Espa?a supera el mill¨®n de casos
En febrero, a Manuel le dijeron que ser¨ªa un resfriado y acab¨® en la UCI. En agosto, Beatriz lo pill¨® en un restaurante. Pacientes y m¨¦dicos narran c¨®mo han vivido las fases de la pandemia que ha arrasado el pa¨ªs durante m¨¢s de ocho meses. Son solo algunas historias detr¨¢s de esta cifra oficial, que, en realidad, podr¨ªa alcanzar los cinco millones de contagios
Espa?a ha llegado este mi¨¦rcoles, 21 de octubre, a 1.005.295 casos de coronavirus, ocho meses y medio despu¨¦s del primer positivo registrado, el 31 de enero: un turista alem¨¢n que estaba de vacaciones en Canarias. Pero no solo son un mill¨®n de contagios, la realidad desborda los datos oficiales. En la primera ola, hasta el fin del estado de alarma, se contabilizaron 246.504 diagn¨®sticos, pero el estudio ENE-Covid que realiz¨® el Instituto de Salud Carlos III estim¨® que, al menos, un 5,2% de la poblaci¨®n espa?ola tuvo contacto con el virus, o lo que es lo mismo, cerca de 2,5 millones de personas. En la segunda ola se han diagnosticado 750.000. Pero el propio Ministerio de Sanidad reconoce que es posible que se est¨¦n detectando solamente entre el 60% y el 80% del total. As¨ª, el n¨²mero real de contagios puede estar como m¨ªnimo en 3,5 millones, aunque muchos expertos creen que esta cifra se queda corta y puede estar m¨¢s bien en torno a los cinco.
Este es el relato de la pandemia a trav¨¦s de varias personas que sufrieron la enfermedad en los cuatro momentos clave de su expansi¨®n, y han vivido para contarlo. Enero y febrero pasaron entre la incredulidad y la confianza en que el virus no llegar¨ªa a Espa?a, o no ser¨ªa para tanto. Sin embargo, circulaba ya descontrolado por la Pen¨ªnsula desde mediados de febrero, seg¨²n revelaron estudios posteriores. El hospital de Torrej¨®n de Ardoz, en Madrid, registr¨® el 27 de febrero el primer paciente grave de covid 19 en Espa?a, porque esa noche cambi¨® la definici¨®n de caso. Hasta entonces solo se hac¨ªa la prueba a los que hab¨ªan estado en China o en Italia o hab¨ªan tenido contacto con infectados de estos pa¨ªses, pero a partir de esa fecha se empez¨® a hacer a personas con neumon¨ªas sin origen claro. ¡°Se la hicimos a un paciente que ya estaba ingresado y dio positivo. Y a partir de entonces cambi¨® nuestra vida, y la de todos. Este paciente falleci¨® 15 d¨ªas despu¨¦s¡±, cuenta Mari Cruz Mart¨ªn, jefa de la UCI de dicho hospital. ¡°Fue explosivo, e intempestivo, no nos lo esper¨¢bamos. Fue como un tsunami, escuch¨¢bamos algo, nos ¨ªbamos preparando, y de repente, bum, te inunda. No pens¨¢bamos que llegar¨ªa as¨ª, tan de golpe. Luego sentimos impotencia, nos qued¨¢bamos sin recursos, y no est¨¢bamos acostumbrados, vimos bajar los est¨¢ndares de calidad. Lo otro que recuerdo es la tristeza. El otro d¨ªa un compa?ero me dijo que un ingreso le hab¨ªa recordado lo de marzo, porque fue muy brusco, muy r¨¢pido y muy grave¡±.
1. Primeros casos
Dos d¨ªas despu¨¦s, el 29 de febrero, lleg¨® a Urgencias de ese mismo hospital Manuel Pedrosa, de 63 a?os, porque llevaba d¨ªas con fiebre alta. Pero le dijeron que ser¨ªa un resfriado, la percepci¨®n del problema a¨²n no hab¨ªa cambiado. ¡°Nadie en esa fecha pensaba que hab¨ªa un virus; yo, ni idea. Nos fuimos a casa. Pero segu¨ªa mal. El d¨ªa 1 de marzo hab¨ªa un Madrid-Bar?a, y tengo abono, pero ni pude ir. Me puse muy mal, con 40 de fiebre, y el d¨ªa 6 volvimos a Urgencias. Me hicieron la prueba y a las dos o tres horas me dijeron que ten¨ªa el coronavirus, a m¨ª me sonaba a chino la verdad. Me ingresaron en planta, pero tres d¨ªas despu¨¦s respiraba con dificultad y ya me dijeron que me ingresaban en la UCI, que probar¨ªan un tratamiento experimental. En el estado en que estaba, lo que me dijeran. Estuve 18 d¨ªas intubado, luego traqueotom¨ªa, 43 d¨ªas en coma inducido. Me contaron que en un par de momentos desconectaron el respirador, pero no pod¨ªa, me iba para atr¨¢s. Hubo momentos que no daban un duro por m¨ª. Pesaba 75 kilos y perd¨ª 14, y todav¨ªa hoy solo he recuperado ocho, aunque me he recuperado bien, casi sin secuelas. Solo tengo dolores en el hombro izquierdo, voy al fisio¡±. Sali¨® del hospital el 29 de abril.
