraci¨®n y protestaba por la baja productividad de las v¨ªctimas de trata. Esto es al menos lo que sostiene Pilar de Lara, la instructora de la Operaci¨®n Carioca, la mayor causa contra el proxenetismo en Espa?a, en el auto de transformaci¨®n en procedimiento abreviado de una de las principales piezas en las que fue desguazado el descomunal sumario para facilitar su digesti¨®n a la Fiscal¨ªa. Pese a esto, las dos fiscales sobre las que recay¨® parte del trabajo de lectura no alcanzan a ver el delito y en diciembre pidieron exculpar antes de llegar a juicio a este y a otros agentes del orden que supuestamente engrasaban la maquinaria de "terror" gobernada por el jefe de la trama, el proxeneta Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa Ad¨¢n. El ministerio p¨²blico cree que su papel era el de meros clientes.

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"Todo apunta a que realmente Ram¨®n V. R. constituy¨® una sociedad [inmobiliaria] con fines meramente instrumentales para ocultar su participaci¨®n en el negocio" del Queen's. Y como socio, explica la magistrada, no solo gestionaba desde su posici¨®n de funcionario los problemas relativos a las licencias municipales de las que carec¨ªa el local, sino que se preocupaba por el suministro de electricidad y "se encarg¨® directa y personalmente de las reformas del establecimiento en 2009". Contrat¨® "la pintura de la fachada del club, la instalaci¨®n del suelo de parqu¨¦, de las rejas, de las persianas y ventanas, de los revestimientos y los r¨®tulos luminosos". La juez reprocha a la Fiscal¨ªa que busque alguna "excusa exculpatoria" frente a estas evidencias que ella presenta y as¨ª se libre del banquillo al agente.

Ram¨®n "siempre entraba al local por la puerta de acceso de las mujeres, no de los clientes. Andaba por todas las dependencias del club", a cualquier hora y uniformado, "estuviera o no Ad¨¢n. Por el comedor, la cocina, en el despacho del due?o y tambi¨¦n en la recepci¨®n", describe De Lara. Seg¨²n diversos testimonios del sumario, el municipal no pagaba las copas, entraba y sal¨ªa del local como si estuviera en su propia casa, y adem¨¢s, sacaba a las chicas y las met¨ªa cuando le daba la gana sin pedir permiso al cabecilla de la trama de proxenetismo. Un exempleado del burdel asegur¨® en su declaraci¨®n que el polic¨ªa local le "controlaba el libro de subidas a las habitaciones" y le recriminaba que "se jodiera poco¡±. Esto "no lo hace un cliente", defiende la magistrada, "sino alguien interesado en el rendimiento econ¨®mico del negocio".

El empleado asegura que el polic¨ªa le "controlaba el libro de subidas a las habitaciones" y le recriminaba que all¨ª se "jodiera poco"

"No se puede negar que tomaba copas y hac¨ªa uso de los servicios sexuales", reconoc¨ªan las dos fiscales en su escrito de finales de 2018, pero "lo hac¨ªa como particular", defend¨ªan para a continuaci¨®n excusarlo del delito de cohecho impropio. "Por m¨¢s que la Fiscal¨ªa trate de deslindar la vida privada de la profesional", argumenta ahora la magistrada, "las obligaciones de un funcionario policial no son a tiempo parcial sino las 24 horas" cuando se trata de perseguir delitos. Adem¨¢s, "existen numeros¨ªsimos testimonios que refieren que en no pocas ocasiones acud¨ªa uniformado, con su arma reglamentaria y en coche oficial rotulado para disfrutar de toda clase de servicios ofertados por el club". Y adem¨¢s "com¨ªa y cenaba" en la sala "utilizada solo por las mujeres". Y seg¨²n las v¨ªctimas de trata, se jactaba ante ellas de su condici¨®n de polic¨ªa local.

La testigo R.S. asegura que "cuando llegaba una chica nueva, ya estaba all¨ª Ram¨®n present¨¢ndose ¨¦l mismo" y ense?ando "la placa" . C.L.O. recuerda en su declaraci¨®n como testigo que les dec¨ªa: "Aqu¨ª no hay riesgo de nada, este es el mejor club de Galicia, no march¨¦is a otro porque aqu¨ª est¨¢is protegidas".

Violencia de g¨¦nero

"La relaci¨®n de amistad" de Ram¨®n V. R. con Ad¨¢n, jefe del Queen's y de La Colina, "se remonta a varios a?os antes" de abrirse el primero de estos burdeles, narra la magistrada. "Existen varios testimonios" que aseguran que "habr¨ªa ayudado a ocultar pruebas del apu?alamiento" de un hombre cometido por el proxeneta, un episodio anterior a la Operaci¨®n Carioca. "Al margen de lo anterior, y de la participaci¨®n que pudiera tener en el negocio, resulta indiciariamente acreditado que este funcionario policial daba plena cobertura a las actuaciones presuntamente il¨ªcitas de Ad¨¢n", concluye De Lara.

