La derogaci¨®n del aborto en Estados Unidos deja a los m¨¦dicos en un limbo legal
Las normas en los Estados m¨¢s restrictivos prev¨¦n penas de c¨¢rcel para los facultativos, que deben consultar a sus abogados antes de intervenir en abortos espont¨¢neos
El 29 de junio, cinco d¨ªas despu¨¦s de que el Tribunal Supremo de Estados Unidos derogara la protecci¨®n federal del derecho al aborto, a Emily Diament, encinta de su segunda hija, le tocaba la revisi¨®n de la vig¨¦sima semana. Todo marchaba bien en un embarazo que ¡°no pod¨ªa ser m¨¢s deseado¡±. Lo recordar¨¢ siempre: era mi¨¦rcoles, a las dos de la tarde, cuando el m¨¦dico les dijo que el coraz¨®n del feto hab¨ªa dejado de latir. ¡°Fue terrible. En ese momento, Ram [su marido] y yo tuvimos que pensar: ?En qu¨¦ lugar nos deja ahora el fallo del Supremo?¡±. ¡°Todo era nuevo¡±, a?ade en un correo electr¨®nico esta relaciones p¨²blicas de 33 a?os: ¡°un panorama plagado de inc¨®gnitas y de miedos¡±.
El ginec¨®logo les expuso las alternativas. La primera, la ¡°inducci¨®n¡±, era la menos segura; consiste, b¨¢sicamente, en dar a luz al beb¨¦ muerto. La segunda, m¨¢s confiable y menos onerosa para ella, pasaba por someterse a una operaci¨®n de D&E, siglas de ¡°dilataci¨®n y evacuaci¨®n¡±. ¡°El proceso es tambi¨¦n m¨¢s r¨¢pido¡±, dice Diament. La pareja opt¨® por la segunda.
Ambos viven en Nueva Orleans, ¡°la mejor ciudad del mundo¡±, como le gusta definirla a ella. La sentencia del Supremo, que tumb¨® el precedente de medio siglo fijado en 1973 por el fallo Roe contra Wade, devolvi¨® a los Estados la capacidad para regular sobre la salud reproductiva de las mujeres (el primero en aprobar una norma espec¨ªfica fue, este viernes, Indiana). Los legisladores del de Diament, Luisiana, esperaban ansiosos ese momento con una ¡°ley gatillo¡±, lista para entrar en vigor desde 2006. Tres d¨ªas despu¨¦s del fallo, un juez bloque¨® la activaci¨®n de esa norma, una de las m¨¢s restrictivas del pa¨ªs. Fue solo un espejismo: el 8 de julio el aborto qued¨® proscrito en Luisiana incluso para los casos de violaci¨®n e incesto. Y as¨ª sigue: tras varias idas y venidas en los juzgados, la prohibici¨®n resiste, pendiente de nuevas batallas legales.
Entre las restricciones que contempla la ley est¨¢ el veto a la D&E salvo si la vida de la madre est¨¦ en peligro o que el beb¨¦ ya haya fallecido. El caso de Diament entraba en los supuestos permitidos, pero la desgracia la convenci¨® de que deb¨ªa contar su historia. ¡°Tras pasar por ese proceso y hablar con varios m¨¦dicos sobre sus preocupaciones¡±, explica, ¡°supe que esto me sucedi¨® en este momento exacto por una raz¨®n¡±.
Bhavik Kumar es uno de esos m¨¦dicos consternados a los que las nuevas normas han empujado a un limbo legal. Pasa consulta en una cl¨ªnica de la mayor proveedora de abortos de Estados Unidos, Planned Parenthood, en Houston, Texas, otro de los epicentros del tsunami restrictivo que azota Estados Unidos. Explica que una ¡°inducci¨®n¡± puede durar ¡°desde una hasta 12 o 24 horas¡±, conlleva m¨¢s riesgos (¡±los mismos que un parto¡±) y genera m¨¢s gastos de hospital, en un pa¨ªs en el que estos pueden llevar a la ruina a los pacientes con menos dinero. Algunas, con todo, lo prefieren, porque ¡°el beb¨¦ sale intacto, y pueden establecer un v¨ªnculo con ¨¦l¡±, a?ade Kumar. Con la D&E, para la que se emplean f¨®rceps, las madres no ven el cuerpo sin vida.
Conversaci¨®n entre m¨¦dico y paciente
Y eso es todo lo que pide Kumar: que la cosa se resuelva en una conversaci¨®n entre m¨¦dico y paciente, ¡°sin interferencias pol¨ªticas¡±. ¡°Desde que entr¨® en vigor la ley [en Texas], los ¨²nicos casos en los que nos est¨¢ permitido intervenir despu¨¦s de las seis semanas es si la vida de la persona est¨¢ en peligro, o si no quedan dudas de que el embarazo es inviable¡±, advierte.
A Kumar, como a muchos de sus compa?eros de profesi¨®n, la idea de ¡°vida en peligro¡± le plantea dudas. ¡°No es un concepto precisamente cient¨ªfico¡±, aclara. ¡°Cada m¨¦dico, cada sala de emergencias, cada cl¨ªnica o cada hospital puede tener su propia teor¨ªa de lo que eso significa. Ahora, en lugar de estudiar los datos y hablar con las pacientes para decidir qu¨¦ es lo mejor, m¨¦dicos, hospitales y cl¨ªnicas tienen que consultar con abogados, comit¨¦s de ¨¦tica o administradores sobre lo que pueden y no pueden hacer. Mientras, ellas tambi¨¦n permanecen en el limbo¡±. Las cautelas parecen justificadas: tanto Texas como Luisiana amenazan con penas de c¨¢rcel de entre 10 y 15 a?os a quienes practiquen abortos fuera de los supuestos permitidos.
