Una ¡®nieta¡¯ a la carta y a domicilio
Un proyecto en la comarca aragonesa de la Jacetania ayuda a los mayores a seguir en sus pueblos
Est¨¢n sentadas en un banco, en el vest¨ªbulo de la casa. Se esconden del calor sofocante de la tarde. La charla denota intimidad. Estas dos mujeres se conocen bien y se aprecian. Se r¨ªen. Parecen una abuela y su nieta. Pero Rosa Roca, de 38 a?os, y Sara Abad¨ªa, de 88, no son parientes. La anciana, que vive sola en Sig¨¹¨¦s, un municipio de Zaragoza con 88 habitantes censados, apenas sale a la calle. La segunda la visita varias veces por semana. La ayuda a que pueda envejecer en el pueblo. Se encarga de archivar las facturas, de sus citas m¨¦dicas... Pero sus gestiones trascienden el puro tr¨¢mite. Hablan. La mira con la delicadeza de quien cuida a un familiar.
¡ªLa semana que viene tienes dentista en Sang¨¹esa. Te llevo. ?Aprovechamos para comprar?
¡ªApunta crema de cara y del cuerpo. Nos podemos quedar a comer all¨ª.
¡ªLa cita es a las 11. A ver a qu¨¦ hora acabamos¡
¡ªS¨ª, nos quedamos.
Sara pone los puntos sobre las ¨ªes con la gracia de algunas mujeres mayores. ¡°Qu¨¦ sola estoy. Pero Rosa es mi ¨¢ngel¡±, dice. ¡°Me he vuelto muy comodona¡±, bromea. Enseguida recula: ¡°Deber¨ªa venir m¨¢s¡±. Pero ya va a verla dos o tres veces por semana, por las tardes, porque tres ma?anas recibe ayuda a domicilio. Rosa, mallorquina, estudi¨® Psicolog¨ªa. En 2016 fund¨® Senderos de Teja junto a su pareja, Diego Quesada. Es una empresa social, busca generar negocio e impacto positivo.
En enero de 2018 llegaron a Artieda (81 habitantes), donde los vecinos hab¨ªan impulsado el proyecto Empenta Artieda (Impulsa Artieda, en aragon¨¦s): juntos decidieron qu¨¦ modelo de pueblo quieren. Identificaron cuatro necesidades: socializaci¨®n ¡ªorganizan actividades cada semana¡ª, vivienda ¡ªen un a?o han abierto cuatro casas¡ª, trabajo ¡ªtienen Internet a alta velocidad y creen en el emprendimiento¡ª y envejecimiento y soledad no deseada. Sobre todo, de mujeres mayores de 80 a?os que enviudaron y viven lejos de sus hijos, que buscaron trabajo en la ciudad. Como Sara.
¡°Un anciano me dijo que las personas somos como los ¨¢rboles. Transportar uno viejo es muy dif¨ªcil porque las ra¨ªces se agarran¡±, explica Rosa. As¨ª que pensaron c¨®mo ayudarles. Se entrevistaron con los mayores de la zona. Su principal miedo era marcharse. Segu¨ªan las ca¨ªdas y la enfermedad, que desembocan siempre en el mismo temor: abandonar su casa. ¡°Creamos el proyecto Envejece en tu pueblo¡±, a?ade Rosa. La longevidad como oportunidad. Por ahora solo est¨¢ empleada ella, que cobra el salario m¨ªnimo. Tambi¨¦n hay cuatro voluntarios. En Senderos de Teja est¨¢n convencidos de que el modelo puede crecer y exportarse. ¡°Queremos hacer un estudio porque, con la persona adecuada, es perfectamente replicable¡±, dice Quesada.
¡°Intentamos romper el localismo¡±, cuenta Rosa. Ella trabaja en Artieda, Mianos, Salvatierra de Esc¨¢ y Sig¨¹¨¦s, en la comarca de la Jacetania. Desde octubre acude a 20 hogares, a la mitad de forma continua. A los otros 10, de forma puntual. La llaman: ¡°Rosa, tengo que ir a la peluquer¨ªa, o al m¨¦dico, o necesito comprar¡±. Se coordina con la trabajadora social de base para determinar qu¨¦ necesita cada anciano. ¡°Fijamos pautas de actuaci¨®n. Para ejercitar la memoria, por ejemplo. Y tambi¨¦n con quienes presentan s¨ªntomas de depresi¨®n¡±, explica Rosa. Con Sara, por ejemplo, la tarea muchas veces es conseguir que salga a dar un peque?o paseo.