Por aquella ¨¦poca los m¨¦dicos aplicaban a los pacientes m¨¢s graves un c¨®ctel de f¨¢rmacos sobre los que se albergaban esperanzas. Desde el punto de vista biol¨®gico era plausible que pudieran ayudar a combatir el virus, pero no hab¨ªa pruebas de que ninguno lo hiciera. El tiempo demostr¨® que la mayor¨ªa eran in¨²tiles, y muchos ten¨ªan efectos secundarios, seg¨²n cuenta Ricard Ferrer, presidente de la Sociedad Espa?ola de Medicina Intensiva, Cr¨ªtica y Unidades Coronarias (SEMICYUC). El ejemplo m¨¢s claro es la hidroxicloroquina, el f¨¢rmaco promocionado por el presidente de los Estados Unidos en su d¨ªa, que no solo no ayuda en nada contra el SARS-CoV-2, sino que tiene efectos t¨®xicos en el coraz¨®n. El ¨²nico que pas¨® aquella primera criba a la luz de la evidencia cient¨ªfica es el remdesivir, con unos humildes resultados: no salva vidas, pero parece reducir la estancia media en los hospitales en algunos d¨ªas. ¡°Ahora hacemos tratamientos m¨¢s personalizados en funci¨®n de las caracter¨ªsticas de cada paciente cr¨®nico, mantenemos algunos anticoagulantes, ya que se suelen formar trombos, y corticoides¡±, explica Ferrer.
Manuel Pedrosa no recuerda nada de aquellos d¨ªas en la UCI. ¡°Tengo, no s¨¦ c¨®mo llamarlos, sue?os, delirios. Pero mejor no los cuento, porque no te levantas de la silla. Pesadillas terribles. Trabajo con coches, y recuerdo que estaba convencido de que hab¨ªa dejado un coche en la UCI con un remolque para que me llevara. Cuando despert¨¦ me di cuenta de que no pod¨ªa hablar y ten¨ªa un tubo que me dej¨® una marca en la cara, que ya se me est¨¢ quitando. Pero lo peor es que cuando despert¨¦ todos estaban confinados, ven¨ªan a verme mis hijos y me dec¨ªan que en la calle no hab¨ªa nadie, que estaba todo el mundo en casa. No hac¨ªa m¨¢s que llorar y llorar. Y todav¨ªa lloro. Estoy muy sensible, me cuesta mucho asimilarlo, por qu¨¦ ha venido esto. Para m¨ª fue un palo m¨¢s fuerte asimilar c¨®mo estaba la situaci¨®n en el exterior que lo que me hab¨ªa pasado a m¨ª. Me preocupo porque s¨¦ lo que es tener un negocio. En 2008, con la crisis, tuve que despedir a 20 personas y fue muy duro; y ahora con esto, me cuesta mucho¡±.
En su caso no hubo ning¨²n rastreo de su c¨ªrculo cercano: solo si alg¨²n allegado hubiera tenido s¨ªntomas se le habr¨ªan hecho unas pruebas que esos d¨ªas val¨ªan su peso en oro. Espa?a las ten¨ªa contadas y solo se usaban para aquellos con gran probabilidad de dar positivo, dejando fuera as¨ª a todos los asintom¨¢ticos; puede que la mitad del total de casos, aunque la porci¨®n exacta no est¨¢ a¨²n clara. La mujer de Pedrosa pas¨® el virus, pero lo supo luego porque se hizo un test pagado de su bolsillo, no tuvo s¨ªntomas. Ninguno de sus dos hijos se contagi¨®. Pedrosa quiere subrayar algo: ¡°Un agradecimiento total al personal sanitario. Es para quitarse el sombrero, no tengo palabras. Doctoras, doctores, enfermeras, gente que se ha jugado la vida conmigo¡±.
