Las mujeres abren grietas en el machismo de los mariachis
Los grupos femeninos se consolidan en la m¨²sica festiva mexicana y avanzan las formaciones mixtas
En la plaza Garibaldi de la Ciudad de M¨¦xico, una de las mecas del mariachi, la Perla de la Flor de Oriente pasea sin rumbo en busca de turistas que quieran escuchar una canci¨®n acompa?ada de guitarras, trompetas, violines y guitarrones. Pero la noche est¨¢ floja, amenaza lluvia y de poco sirve la sonrisa de la mujer con su diente de plata. A la Perla le acompa?a en su deambular M¨®nica Rivera, de 35 a?os, que anda buscado un mariachi con el que trabajar. La una viste de blanco, la otra de negro, ambas con falda larga de botonadura que baja de la cadera a los pies, t¨ªpica del traje charro. En el chaquet¨ªn tambi¨¦n brillan los broches plateados y el lazo al cuello remata la indumentaria. No se ven muchas m¨¢s mujeres por la plaza de esta guisa, pero ya hay m¨¢s que d¨¦cadas atr¨¢s. Los mariachis, como tantos otros oficios, han ido haciendo un hueco a las mujeres en los ¨²ltimos a?os, pero todav¨ªa hay ¡°tensiones¡±, impedimentos familiares y opiniones como esta del joven Isaac P¨¦rez, que tambi¨¦n se acerca a las mesas a ofrecer un rato de m¨²sica tradicional: ¡°Una mujer da buena imagen al mariachi, dos ya no tanto¡±. Tiene 23 a?os. Y no hay forma de sacarle una explicaci¨®n para ese argumento.
En la Uni¨®n Mexicana de Mariachis, con base en la capital del pa¨ªs, hay registrados 1.613 m¨²sicos y solo ocho son mujeres. El presidente, V¨ªctor S¨¢nchez advierte que ¡°eso no quiere decir que no las haya¡±. Pero sirve para hacerse una idea. Cerca de la plaza hay una escuela donde se forman estos m¨²sicos, la Ollin Yoliztli y las alumnas apenas representan, a?o tras a?o, un 10% de los matriculados. En la capital de Jalisco, Guadalajara, que solo decirlo ya suena a guitarrones y trompetas, ¡°hay unas 50 agrupaciones y solo media docena son de mujeres¡±, se?ala Ver¨®nica Oviedo, una de las pioneras, que representa a dos grupos de mariachis femeniles, Mujer Mexicana y Mujer Latina. Dice que a algunas mujeres no les hace ni pizca de gracia que el novio contrate un mariachi femenino para darles la serenata. ¡°Otros nos dicen que tocamos bien para ser mujeres y algunos sostienen que nuestra m¨²sica no suena igual. Que nos pongan detr¨¢s de una cortina, a ver si distinguen¡±, reta Ver¨®nica Oviedo.
Un g¨¦nero con futuro
As¨ª est¨¢n las cosas y est¨¢n mucho mejor que hace a?os. El grupo de Oviedo tiene ya tres lustros y hay otros de parecida edad. Se llaman as¨ª, femeniles, porque est¨¢n compuestos en su totalidad por mujeres que, de esta forma pueden tocar, no solo cantar, un arte en el que se las discrimina menos. Y dicen que encuentran clientela para vivir del oficio. Trabajan en hoteles, en restaurantes y en toda clase de celebraci¨®n: ¡°Aqu¨ª si hay un nacimiento se contrata un mariachi, si un entierro, tambi¨¦n, un divorcio, una boda, cualquier fiesta¡±, dice Oviedo. Pero sabe que las mujeres a¨²n encuentran muchos palos en las ruedas: ¡°El esquema social es as¨ª, te casas, cuidas a la familia y ya no puedes dedicarte por entero a la m¨²sica, mucho menos hacer giras largas¡±. Eso si no te encuentras con la prohibici¨®n expresa del padreo del marido.
Es muy com¨²n que muchas de estas mujeres provengan de familias con pasado musical, padres, hermanos o abuelos mariachis. En esos casos los muros son m¨¢s leves. ¡°En este oficio ellas andan de madrugada, en transportes, con otros hombres y con la lamentable inseguridad de este pa¨ªs, ese estilo de vida se presta menos a la mujer¡±, explica la directora de la escuela Ollin Yoliztli, Vanessa Velasco Mart¨ªnez. Pero se muestra orgullosa de ¡°c¨®mo aumentan los encuentros femeniles y los talleres en los que ellas participan¡±. Ahora tienen tres alumnas en la academia que estudian guitarr¨®n, quiz¨¢ el instrumento m¨¢s inclemente: ¡°Se necesita mucha vocaci¨®n, te lastimas las yemas de los dedos¡±.
