Demasiadas incertidumbres para un ambiente tan t¨®xico
En los pr¨®ximos meses se tendr¨¢n que tomar medidas de gobernanza mundial que requieren una visi¨®n capaz de propiciar mecanismos de cooperaci¨®n en lugar de una competencia basada en ego¨ªsmos nacionalistas
La pandemia se ha convertido en el gran catalizador de todas las inquietudes. Representa aquello que los expertos en prospectiva definen como un factor disruptivo: una amenaza imprevista de gran impacto social y econ¨®mico que evoluciona de forma imprevisible. Ahora mismo, son tantas las inc¨®gnitas sobre el virus que es imposible hacer pron¨®sticos. No sabemos c¨®mo ser¨¢ esta segunda oleada ni si va a haber una tercera. Tampoco sabemos cu¨¢nto dura la inmunidad que genera en las personas que superan la infecci¨®n. Ning¨²n vir¨®logo se atreve a vaticinar si el virus mutar¨¢ y si lo hace, si ser¨¢ hacia formas m¨¢s agresivas o m¨¢s benignas. Ni siquiera sabemos c¨®mo interactuar¨¢ con la gripe estacional que est¨¢ al caer.
Tampoco conocemos las reglas de su err¨¢tica expansi¨®n. Mientras Europa sufre una intensa segunda ola que nadie esperaba tan pronto, ?frica resiste con tasas de incidencia y mortalidad sorprendentemente bajas. El desastre que se tem¨ªa no se ha verificado: con un 17% de la poblaci¨®n, apenas reporta el 3,5% de los casos registrados. Nadie es capaz de predecir ad¨®nde viajar¨¢ el virus ni cu¨¢nto tardaremos en disponer de una vacuna efectiva. Lo que s¨ª podemos certificar es que all¨ª donde se relajan las medidas de protecci¨®n, las tasas de incidencia y mortalidad se disparan, como hemos visto en la Comunidad de Madrid.
Sobre estas inc¨®gnitas se proyectan otras de car¨¢cter geoestrat¨¦gico que hacen todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil la gesti¨®n de la incertidumbre. Las cosas pueden ir a mucho peor, por ejemplo, si Donald Trump, con su negacionismo prepotente, gana de nuevo las elecciones presidenciales de EE UU. En los pr¨®ximos meses y a?os se tendr¨¢n que tomar medidas de gobernanza mundial que requieren una visi¨®n del mundo capaz de propiciar mecanismos de cooperaci¨®n planetaria en lugar de una competencia basada en ego¨ªsmos nacionalistas. Har¨¢n falta liderazgos muy s¨®lidos para afrontar desaf¨ªos como el reparto mundial de una posible vacuna o la emergencia clim¨¢tica.
Tambi¨¦n en Europa afrontamos nubarrones que agravan la incertidumbre, entre ellos, la posibilidad de que los fondos de la UE se bloqueen en el tramo final, lo que en nuestro caso ser¨ªa una cat¨¢strofe social, pues toda la estrategia para superar la recesi¨®n provocada por la crisis sanitaria est¨¢ basada en el refuerzo que representan esos fondos.
Y por si todos estos factores de inquietud no fueran suficientes, en nuestro caso hemos de a?adir la existencia de un ecosistema pol¨ªtico t¨®xico, de confrontaci¨®n extrema, que no solo dificulta la gesti¨®n de la pandemia sino que erosiona un intangible de dif¨ªcil reparaci¨®n: la confianza en la capacidad de los gobernantes para tomar buenas decisiones. Si ya es grave que instituciones clave del pa¨ªs est¨¦n gobernadas por negacionistas camuflados, mucho m¨¢s insoportable resulta comprobar que hay gobernantes capaces de tomar a sabiendas medidas inadecuadas porque tienen m¨¢s inter¨¦s en preservar sus intereses partidistas que la salud colectiva. Cuando el todo vale entra en pol¨ªtica, la imprevisibilidad se vuelve sist¨¦mica y hace que las incertidumbres inevitables sean todav¨ªa m¨¢s insoportables. Dif¨ªcilmente se podr¨¢ hacer frente a los estragos de la pandemia sin sanear antes el ecosistema pol¨ªtico.
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