13 horas en un centro de salud: ¡°Estamos al l¨ªmite¡±
La epidemia se come la atenci¨®n primaria mientras los profesionales sanitarios intentan evitarlo
El centro de salud Puerta Bonita, en Carabanchel, sur de Madrid, est¨¢ en medio de una de las zonas con m¨¢s incidencia de coronavirus en Espa?a, sometida a restricciones, 1.883 positivos por cada 100.000 habitantes. Tres veces m¨¢s que la media de la ciudad. Es un antiguo garaje, bajo un balc¨®n con una parab¨®lica y una colcha tendida, en una calle estrecha que como las de muchos centros de salud de Espa?a se ha convertido en sala de espera, pasando coches por el medio. Esta se llama calle de la Alegr¨ªa, pero bueno. Este mi¨¦rcoles abre a las ocho y desde primera hora se junta gente. Los di¨¢logos son en la puerta, en voz alta, y basta pasar el d¨ªa ah¨ª escuchando para hacerse una idea de c¨®mo se est¨¢ combatiendo, y perdiendo, la batalla contra el virus en Espa?a. A pesar del heroico trabajo de los sanitarios. Una enfermera entra y sale mil veces al d¨ªa, con dos mascarillas y una careta transparente en la cara, embutida en una bata de pl¨¢stico azul y guantes de goma, y pregunta a cada uno qu¨¦ le pasa y le da una respuesta o un papel o le dice que pase. Nunca hay m¨¢s de 12 pacientes dentro a la vez. ¡°?PCR? P¨®ngase aqu¨ª a la derecha¡±. Otros que esperan informes, a la izquierda. En la acera de enfrente, citas. Todo en la calle. Quien llega pregunta: ¡°?El ¨²ltimo?¡±. Y se apoya en una pared, o se sienta en la acera. Sacan sillas a la calle para la gente mayor, pero la se?ora Remedios se levanta y se va enfrente, que da el sol: ¡°Es que me quedo fr¨ªa¡±. Pasea arriba y abajo con su bast¨®n. Espera 50 minutos hasta que le toca.
Este centro hace unas 100 pruebas PCR al d¨ªa, de sospechosos por la ma?ana y de contactos con positivos por la tarde. Luego a cada rato llega alguien que se siente mal: ¡°?Respira con dificultad? ?Fiebre? ?Diarrea? ?Ha estado en contacto con alg¨²n positivo?¡±. Le ponen la pistolita-term¨®metro en la frente y para dentro. Todo el que llega es atendido. Los ambulatorios son la primera trinchera contra el coronavirus y hacen todo el trabajo de choque: prueba, diagn¨®stico, seguimiento, rastreo. Pero son una trinchera olvidada. En Espa?a hay 13.133 centros de salud y consultorios. En los ¨²ltimos dos a?os se han cerrado 52.
Aqu¨ª el resultado de la PCR est¨¢ tardando 48 horas. Su hospital de referencia, el G¨®mez Ulla, es muy r¨¢pido. Otros centros, seg¨²n el que tengan, esperan una semana o m¨¢s. El coronavirus se est¨¢ comiendo la atenci¨®n primaria y lo dem¨¢s, lo de siempre, se hace ya casi todo por tel¨¦fono. Todos temen que acabar¨¢ llegando una oleada de da?os colaterales, enfermos de otras patolog¨ªas que no se est¨¢n tratando adecuadamente. Solo van pacientes para lo ineludible, mayores para que les controlen el Sintrom (un anticoagulante), o gente para curas, como un papiloma en un pie. El resto, telem¨¢tico. Una de las doctoras tiene la lista de las 35 llamadas que debe hacer esta ma?ana: una se?ora que es ¡°un contacto¡± (con un positivo), a ver c¨®mo est¨¢; un control de diabetes, a ver c¨®mo le va el valor; hablar con un positivo y ¡°pensar d¨ªas de aislamiento¡±; una mujer con su madre de 95 a?os que ¡°quiere saber de las piedras del ri?¨®n, porque ella no se entera¡±¡ Luego, las citas presenciales. Y dos pacientes en domicilio que tiene que ir a ver. A las cuatro, por ejemplo, salen una doctora y una enfermera, cubiertas con toda la parafernalia de protecci¨®n, y van hasta un portal. Salen luego con una aparatosa bolsa roja que tiene el s¨ªmbolo de peligro biol¨®gico. ¡°Un covid, un chico joven. La doctora lo notaba ahogado al tel¨¦fono y hemos ido. Si lo hubi¨¦ramos visto mal, al hospital¡±.