"Por m¨¢s que la Fiscal¨ªa trate de deslindar la vida privada de la profesional", reprocha la juez, "las obligaciones de un funcionario policial no son a tiempo parcial sino las 24 horas"

Y supuestamente ocult¨® "los malos tratos sufridos por la entonces esposa del proxeneta", sin "protegerla", ni "detener" al maltratador, ni "perseguir los hechos que conoc¨ªa perfectamente". Ad¨¢n cumple actualmente 21 a?os de prisi¨®n por violencia de g¨¦nero mientras espera los juicios de la Operaci¨®n Carioca. La propia v¨ªctima relat¨® que el polic¨ªa local, supuesto socio de su marido en la clandestinidad, "le ve¨ªa la cara", que "cuando curaba de un lado ya ten¨ªa el otro lado mal". Pero "nunca" la ayud¨®, sino al contrario, recuerda la juez; ya que supuestamente colabor¨® con el proxeneta "para que este pudiera expulsar a su esposa" de casa.

Adem¨¢s, "varios testigos" cuentan en las diligencias judiciales que Ram¨®n V. R. "captaba mujeres para ir a trabajar a los locales de Ad¨¢n y las trasladaba en coche" hasta los clubes. Siempre merodeando por all¨ª, seg¨²n De Lara "parece tener pleno conocimiento" de las condiciones de trabajo, con "intimidaci¨®n y coacciones", y de las actividades de inmigraci¨®n irregular desplegadas por el jefe de los burdeles y su encargado para traer a Espa?a mujeres con deudas.

Seg¨²n testigos, acud¨ªa uniformado y en el coche policial, sub¨ªa solo a las habitaciones a esperar a las chicas y ped¨ªa "felaciones sin preservativo"

La brasile?a C.D.L., tan enamorada y abducida por Ad¨¢n que lleg¨® a tatuarse este nombre en el cuerpo, asegur¨® en su declaraci¨®n que "a quien solicit¨® permiso para trabajar en el Queen's fue al polic¨ªa local llamado Ram¨®n", porque otra compatriota le dio el tel¨¦fono del agente y "le indic¨® que para trabajar all¨ª deb¨ªa hablar con ¨¦l". Otra mujer, C. N., quiso dejar la prostituci¨®n y se fue de camarera a un bar. Trabajaba sin contrato y el polic¨ªa local, recoge el auto, "amenaz¨® al propietario con denunciarle ante la inspecci¨®n", con lo que supuestamente forz¨® el regreso de la chica al burdel.

Esto no era todo, sigue desgranando el escrito judicial. "Seg¨²n varios testimonios", el funcionario "hac¨ªa negocio con la situaci¨®n de necesidad de las mujeres prostituidas, a las que vend¨ªa ropa falsificada, joyas e incluso lencer¨ªa". Aunque hay personas que declararon que s¨ª abonaba consumiciones y sexo, la magistrada recalca que otros testigos aseguran que "nunca pagaba las copas" ni los "pases sexuales". "Hac¨ªa uso de los servicios" de las mujeres "casi a diario". Y "gozaba de otros privilegios que no se permit¨ªan a otros clientes", sigue la juez: "Pod¨ªa prolongar los pases m¨¢s all¨¢ de la media hora" estipulada, "llevarse a mujeres fuera del club sin abonar la salida¡± y "tratar de imponerles pr¨¢cticas sexuales" a su gusto. A veces, describe la instructora, se adelantaba y ya sub¨ªa ¨¦l a esperar a las chicas en la cama, y ped¨ªa "felaciones sin preservativo". Tal y como aparece en declaraciones y "reportajes fotogr¨¢ficos aportados por testigos de la causa", este agente y otros funcionarios policiales "participaban en fiestas privadas organizadas por ellos mismos o por Ad¨¢n en distintos pisos con mujeres prostituidas".

Por ¨²ltimo, "la Fiscal¨ªa omite los testimonios que avalar¨ªan que Ram¨®n recib¨ªa dinero de Ad¨¢n", afea la magistrada al ministerio p¨²blico. "As¨ª lo revela una testigo de peso" que describe c¨®mo el proxeneta repart¨ªa entre este polic¨ªa y otros agentes tambi¨¦n implicados "dinero en fardos [fajos]" un poco menos gruesos que una cajetilla de tabaco: "A veces de 500 euros, otras de 100 y otras de 50". La mujer, cocinera del club, apunta una periodicidad ("cada 15 d¨ªas") y asegura que presenci¨® "cuatro o cinco entregas" al polic¨ªa local. Seg¨²n esta testigo, el proxeneta contaba delante de ella, en la cocina, los billetes, y luego los met¨ªa en un sobre para d¨¢rselos.