Los migrantes venezolanos en Colombia afrontan la pandemia entre la vulnerabilidad y la xenofobia
Pese al aumento s¨²bito del recelo nacional, los datos no muestran una mayor incidencia del contagio entre el colectivo
El coronavirus ha mostrado con crudeza la vulnerabilidad de los migrantes venezolanos en Colombia. En su pa¨ªs de origen, al que miles han buscado regresar, las autoridades chavistas los han tratado de ¡°armas biol¨®gicas¡± y les han restringido el retorno. Y de este lado de una porosa frontera de m¨¢s de 2.200 kil¨®metros, las medidas de confinamiento decretadas para contener los contagios les dificultan ganarse la vida en las ciudades que los hab¨ªan acogido. Todo en medio del aumento de los recelos nacionales frente a un colectivo que se encuentra desprotegido.
Durante los ¨²ltimos meses, los retornos han tenido gran visibilidad. A pesar de las restricciones de movilidad y el cierre de fronteras, m¨¢s de 95.000 migrantes venezolanos han regresado desde distintos lugares de Colombia, de acuerdo con las cifras m¨¢s recientes de Migraci¨®n Colombia. Al menos otros 42.000 ha manifestado esa intenci¨®n. Sin embargo, representan apenas una muy peque?a fracci¨®n del universo de migrantes que han encontrado refugio en Colombia, por mucho el principal destino de una di¨¢spora que supera los cinco millones de venezolanos que han salido empujados por la hiperinflaci¨®n, la inseguridad o la escasez de alimentos y medicinas.
La radiograf¨ªa es dram¨¢tica. A finales de mayo hab¨ªa en Colombia casi 1.765.000 ciudadanos venezolanos, seg¨²n las cifras de la autoridad migratoria. De ellos, un mill¨®n son irregulares ¨Ces decir que han entrado por las trochas, o excedido los t¨¦rminos del permiso concedido¨C?, y nueve de cada diez alimentan las filas de la informalidad. En su inmensa mayor¨ªa, hacen parte de las franjas vulnerables de la sociedad que han sentido con m¨¢s fuerza los embates de la crisis econ¨®mica. En un contexto de aumento de la pobreza y el desempleo, muchos necesitan ayudas para sobrevivir un momento muy dif¨ªcil, como ha advertido desde abril el Consejo Noruego para Refugiados (NRC).
Bajo una enorme presi¨®n, Colombia ha mantenido su pol¨ªtica de acogida y flexibilidad migratoria. En t¨¦rminos generales, los brotes de xenofobia han estado contenidos, aunque aumentaron a finales del a?o pasado durante las masivas protestas contra el Gobierno de Iv¨¢n Duque, parte de la oleada de agitaci¨®n social que sacudi¨® a varios pa¨ªses de Am¨¦rica Latina. Colombia no fue una excepci¨®n y se acus¨® sin pruebas a los extranjeros de agitar las manifestaciones. En Bogot¨¢ lleg¨® a haber pintadas, algunas agresiones y quemaron los veh¨ªculos de varios bicitaxistas, uno de los oficios informales populares entre los migrantes. La tensi¨®n se calm¨® con el nuevo a?o, pero despu¨¦s irrumpi¨® la covid-19. En los ¨²ltimos meses se observa un deterioro en los indicadores de las encuestas.
La opini¨®n desfavorable de la migraci¨®n venezolana en Colombia toc¨® m¨¢ximos con el disparo de la pandemia, en abril. Luego ha vuelto a sus valores pre-epid¨¦micos, pero es que estos ya ven¨ªan subiendo desde tiempo atr¨¢s. Dos tercios de la poblaci¨®n aut¨®ctona tiene una visi¨®n desfavorable de las personas que llegan para quedarse.
¡°Creo que la pandemia s¨ª afect¨® este proceso¡±, explicaba a comienzos de mes a este peri¨®dico Felipe Mu?oz, el saliente asesor del Gobierno para la migraci¨®n desde Venezuela. Con la dif¨ªcil gesti¨®n de los retornados, los colombianos volvieron a verlos en la calle y ocupando el espacio p¨²blico. ¡°Tenemos que refinar la capacidad de identificarle a la opini¨®n p¨²blica el aporte de los migrantes siempre, pero tambi¨¦n durante la pandemia¡±, apuntaba Mu?oz antes de dejar su cargo para asumir como jefe de la Unidad de Migraci¨®n del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
¡°Lo que est¨¢n haciendo las autoridades de salud es atender los casos sin distingo de nacionalidad¡±, explica Juan Francisco Espinosa, director de Migraci¨®n Colombia. A los que han regresado a su pa¨ªs se les hace tamizaje tanto en el punto de origen como en el punto de salida. Si presentan alg¨²n tipo de s¨ªntoma, no pueden abordar los buses que los llevan hasta la frontera, y si all¨¢ tienen s¨ªntomas tampoco pueden cruzar. Esas medidas, en cualquier caso, cobijan solo a esa peque?a franja de la poblaci¨®n migrante que se puso en movimiento, y no reflejan la incidencia de contagio entre la gran mayor¨ªa que se mantiene en sus lugares de acogida.