Este primer a?o han sufragado la actividad los cuatro Ayuntamientos, que pidieron una subvenci¨®n al Gobierno de Arag¨®n. Ahora est¨¢n pendientes de la ayuda de una entidad privada y, si no la consiguen, es posible que tengan que introducir un peque?o copago a partir de septiembre.
Socializaci¨®n
En Artieda, adem¨¢s de Rosa hay otros cinco trabajadores de Senderos de Teja, empleados en el huerto o en el albergue. All¨ª organizan comidas intergeneracionales los martes y jueves. ¡°No quer¨ªamos que fueran solo para mayores, as¨ª que tambi¨¦n comen aqu¨ª los voluntarios del huerto. Son dos d¨ªas diferentes. Los ancianos se arreglan y comparten tiempo. El men¨² est¨¢ subvencionado. Cuesta cinco euros¡±, explica. Juana Mar¨ªa M¨¢rquez, de 73 a?os, es una de las habituales. ¡°Nos reunimos, hacemos sobremesa¡±.
La socializaci¨®n es uno de los puntos fuertes de Artieda. Rosa tambi¨¦n ayuda a los ancianos a contactar con antiguos amigos, tras d¨¦cadas sin verse. Dos octogenarias sonr¨ªen en una foto que plasma ese encuentro. A Rosa se le acumulan las im¨¢genes en el m¨®vil. Las familias tambi¨¦n le env¨ªan. ¡°Mira, se ha ido de vacaciones a la playa¡±, comenta mientras muestra a una se?ora frente al mar. ¡°Lo primero que hago es presentarme y pedirles permiso para trabajar con sus padres. Les doy tranquilidad porque saben que, aunque ellos est¨¦n lejos, hay alguien pendiente¡±, dice Rosa.
En casa de Ascensi¨®n Gonz¨¢lez, que tiene 89 a?os y tambi¨¦n enviud¨®, su hija le da un abrazo. Por fin se conocen en persona. La mujer ha ganado una aliada que la ayuda a cuidar de su madre. Rosa, algo as¨ª como 20 abuelos.
Nuevos pobladores
Los pueblos se vac¨ªan, pero Artieda se llena. O, al menos, gana pobladores. Nueve j¨®venes en apenas dos a?os. El proyecto Empenta Artieda tiene mucho que ver. Aqu¨ª cada jueves los j¨®venes quedan para cenar hamburguesas. Y todos los d¨ªas, a las dos de la tarde y a las nueve de la noche, se toma el vermut.
¡°Hay actividades todo el a?o, tambi¨¦n en invierno, y no solo los fines de semana¡±, explica Mar¨ªa Pulido, una madrile?a de 29 a?os que cambi¨® Atocha por Artieda. Quer¨ªa mudarse a un sitio m¨¢s peque?o, con otra forma de vida. ¡°Eleg¨ª este pueblo por su proyecto social, porque hay un grupo de gente joven que est¨¢ organizada y movi¨¦ndose¡±, a?ade.
¡°Artieda nunca fue muy grande, pero s¨ª llegaron a vivir aqu¨ª unas 220 personas. Hace cuatro o cinco a?os llegamos al momento m¨¢s bajo de poblaci¨®n. ?ltimamente hemos ido ganando¡±, cuenta el alcalde, Luis Solana, de la Chunta Aragonesista, que ocup¨® el cargo de 1999 a 2007 y volvi¨® a ser elegido en 2015. En este pueblo, con 81 empadronados, seg¨²n cuenta el alcalde, viven unos 65 todo el a?o. ¡°A ra¨ªz del proyecto contratamos a dos personas para que lo pusieran en marcha¡±, dice. ¡°Y ha venido m¨¢s gente joven. La acogida ha sido buena¡±, prosigue.
¡°Cada dos semanas celebramos una reuni¨®n abierta en la que trabajamos los distintos aspectos del desarrollo del pueblo¡±, cuenta Diego Quesada, que gestiona el albergue. All¨ª son conscientes de que flaquean en vivienda. ?l y su pareja pagan 250 euros mensuales de alquiler por una casa. ¡°Hemos impulsado la construcci¨®n de dos viviendas¡±, cuenta el alcalde. ¡°Pero el problema es cultural, hay que poner en uso las que est¨¢n sin utilizar¡±.
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