Ni?os sin infancia, ni?os sin patria
Espa?a no se hab¨ªa distinguido por una actitud muy vigilante ante las agresiones a los menores. La ley que debe remediarlo nace con amplio apoyo y una excepci¨®n
La ¨²nica patria que tiene el hombre es su infancia, escribi¨® el poeta Rainer Maria Rilke, quien no la tuvo f¨¢cil. Miguel Delibes abund¨® en la idea: ¡°La infancia es la patria com¨²n de todos los mortales¡±. Lo que consideramos nuestra identidad, o nuestro yo, no es m¨¢s que nuestra imperfecta memoria, y nada nos ha marcado tanto como los recuerdos m¨¢s pret¨¦ritos de ese tiempo en que aprendimos a vivir. Preferimos mirar la infancia como un tiempo feliz, sin preocupaciones y bajo un manto protector, pero para demasiadas personas esa etapa fue un suplicio y arruin¨® lo que vino despu¨¦s. La vida las someti¨® a pruebas muy duras ¡ªel maltrato o abandono por sus padres, el abuso sexual por sus cuidadores, el acoso por sus iguales¡ª antes de tener una madurez m¨ªnima para hacer frente a eso. No sirve de patria la infancia de los ni?os violados, de los ni?os criados en hogares conflictivos, de las ni?as mutiladas por una aberrante tradici¨®n, de los ni?os mendigos, de los ni?os soldado, de los ni?os dejados a su suerte en una frontera.
Espa?a no se hab¨ªa distinguido en la historia reciente por una actitud muy vigilante ante las agresiones a los menores. Durante mucho tiempo nadie prestaba atenci¨®n al fen¨®meno. Al igual que la violencia machista se consideraba un asunto privado, de pareja, en el que nadie deb¨ªa meter sus narices, la pederastia se ve¨ªa como una enfermedad y se cre¨ªa que lo mejor para todos, hasta para la v¨ªctima, era el silencio, evitar el esc¨¢ndalo, que cada uno cargue callado con su cruz.
Hace dos d¨¦cadas, el Boston Globe dirigido por Marty Baron, en una investigaci¨®n muy valiente en la ciudad m¨¢s cat¨®lica de Estados Unidos, abri¨® la espita de una lacra descomunal: los abusos sexuales por miembros de la Iglesia. La ola barri¨® medio mundo: Australia, M¨¦xico, Reino Unido, Irlanda, Alemania¡ Hace a?o y medio, el papa Francisco levant¨® el secreto pontificio sobre los delitos de pederastia, vigente desde 1972, para facilitar que los criminales respondan ante la justicia ordinaria. Hace un a?o, los obispos franceses confesaron su ¡°ceguera y sordera¡± ante unos 10.000 casos de abusos.
Como en Espa?a no se ha hecho nada ni siquiera remotamente parecido, algunas ¨®rdenes religiosas s¨ª han empezado a sacar a la luz sus investigaciones internas. Y ha tenido que ser este peri¨®dico el que ponga en marcha la primera base de datos de casos documentados en este ¨¢mbito: 817 v¨ªctimas, lo que no ser¨¢ m¨¢s que la punta del iceberg.
El intento m¨¢s serio en Espa?a de dinamitar esa cultura del encubrimiento est¨¢ a punto de culminar su tr¨¢mite en el Senado: la ley de protecci¨®n de la infancia y adolescencia. La norma ¡ªcon medidas de prevenci¨®n, que evita al menor traumatizado tener que declarar varias veces ante la justicia, que ampl¨ªa la prescripci¨®n de la pederastia hasta que la v¨ªctima cumpla 35 a?os¡ª reuni¨® en el Congreso un ampl¨ªsimo apoyo, raro en esta legislatura. Con la notoria excepci¨®n de ese partido que se dice de valores familiares y cristianos pero a la vez hace campa?a demonizando a los menores extranjeros no acompa?ados, esto es, a ni?os necesitados de amparo. El cartel electoral de Vox que enfrenta a un chico inmigrante enmascarado y amenazador, supuestamente regado de dinero p¨²blico, con una anciana con la pensi¨®n m¨ªnima no es solo un bulo t¨®xico y una inmoralidad. Es poner a ni?os en la diana del odio. Deshumanizarlos. Nada que no hayamos visto en la historia con terribles consecuencias.
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