2. La primera ola
Para entonces, en marzo, la pandemia comenz¨® a desbordarse. Chon (Asunci¨®n) Fuster, de Barcelona, ingres¨® el 18 de marzo en la cl¨ªnica Delfos, derivada del hospital Vall d¡¯Hebron, que ya estaba saturado. Sali¨® el 8 de junio, 83 d¨ªas despu¨¦s, 71 en la UCI. ¡°Yo no recuerdo nada, claro, y menos mal, si no ser¨ªa un suplicio. Cuando llegu¨¦ estaba bastante para all¨¢. Mi recuerdo es el d¨ªa que sal¨ª en silla de ruedas, todas las enfermeras aplaudiendo, y yo no sab¨ªa por qu¨¦, no entend¨ªa nada, diciendo ¡®campeona¡¯ y cosas as¨ª¡±, relata. De car¨¢cter volc¨¢nico, se ha recuperado bien. Su hija, Silvia Gall¨¦s, es la que puede contar esos tres meses: ¡°Empez¨® con s¨ªntomas a principios de marzo y el m¨¦dico dijo que era un gripazo. Aguant¨¢bamos por no ir al hospital, entonces dec¨ªan que mejor no ir, porque te contagiabas. Pero llamamos a otro m¨¦dico, le hizo la prueba de ox¨ªgeno y dijo que para el hospital de inmediato. Lleg¨® y fue directa a la UCI. Estaba agotada, no pod¨ªa con su alma, quer¨ªa tirar la toalla. Estuvo 15 d¨ªas, pero luego hubo que hacerle la traqueotom¨ªa. Adem¨¢s m¨¢s tarde cogi¨® una neumon¨ªa bacteriana en la UCI. Llam¨¢bamos todas las noches, pero no pod¨ªamos ir a verla. Menos mal que un m¨¦dico que la hab¨ªa operado una vez y la conoc¨ªa un d¨ªa nos mand¨® una foto, al cabo de un mes. Lo agradecimos mucho, nos hizo mucha ilusi¨®n¡±.
Como en miles de familias de Espa?a, la familia Gall¨¦s hizo un grupo de WhatsApp, con todos sus familiares y amigos. ¡°Daba cada d¨ªa los partes de guerra, como yo los llamaba. Eso fue muy importante, sentirte acompa?ado, tanta gente que nos quer¨ªa¡±. Por fin un d¨ªa les dejaron ir a verla. ¡°A mirar por la ventana, como dec¨ªamos. Nos lanzaba besos, aunque luego de eso no se acuerda de nada. La enfermera pon¨ªa la oreja en el cristal, yo le gritaba y ella le contaba lo que dec¨ªamos. Mi hermano Pitus tuvo la idea un d¨ªa de llevarle un iPad al hospital con canciones que elegimos entre todos que le gustaban, Sinatra, Julio Iglesias, y as¨ª all¨ª o¨ªa m¨²sica, para animarla, adem¨¢s de cartas y fotos de todos. Parec¨ªa que iba bien, pero un d¨ªa nos dijeron que hab¨ªa tenido una reca¨ªda, iba muy mal. Est¨¢bamos todos deprimidos. En abril o mayo nos dijeron que mejor nos pod¨ªamos despedir. Recuerdo buscar el testamento en casa, pensar la tumba, todo, horrible. Pero un d¨ªa abri¨® los ojos, empez¨® a levantar. Fue lento, nos dec¨ªan que no nos hici¨¦ramos muchas ilusiones, con mucha paciencia. El problema era que no pod¨ªa vivir sin la m¨¢quina para respirar, y claro, la m¨¢quina no te la pod¨ªas llevar a casa. Poco a poco fue respirando sola, hasta que fue aut¨®noma. Luego la pasaron a planta, y por fin le dieron el alta¡±. Llevaron pasteles para todos los m¨¦dicos y enfermeras, de todos los turnos. ¡°Fueron espectaculares, les daremos gracias de por vida, y eran tan majos, los ¨¢ngeles de la guarda. Salvaron a nuestra madre¡±, relata Silvia.