Una ginec¨®loga defini¨® as¨ª los nuevos dilemas de su ejercicio durante una entrevista con EL PA?S celebrada en un centro de salud reproductiva de Des Moines (Iowa): ¡°Es terrible¡±, lament¨® la facultativa, que pidi¨® hablar desde el anonimato. ¡°Nos hacen escoger entre el juramento hipocr¨¢tico [y el famoso ¡°No hagas da?o¡±] y el c¨®digo penal¡±.
Esta semana, el fiscal general Merrick Garland decidi¨® tomar cartas en este asunto con una demanda del Departamento de Justicia contra una nueva ley de Idaho que, cuando entre en vigor a final de mes, permitir¨¢ a la fiscal¨ªa ¡°acusar, arrestar y enjuiciar a un doctor simplemente demostrando que se ha practicado un aborto, sin tener en cuenta las circunstancias¡±. La norma endosa as¨ª a los m¨¦dicos la carga de la prueba (es decir, demostrar si la vida de la mujer estaba en peligro o no, por ejemplo, o si hubo incesto o violaci¨®n, en los casos en que la ley contemple esas excepciones). Seg¨²n Garland, que avis¨® de que ser¨ªa la primera de una serie de acciones judiciales de la Administraci¨®n de Biden para mitigar los efectos de las nuevas leyes estatales, esa provisi¨®n entra en conflicto con una norma de ¨¢mbito federal, la Ley de Trabajo y Tratamiento de los M¨¦dicos de Urgencias.
¡°Las D&E requieren una capacitaci¨®n de la que muchos m¨¦dicos carecen¡±, explica Diament. ¡°Con las nuevas leyes, es probable que haya facultativos que prefieran no aprender la t¨¦cnica para evitarse sus posibles consecuencias. No es ya que no tengamos autonom¨ªa sobre nuestros cuerpos, es que los m¨¦dicos tampoco pueden velar por nuestra salud. Esto no es proteger la vida, sino todo lo contrario. Es completamente surrealista¡±. ¡°No hay que olvidar que estamos ante casos en los que los embarazos son absolutamente deseados. Primero tienen que encajar una terrible noticia, y luego les hacen pasar por un proceso que para muchas es muy traum¨¢tico, y que a las pocas semanas tienen que revivir cuando les llega la factura del hospital¡±, argumenta desde Nueva York Gabriela Benazar Acosta, portavoz de Planned Parenthood Latino.
Kumar avisa, por su parte, de que ¡°la medicina es una ciencia con vastas ¨¢reas grises, por m¨¢s que esos legisladores se empe?en en lo contrario¡±. ¡°Nadie mejor que los m¨¦dicos, en un di¨¢logo emp¨¢tico con los pacientes y sus familias, puede saber en cada caso concreto cu¨¢l es la mejor manera de actuar¡±.
Estos d¨ªas est¨¢n emergiendo en Estados Unidos historias como las de Diament (¡±las ha habido siempre¡±, afirma Kumar, ¡°pero ahora est¨¢ el foco puesto sobre ellas¡±). Relatos de mujeres a las que los hospitales mandan a casa con instrucciones de volver cuando empeoren y est¨¦n sangrando ¡°de verdad¡± (¡°Y eso, incluso cuando est¨¢ claro que la cosa no tiene vuelta atr¨¢s¡±, advierte el m¨¦dico). O de una paciente en Texas que rompi¨® aguas en la decimoctava semana y le sugirieron quedarse ingresada hasta la vigesimocuarta para mantenerla embarazada hasta entonces, que es cuando se fija el comienzo de la ¡°viabilidad¡± fuera del ¨²tero. Tal vez as¨ª, el beb¨¦ podr¨ªa sobrevivir (las opciones, seg¨²n dijo a NPR Alan Peaceman, profesor de medicina materno-fetal en la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern, en Chicago, son ¡°lo m¨¢s cercano a cero en lo que respecta a la medicina¡±).
¡°Todo eso hace que algunas tengan que viajar a otros Estados porque no quieren esperar a enfermar m¨¢s a¨²n¡±, a?ade Kumar. Desde que el Supremo tumb¨® Roe, la clase y la raza son dos factores que sobrevuelan m¨¢s que antes el debate sobre la salud reproductiva en Estados Unidos. Con esta oleada regresiva, que llega despu¨¦s de medio siglo en el que las mujeres dieron por hecha una protecci¨®n que ahora se les niega, comenz¨® un ¨¦xodo de pacientes de sus lugares de origen a Estados en los que s¨ª les practican un aborto, lo cual ha creado una brecha, otra brecha, entre las que se pueden permitir tomarse los d¨ªas de vacaciones, a menudo no remuneradas, de sus trabajos y pagarse el viaje y la intervenci¨®n, y aquellas a las que sencillamente no les alcanza. En el caso de los abortos espont¨¢neos, inevitables en entre un 10% y un 20% de los embarazos, esa diferente posici¨®n en la rueda de la fortuna social puede llegar a ser, si las cosas se complican, mortal.
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