Mam¨¢ se queda en casa: crisis de reputaci¨®n en las residencias de ancianos
Pese al ¨¦xito de la vacuna, la ocupaci¨®n en los centros de mayores no ha recuperado niveles previos a la pandemia
El 16 de noviembre, Candelas Leal tom¨® una decisi¨®n que hizo saltar todo por los aires. Recogi¨® a su madre, de 91 a?os, de la residencia en la que viv¨ªa en Valladolid y se la llev¨® a casa, donde la cuida desde entonces. ¡°Hab¨ªa pasado la covid y la tuvieron un mes tumbada en la cama, sin moverse, sola. Tras superar la enfermedad dej¨® de comer, yo la notaba tan apagada que pens¨¦ que se mor¨ªa¡±, explica. As¨ª que fue a buscarla en un taxi. ¡°La encontr¨¦ sin movilidad, desnutrida, deshidratada, con una infecci¨®n de orina. Tomaba 20 pastillas y media al d¨ªa¡±. Han sido meses duros, con Leal teletrabajando e ingeni¨¢ndoselas como puede para atender a su madre, pero ahora la medicaci¨®n se ha reducido a la mitad y ya es capaz de levantarse de la silla de ruedas e incluso hacer trayectos cortos con el andador. ¡°Me estoy dejando la vida, pero la he salvado. A una residencia no vuelve¡±.
La confianza en los centros se ha resquebrajado y en la retina permanecen las im¨¢genes del horror. Desde que estall¨® la crisis sanitaria han muerto 19.115 ancianos por la covid y otros 10.492 han fallecido con s¨ªntomas del virus, cuando no hab¨ªa suficientes pruebas diagn¨®sticas. Ahora, pese a que los contagios y las muertes han ca¨ªdo en picado por la vacunaci¨®n y a que comienza a reactivarse el ritmo de ocupaci¨®n de las plazas vac¨ªas, siguen sin alcanzarse los niveles previos a la crisis. Muchas familias retrasan o descartan la decisi¨®n de recurrir a una residencia. Y eso obliga a buscar alternativas, como el cuidado en el hogar o contratar servicios externos.
No hay datos para el sector privado, pero las cifras del sistema de dependencia de usuarios de residencias con plazas p¨²blicas y concertadas lo corroboran: actualmente hay 159.000 usuarios, lo que supone 12.000 personas menos que en febrero de 2020. Los expertos consultados lo atribuyen al n¨²mero de decesos, al par¨®n que ha sufrido el sistema el ¨²ltimo a?o y, tambi¨¦n, a las reticencias de las familias a recurrir a una residencia en plena pandemia. En ese mismo tiempo, los servicios de ayuda a domicilio han aumentado en 7.000 casos, hasta superar los 259.500, y las prestaciones por cuidados en el hogar, un dinero que reciben los dependientes a los que cuida un familiar, en m¨¢s de 28.000, hasta alcanzar a m¨¢s de 457.000 personas.
Leal tira sola del carro. Compr¨® una gr¨²a, una cama articulada, un motor para la silla de ruedas, contrat¨® un servicio de rehabilitaci¨®n. Son varios miles de euros gastados, pero asegura que tiene la suerte de haber podido permit¨ªrselo. Ahora se plantea contratar a alguien, por tener un respiro, porque la carga no es solo f¨ªsica, tambi¨¦n psicol¨®gica. Pero insiste en que no se arrepiente. Cumpli¨® 50 a?os un d¨ªa despu¨¦s de que su madre recibiera la segunda dosis de la vacuna, mientras se recuperaba. ¡°Sus necesidades emocionales las tenemos que cubrir las familias y las residencias tienen que darse cuenta de eso. No son muebles¡±, dice.
Como cuenta, desde 2019 ten¨ªa plaza en un centro p¨²blico. ¡°Los problemas llegaron cuando se contagi¨® y no tuve suficiente informaci¨®n, estuve nueve d¨ªas sin hablar con ella, fue horrible, desesperante¡±. Las asociaciones de familiares hablan del descr¨¦dito del sector. Las empresas se defienden y aducen el abandono que sufrieron, sin poder derivar a los enfermos al hospital en muchos casos. Pero la mayor¨ªa reconoce una p¨¦rdida de confianza.
El resultado es que la atenci¨®n recae a¨²n m¨¢s en los hogares, explica la decana de la Facultad de Sociolog¨ªa de la Universidad de A Coru?a, Raquel Mart¨ªnez Buj¨¢n, que est¨¢ estudiando el impacto de la covid en los cuidados. ¡°Hay dos tendencias: se han refamiliarizado y se han mercantilizado, es decir, que se contratan servicios de atenci¨®n en el hogar, a trav¨¦s de empresas o de manera informal¡±, expone.