Hay otra historia paralela, la del marido de Chon Fuster, Juan Gall¨¦s, empresario, de 83 a?os, que entretanto dio positivo, pero fue asintom¨¢tico, y se pas¨® los tres meses solo en casa. ¡°Le llev¨¢bamos la comida en bolsas, porque ¨¦l de cocinar, poco, se la dej¨¢bamos en la puerta del ascensor¡±, dice Silvia. ¡°Fue muy duro. En dos momentos me dijeron que me preparara para lo peor¡±, rememora Juan Gall¨¦s. ¡°Me cog¨ª una depresi¨®n, que es normal. Pero me agarr¨¦ a darme cuenta de la fortuna que ten¨ªa, y que mucha gente estaba mucho peor. Antepuse que ten¨ªa que sobrevivir, si el virus me com¨ªa se me derrumbaba la familia. Mi esposa ten¨ªa que encontrarme aqu¨ª cuando volviera a casa. Y volvi¨®. Pero de los tres matrimonios que normalmente sal¨ªamos siempre a cenar, de seis personas, tres murieron. Pero la vida sigue¡±. Su mujer, Chon, de 76, ya est¨¢ en plena forma: ¡°?Miedo? No tengo miedo. Salgo con mascarilla, yo cada tarde iba a jugar a las cartas con mis amigas pero eso se ha ido al garete, y ahora no puedes ni tomarte un cortado¡±. ¡°Grande Chon¡±, eso es lo que pon¨ªamos en los mensajes, concluye su hija.
Juan y Chon pertenecen al grupo de los m¨¢s vulnerables. Si el virus ha dejado algo claro desde que lo conocemos es que se ensa?a con los mayores. Pero ni siquiera entre ellos es fatal en la mayor¨ªa de las ocasiones. En la primera ola, en la franja de mayores de 80 a?os falleci¨® uno de cada cinco de los que dieron positivo en una prueba. Muchos lo hicieron sin diagn¨®stico, especialmente en las residencias de ancianos. Seguramente pasar¨¢ tiempo hasta que haya una estimaci¨®n m¨¢s rigurosa de los muertos que dejar¨¢ a su paso la covid, pero lo que est¨¢ claro es que los 34.366 que contabiliza este mi¨¦rcoles Sanidad se quedan cortos. El exceso de mortalidad de este a?o, es decir, fallecidos por encima del promedio esperable, supera ya los 50.000. No todos ellos han muerto por culpa del coronavirus, pero es probable que la mayor¨ªa s¨ª lo haya hecho, ya sea de forma directa o indirecta, por no tratarse en su momento, por la saturaci¨®n hospitalaria o por miedo a ir a un centro de salud. Con todo, el coronavirus no es una sentencia de muerte, ni para los m¨¢s mayores, lo est¨¢ dejando claro la segunda ola. Ahora que hay mucha m¨¢s capacidad de diagn¨®stico, que se identifican muchos casos leves, se ve que m¨¢s del 90% de los positivos mayores de 80 a?os se recupera.
3. La desescalada
Lleg¨® el verano y la pandemia se aplac¨®. Comenz¨® la desescalada. Pero los contagios comenzaron a aumentar calladamente y se fueron extendiendo por toda Espa?a. Tambi¨¦n al rinc¨®n donde se hab¨ªa recluido desde marzo Beatriz Garc¨ªa, periodista de 38 a?os, con su marido y su hija de 13 meses. El 11 de marzo se fueron a un pueblo de Le¨®n, en el Bierzo, a una casa de sus padres. Sin guarder¨ªa, con teletrabajo los dos, era lo mejor. ¡°Nos llevamos una maleta como de fin de semana, pens¨¢bamos estar 15 d¨ªas, y al final estuvimos siete meses. Era una vida muy tranquila, sal¨ªamos muy poco. En agosto, un d¨ªa, la ni?a se dio un golpe en la cabeza, no era nada, pero luego tuvo v¨®mitos, lloraba mucho y el 15 de agosto fuimos a Urgencias. Por protocolo le hicieron una PCR, porque entonces en el Bierzo apenas hab¨ªa incidencia y todo funcionaba muy bien, y dio positivo¡±. La pareja tambi¨¦n se hizo la prueba y ella dio positivo, su marido no, y eso que dorm¨ªan los tres en la misma habitaci¨®n. ¡°Yo solo hab¨ªa notado un dolor de cabeza, que brome¨¦ en el Slack [una app] del trabajo: no creo que con la vida ermita?a que llevo en el pueblo me lo haya cogido. Cuando me dieron el resultado me puse a llorar, realmente sent¨ª en ese momento una losa, solo pod¨ªa pensar a qui¨¦n se lo hab¨ªa contagiado, porque la ni?a era positivo, y todo el mundo la hab¨ªa estado cogiendo, besando, y sent¨ª una culpabilidad horrible. Luego todos dieron negativo y sent¨ª much¨ªsimo alivio. Creo que le pasar¨¢ a much¨ªsima gente. M¨¢s que preocuparte por c¨®mo est¨¢s t¨², la losa es pensar a qui¨¦n has podio transmitir la enfermedad¡±.
