Mi apoyo al acceso al aborto contiene todo mi amor por mi hija
Restringir el acceso al aborto es un asalto a la vida de cualquiera que se enfrente a la decisi¨®n de tener hijos; y es un asalto a la vida de los hijos que podr¨ªan tener o que ya tienen
Pocos minutos despu¨¦s de escuchar la noticia de la filtraci¨®n de un borrador del Tribunal Supremo sobre la probable derogaci¨®n de la decisi¨®n Roe vs. Wade que ha garantizado el derecho al aborto durante casi 50 a?os en Estados Unidos, o¨ª a mi hija llorar en su habitaci¨®n. Se hab¨ªa despertado de un mal sue?o. Adem¨¢s, necesitaba hacer pis. La cog¨ª de la mano mientras ella avanzaba a trompicones por el pasillo hacia el ba?o diciendo: ¡°Ll¨¦vame en brazos, mam¨¢. Ll¨¦vame en brazos¡±. Y luego, ¡°tr¨¢eme en brazos¡±.
Cuidar de mi hija esa noche, literalmente cargar con mi hija esa noche, no me pareci¨® una distracci¨®n de la noticia, sino una reiteraci¨®n de por qu¨¦ era importante. Esto es lo que significa cuidar de un ni?o: es un trabajo, todos los d¨ªas, y todas las noches. Es magn¨ªfico, y transformador; nada iguala la alegr¨ªa de ver a mi hija explorando y rehaciendo el mundo, convirtiendo una caja de cart¨®n en el inframundo de la mitolog¨ªa griega, o colocando un peque?o grupo de gusanos en el asiento de su bicicleta y gritando ¡°?Se van de viaje!¡±. Pero la crianza de los hijos cambia completamente los pilares b¨¢sicos de la experiencia: tiempo, sue?o, dinero, soledad. En otras palabras: cada momento del cuidado de los hijos ¡ªcada hora, cada d¨ªa¡ª es un argumento de por qu¨¦ es importante que la maternidad y la paternidad sean una elecci¨®n. El aborto no tiene que ver ¨²nicamente con el embarazo o el parto; tiene que ver con toda esa vida que le sigue: una vida de responsabilidad absoluta, sin paliativos, sin interrupciones; y tambi¨¦n con la vida del ni?o.
Cuando abort¨¦ a los 24 a?os, no entend¨ªa qu¨¦ era la maternidad, pero comprend¨ªa que no estaba preparada para ser madre. O, al menos, comprend¨ªa que, en ese momento de mi vida, no quer¨ªa serlo. Cuando me sent¨¦ en un retrete y mir¨¦ el resultado positivo de mi prueba de embarazo, sent¨ª una extra?a y vertiginosa emoci¨®n por el hecho de que mi cuerpo fuera capaz de portar un feto; pero esa emoci¨®n iba unida a otra sensaci¨®n de conciencia de m¨ª misma: que todav¨ªa no estaba preparada para ser la madre del ni?o en el que ese feto podr¨ªa convertirse. Ahora que soy madre, mi creencia en la importancia de garantizar el acceso al aborto no se ha visto socavada por la maternidad, sino justamente lo contrario. Mi apoyo a garantizar el acceso al aborto contiene todo mi amor por mi hija; contiene todo mi conocimiento sobre lo que significa cuidar de ella.
Cuando pienso en la posibilidad de que se derogue el caso Roe v. Wade, no me planteo qu¨¦ habr¨ªa pasado si yo no hubiera tenido acceso a un aborto, porque s¨¦ que no soy la persona m¨¢s vulnerable a las formas en que se limitar¨ªa el acceso. Sister Song, una organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro ubicada en el Sur y dirigida por mujeres de color, define la justicia reproductiva como un movimiento ¡°sobre el acceso, no sobre la elecci¨®n¡± en varios sentidos: ¡°Incluso cuando el aborto es legal, muchas mujeres de color no pueden coste¨¢rselo, o no pueden viajar centenares de kil¨®metros hasta la cl¨ªnica m¨¢s cercana¡±, y, m¨¢s all¨¢ del aborto, la justicia implica el acceso a la atenci¨®n reproductiva y el apoyo dom¨¦stico. Conlleva el acceso a los anticonceptivos, a la educaci¨®n sexual, a la atenci¨®n prenatal, a los salarios dignos y a guarder¨ªas asequibles.
Convertirme en madre no ha hecho m¨¢s que reafirmar mi convicci¨®n sobre la importancia que tiene pensar en la justicia reproductiva en estos t¨¦rminos m¨¢s amplios: luchar para ampliar no solo el acceso al aborto, sino el acceso a todo tipo de atenci¨®n reproductiva, como el tipo de atenci¨®n m¨¦dica que garantiz¨® el parto seguro de mi hija mediante una ces¨¢rea de emergencia. La derogaci¨®n de Roe v. Wade profundizar¨ªa la restricci¨®n y agrandar¨ªa las desigualdades en un contexto que ya se define por la restricci¨®n y la desigualdad, creando a efectos pr¨¢cticos lo que el Centro para los Derechos Reproductivos llama ¡°desiertos sin aborto¡± y ¡°refugios con aborto¡±. Convertir¨ªa a Estados Unidos en una versi¨®n m¨¢s intensa de lo que ya es: un lugar de injusticia reproductiva.
