La f¨®rmula finlandesa para salvar a los ¡®sin techo¡¯
Finlandia reduce la poblaci¨®n sin hogar en un 35% con una idea rompedora: otorgar una casa a quien la necesita, sin exigencias. La clave es crear un ¡°sentimiento de pertenencia¡±
El que haya visitado varias veces Finlandia conocer¨¢ la expresi¨®n¡°the finnish way¡± (la manera, el estilo finland¨¦s) que sus ciudadanos repiten con cierto pundonor. Se trata de una forma de tomar decisiones para afrontar problemas que resulta innovadora y deja al resto del mundo con la boca abierta. A veces, una aparente locura que, sin embargo, sale bien. Es el caso de Housing First: la simple ¡ªy a la vez original¡ª forma de sacar a miles de vagabundos de las calles devolvi¨¦ndoles un pedacito de dignidad e integr¨¢ndolos socialmente. ¡°El futuro empieza con un manojo de llaves¡±, reza el lema de la campa?a.
Un polit¨®logo, un obispo, un m¨¦dico y un soci¨®logo formaron en 2007 el comit¨¦ especial gubernamental que ten¨ªa como misi¨®n sacar de las calles a miles de personas sin hogar. Inspirado en el movimiento estadounidense Pathways Housing First, fundado a principios de los a?os noventa por el psic¨®logo Sam Tsemberis, el Gobierno del pa¨ªs n¨®rdico consigui¨® reducir entre 2008 y 2015 un 35% el n¨²mero de ciudadanos que se acuestan y se despiertan cada d¨ªa a la intemperie: 1.345 personas que vagabundeaban por las calles sin esperanza de futuro lo dejaron de hacer. En Helsinki, seg¨²n dicen las ONG involucradas en el programa, ya casi no hay vagabundos. Y el objetivo del Gobierno ahora es erradicar la poblaci¨®n sin techo en todo el pa¨ªs para 2027, seg¨²n Bloomberg.
Siguiendo la estela de Tsemberis ¡ªque implement¨® el proyecto en Nueva York, una ciudad especialmente complicada durante las ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo XX¡ª, la clave no est¨¢ en la reinserci¨®n ni en la desintoxicaci¨®n de drogas o alcohol como condici¨®n sine qua non para acceder a una vivienda. Por lo contrario, se trata de un cuasiliteral ¡°empezar la casa por el tejado¡±. Todo comienza con la entrega de llaves, sin condiciones ni prejuicios. Y a partir de ah¨ª, aseguran los impulsores del proyecto, la vida de miles de familias y ciudadanos empieza a mejorar. ¡°Se concibe la casa como el punto de partida y no como punto de llegada en el camino de los sin techo¡±, explica en un v¨ªdeo la ONG involucrada en el proyecto que ya gestiona m¨¢s de 3.000 apartamentos en 10 ciudades del pa¨ªs.
A diferencia de Estados Unidos y de otra docena de pa¨ªses europeos (Espa?a entre ellos) a los que se ha exportado Housing First, los vagabundos de Finlandia, un pa¨ªs de poco m¨¢s de cinco millones de habitantes, s¨ª tienen el deber de pagar un alquiler. Pese a las crisis econ¨®micas ¡ªde su gigante Nokia primero y del euro despu¨¦s¡ª, el pa¨ªs n¨®rdico cuenta con un robusto Estado de bienestar que el nuevo Gobierno, liderado por el socialista Antti Rinne, quiere preservar y proteger a toda costa. Los beneficiarios pueden pagar la renta del nuevo hogar con parte de la ayuda econ¨®mica que reciben del Estado por su condici¨®n de desempleado, de incapacitado, de viudo, en concepto de ayudas al alquiler, etc¨¦tera. Otro punto que hace ¨²nico a este programa es que en los complejos de viviendas, integradas en barrios de clase media para evitar los guetos (como ocurre en Dinamarca, por ejemplo), no est¨¢ prohibido el consumo de alcohol.