Les dijeron que ten¨ªan que guardar dos semanas de cuarentena, aisladas, la ni?a y ella. Como la casa era de dos plantas, se instalaron en la parte de arriba. ¡°Me dejaban la comida en la escalera. Baj¨¢bamos un rato al jard¨ªn todos los d¨ªas, pero fueron tres semanas muy duras, porque yo estaba muy cansada, con dolor de cabeza, y no pod¨ªa tirarme en la cama a dormir, que es lo que me ped¨ªa el cuerpo, ten¨ªa que estar con la ni?a, jugar con ella, porque era la ¨²nica que pod¨ªa hacerlo. Mi hija estuvo muy bien, ten¨ªa una energ¨ªa incre¨ªble. Cualquier virus de la guarder¨ªa ha sido peor. Un d¨ªa perd¨ª el olfato, porque cambi¨¢ndole el pa?al me di cuenta de que no ol¨ªa nada, y de hecho luego nunca sab¨ªa cu¨¢ndo hab¨ªa que cambiarla (risas). Me fui corriendo al ba?o, abr¨ª un bote de colonia y no sent¨ªa nada, la nada absoluta¡±. Durante d¨ªas le obsesion¨® la duda de d¨®nde se hab¨ªa contagiado, porque apenas hab¨ªa salido. ¡°Me ray¨¦ mucho. Te genera sensaci¨®n de culpabilidad: algo he hecho mal, y encima lo tiene la ni?a. Aqu¨ª el sistema funcion¨® muy bien, yo ve¨ªa en Twitter a todo el mundo quej¨¢ndose de Madrid y a m¨ª me hicieron tres PCR. Tambi¨¦n rastrearon a mi familia, a todos los conocidos con quien hab¨ªa tenido contacto, pero todos dieron negativo. Tambi¨¦n dos amigos que ven¨ªan de Madrid de paso y con los que fuimos a comer un d¨ªa cerca de Ponferrada. Y de pronto un d¨ªa me llama mi hermana y me dice que han cerrado aquel restaurante por un brote, que se contagiaron en la cocina y los camareros. Fue el 8 de agosto, pero all¨ª comimos cuatro, compartiendo tapas, pulpo, y solo me contagi¨¦ yo. Comimos en interior, ese fue el error, hac¨ªa mucho calor, hab¨ªa un aire acondicionado muy fuerte. Creo que fue porque yo fui la que m¨¢s habl¨® con la camarera¡±. Ponferrada, entonces apenas afectada, quedar¨¢ confinada a partir de la medianoche de este jueves.
El rastreo concienzudo que le hicieron a Beatriz no fue la norma en toda Espa?a. El verano comenz¨® con menos de la mitad de los rastreadores necesarios y los servicios de salud p¨²blica no daban abasto. La mayor¨ªa de expertos coincide en que esto, unido a un insuficiente refuerzo de la atenci¨®n primaria, han sido dos de los grandes culpables de que Espa?a haya sido la punta de lanza de la segunda ola de la pandemia. Salvador Tranche, presidente de la Sociedad Espa?ola de Medicina Familiar y Comunitaria, asegura que el discurso de mayo y junio de las autoridades, empezando por el presidente del Gobierno, de dar protagonismo a los centros de salud para que sirvieran de dique de contenci¨®n contra el virus no se vio acompa?ado de medios. Eran los destinados a diagnosticar de forma temprana y r¨¢pida y de ser el primer eslab¨®n del rastreo, pero est¨¢n saturados pr¨¢cticamente desde julio, cuando la mitad de las plantillas de m¨¦dicos de familia se fue de vacaciones sin ser cubiertos en la mayor¨ªa de los casos. Ahora, est¨¢n ¡°hastiados¡±, en palabras de Tranche. ¡°Llegas a tu casa despu¨¦s de ver a 50 o 60 pacientes con la sensaci¨®n de que no lo has hecho del todo bien. Y los ciudadanos tienen la impresi¨®n de que no se les atiende porque llaman a sus centros de salud y no les contestan. En las puertas hay broncas a diario¡±, asegura.
