Directores, m¨²sicos y bailarines del Teatro Col¨®n, en la batalla contra la pandemia
Voluntarios del emblema cultural de Buenos Aires se hacen cargo de un centro de cuarentena y otro de vacunaci¨®n
Mart¨ªn Boschet, director ejecutivo del Teatro Col¨®n de Buenos Aires, asisti¨® el viernes 13 de marzo al ensayo general de Nabucco, la ¨®pera que deb¨ªa estrenarse el martes 17. Una semana despu¨¦s, el 20 de marzo, el teatro estaba cerrado y Mart¨ªn Boschet se hab¨ªa convertido en gerente de un centro de cuarentena. All¨ª le auxilian bailarines, m¨²sicos y productores. Otros artistas trabajan en un centro de vacunaci¨®n o en una l¨ªnea telef¨®nica de auxilio. El Col¨®n, emblema de la cultura argentina, se ha volcado en la batalla contra la pandemia. ¡°Debemos estar a la altura¡±, dice Mar¨ªa Victoria Alcaraz, la directora general.
El hotel Argento Towers, de cuatro estrellas, ya no acoge a clientes, sino a repatriados que han de cumplir dos semanas de aislamiento obligatorio. A Boschet le dieron las llaves del edificio el 24 de marzo. Al d¨ªa siguiente lleg¨® el primer contingente de repatriados, procedente de Madrid. Un convoy policial desembarc¨® con todas las precauciones a un centenar largo de personas cansadas, desorientadas, en algunos casos furiosas por una cuarentena que no esperaban. ¡°Est¨¢bamos nerviosos y asustados, quer¨ªamos irnos, apenas nos hab¨ªan dado instrucciones y fue traum¨¢tico¡±, reconoce el gestor teatral. ?C¨®mo se super¨® la situaci¨®n? ¡°Les dije que se imaginaran en el Col¨®n, diez minutos antes de que se alce el tel¨®n, cuando cada uno debe concentrarse para cumplir con su trabajo¡±.
Ni Boschet, ni Pablo, Paula y Gerardo, bailarines, ni Mar, productora art¨ªstica, contaban con encontrarse un d¨ªa manejando un centro de aislamiento que aloja, seg¨²n las entradas y salidas, entre 70 y 130 personas. Entre ellas hay adictos al alcohol, al tabaco o a las pastillas, hay tambi¨¦n quien se lleva mal con la familia o maltrata a sus hijos. Abunda la ansiedad. La aparici¨®n de contagiados (ocho hasta ahora, seis de ellos asintom¨¢ticos) no ayuda a calmar los ¨¢nimos. ¡°Hemos ido aprendiendo d¨ªa a d¨ªa¡±, comenta Boschet. ¡°Ser compa?eros en el teatro y conocernos bien facilita el trabajo¡±, admiten los bailarines. Ellos, y todas las personas consultadas, coinciden en un punto: la disciplina adquirida en el teatro resulta muy ¨²til en las nuevas circunstancias.
Marcelo Birman, director del Instituto Superior de Arte del Teatro de Col¨®n y especialista en m¨²sica barroca, tampoco esperaba transformarse en coordinador de un centro de vacunaciones. Y, sin embargo, aqu¨ª est¨¢. Junto a un violinista, cinco bailarines, tres acomodadores y una core¨®grafa, entre otros. Su trabajo consiste en organizar las visitas (se vacuna de gripe y neumon¨ªa a personas en riesgo), asegurarse de que no falten medicamentos ni comida para los voluntarios y asesorar a los pacientes. La parte m¨¦dica corre a cargo de doctores del hospital Fern¨¢ndez. Marcelo, los bailarines Ayelen y Vagram y el coordinador del ballet del Col¨®n, Uriel Ort¨ªz, se toman la situaci¨®n con humor. Pero en un momento dado Marcelo mira su m¨®vil y ve el calendario de los estrenos previstos para esta temporada. ¡°Esas obras no se estrenar¨¢n, pertenecen a un mundo que se fue¡±, suspira.
Mar¨ªa Victoria Alcaraz acaba de visitar la sastrer¨ªa del teatro, donde estos d¨ªas se fabrican mascarillas (con el logotipo del teatro) y vestuario para profesionales sanitarios. La directora general del Teatro Col¨®n es quien est¨¢ detr¨¢s de la movilizaci¨®n general. ¡°Tenemos m¨¢s de 1.000 empleados y unas instalaciones de m¨¢s de 60.000 metros cuadrados, formamos parte de la identidad de la ciudad y debemos estar a la altura de la situaci¨®n¡±, afirma. Alcaraz impuls¨® desde que lleg¨® al cargo, hace casi cinco a?os, la grabaci¨®n y emisi¨®n en streaming de las obras representadas en el Col¨®n. Eso permite ahora retransmitir esas piezas. Con gran ¨¦xito de p¨²blico: la primera, El lago de los cisnes, fue vista por 160.000 personas.
La exigencia del momento consiste en poner al servicio de la sociedad todos los recursos del teatro. El primer d¨ªa tras el cierre del teatro fue ¡°de conmoci¨®n¡±, reconoce Alcaraz. Al segundo d¨ªa empezaron a surgir ideas. En momentos de des¨¢nimo, los recuerdos familiares ayudan a esta historiadora y experta gestora cultural: sus abuelos recorrieron durante meses una Europa en guerra para huir a Argentina ¡°y, sin embargo¡±, dice, ¡°siempre los vi con ganas de vivir y de re¨ªr¡±.
La m¨¢xima responsable del Col¨®n dedica sus jornadas a la lucha contra la pandemia. Tambi¨¦n est¨¢ obligada a pensar en el futuro. ¡°Al igual que otros grandes teatros, no sabemos a¨²n c¨®mo sobreviviremos¡±, reconoce. ¡°Habr¨¢ que juntar los pedazos y reinventarnos de alguna forma¡±. Un tercio de quienes se abonaron o compraron entradas para esta temporada que no fue ha decidido donar el dinero. Es algo para empezar.
Una ventaja de los argentinos, se?ala, es que cuentan, por su larga experiencia en crisis, con mucho talento ¡°para dise?ar planes alternativos: siempre tenemos un plan A, un plan B, un plan C, etc¨¦tera¡±. Ya ha creado un grupo que se dedica a estudiar opciones. Cuando el Col¨®n se reabra, ?ser¨¢ con poca gente en el escenario?, ?ser¨¢ sin p¨²blico?, ?c¨®mo ser¨¢?
Tres d¨ªas despu¨¦s del cierre deb¨ªa estrenarse Nabucco, de Giuseppe Verdi. En un momento determinado hab¨ªan de congregarse m¨¢s de 300 personas en el escenario y detr¨¢s. Eso no podr¨¢ ocurrir en el futuro concebible. Pero Alcaraz ha decidido no guardar parte de la escenograf¨ªa. ¡°Est¨¢ ah¨ª, nos sirve como recordatorio y como esperanza: alg¨²n d¨ªa volveremos y alg¨²n d¨ªa estrenaremos ese Nabucco¡±.
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