Finlandia est¨¢ eliminando paulatinamente los refugios temporales para personas sin hogar (de 600 que hab¨ªa en Helsinki en 2008, ya solo quedan unos 50, que solo se utilizan en invierno como emergencia, cuando las temperaturas se desploman hasta los 20 grados bajo cero). ¡°El sistema de refugio temporal no estaba funcionando (¡). Mientras esa gente no tenga una casa permanente, siempre ser¨¢n considerados sin techo¡±, subraya, citado por Politico, Juha Kaakinen, que form¨® parte del cuarteto de expertos que puso en marcha el proyecto y hoy es consejero delegado de Y-Foundation, la ONG encargada de implementarlo en Finlandia. El fundador de Housing First, Sam Tsemberis, a?ade que, a diferencia de un piso compartido o de un refugio donde uno pernocta de manera intermitente, esta iniciativa ofrece ¡°sentimiento de pertenencia¡± a un lugar, a una comunidad. Un valor intangible que hace al ser humano m¨¢s humano. Los impulsores de la idea en Finlandia, que bautizaron su primer informe como Nimi Ovessa (tu nombre en la puerta), est¨¢n convencidos de que el mero hecho de ver una placa con la identificaci¨®n de cada inquilino al lado del telefonillo o en el buz¨®n inyecta fuerza de voluntad para poder empezar a cambiar de vida y de h¨¢bitos.
¡°Este apartamento me ha dado la oportunidad de volver a una vida normal. Puedo planear mi futuro¡±, afirma un hombre de 48 a?os. Una mujer de 59 a?os a?ade que vivir en un apartamento le da ¡°seguridad¡±. Son dos de los beneficiados por esta medida que, a lo largo de 10 a?os, ha costado a las arcas p¨²blicas unos 300 millones de euros (70 millones en el ¨²ltimo trienio). Una cantidad que no resulta abrumadora si se cuenta el ahorro anual por persona sin hogar que el erario deja de gastar en servicios de emergencias, polic¨ªa y gastos judiciales: 9.600 euros, seg¨²n el Foro Econ¨®mico Mundial (WEF, por sus siglas en ingl¨¦s).
Aunque, por lo general, el programa ha sido bien acogido, tambi¨¦n ha suscitado cr¨ªticas. Timo Kauppinen, soci¨®logo en el Instituto Nacional de Sanidad y Bienestar, explica por correo electr¨®nico que cuando se planifican nuevos apartamentos de este tipo, algunos vecinos reaccionan con lo que se ha bautizado como NIMBY (el acr¨®nimo en ingl¨¦s de ¡°no en mi patio trasero¡±). ¡°Estas casas generan algunos temores de antemano, tal vez m¨¢s a¨²n si se planifican cerca de escuelas o jardines de infancia. Sin embargo, mi impresi¨®n es que en realidad no ha habido grandes problemas en los vecindarios una vez que estas unidades han comenzado a funcionar¡±, sostiene Kauppinen. Los habitantes de las zonas donde se alojan estas casas ¡ªnormalmente a las afueras de una decena de grandes ciudades como Helsinki, Tampere o Turku¡ª tardan una media de dos a?os en acostumbrarse a sus nuevos vecinos. Pero lo hacen.
Trabajadores sociales y especialistas en enfermedades mentales, adicciones y dem¨¢s problemas que aquejan muchos de los antiguos homeless se acercan una vez a la semana a estos vecindarios para ofrecerles apoyo y fomentar su integraci¨®n en la vida de la comunidad, por ejemplo, recogiendo basura o involucr¨¢ndose en actividades del barrio.
Pese a los 5.482 vagabundos que se estima que a¨²n quedan en las calles de toda Finlandia (un pa¨ªs con una densidad de poblaci¨®n muy baja: 17 habitantes por kil¨®metro cuadrado), seg¨²n las autoridades, el programa ha cosechado ¨¦xito. Mientras en el Reino Unido el n¨²mero de sin techo ha aumentado un 7% en el ¨²ltimo a?o; en Alemania, un 35% desde 2017, y en Francia, un 50% en la ¨²ltima d¨¦cada, el pa¨ªs n¨®rdico es el ¨²nico en Europa, seg¨²n el WEF, en el que el n¨²mero de personas sin hogar ha disminuido.
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