Un pueblo maya contra un gigante ruso del n¨ªquel
Los vecinos de Estor se rebelan contra la contaminaci¨®n causada por una mina de Solway en Guatemala en medio de un clima de terror
Carlos Choc, de 36 a?os, camina siempre igual por su pueblo: el paso lento, chaleco de bolsillos de reportero y la modesta c¨¢mara al hombro. Sus amigos bromean con ¨¦l diciendo que es un ¡°producto ex¨®tico¡± de estas tierras porque es un ¡°maya caribe?o¡± que combina su origen q¡¯eqchi con la piel color caf¨¦ de la costa Caribe de Guatemala. Choc es uno de los periodistas del municipio. Cubre protestas vecinales, cortes de agua, inauguraciones del alcalde, demandas de los ind¨ªgenas o las visitas del gobernador a su pueblo, El Estor, un municipio del oriente guatemalteco de unos 15.000 habitantes.? Y, por supuesto, tambi¨¦n informa sobre todo lo relacionado con la mina de n¨ªquel, uno de los dolores de cabeza m¨¢s grandes para el Gobierno del presidente Jimmy Morales.
Desde que la empresa Solway comenz¨® en 2012 a explotar la mina a cielo abierto, parte de la poblaci¨®n se ha levantado contra la multinacional rusa con sede en Suiza para denunciar la contaminaci¨®n del lago Izabal, da?os a la salud, corrupci¨®n y el clima de terror que se ha extendido entre quienes se oponen a la mina: pescadores, periodistas, pol¨ªticos de oposici¨®n y hasta el cura del pueblo.
Una mina que da p¨¦rdidas
En 2014 Solway puso en marcha, 24 horas los 365 d¨ªas del a?o, la extracci¨®n masiva de n¨ªquel que env¨ªa a su planta de Ucrania y que se utiliza principalmente para revestir piezas de autom¨®vil o utensilios de cocina. Siga leyendo
Cientos de vecinos de El Estor se manifiestan casi cada semana en contra de una industria que da empleo a casi 3.000 personas, pero que ha abierto un enorme cr¨¢ter en sus monta?as y ha convertido el pueblo en lugar de paso para los 150 camiones que cada d¨ªa salen cargados de la tierra roja en direcci¨®n a Puerto Barrios y de ah¨ª a Ucrania. El conflicto, el m¨¢s grave del departamento de Izabal, reconoce el gobernador Erik Bosbell¨ª, ha cuestionado el modelo extractivo del pa¨ªs centroamericano, que tiene 64 minas similares que contribuyen con menos del 0,7% al PIB del pa¨ªs, seg¨²n el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI)
El Gobierno de Guatemala y los directivos de la empresa insisten en que se han realizado dos estudios del agua que se?alan que no hay contaminaci¨®n. Sin embargo, un trabajo conjunto como parte del proyecto Green Blood, realizado entre la BBC, Le Monde, Expreso, Prensa Comunitaria, The Guardian y EL PA?S, tuvo acceso a un nuevo an¨¢lisis encargado por la asociaci¨®n gremial de pescadores y realizado en Alemania, que recoge altos niveles de contaminaci¨®n en los canales de agua pr¨®ximos a la mina. El equipo, coordinado por la organizaci¨®n francesa Forbidden Stories, constat¨® el da?o causado en lugares como Mont¨²far, otra zona de explotaci¨®n, donde un derrame en la mina provoc¨® que el agua del r¨ªo se volviera completamente naranja el 10 de mayo, tal como pudo comprobar este equipo.
Las protestas de las comunidades mayas comenzaron hace dos a?os, en marzo de 2017, cuando una mancha roja comenz¨® a extenderse por el lago. La respuesta oficial, tras un estudio, fue que la mancha era producto de un alga que se reproduc¨ªa velozmente en el agua.
Pero las manifestaciones continuaron y llegaron a su punto ¨¢lgido el 27 de mayo de 2017, cuando los pobladores bloquearon los accesos al pueblo para evitar que salieran m¨¢s camiones. La revuelta incluy¨® el asedio a la urbanizaci¨®n amurallada donde viven los cargos medios de la mina y sus familias. Cuando la polic¨ªa intent¨® despejar la carretera emple¨® bombas de humo y disparos que terminaron con la vida del pescador Carlos Maaz, cuyo cuerpo qued¨® tirado en el asfalto. Ese mismo d¨ªa ardi¨® tambi¨¦n la casa del alcalde y la comisar¨ªa de polic¨ªa.
El ¨²nico periodista que inform¨® de todo aquello fue Carlos Choc, que public¨® en su medio, Prensa Comunitaria, las fotos de los polic¨ªas con armas en la mano abriendo fuego contra los manifestantes. A partir de ah¨ª comenz¨® a recibir amenazas y un juez orden¨® su detenci¨®n y la de dos pescadores, acusados de ser los organizadores de las protestas. Desde entonces su vida se ha convertido en un calvario: casi no puede trabajar, debe firmar cada 30 d¨ªas en un juzgado a dos horas de su casa, no puede salir del pa¨ªs y est¨¢ a un paso de perder la custodia de sus dos hijos por tener un proceso judicial en marcha. ¡°Han llegado extra?os a disparar frente a mi casa¡±, se?ala Choc, quien atribuye el hostigamiento al equipo de seguridad de la mina, dirigido por un exmilitar. ¡°Quieren que sepa que est¨¢n ah¨ª¡±, a?ade.