EL PAIS ha tenido acceso a una base de datos del Ministerio de Salud que compila uno a uno todos los casos de la covid-19 detectados entre la comunidad migrante venezolana en Colombia hasta finales de julio. De su an¨¢lisis se desprende que, para el periodo considerado, nada hace pensar que este colectivo constituya un foco diferenciado, pero s¨ª se intuye una incidencia diferenciada en la salud de las personas afectadas dada su situaci¨®n de desprotecci¨®n.
Una incidencia localizada
Lo primero que puede extraerse de los datos es que, al menos en el periodo analizado, la incidencia del contagio no se intuye mayor entre la poblaci¨®n venezolana. Alguno podr¨¢ sospechar que ello se debe a un menor n¨²mero de pruebas diagn¨®sticas, pero el relativamente bajo ratio de muertes confirmadas entre casos detectados permite intuir que el denominador en esta divisi¨®n (casos) no est¨¢ particularmente sub-representado.
Hay ciertos focos destacados de contagio en los datos de la poblaci¨®n migrante, pero son los mismos que para el conjunto del pa¨ªs: sobresale Bogot¨¢, y en menor medida Barranquilla-Soledad. Las ciudades fronterizas no presentan grandes brotes, al menos no hasta julio.
Desde hace varios a?os, la migraci¨®n no es un fen¨®meno exclusivo de las regiones lim¨ªtrofes y tiene un alcance nacional. Apenas el 30% de los migrantes se ubican hoy en los departamentos colombianos sobre la frontera. De hecho, pr¨¢cticamente uno de cada cinco (19,6%) vive en Bogot¨¢, una urbe de m¨¢s de siete millones de habitantes que acoge a casi 350.000, y en el departamento de Atl¨¢ntico hay 163.000, casi 100.000 de ellos en Barranquilla.
¡°Yo me paso mis d¨ªas tratando de convencer a migrantes que me encuentro en la calle de que no se devuelvan para Venezuela. El nivel de riesgo que corren en esa traves¨ªa es enorme. Aqu¨ª nos cuidaremos entre todos de alguna manera¡±, le dijo a este peri¨®dico Claudia L¨®pez, la alcaldesa de la capital. ¡°A la poblaci¨®n migrante no le podemos girar la renta b¨¢sica, porque el primer requisito es tener ciudadan¨ªa. Los hemos tenido que apoyar en especie y ah¨ª el trabajo con Acnur y el Gobierno nacional ha sido clave¡±, detall¨®. Las autoridades entregaron m¨¢s de 200.000 bolsas de alimentos a la poblaci¨®n migrante en todo el pa¨ªs para ayudarla a resistir la fase m¨¢s estricta de las cuarentenas. A esas ayudas se suman los esfuerzos de la cooperaci¨®n internacional.
Desprotecci¨®n invisible
Si bien no se puede observar en estos datos un contagio diferencial entre la poblaci¨®n migrante, lo que s¨ª existe es una afectaci¨®n potencialmente mayor, m¨¢s grave. Empezando por su falta de acceso al sistema de salud colombiano. A pesar de que la cobertura del mismo sobre el papel es alta (por encima del 90%), e incluso con sentencias de la Corte Constitucional y compromisos pol¨ªticos que facilitar¨ªan la cobertura a migrantes independientemente de su regularizaci¨®n, el acceso efectivo a los servicios dista much¨ªsimo de ser completo.
La falta de datos completos, para los migrantes como para el resto de segmentos de la sociedad en Colombia, no permite sacar conclusiones firmes sino apenas buscar indicios. Como los que tambi¨¦n ofrecen los datos de afectaci¨®n del virus diferenciada por acceso al sistema de salud.
La menor severidad observada entre las personas sin seguro se debe en parte a su menor edad promedio (30 a?os vs los 34-35 de los otros dos grupos), mientras que la incidencia de letalidad entre las personas de r¨¦gimen subsidiado no se explica por la edad. Ello hace temer una falta de pruebas diagn¨®sticas en este segmento (que sobre-representar¨ªa a los casos m¨¢s graves), quiz¨¢ complementada con una afectaci¨®n realmente diferencial por mayor exposici¨®n al contagio por condiciones de trabajo y vivienda: las personas en r¨¦gimen subsidiado pertenecen a estratos socioecon¨®micos m¨¢s bajos que las que est¨¢n en el r¨¦gimen contributivo, propio de las clases medias.
En esto como en tantas otras cosas, sin embargo, la poblaci¨®n de origen venezolano no es distinta a la del conjunto del pa¨ªs. Ni a la del continente. La condici¨®n de migrante acent¨²a vulnerabilidades, pero tambi¨¦n las correlaciona: con el nivel de ingresos y la necesidad de completarlos. Un factor que est¨¢ determinando las rutas que sigue el virus en toda Latinoam¨¦rica.
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