Las enfermeras, igual. La lista de una de ellas es de 40 llamadas, lo hace a ratos, entre que entra y sale a atender la puerta. Fuera, la gente se amontona, y muchos se presentan sin cita, porque que te cojan el tel¨¦fono, dicen, es imposible:
¡ªVengo a que me den el resultado de la PCR.
¡ª?Le tienen que llamar, usted tiene que estar aislado en casa, v¨¢yase ahora mismo!
La enfermera se desespera. ¡°Muchas veces les llamas y por el ruido notas que est¨¢n en la calle. Una se?ora dio positivo y luego me la encontr¨¦ en la cola del [supermercado] Ahorra M¨¢s¡±, cuenta Remedios G¨®mez, responsable de las enfermeras. Despu¨¦s, en un barrio humilde como este, surgen conversaciones as¨ª:
¡ª?Tiene fiebre?
¡ªSe?orita, no tengo dinero para comprar un term¨®metro.
Dentro, dos auxiliares atienden tr¨¢mites en el mostrador y responden al tel¨¦fono. Al otro lado hay 19.000 vecinos a los que toca este centro de salud, y eso que la cifra no est¨¢ mal comparada con la de otros. Pero es una de las muchas cosas en las que nadie ha pensado antes, el primer fallo del sistema: no hay l¨ªneas suficientes, se colapsan, y les har¨ªa falta otro auxiliar administrativo. Tambi¨¦n creen que el m¨¦dico que est¨¢ de cuarentena en casa podr¨ªa teletrabajar, pero no tiene acceso al sistema con su ordenador, nadie ha pensado tampoco en ello. Y eso que, seg¨²n los datos de la Asociaci¨®n de M¨¦dicos y Titulados Superiores de Madrid (Amyts), al principio de la epidemia el 80% de los casos se vieron en primaria, que es la puerta de entrada al sistema. Por eso reforzarla fue uno de los requisitos para la desescalada, pero no se ha cumplido.
Este es un centro peque?o y ya se lo toman como una batalla en solitario, con sus propias fuerzas. ¡°Somos una familia. Aguantamos gracias a que estamos unidas y nos llevamos bien¡±, dice Ana, otra enfermera. Son todo mujeres, salvo dos hombres. 12 m¨¦dicos, 12 enfermeras, dos pediatras, dos celadores y dos empleadas de limpieza, en dos turnos de ma?ana y tarde. Como en toda Espa?a, no son suficientes. ¡°Estamos al l¨ªmite¡±, confiesa G¨®mez. ¡°La sanidad lleva a?os olvidada, ning¨²n pol¨ªtico se ha preocupado por ella. Los m¨¦dicos y enfermeras se forman y se van al extranjero. M¨¢s dinero, hasta el doble; mejores contratos, aqu¨ª yo he visto contratos a enfermeras de una noche; y fuera hay m¨¢s respeto. Aqu¨ª te siguen diciendo: ¡®?Oye ni?a! Esto es pura vocaci¨®n¡±. En los ¨²ltimos ocho a?os se han ido de Espa?a m¨¢s de 11.000 m¨¦dicos. Los sindicatos calculan que en Espa?a faltan 2.500 facultativos y 1.000 pediatras en atenci¨®n primaria, y si le suman los que se van a jubilar hay que a?adir 6.000 y 1.500. Total, 11.000 profesionales. Casualidad, justo los que se han ido estos a?os. El centro de salud Puerta Bonita solo pide otros dos m¨¦dicos, con eso se arreglar¨ªan.
¡°Hemos estado totalmente abandonados, nadie nos ha apoyado¡±, lamenta Remedios. ¡°La respuesta desde arriba a las peticiones de personal y material era: ap¨¢?ate como puedas¡±. Al tel¨¦fono, Cristina S¨¢nchez, responsable de atenci¨®n primaria de la Confederaci¨®n Estatal de Sindicatos M¨¦dicos (CESM), confirma: ¡°La situaci¨®n es igual en todas las comunidades aut¨®nomas. Hay una incertidumbre total. Ninguna comunidad ha puesto un plan sobre la mesa sobre c¨®mo se va a gestionar esto. No hay instrucciones claras y la norma general es ir parcheando el d¨ªa a d¨ªa, estirar la primaria hasta que reviente¡±.
