Qu¨¦ pasa cuando tienes una hija maltratada: ¡°Lo intent¨¦ todo para que se diera cuenta. Y no pude¡±
Madres y padres de v¨ªctimas de violencia machista se enfrentan a veces a situaciones dif¨ªciles de manejar, sobre todo cuando se producen en la adolescencia
¡ªEl d¨ªa que me llam¨® la Polic¨ªa pens¨¦ que me iba a encontrar a mi hija debajo de una s¨¢bana. ?Suena exagerado? Quiz¨¢s s¨ª, pero no le deseo a ninguna madre, a ning¨²n padre, los 20 minutos hasta que llegu¨¦.
La que habla es Mara y el d¨ªa al que se refiere es el pasado 5 de marzo. Ese domingo, su hija no hab¨ªa vuelto a casa. La ¨²ltima vez que la hab¨ªa visto hab¨ªa sido la noche anterior, desde una de las carrozas de carnaval de Las Palmas de Gran Canaria, y la ¨²ltima vez que hab¨ªan hablado fue porque esa adolescente, a punto de cumplir los 17, ped¨ªa permiso para quedarse en casa de su novio. Mara le escribi¨® varias veces el domingo: ¡°Sobre las cuatro me mand¨® un mensaje y me dijo ¡®mami, tranquila, ya voy bajando en la guagua¡±. Una hora despu¨¦s le son¨® el m¨®vil: ¡°Era la Polic¨ªa, me dijeron: ¡®Tiene que ir a la casa [del novio] porque a ¨¦l se lo han llevado detenido por un delito de violencia machista, no le podemos dar m¨¢s informaci¨®n¡¯. Me puse hist¨¦rica¡±.
Su miedo no era hueco, estaba lleno por un a?o y medio, el ¨²ltimo, en el que esta mujer de 46 a?os, crimin¨®loga, acostumbrada a tratar con adolescentes con problemas porque ese es su trabajo, que ha educado a su hija desde y en el feminismo y le ha ense?ado las herramientas para detectar la violencia machista, ha ido viendo c¨®mo su primera relaci¨®n se convert¨ªa en una de maltrato, violencia psicol¨®gica y luego f¨ªsica. Meses en los que no ha conseguido que ella reaccionara a lo que estaba ocurriendo: ¡°Lo intent¨¦ todo para que se diera cuenta de que estaba en una relaci¨®n de maltrato. Y no pude¡±. A¨²n no puede. Tampoco despu¨¦s de lo que ocurri¨® hace dos domingos.
Cuando lleg¨® a aquella direcci¨®n supo que Joel Dom¨ªnguez, el novio de su hija, jugador del juvenil en la UD Las Palmas, la hab¨ªa agarrado, empujado y pegado varias patadas en la calle, y que hab¨ªa sido un polic¨ªa nacional, fuera de servicio, quien vio la agresi¨®n y llam¨® a sus compa?eros. El proceso fue en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer n¨²mero 1 de Las Palmas de Gran Canaria, dos d¨ªas despu¨¦s. ¡°Movido por el prop¨®sito de causar un menoscabo en la integridad f¨ªsica de la mujer a quien estaba sentimentalmente unido¡±, se lee en la sentencia, ya firme y de conformidad, porque ¨¦l reconoci¨® los hechos. Ella ¡°no quiso denunciar, no declar¨® contra su pareja en el juzgado de violencia, no quiere ser reconocida por el m¨¦dico forense ni emprender acciones penales y civiles contra el encausado¡±.
El juez conden¨® a Dom¨ªnguez como ¡°responsable de un delito de maltrato de obra en el ¨¢mbito familiar¡±. Cuarenta d¨ªas de trabajo en beneficio de la comunidad y prohibici¨®n de aproximarse a la v¨ªctima a menos de 500 metros y comunicarse con ella de cualquier forma durante un a?o.
Para Mara, el ¡°¨¦xito¡± de esa sentencia es el a?o de alejamiento. Porque es lo que no consigui¨® en ning¨²n momento, que dejara de verle. ¡°Ni siquiera despu¨¦s de la primera denuncia, porque hay otra¡±, dice. Dom¨ªnguez ¡ªal que la UD Las Palmas ha sancionado con entrenar en solitario 40 d¨ªas, y se ha limitado a mostrar su ¡°rechazo¡± a ¡°cualquier tipo de violencia¡± y a la ¡°conducta¡± del jugador, ¡°aunque se trate del ¨¢mbito de su vida privada¡±¡ª tiene una causa pendiente por el mismo delito en la Fiscal¨ªa de Menores, del pasado verano, cuando a¨²n no era mayor de edad.
