R¨ªo de Janeiro se enfrenta sin br¨²jula a la pandemia
La vuelta a la actividad en el Estado brasile?o choca contra el desborde en los hospitales de campa?a y la falta de equipamiento y m¨¦dicos especializados

R¨ªo de Janeiro pierde cada d¨ªa parte de sus encantos. El Estado m¨¢s famoso de Brasil camina sin br¨²jula y apenas puede cuidar a sus ciudadanos de la covid-19. Hace dos semanas, sin que hubiese ninguna indicaci¨®n de que los contagios estuvieran bajo control, se reabrieron el comercio, las iglesias, las ¨¢reas deportivas y las de ocio. Los hospitales se han convertido en un retrato sombr¨ªo del sistema sanitario del Estado, con detenidos por presuntos fraudes con proveedores. Parte de los profesionales subcontratados por la sanidad p¨²blica estatal y municipal, que trabajan en la primera l¨ªnea, no est¨¢n cobrando. En medio de este caos, el n¨²mero de contagios en R¨ªo de Janeiro volvi¨® a subir tras relajarse la cuarentena hace dos semanas. Ya hay m¨¢s de 111.000 casos confirmados ¡ªcasi la mitad de lo que se registra en pa¨ªses enteros como Italia y Espa?a, antiguos epicentros de la enfermedad¡ª y casi 10.000 muertes.
Seg¨²n el covid¨ªmetro, una herramienta desarrollada por investigadores de la Universidad Federal de R¨ªo de Janeiro para medir la transmisibilidad de la enfermedad, la tasa de contagio es de 1,48. Los epidemi¨®logos recomiendan que las actividades econ¨®micas y de ocio se reanuden solo cuando la tasa sea inferior a 1, es decir, cuando un enfermo contamina a menos de una persona. La desescalada empez¨® antes de que se llegara a esa tasa.
El proyecto del gobernador Wilson Witzel ¡ªinvestigado por presunto desv¨ªo de dinero en la compra de respiradores y amenazado por un proceso de impeachment¡ª para instalar hospitales de campa?a tambi¨¦n ha fracasado. De los siete que se hab¨ªan planeado, solo se han abierto el del m¨ªtico estadio Maracan¨¢ y el del municipio de S?o Gon?alo. Los dem¨¢s est¨¢n retrasados. El de S?o Gon?alo se inaugur¨® el 18 de junio, pero solo con una parte de las camas previstas. El hospital de campa?a del Maracan¨¢ fue el primero en abrir, el 9 de mayo, y se convirti¨® en un s¨ªmbolo del caos sanitario de R¨ªo de Janeiro. Instalado junto al estadio de f¨²tbol, sufre con la alta rotaci¨®n del personal m¨¦dico, la falta de medicamentos, equipos y material de protecci¨®n; los respiradores est¨¢n en mal estado o rotos.
¡°Cuando fui a acoplar el respirador a un paciente, la m¨¢quina dej¨® de funcionar. Cogimos otra m¨¢quina y pas¨® lo mismo, y con la siguiente tambi¨¦n. Fueron cinco m¨¢quinas rotas. A la sexta, conseguimos acoplarla. El paciente sobrevivi¨® a aquel turno, pero falleci¨® despu¨¦s. No puedo afirmar si se debi¨® a ese evento o la complejidad de su estado¡±, cuenta un fisioterapeuta intensivista que trabaja en el hospital de campa?a desde que abri¨® y resiste a las condiciones m¨¢s precarias, sin cobrar y obligado a descansar en su propio coche.
Otro problema es la falta de m¨¦dicos con experiencia. ¡°En mi primer turno, un domingo por la noche, la m¨¦dica del equipo se hab¨ªa graduado el mi¨¦rcoles. Se gradu¨® d¨ªas antes para trabajar en una unidad de cuidados intensivos de una enfermedad nueva y altamente compleja. Ten¨ªa muy buena voluntad. Pero el problema es que aquel d¨ªa el equipo estaba compuesto de diez m¨¦dicos, y los diez se hab¨ªan graduado el mi¨¦rcoles. No hab¨ªa un m¨¦dico jefe con m¨¢s experiencia¡±, explica el mismo fisioterapeuta.
Una anestesista residente en un hospital p¨²blico de la ciudad realiz¨® un turno de 24 horas en la unidad de Maracan¨¢ a finales de mayo. No volvi¨® nunca m¨¢s. Trabaj¨® en el equipo de respuesta r¨¢pida e intubaba a los pacientes graves. Al igual que el fisioterapeuta, tambi¨¦n durmi¨® en su coche. ¡°Lo que m¨¢s me llam¨® la atenci¨®n fue la falta de medicamentos y de material para intubar. Si me hubiera enfrentado a una v¨ªa a¨¦rea dif¨ªcil, habr¨ªa sido casi imposible intubar al paciente. No hab¨ªa videolaringoscopios, ni gu¨ªa. Para una v¨ªa a¨¦rea dif¨ªcil est¨¢bamos totalmente desabastecidos y, durante las 24 horas que estuve all¨ª, rec¨¦ para no encontrarme con ninguna¡±, dijo. La doctora cont¨® que faltaban medicamentos como bloqueadores neuromusculares, necesarios para intubar, y adrenalina, utilizada en paros card¨ªacos.
Tambi¨¦n relat¨® la falta de m¨¦dicos con experiencia para orientar en situaciones de emergencia y la falta de capacitaci¨®n para tratar la covid-19. ¡°Tras unas horas all¨ª, ya sab¨ªa que no iba a volver. No nos ense?aron a curar a todo el mundo o hacer que todos vivan para siempre, pero no es agradable saber que no podemos utilizar todos nuestros recursos porque faltan cosas b¨¢sicas y vemos que los pacientes se mueren m¨¢s r¨¢pido de lo que deber¨ªan o evolucionan peor de lo que deber¨ªan¡±, dice.