Las doctoras Sanz, Metola y Gonz¨¢lez, del turno de ma?ana, llevan m¨¢s de 20 a?os en esto. Ven 50 pacientes al d¨ªa de media. Tienen seis minutos como m¨¢ximo para cada uno. ¡°Un buen sistema sanitario necesita una buena atenci¨®n primaria, si no, falla¡±, advierten. Est¨¢ fallando. Creen que el virus en este barrio est¨¢ disparado por el hacinamiento en las viviendas, por el uso generalizado del transporte p¨²blico, aqu¨ª a la mayor¨ªa no le queda otra, y tambi¨¦n porque ellos hacen mucho rastreo y emergen m¨¢s casos. Esa es la parte final, decisiva, de su nueva mole de trabajo. ?Y los rastreadores? ¡°Yo no he visto nunca un rastreador, supongo que existen, pero no sabemos nada¡±, dice G¨®mez.
Estas tres doctoras se contagiaron del virus en marzo y abril. En este centro todos han cogido el virus, menos dos. Hasta la semana pasada, seg¨²n datos del CESM, se hab¨ªan contagiado 59.858 m¨¦dicos en Espa?a. Y las bajas no se sustituyen. Tampoco las vacaciones. Les dijeron que se las cogieran en julio y agosto, que en septiembre empezar¨ªa la movida. Pero empez¨® en julio, y estaban en cuadro. Aunque llevan toda la vida as¨ª, no es de ahora. Entonces ¡°desdoblan¡±, es decir, hacen dos turnos, el de ma?ana y tarde, de 8.00 a 21.00. ?C¨®mo llega uno a casa despu¨¦s de 13 horas? ¡°Pues te duchas y te derrumbas en la cama, y hasta el d¨ªa siguiente¡±, contesta Remedios. En el confinamiento se qued¨® solo con dos enfermeras de ma?ana y dos de tarde. ¡°Para que no nos cerraran, porque el m¨ªnimo son tres, me qued¨¦ yo doblando el turno. Y as¨ª salimos adelante¡±. Lo que conmueve es que se matan a trabajar y no les importa, les gusta incluso, pero les da pena, les duele no poder hacerlo mejor. Hay una explicaci¨®n: la inversi¨®n en sanidad desde 2011 ha bajado del 6,5% del PIB al 5,9% en 2020. El CESM estima que tras los sucesivos recortes los m¨¦dicos est¨¢n cobrando casi un 30% menos que en 2008. Seg¨²n sus datos, el sueldo neto de un m¨¦dico oscila desde los 25.600 de uno que empieza en Andaluc¨ªa a los 42.800 de un veterano en Madrid, por ejemplo. Una enfermera cobra entre 2.000 y 2.500 euros al mes.
Carlos, 50 a?os, celador, lleva a?os de aqu¨ª para all¨¢ con contratos temporales. Ahora cubre una baja. ¡°Estar en bolsa [de empleo] es lo que tiene, es muy precario, hasta que salga una interinidad o una plaza¡±. Estuvo en Ifema, fue uno de los que se llevaron del centro, junto a un m¨¦dico: ¡°Es lo peor que he pasado, pero al mismo tiempo es lo mejor que me ha pasado en mi vida, esa experiencia humana, es curioso¡±. Todos llevan mucha tralla desde febrero. Empezaron protegi¨¦ndose con bolsas de basura y un equipo de protecci¨®n individual que les sobr¨® del ¨¦bola. Las vecinas les cosieron unas batas con velcro. Tuvieron que comprar un fumigador de su bolsillo, y los gorros. Llevan un a?o sin ap¨®sitos, porque la Comunidad de Madrid no sac¨® el contrato p¨²blico. Si alguien necesita una cura de una infecci¨®n, una quemadura, se lo tienen que recetar, va a la farmacia y vuelve a que se lo pongan.
Nada ha cambiado para esperar la segunda ola del virus. Silvia Dur¨¢n, de Amyts, cuenta que el viceconsejero de Sanidad se reuni¨® con ellos para preparar la desescalada: ¡°Nos prometieron 325 m¨¦dicos y pediatras. Pero no han llegado, porque la oferta que hacen es muy precaria. La gente se va a otro sitio. Los m¨¦dicos no quieren ir a la primaria, prefieren ir a Urgencias hospitalarias, a otras comunidades con mejores condiciones¡±.