M¨¢s rechazos de plazas
La patronal de ayuda a domicilio Asade, que aglutina a 40.000 empleados y trabaja sobre todo con conciertos o licitaciones p¨²blicas, no ha notado una subida significativa de la demanda. Sin embargo, varias empresas s¨ª notan el repunte. Cuideo, que hace de intermediaria entre familias y trabajadores a domicilio, ha visto c¨®mo sus usuarios se han doblado, pasando de unos 4.000 de media al mes antes de la pandemia a 8.000 ahora. La empresa emergente Qida [le¨ªdo cuida] ha triplicado sus servicios, de 250 hace un a?o a 800. Y Andr¨¦s Rodr¨ªguez, director general de Macrosad, que atiende a 11.000 usuarios de ayuda a domicilio en Andaluc¨ªa, ha visto la demanda subir en un 20%, mientras que en sus ocho residencias ha ca¨ªdo un 10%.
La lista de espera para acceder a una plaza p¨²blica ha descendido respecto a antes de la pandemia en ocho regiones que han facilitado datos: seis autonom¨ªas y las diputaciones de ?lava y Gipuzkoa. Solo ha aumentado en Extremadura. Parte del descenso se debe, sin duda, a las muertes (el a?o pasado fallecieron m¨¢s de 55.000 personas mientras aguardaban por alg¨²n tr¨¢mite de la dependencia), pero los expertos consultados aseguran que los recelos de las familias influyen. En Madrid, la lista ha ca¨ªdo de 6.294 personas en febrero de 2020 a solo 510 en abril. Es el descenso m¨¢s abrupto.
Varias regiones reconocen que hay familias que no aceptan la plaza que se les ofrece, aunque aseguran que ¨²ltimamente la situaci¨®n se est¨¢ normalizando. Pero solo dos han aportado cifras que permitan comparar el n¨²mero de rechazos anterior a la pandemia con el actual: Asturias y Catalu?a. Y demuestran que la situaci¨®n no es homog¨¦nea en todo el pa¨ªs. Si bien en la primera ha permanecido estable (solo 20 m¨¢s en 2020 respecto a 2019), en Catalu?a los recelos son bastante mayores: de las 19.681 personas que esperaban por una plaza p¨²blica en enero de 2020, 5.215 hab¨ªan renunciado al menos una vez a ocuparla (pueden seleccionar tres opciones, por lo que tienen margen). A principios de mayo aguardaban 16.889 usuarios, de los cuales 7.277 hab¨ªan desistido en alguna ocasi¨®n.
Andr¨¦s Rueda, de la Asociaci¨®n de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, se?ala que ¡°hay 15.000 plazas vac¨ªas en Catalu?a: quiere decir que hay oferta y, sin embargo, baja la demanda¡±. ¡°Se debe a la historia reciente. Las residencias m¨¢s castigadas por la pandemia, que han salido en los medios, tienen m¨¢s dificultades para cubrir plazas. Estamos de acuerdo en que hay que cambiar el modelo, pero tardar¨¢ a?os, hay que dar pasos antes, como subir las ratios y aportar financiaci¨®n¡±, expone.
Dos de las tres patronales de la dependencia consultadas reconocen que, tras este a?o, ha existido un problema de p¨¦rdida de confianza. Aunque las tres insisten en que el sector empieza a recuperarse. Ignacio Fern¨¢ndez, presidente de la FED (alrededor de 2.000 residencias), explica que llegaron a tener ¡°entre un 15% y un 30% de desocupaci¨®n, en funci¨®n de las zonas, porque la incidencia ha sido dispar¡±, y estima que ahora est¨¢n ¡°entre un 10% y un 20%¡±. Jos¨¦ Mar¨ªa Toro, secretario general de CEAPS (unos 2.000 centros), cuenta que el golpe ha sido elevado, pero cree que la mala imagen no es justa, dado que se vieron solos luchando contra el virus, y en la desocupaci¨®n han influido tambi¨¦n la falta de diligencia de la Administraci¨®n y las restricciones impuestas, que hac¨ªan que los familiares se lo pensaran antes de recurrir a una residencia. Jes¨²s Cubero, secretario general de Aeste (unos 400 centros), no ve una p¨¦rdida de confianza y a?ade factores como la mala situaci¨®n econ¨®mica de las familias, ¡°que ha llevado a personas en paro o en ERTE a asumir los cuidados¡±.
Para las asociaciones de familiares, la crisis de reputaci¨®n es indiscutible. ¡°Son un negocio¡±, critica Mar¨ªa Jos¨¦ Rodr¨ªguez, de Marea de Residencias. Paulino Campos, presidente de la asociaci¨®n gallega de familiares Rede y portavoz de La Plataforma, que agrupa a organizaciones de todo el pa¨ªs, sostiene que en este tiempo los familiares han sentido ¡°p¨¢nico¡±. Hay familias que han optado por un cambio de centro ¡°porque muchas marcas se han quedado con el sambenito de la covid pegado a sus instalaciones¡±, tras unos primeros d¨ªas de pandemia de ¡°falta de personal, carencia de medios de protecci¨®n, no existencia de protocolos, personal no formado ni informado, comunicaciones nulas, irresponsabilidades en las gestiones de aislamientos o sectorizaciones de contagiados y sintom¨¢ticos, no derivaci¨®n a los hospitales, abandono sistem¨¢tico¡±, enumera. Define lo ocurrido como ¡°la mayor cat¨¢strofe humana vivida en Espa?a despu¨¦s de la Guerra Civil¡±.
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