4. La segunda ola
El fin del verano hizo estallar de nuevo la pandemia. Los brotes se iban sucediendo. Arag¨®n comenz¨® a repuntar en julio, de ah¨ª pas¨® a Catalu?a, pero en ambas comunidades la situaci¨®n pareci¨® controlarse al cabo de unas semanas. Mientras, en Madrid iba creciendo lenta, pero continuamente. Para septiembre ya era el epicentro de la epidemia en Europa.
L¨¢zaro Gonz¨¢lez, de 50 a?os, m¨¦dico en Alcobendas, en una residencia de ancianos y en una cl¨ªnica privada, empez¨® con s¨ªntomas el 30 de agosto. Fue a hacerse la prueba a su centro de salud ¡ªcomo m¨¦dico y trabajando en una residencia ten¨ªa prioridad¡ª y decidi¨® quedarse en casa. ¡°Era el peor momento, el resultado tard¨® una semana¡±, recuerda. Dio positivo, justo ese d¨ªa comenz¨® a sentirse peor y se fue directo a Urgencias, al Santa Sof¨ªa de San Sebasti¨¢n de los Reyes. Entr¨® el 7 de septiembre con bronconeumon¨ªa bilateral y estuvo siempre en planta. Sali¨® el d¨ªa 15. ¡°Pero porque soy m¨¦dico, si espero dos d¨ªas m¨¢s voy directo a la UCI¡±. Este mismo lunes, m¨¢s de un mes despu¨¦s, volvi¨® a hacerse un test serol¨®gico y sigue dando positivo, pero ya le han dado el alta y el martes volvi¨® a su trabajo. ¡°He tenido una sintomatolog¨ªa tan variada que si me la cuenta un paciente no me lo creo: he tenido efectos neurol¨®gicos como problemas para articular alguna palabra, yo la pensaba pero no la pod¨ªa decir; o p¨¦rdida de memoria instant¨¢nea, que se me olvidaba lo que estaba haciendo; tambi¨¦n insomnio, dorm¨ªa dos horas, pensaba que me faltaba el aire¡ A la semana de salir del hospital, ya de alta, perd¨ª el olfato¡±. Cree que la prevenci¨®n es la base y no se ha hecho nada: ¡°Ha habido muy mal manejo epidemiol¨®gico, no se rastrea. Si solo atiendes a quien tiene s¨ªntomas no consigues nada¡±. No sabe d¨®nde se contagi¨®, pero no fue en la residencia donde trabaja, donde no hay casos. Su mujer, su cu?ado y su hijo, las personas con las que vive, solo han tenido s¨ªntomas leves. Pero Gonz¨¢lez es asm¨¢tico, hipertenso y con obesidad. ¡°Desde fuera no te haces una idea, crees que ser¨¢s asintom¨¢tico, pero el que lo pasa lo ve de otra manera, es una cosa muy seria¡±.
El mill¨®n de casos (oficiales) ha llegado a Espa?a en un momento de subida vertiginosa, poco despu¨¦s de unas semanas de bajadas en la incidencia que hac¨ªan albergar alguna esperanza. Pero los datos vuelven a batir r¨¦cords. La incidencia real est¨¢ todav¨ªa muy lejos de la de finales de marzo y principios de abril. Sanidad calcula que por entonces algunos d¨ªas se pudo rozar los 100.000 contagios, cuando lo m¨¢ximo que se report¨® fueron poco m¨¢s de 9.000. Ahora hay d¨ªas que han superado los 15.000, y el Ministerio de Sanidad calcula que las cifras reales no estar¨¢n muy por encima de los 20.000 esos mismos d¨ªas. Los fallecimientos de esta segunda ola no han superado los 300 ning¨²n d¨ªa, mientras en la primera rebasaron los 900 en las peores jornadas. La incidencia real de la primera y la segunda ola, pues, sigue sin ser equiparable, pero s¨ª, cada vez m¨¢s, comparable. Y si las medidas que se van tomando no tienen un efecto dr¨¢stico, estaremos m¨¢s cerca de ver una situaci¨®n similar. Los hospitales est¨¢n mejor preparados para afrontarla, pero siguen teniendo un l¨ªmite. ¡°Se han aumentado camas de UCI, pero el verdadero problema es el de los recursos humanos, no se forman intensivistas de un d¨ªa para otro¡±, se?ala Ricard.
Cr¨¦ditos. Tambi¨¦n han colaborado en esta informaci¨®n Mariano Zafra, Daniele Grasso y Borja Andrino.
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