Pero es que adem¨¢s el centro de salud no solo cura gente, es una especie de gestor¨ªa. Junto a la puerta hay una mesita con carpetas y papeles, la burocracia. ¡°?Bajas? ?Altas? ?Informes?¡±, pregunta a veces la enfermera en la puerta. Quitarse el papeleo de encima es el sue?o de cualquier centro de salud. Y les llegan todo tipo de peticiones:
¡ªMi madre vive aqu¨ª y yo en otro barrio, y es que necesito un justificante para entrar y salir.
¡ªAqu¨ª no hacemos justificante, pregunte a la polic¨ªa, si no haga una fotocopia de un DNI de su madre, no s¨¦.
Todo se l¨ªa m¨¢s porque a veces la gente va a buscar papeles de familiares y no lleva los documentos. Se discute, se grita, todos intentan que el otro se ponga en su lugar, al final, todos cansados, les aceptan una foto del documento en el m¨®vil. ¡°?Pero es la ¨²ltima vez!¡±. Y a los cinco minutos llega otro igual. Luego llega una mujer:
¡ª?Van a hacer pruebas a todo el barrio? Lo ha dicho Ayuso en la radio, que miles de pruebas a todos.
¡ªPues sabe usted m¨¢s que nosotros. De momento lo que diga su m¨¦dico.
Por la tarde se monta un l¨ªo con varios problemas en las altas. ¡°Se confunden mucho, te dan el alta y no te avisan, o te ponen la que no es, y luego tienes problemas en el trabajo¡±, explica uno de los que se quejan. Una mujer, Isabel, hace fotos de los papeles sobre el cap¨® de un coche para mand¨¢rselos a su jefe. Estaba dada de alta desde hace un mes y no lo sab¨ªa, no la hab¨ªan avisado, y segu¨ªa de cuarentena. Ha conseguido que anulen la fecha y vuelvan a poner la actual. Explica que se han liado entre Sanidad e Inspecci¨®n de Trabajo.
En el centro admiten que est¨¢ todo el mundo ya muy nervioso: ¡°Todo lo que nos aplaudieron y ahora nos insultan, a veces hasta intentan pegarnos¡±. Fuera, la gente parece comprensiva: ¡°Pobres, no dan abasto¡±. Para desahogarse, en los corrillos improvisados se despotrica contra la prsidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel D¨ªaz Ayuso. Con todo, este mi¨¦rcoles la cola iba r¨¢pido y hab¨ªa menos gente. En el momento de m¨¢xima afluencia hubo unas 40 personas. ¡°Estamos flipando con lo tranquilo que est¨¢ esto hoy. Debe de ser el confinamiento, la gente empieza a asustarse, o es que est¨¢n cayendo ya todos¡±. En todo caso, en las zonas restringidas se entra y se sale sin problemas, apenas hay controles.
Much¨ªsimos de los que vienen a la consulta trabajan fuera de esta zona restringida, se mueven por todo Madrid. El 86,5% de los vecinos de estas ¨¢reas trabajan fuera de ellas, seg¨²n un estudio de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid. Se ve bien cuando por la tarde muchos vienen directamente del trabajo con su uniforme, de todas partes de la ciudad. Por ejemplo, uno de una cadena de pizzer¨ªas desde Majadahonda, que va a que le den un justificante, porque se sinti¨® mal el fin de semana y no fue a trabajar: ¡°Me pagan 25 al d¨ªa, pero me descuentan 100 si falto¡±. Otro de una residencia de ancianos del norte. Otro que trabaja en desinfecci¨®n del metro. Otro en un centro comercial de La Vaguada. Otro es taxista, recorre literalmente la ciudad todo el d¨ªa. Muchos est¨¢n de baja, otros vienen a pedirla. Y todos temen que les echen.
Anochece, el ambulatorio de Puerta Bonita ha cumplido un d¨ªa m¨¢s. La calle por fin se vac¨ªa. Raquel Collados, que es m¨¦dico en otro centro de salud madrile?o, en M¨®stoles, cuenta al tel¨¦fono: ¡°Vas antes a trabajar y te vas m¨¢s tarde, y a¨²n as¨ª no llegas. Vuelves a casa pensando que habr¨¢s metido la pata con alguien seguro. Al principio la adrenalina te hac¨ªa no pensar y seguir, pero ya son muchos meses y estamos muy cansados. Soy muy pesimista¡±. El centro cierra a las nueve de la noche, siempre un poco m¨¢s tarde de lo que debe. Al d¨ªa siguiente, ser¨¢ peor: lo mismo, pero lloviendo.
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