El presidente del Consejo Regional de Fisioterapia de R¨ªo de Janeiro (Crefito), Wilen Heil e Silva, declar¨® que hab¨ªa recibido quejas sobre el uso de respiradores incompatibles con la covid-19, ya que contaminaban el ambiente con el virus. El Crefito lleg¨® a hacer dos inspecciones en el hospital de campa?a del Maracan¨¢. Encontr¨® hasta una habitaci¨®n reservada al guardado de respiradores en mal estado. ¡°Nos encontramos con una situaci¨®n muy precaria. Faltaban medicamentos, respiradores, equipos¡±, dijo. El Consejo tuvo que intervenir para regularizar el horario de los fisioterapeutas y critic¨® el valor de la remuneraci¨®n, por debajo del suelo salarial del gremio. Una vez finalizadas las inspecciones, el Crefito envi¨® un informe sobre las condiciones del hospital de campa?a a la Fiscal¨ªa de R¨ªo de Janeiro.
Tras las denuncias de irregularidades en la compra de equipos, el Gobierno estatal rompi¨® el contrato con la empresa que ten¨ªa que administrar los siete hospitales de campa?a y anunci¨® que los gestionar¨ªa directamente. La Secretar¨ªa de Sanidad ya ha cambiado dos veces su titular desde el inicio de la pandemia. Fernando Ferry, el ¨²ltimo en renunciar despu¨¦s de un mes en el cargo, dimiti¨® por la presi¨®n para mantener los hospitales de campa?a. Unos d¨ªas antes, la Secretar¨ªa hab¨ªa publicado un documento recomendando el cierre. El Estado, que pasa por graves dificultades econ¨®micas, pagar¨ªa unos 166 millones de d¨®lares por los siete hospitales. La tasa de ocupaci¨®n de los hospitales de campa?a ha disminuido, pero los cient¨ªficos de la Universidad Federal de R¨ªo de Janeiro predicen que aumentar¨¢ tras las medidas de desconfinamiento.
Mascarillas en el cuello
Mientras la crisis en el Estado se agudiza, una buena parte de los habitantes de la regi¨®n metropolitana de R¨ªo de Janeiro se salta la cuarentena y se aglomera en playas, bares, parques y centros comerciales. La reanudaci¨®n de las actividades ha servido como una se?al falsa de que la pandemia ya est¨¢ bajo control y el movimiento en la calle ha aumentado sensiblemente.
Tambi¨¦n es com¨²n ver a gente sin mascarilla o llev¨¢ndola en el cuello o con la nariz descubierta. Ocurre en todas las clases sociales y en todas partes: en la regi¨®n metropolitana, en las playas del sur ¡ªcomo Ipanema, Leblon y Copacabana¡ª, en las favelas y en ¨¢reas comerciales de la Baixada Fluminense y de la zona oeste. El transporte p¨²blico sigue abarrotado, debido a la poca coordinaci¨®n de los alcaldes y la poca supervisi¨®n de las empresas.
El alcalde de R¨ªo, Marcelo Crivella, tambi¨¦n ha permitido que abran las iglesias, los centros comerciales y que trabajen los vendedores ambulantes. Adem¨¢s, ha anticipado la apertura de tiendas y peluquer¨ªas, que retomaron la actividad el s¨¢bado, y ha anunciado que los partidos de f¨²tbol del Maracan¨¢ se jugar¨¢n con p¨²blico a partir del 10 de julio. Los centros comerciales populares, como el Sahara y el Mercad?o de Madureira, conocidos por aglomerar consumidores, est¨¢n abiertos. Tambi¨¦n se puede pasear por el Cal?ad?o, el paseo mar¨ªtimo.
¡°Nunca hemos hecho el confinamiento correctamente. Una de las razones es estructural: la gente vive y trabaja en condiciones inadecuadas. La otra es pol¨ªtica. No se da, ni se ha dado, informaci¨®n clara sobre c¨®mo aislarse, c¨®mo llevar la mascarilla, c¨®mo lavarse las manos. No hay una propaganda oficial al respecto. Al contrario, las autoridades no predican con el ejemplo. Es muy dif¨ªcil¡±, dice la m¨¦dica especialista en salud p¨²blica de la Universidad Federal de R¨ªo de Janeiro, Ligia Bah¨ªa. ¡°Adem¨¢s de no tener aislamiento social, tampoco llevamos mascarillas ni tenemos alcohol en gel. Varios pa¨ªses han dispuesto agua y jab¨®n en lugares p¨²blicos para que las personas se laven las manos¡±, a?ade.
Hasta el lunes, el Estado de R¨ªo de Janeiro ten¨ªa 111.883 casos confirmados y 9.848 muertes por la covid-19, de las cuales 6.417 se han producido en la capital, seg¨²n datos del Secretar¨ªa de Sanidad. El Estado tiene una tasa de letalidad del 9%, m¨¢s del doble de la media nacional, que es del 4,3%. En la capital, la tasa de letalidad es a¨²n mayor, del 11,3%.
La Secretar¨ªa de Sanidad ha informado a EL PA?S que, al comienzo de la construcci¨®n de los hospitales de campa?a, se suministraron 80 respiradores de ¨²ltima generaci¨®n. La cartera tambi¨¦n ha negado que faltaran medicamentos y equipos de protecci¨®n individual para los profesionales, y ha dicho que los coordinadores de Fisioterapia y Asistencia Social hab¨ªan sido reemplazados. ¡°En principio, no se suspender¨¢ ning¨²n contrato de asistencia que afecte la operaci¨®n y la atenci¨®n al paciente¡±, ha informado la oficina en un comunicado.
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