Ahora expl¨ªcaselo a ¡®The Lancet¡¯
Bajo el argumento de que la gesti¨®n era competencia auton¨®mica, el Gobierno tambi¨¦n ha fallado en el control de la desescalada
Que la Comunidad de Madrid ha fallado en la desescalada, en rastreos y refuerzos m¨¦dicos es un hecho ya probado que pasar¨¢ a los anales de esta pandemia como una de las mayores negligencias contempladas. Que ahora intenta torpedear el mismo acuerdo que el martes alcanz¨® su propio equipo, una calamidad incomprensible. Nos habla de un Gobierno regional dividido, ca¨®tico, contradictorio, que demasiadas veces ha superpuesto promesas y pronunciamientos que luego ha desmentido sin sonrojo. Nada de eso disculpa la tardanza del Gobierno en hacer lo que ven¨ªa negando durante meses: tomar mayor protagonismo en el control de una gesti¨®n nefasta. Esa actitud es necesaria y, aunque se enfrente a nuevos reveses, no deber¨ªa someterse a una marcha atr¨¢s.
Tras el fin del estado de alarma, el Ejecutivo de Pedro S¨¢nchez pas¨® de un control exhaustivo de los cambios de fase a una cesi¨®n del mando correspondiente a nuestro Estado auton¨®mico. Lo que falt¨®, como ahora queda en evidencia, es comprobar que esos compromisos de refuerzo de la sanidad y rastreadores se hab¨ªan materializado. Algunas comunidades lo hicieron, pero la de Madrid no. Y esa confianza en la gesti¨®n auton¨®mica fue, en el mejor de los casos, ingenua; en el peor, una retirada marcada por el c¨¢lculo pol¨ªtico; y en todo caso, excesiva.
El Gobierno deber¨ªa haber sido m¨¢s exigente y haber fijado criterios claros desde el principio. Alemania toma medidas en zonas que superen los 50 casos por 100.000 habitantes en 14 d¨ªas. Harvard recomienda hacerlo a partir de 350. El Ejecutivo lo intenta fijar en 500. Pero se debi¨® hacer mucho antes de llegar a las actuales tasas de contagio, que pod¨ªan haberse evitado. Durante este tiempo, desde junio, el Gobierno ha argumentado que no ten¨ªa instrumentos jur¨ªdicos para influir en una gesti¨®n sanitaria que es competencia auton¨®mica. Solo en los ¨²ltimos d¨ªas comenz¨® a evaluar o divulgar mecanismos jur¨ªdicos que le permitieran actuar: desde el decreto de nueva normalidad a la Ley de Salud P¨²blica.
Pero hay un instrumento que, sin ser jur¨ªdico, suele ser poderoso: y es la pol¨ªtica y esta tambi¨¦n ha llegado tarde. El Gobierno pudo haber hablado mucho antes, haber se?alado el ascenso vertiginoso de los malos indicadores, la falta de rastreadores y de dotaci¨®n m¨¦dica y haber afeado esa realidad. Pudo haber impuesto y exigido compromisos como ha hecho estos d¨ªas. El ministro Illa ¡ªpor otra parte un campe¨®n de las buenas maneras, tan necesarias en el panorama actual¡ª solo ha apretado el bot¨®n nuclear de la pol¨ªtica en los ¨²ltimos d¨ªas. Y ocurre a la vez que The Lancet afeara a Espa?a una desescalada precipitada con numerosos fallos.
Seg¨²n escribieron los expertos en esta revista cient¨ªfica, ha fallado el ¡°sistema efectivo de b¨²squeda, testeo, rastreo, aislamiento y apoyo¡± antes de levantar el confinamiento, ha fallado la dotaci¨®n del sistema sanitario, las medidas de control fronterizo y la ausencia de umbrales claros en los indicadores necesarios para tomar decisiones.
A los ciudadanos, el Gobierno nos ha intentado explicar que la competencia es auton¨®mica (aunque el control fronterizo o la fijaci¨®n de umbrales nacionales no lo son). Ahora expliquen lo ocurrido a The Lancet. Expliquen al mundo que el Gobierno de la naci¨®n est¨¢ inerme ante una comunidad que no cumple y ver¨¢n que, como nosotros, tampoco lo entender¨¢n. El acuerdo de ayer intentaba suplir las carencias. Ojal¨¢ no sea demasiado tarde. Y si Madrid insiste en no cumplir, a ver qui¨¦n se lo explica a The Lancet.
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