A ello se suma el extra?o comportamiento del juez que ha suspendido nueve veces las audiencias sobre su caso. Incluso en la ¨²ltima, en enero de 2019, su abogado y el ministerio p¨²blico, que representa a la mina, pidieron cerrar el caso por falta de pruebas. Sin embargo, el juez Edgar An¨ªbal Arteaga, del juzgado de primera estancia de Puerto Barrios, insisti¨® en que Choc es un tipo peligroso y mantuvo las medidas cautelares.
¡°Hay un claro patr¨®n de criminalizaci¨®n entre quienes se oponen a la mina y en el que est¨¢n incluidos los jueces. Hay dos pescadores, Eduardo Bin y Crist¨®bal Pop, que est¨¢n encarcelados por supuesto riesgo de fuga, acusados de delitos graves como asociaci¨®n il¨ªcita o asesinato que se aplica a violentos pandilleros y que podr¨ªa enviarlos muchos a?os a la c¨¢rcel¡±, dice su abogado, Francisco Martin Vivar, que los defiende gratuitamente. ¡°No tienen pruebas, pero han ido contra los l¨ªderes de los pescadores con muy poca rigurosidad. Como ni siquiera tienen fotos de ellos, las han sacado de su Facebook¡±, denuncia.
El estricto juez Arteaga fue conocido en todo el pa¨ªs cuando, en otro caso, dej¨® en libertad a dos narcos mexicanos detenidos junto a una avioneta estrellada en la que hab¨ªa un mill¨®n de d¨®lares. Aunque estaban acusados de narcotr¨¢fico y blanqueo, el magistrado dedujo que no hab¨ªa riesgo de fuga y, por supuesto, nunca m¨¢s se volvi¨® a saber de ellos.
Ubicado al borde del Izabal, el lago m¨¢s grande de Guatemala, El Estor es el tercer municipio en poblaci¨®n del departamento del mismo nombre. Un paraje ¨²nico, reserva de la biosfera, donde el poderoso verde contrasta con las imponentes chimeneas de Solway. Esa es la vista con la que se despierta cada ma?ana Dominga Chub, promotora de salud en la comunidad de Barrio Nuevo. Chub atiende las enfermedades m¨¢s b¨¢sicas de 600 campesinos que no se atreven a ir al m¨¦dico porque ni siquiera hablan espa?ol. ¡°Continuamente llegan ni?os con manchas en la piel, conjuntivitis o diarrea por beber agua¡±, explica en un austero consultorio de madera desde donde se divisa el lago.
Un estudio reciente obtenido por el equipo de Green Blood revel¨® que Amasurli, la compa?¨ªa contratada por el Gobierno para el manejo sostenible de la cuenca de Izabal, lleg¨® a la conclusi¨®n de que el lago estaba experimentando una ¡°eutrofizaci¨®n¡±, o sea, el vertido excesivo de nutrientes al agua, lo que provoca el aumento de la vida vegetal.
Seg¨²n este estudio, el a?o pasado el contenido en sales de nitrato en el agua era 54 veces superior y el de fosfato dos de los niveles considerados seguros. Los expertos consultados tambi¨¦n llegaron a la conclusi¨®n de que los estudios realizados hasta ahora son inconsistentes. "Todos los resultados de los an¨¢lisis existentes muestran una clara evidencia de los elementos caracter¨ªsticos de las actividades mineras", dijo Lucas Barreto Correa, un bi¨®logo brasile?o especializado en contaminaci¨®n del agua. "Hay inconsistencias en las declaraciones oficiales y se necesita informaci¨®n gubernamental m¨¢s consolidada con respecto a la contaminaci¨®n en el lago".
El polvo rojo que se cuela en las cisternas
Ramol Caal, de 52 a?os, pasa la mano por el tejado de su casa y muestra una espesa capa de polvo marr¨®n que, dice, llega de la mina. Cuando saca el agua de la cisterna en la que almacena la que bebe su familia, extrae un barro viscoso, casi negro, que ensucia. Siga leyendo
¡°Yo no soy doctor¡±, respondi¨® el presidente de la minera, el ruso Dimitri Kurdiakov, cuando el equipo de Forbidden Stories le mostr¨® las fotos de los ni?os con ronchas en la piel. ¡°Y ustedes tampoco¡±, a?adi¨®. Seg¨²n Kurdiakov, las posibles enfermedades se deben a la pobreza y las condiciones de higiene en las que viven. ¡°Ustedes vieron las condiciones econ¨®micas que tienen. Est¨¢n obligados a vivir en condiciones m¨¢s humildes que un europeo promedio. No tienen oportunidad de ir a un m¨¦dico, ni casas con duchas, ni plantas para purificar el agua. Son un mont¨®n de factores que obviamente influyen en la salud¡±, se?al¨®.
¡°La poblaci¨®n est¨¢ dividida pero, en general, pocos quieren que se cierre la mina porque es la ¨²nica fuente de trabajo. Lo que piden es que se paguen salarios justos, que contraten a m¨¢s trabajadores locales o que el pueblo se pueda beneficiar con becas, instalaciones deportivas o un centro de salud, por ejemplo¡±, dice en su iglesia el padre Ernesto Rueda. ¡°Quieren frenar la voracidad y el avance de la mina. Sin embargo, van ganando. La estrategia de criminalizaci¨®n de la empresa ha funcionado y ha impuesto el miedo a ser considerado un delincuente¡±, a?ade.
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