El Supremo confirma la condena para el encargado de un banco de alimentos por abusar de una mujer a cambio de comida
El tribunal considera que el hombre, condenado a ocho a?os y medio, se aprovech¨® de la ¡°situaci¨®n desesperada¡± de la v¨ªctima
El encargado del Banco de Alimentos de una iglesia evangelista de V¨ªcar (Almer¨ªa) ir¨¢ a prisi¨®n por abusar de una mujer a la que exigi¨® mantener relaciones sexuales a cambio de entregarle alimentos para ella y sus dos hijos. El Tribunal Supremo ha confirmado la condena de ocho a?os y medio de c¨¢rcel por un delito de abusos sexuales agravado impuesta por la Audiencia Provincial de Almer¨ªa y que ya hab¨ªa sido ratificada por el Tribunal Superior de Justicia de Andaluc¨ªa (TSJA). El acusado, V¨ªctor Gustavo Hume, recurri¨® en el Supremo para intentar revocar el fallo, pero la Sala de lo Penal considera que hay pruebas suficientes para acreditar que el hombre se aprovech¨® de la vulnerabilidad de la mujer para abusar de ella.
Los abusos se iniciaron en el verano de 2014, cuando Hume era el encargado del reparto de alimentos de la Iglesia Evang¨¦lica La Puerta de V¨ªcar. Sin la autorizaci¨®n del presidente del Banco de Alimentos de Almer¨ªa, traslad¨® el almac¨¦n a una cochera de su propiedad y, poco despu¨¦s, contact¨® con una mujer de la que sab¨ªa que estaba en ¡°situaci¨®n de exclusi¨®n social y necesidad¡±, seg¨²n los jueces. Primero le proporcion¨® alimentos sin exigirle estar previamente inscrita en el banco y al margen de la asignaci¨®n oficial establecida para cada fase de ayuda. Ya en el primer encuentro, seg¨²n cont¨® en el juicio la mujer, ¨¦l le toc¨® el gl¨²teo y se ofreci¨® a ayudarla si manten¨ªa relaciones sexuales con ¨¦l.
En los d¨ªas siguientes, ¨¦l la llam¨® insistentemente, hasta que la mujer, que se encontraba en ¡°una situaci¨®n desesperada¡±, accedi¨® a sus pretensiones. La sentencia da por probado que mantuvo varias veces relaciones con Hume como ¡°condici¨®n previa¡± a obtener comida. Los encuentros se interrumpieron en octubre de 2014, cuando el acusado, tras abusar de ella en un invernadero, la llev¨® a su casa, donde le inst¨® a practicar sexo anal y ella se neg¨®. Tras este rechazo, Hume cort¨® la entrega de alimentos.
El Supremo no cree que pueda cuestionarse que ¡°la pobreza severa, la falta de los m¨¢s elementos recursos, cuando adem¨¢s afecta a ni?os de muy corta edad, constituye un factor que extrema la vulnerabilidad de quien la sufre y, como una suerte de vaso comunicante, aumenta la superioridad de quien busca aprovecharse de dicha situaci¨®n¡±. Seg¨²n los jueces, el hombre ten¨ªa ¡°plena conciencia¡± tanto de su situaci¨®n de superioridad como de los ¡°efectos inhibidores sobre la libertad de decisi¨®n de la v¨ªctima¡±, lo que determin¨® su plan. La sentencia, de la que ha sido ponente el magistrado Javier Hern¨¢ndez, se refiere a la situaci¨®n de intensa necesidad en la que se encontraban la mujer ¡ªsin trabajo, separada, sin percepci¨®n de ayudas p¨²blicas, con problemas de adicci¨®n a las drogas¡ª y sus dos hijos peque?os. Y remarca que la asistencia que le ofrec¨ªa el recurrente ¡°se convirti¨® en el mecanismo de aseguramiento del m¨ªnimo sustento. Lo que ahondaba en la vulnerabilidad socio-personal de la v¨ªctima derivada de dicha extrema situaci¨®n vital¡±.
El tribunal ha dado por buenos varios audios aportados por una testigo que revelan c¨®mo Hume planeaba hacer lo mismo con otras mujeres. Otros testigos que declararon en el juicio revelaron que el acusado les pidi¨® dinero a cambio de entregas de alimentos pese a que estas deb¨ªan ser gratuitas o que se condicionaba a mantener relaciones sexuales con la solicitante de la ayuda. Los jueces consideran probado que, adem¨¢s de los abusos a la mujer, Hume exig¨ªa en algunos casos cinco euros a las personas inscritas oficialmente en el programa de alimentos y que se encontraban en situaci¨®n de exclusi¨®n social, con la falacia de que era condici¨®n previa necesaria para obtener la inscripci¨®n en el programa. En otros casos les instaba a pagar dos euros para retirar los alimentos del almac¨¦n.
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