El hombre detr¨¢s de las escuelas que han acabado con el clasismo eligiendo a sus alumnos por sorteo
El estadounidense Larry Rosenstock gana un premio a la innovaci¨®n educativa en Qatar, dotado con 500.000 d¨®lares, por crear una red de colegios contra la segregaci¨®n
El trabajo de Larry Rosenstock (1948, Nueva York) parte de una premisa. Detr¨¢s de la decisi¨®n de qu¨¦ estudiante ir¨¢ a la universidad en Estados Unidos, hay un factor que pesa m¨¢s que la intenci¨®n de la familia; lo que ¨¦l llama predictor de la educaci¨®n, o lo que es lo mismo, el nivel socioecon¨®mico de los padres. Una de las realidades que m¨¢s le doli¨® a Rosenstock, graduado en Derecho y dedicado a la educaci¨®n durante m¨¢s de 40 a?os, fue darse cuenta de que el origen de esa desigualdad comienza cuando los ni?os tienen cinco a?os. En su pa¨ªs, las escuelas segregan, separan a los alumnos en diferentes centros seg¨²n su perfil socioecon¨®mico y su raza. Por eso, hace 20 a?os lanz¨® en San Diego (California) una red de escuelas que luchan contra la segregaci¨®n, y que ahora le ha hecho valedor del premio a la educaci¨®n de WISE (cumbre mundial de la innovaci¨®n educativa, en sus siglas en ingl¨¦s, organizado por la Fundaci¨®n Qatar), dotado con 500.000 d¨®lares (454.500 euros).
"Quer¨ªa demostrar que se pueden obtener buenos resultados acad¨¦micos mezclando a un grupo heterog¨¦neo de estudiantes¡±, cuenta Rosenstock sobre su proyecto High Tech High, una red de 16 charter schools (una modalidad de escuelas privadas en Estados Unidos que reciben fondos del Estado y en las que los alumnos no pagan matr¨ªcula), en las que el 57% de los alumnos son negros o hispanos y el 50% de entornos desfavorecidos y donde la tasa de acceso a la Universidad es del 98% (la media nacional est¨¢ en el 69%). ¡°Hemos demostrado algo obvio pero que la sociedad estadounidense se niega a ver; que los chavales con menos recursos son igual de brillantes y que solo necesitan las mismas oportunidades¡±, explica durante la celebraci¨®n de WISE, que este a?o cumple su novena edici¨®n y que re¨²ne en Doha a m¨¢s de 2.000 expertos y a un centenar de medios internacionales, entre los que ha sido invitado EL PA?S.
La f¨®rmula que rige la selecci¨®n de alumnos en esos centros es lo que ellos llaman la loter¨ªa, un sorteo que realizan mediante un algoritmo que mezcla los distintos c¨®digos postales de la ciudad (siempre entre barrios lim¨ªtrofes) y escoge a alumnos de diferentes perfiles socioecon¨®micos. Eso s¨ª, hay algunas normas impuestas que escapan al control del algoritmo: tiene que haber un 50% de ni?os de familias con pocos recursos y todos aquellos que ya tienen hermanos en los centros tienen prioridad en el acceso. ¡°Con ese sorteo nos aseguramos que habr¨¢ una representaci¨®n diversa, que no acudir¨¢n ¨²nicamente los que viven cerca, porque en Estados Unidos el barrio en el que vives determina muchas veces la capacidad econ¨®mica y el capital cultural de las familias¡±, a?ade Rosenstock, que tambi¨¦n dio clases en la facultad de Educaci¨®n de Harvard y en Berkeley (California).
Desde el primer momento tuvo claro que quer¨ªa evitar otros m¨¦todos empleados en el pa¨ªs como el llamado busing, la pr¨¢ctica impulsada en diferentes Estados para transportar en autob¨²s a ni?os a escuelas lejos de sus barrios para rectificar la segregaci¨®n. ¡°Es demasiado duro, algunos ni?os est¨¢n obligados a pasar horas en el bus escolar, tiene que ser menos forzado¡±.
Los 16 centros de la red High Tech High, que abarcan desde educaci¨®n infantil hasta bachillerato, no son 100% p¨²blicos, ya que la gesti¨®n es privada, pero est¨¢n sometidos a las mismas normas que los p¨²blicos: los estudiantes deben pasar cada a?o los ex¨¢menes estandarizados (dise?ados por el Estado de California) y deben superar el SAT, la prueba de acceso a la Universidad. ¡°La m¨¢xima preocupaci¨®n de las familias es que sus hijos sean admitidos en universidades de calidad, y en eso nos hemos enfocado, pero en lugar de usar la pedagog¨ªa convencional hemos empleado una ruta diferente, con curr¨ªculos basados en el aprendizaje por proyectos¡±, explica Rosenstock.
Con la tasa de acceso a la Universidad del 98% es con lo que han convencido a las familias de clase media para que compartan aula con alumnos que durante muchos a?os han sido estigmatizados. Cada uno de los centros tiene un orientador acad¨¦mico, todos ellos exempleados del servicio de admisiones de universidades. "Conocen muy bien c¨®mo funciona y qu¨¦ se busca en los estudiantes", aclara Rosenstock. Entre los m¨¦ritos que los alumnos presentan figura un libro que editan a final de curso sobre algunas de sus investigaciones y su trabajo constante en equipo, ya que la filosof¨ªa de los centros es evitar el trabajo de forma aislada. El propio Larry y su esposa, responsable de programas acad¨¦micos de la red, matricularon a su hijo en uno de los colegios. "Hemos cambiado el mapa escolar: en este pa¨ªs, si eres negro?tu realidad va a ser ir un colegio p¨²blico donde el 90% son como t¨²,?no hay muchos ejemplos de escuelas con diversidad".
Otro de los grandes logros de Rosenstock es que consigui¨® persuadir al Estado de California para que modificase la regulaci¨®n que afecta a la acreditaci¨®n y contrataci¨®n de profesores. Ahora ellos forman a profesionales en activo (f¨ªsicos, matem¨¢ticos, ingenieros...) en una escuela de magisterio que fundaron en 2008. Muchos de ellos son despu¨¦s contratados. "Anualmente recibimos unas 1.800 solicitudes de profesores interesados en trabajar con nosotros", asegura. "Traen vida real, no libros de texto, y eso es lo que buscamos, huir de la pedagog¨ªa tradicional".
?A qu¨¦ dedicar¨¢ los 500.000 d¨®lares de premio? La intenci¨®n de?Rosenstock es abrir un centro de investigaci¨®n que analice y documente las nuevas pedagog¨ªas puestas en marcha en estos ¨²ltimos 20 a?os para despu¨¦s crear gu¨ªas de aprendizaje y exportar su modelo al resto del mundo de forma gratuita. "La revoluci¨®n empieza por lo material: acabar con las sillas en las aulas, la parte metodol¨®gica es m¨¢s compleja y depende en un 90% del perfil de profesores que eliges", zanja.
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