Esa tradici¨®n masculina a la que tantos apelan ¡°no es m¨¢s que machismo¡±, zanja el experto del Centro Nacional de Investigaci¨®n Musical de M¨¦xico Guillermo Contreras Arias, cuyos conocimientos pueden remontarse a tiempos precortesianos en busca del origen del mariachi. ¡°Hay antecedentes en tr¨ªos novohispanos y tambi¨¦n en las orquestas de c¨¢mara varios siglos despu¨¦s, que fueron incorporando repertorio popular y a las que las mujeres se sumaron pronto, porque entre las clases pudientes era de buen gusto adquirir conocimientos musicales adem¨¢s de la costura y otras gracias, como las llamaban¡±, dice el investigador.
Las "adelitas", vinculadas a la revoluci¨®n tambi¨¦n tocaban en las cantinas?
Contreras Arias, que tambi¨¦n imparte clases de Organolog¨ªa en la UNAM, recuerda tambi¨¦n la fama que alcanzaron con el mariachi ¡°las adelitas¡±, mujeres vinculadas a la revoluci¨®n que actuaban en las cantinas. Tambi¨¦n amenizaban los palenques mientras los hombres se entreten¨ªan con las peleas de gallos. ¡°Eran gerrilleras y algunas cantaban pero tambi¨¦n tocaban¡±, explica.
En 1934, el general L¨¢zaro C¨¢rdenas llega al poder. Nacido en Jiquilp¨¢n (Michoac¨¢n) gusta de incorporar el mariachi en sus representaciones p¨²blicas, como en tiempos del dictador Porfirio D¨ªaz se potenci¨® la m¨²sica de c¨¢mara. ¡°Y quiz¨¢ en esa ¨¦poca se consolida una imagen del mariachi masculino, porque eran los m¨¢s famosos entonces, que ahora se reivindica como la tradici¨®n¡±, sostiene el profesor Contreras Arias. Pero niega que las mujeres no hayan participado en estos conjuntos musicales desde tiempos antiguos. Hay estampas en blanco y negro de mediados del XX que as¨ª lo acreditan.
¡°Lo fascinante ahora¡±, continua, ¡°es que el mariachi femenino tiene formaci¨®n acad¨¦mica¡±. Cierto. Donde la tradici¨®n cierra los caminos, las escuelas los abren. En la academia Ollin Yoliztli?perfecciona sus conocimientos de viol¨ªn Carmen C¨¢zarez, que act¨²a en la plaza Garibaldi con su grupo mixto Viajeros de Am¨¦rica. Estos grupos mezclados son a¨²n escasos porque las mujeres encuentran m¨¢s dificultad que reuni¨¦ndose solo ellas. Pero en el de C¨¢zarez le acompa?an al viol¨ªn Marl¨¦n Ram¨ªrez, de 18 a?os, y Andrea, de 20, que todav¨ªa lucen en la cara la erupci¨®n adolescente. Andrea est¨¢ acabando sus estudios y quiere ser sobrecargo. Le gusta volar. ¡°Llegar¨¢ un punto en que d¨¦ igual si eres hombre o mujer, nosotras tocamos igual o mejor¡±, dice.
Las mujeres que ahora integran los marichis tienen formaci¨®n musical
Y sus compa?eros las acompa?an con las trompetas y las guitarras mientras sigue la parranda l¨¢nguida en la plaza Garibaldi, que por momentos se convierte en una caja de grillos donde los instrumentos y las voces de unos mariachis y otros se disputan el espacio. Cuando la lluvia se decide, por fin, rayando la media noche, el grupo de C¨¢zarez se refugia bajo un toldo para entonar los ¨²ltimos sones alrededor de la mesa donde sus clientes arraciman botellas de cerveza amortizadas. C¨¢zarez so?aba con tocar alg¨²n d¨ªa en esta plaza. Ahora piensa ya en fusionar su m¨²sica con el flamenco, en Espa?a, "salir a conocer". Y no deja de estudiar viol¨ªn en la academia: ¡°As¨ª puedo ense?ar a mis muchachas¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.