Al entrar en la Cl¨ªnica de Planificaci¨®n Familiar en la que abort¨¦, pas¨¦ delante del par de manifestantes con quienes me cruzaba casi todos los d¨ªas en mi trayecto matutino: estaban casi permanentemente sentadas en sus sillas de jard¨ªn, con sus macabras fotos de fetos destrozados. Hasta esa ma?ana, hab¨ªa sentido un extra?o tipo de afecto por estas dos asiduas. Cre¨ªan en aquello por lo que luchaban, pens¨¦. Aunque yo pensara algo diferente. Pero aquel d¨ªa, cuando se les unieron otros manifestantes ¡ªera viernes, el d¨ªa de la semana en el que esa cl¨ªnica realizaba todos sus abortos¡ª no sent¨ª ning¨²n afecto por ellas. Pens¨¦ en c¨®mo hac¨ªan que se sintieran las mujeres que acud¨ªan a esa cl¨ªnica para abortar: juzgadas, amedrentadas y acosadas por unas extra?as que bland¨ªan su p¨¦trea concepci¨®n de la moralidad como un arma contundente. Ca¨ª en la cuenta de que, cuando miraba fijamente a los ojos de una manifestante abortista que gritaba a las pacientes que entraban en la cl¨ªnica, no ¨¦ramos ¡°simplemente dos personas¡±, como a veces me gusta pensar, cada una de las cuales alberga una conciencia humana diferente e infinita en su interior, sino que form¨¢bamos parte de algo mucho m¨¢s grande que cualquiera de nosotros.
Justicia reproductiva
El aborto siempre ha sido el punto m¨¢s visible del panorama m¨¢s amplio de la justicia reproductiva: ?qui¨¦n tiene acceso a la atenci¨®n sanitaria? ?Qui¨¦n no? ?Qu¨¦ cuerpos se consideran dignos de atenci¨®n? ?De qu¨¦ modo los siglos de racismo sist¨¦mico han estructurado las formas en que algunas personas son consideradas m¨¢s merecedoras de cuidados? Obligar a las mujeres y a la gente que ayuda en los partos a traer una vida al mundo en un entorno en el que el acceso a la atenci¨®n m¨¦dica ya es tan desigual, y el coste de la atenci¨®n m¨¦dica ya est¨¢ tan desigualmente distribuido, ahonda y perpet¨²a de hecho la injusticia sist¨¦mica profundamente arraigada desde hace siglos.
Enfrentarse a la posible derogaci¨®n de Roe v. Wade nos insta a reconocer que Roe v. Wade nunca ha sido suficiente. Enfrentarse a la posible derogaci¨®n de Roe v. Wade exige que consideremos el derecho a acceder al aborto dentro de un panorama mucho m¨¢s amplio de injusticia reproductiva, en el que las mujeres de color y otras poblaciones marginadas habitualmente tienen menos posibilidades de acceder a la atenci¨®n reproductiva. En una respuesta reciente a la filtraci¨®n del Tribunal Supremo en Harper¡¯s Bazaar, Anoa Changa ¡ªuna periodista negra que vive y trabaja en el sur de Estados Unidos, una de las regiones que se ver¨ªa m¨¢s afectada por la derogaci¨®n del caso Roe contra Wade¡ª pide ¡°un enfoque amplio para la cuesti¨®n de la libertad reproductiva [que] nos recuerde que, a pesar de ser necesario, Roe contra Wade siempre ha sido solo la base¡±.
Detr¨¢s de palabras clave conservadoras como ¡°viabilidad¡±, ¡°familia¡± y ¡°provida¡± se esconden profundos ataques contra la vida y las familias desde todos los frentes. Restringir el acceso al aborto es un asalto a la vida de cualquiera que se enfrente a la decisi¨®n de tener hijos; y es un asalto a la vida de los hijos que podr¨ªan tener o que ya tienen. Las fuerzas conservadoras que se autodenominan ¡°provida¡± tambi¨¦n han sido responsables de amparar el derecho a la tenencia de armas, propiciando miles de muertes relacionadas con las mismas cada a?o; una cifra que sigue creciendo, ya que los tiroteos masivos en Estados Unidos se han convertido en un horror cada vez m¨¢s normal. El d¨ªa despu¨¦s de la filtraci¨®n de la decisi¨®n, Nelba Marquez-Greene, cuya hija Ana Grace muri¨® en el tiroteo masivo en la escuela de ense?anza primaria Sandy Hook en 2012, tuiteaba: ¡°He tenido dos hijos y una muri¨® en un ba?o acribillada a balazos. Y todos los d¨ªas, m¨¢s de 100 personas se unen a m¨ª. Sigo sin estar convencida de que lo que este pa¨ªs quiere es preservar ¡®la familia¡¯ o proteger a los ni?os. Nada convencida¡±.
Mientras los estadounidenses celebran el D¨ªa de la Madre, ni siquiera una semana despu¨¦s de la filtraci¨®n del borrador de opini¨®n, pienso en la manera tan diferente en que ejerzo de madre de mi propia hija, habiendo tenido acceso a todo tipo de atenci¨®n reproductiva a lo largo de mi vida ¡ªincluidos los anticonceptivos, la anticoncepci¨®n de emergencia y un aborto a los 24 a?os¡ª y en lo mucho que esa atenci¨®n es fruto de un privilegio. Pero no deber¨ªa sentirme ¡°agradecida¡± por ello (como me siento), porque la atenci¨®n es un derecho, no un privilegio; deber¨ªa estar no solo disponible sino activamente accesible para todos. Si volviera a encontrarme con esas manifestantes, sentadas en sus sillas de jard¨ªn frente a la Cl¨ªnica de Planificaci¨®n Familiar de Connecticut, no les dir¨ªa: ¡°Entiendo que cre¨¢is en aquello por lo que luch¨¢is¡±. Les dir¨ªa: ¡°?Entend¨¦is lo que est¨¢ en juego en aquello contra lo que luch¨¢is?¡±.
Leslie Jamison es escritora y ensayista estadounidense, autora entre otros libros de La huella de los d¨ªas (Anagrama).
Traducci¨®n de News Clips
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