Entonces, explica Mara, s¨ª declar¨®, pero aun as¨ª, sigui¨® con ¨¦l: ¡°?Qu¨¦ hago? No la voy a atar a la pata de la cama. Tengo una sensaci¨®n de impotencia tremenda, esa sensaci¨®n de no poder ayudarla, de no conseguir que entienda lo que est¨¢ pasando. Ella se est¨¢ sintiendo sola y para ella yo soy su mayor enemiga¡±.
Mara narra que la ha visto sufrir ¡°d¨ªas y d¨ªas¡± en los que le record¨® ¡°c¨®mo funcionaba la escalera de la violencia¡±; publicaciones en las redes sociales de ¨¦l ¡°insult¨¢ndola y humill¨¢ndola¡±; a ella arreglarse durante m¨¢s de una hora ¡°como si fuese a una cena de gala aunque fuese jueves cuando hab¨ªa quedado con ¨¦l, salir por la puerta y volver a los 10 minutos para cambiarse y quitarse el maquillaje¡±; ¡°presiones, ¨®rdenes, control, manipulaciones¡±. Y sigue queriendo estar con ¨¦l. ¡°Lo quiere, dice. Lo justifica diciendo que ¨¦l ha crecido en un entorno de violencia y que ella lo puede ayudar, que solo ella lo puede ayudar¡±, cuenta.
Y nada de lo que cuenta ¡°es raro¡±, dice Marisol Rojas, psic¨®loga experta en violencia machista, ¡°se repite en mujeres j¨®venes y tambi¨¦n adultas, feministas, que tienen muy claro lo que es el maltrato, pero cuando ellas mismas est¨¢n inmersas en ¨¦l, es como si se desconectaran varios aprendizajes¡±. A pesar de haber recibido una educaci¨®n enfocada desde el feminismo, el contexto en el que se crece y se socializa sigue manteniendo vigentes ciertos estereotipos y, sobre todo, los mitos del amor rom¨¢ntico. En Espa?a, seg¨²n el bar¨®metro de Juventud y G¨¦nero 2021 del Centro Reina Sof¨ªa sobre adolescencia y juventud de la Fundaci¨®n de Ayuda contra la Drogadicci¨®n (FAD), el 34% de los chicos cree que tener pareja implica la entrega absoluta a la otra persona. Ellas lo piensan menos, un 24,6%, pero tambi¨¦n lo piensan.
El s¨ªndrome de la salvadora y otros mitos del amor rom¨¢ntico
¡°Toda la historia de esa adolescente, como lo son las de much¨ªsimas otras, ese apego, tiene que ver con esos mitos y con c¨®mo se gestan desde la infancia¡±, a?ade la psic¨®loga. Por ejemplo ese ¡°s¨ªndrome de la salvadora, la creencia de que el amor de una puede cambiar al otro, sacar la buena persona y el coraz¨®n que hay dentro del ¡®ogro¡¯, como en La bella y la bestia. Las v¨ªctimas no son las personas que tienen que ayudar a sus maltratadores¡±. O todas aquellas razones o excusas con las que ¡°se justifica el comportamiento y la violencia de la media naranja, como que tenga un mal d¨ªa o que nosotras lo hemos provocado porque hemos dicho o hecho algo¡±.
Tambi¨¦n la dependencia emocional ¡°que genera la idea de que si no se tiene pareja es como si faltara algo, y que hay que tratar como una adicci¨®n porque el cerebro funciona exactamente igual, se desactiva parte del razonamiento l¨®gico¡±; o la propia mitificaci¨®n del amor, por el que ¡°las relaciones de pareja est¨¢n colocadas en el puesto m¨¢s alto del podio cuando son o deber¨ªan ser una pata m¨¢s de nuestra vida, pero est¨¢ incrustada esa idea de que por amor se hacen locuras y todo vale. Es sobrevalorar y entender mal el amor rom¨¢ntico, y cuando esto ocurre es m¨¢s f¨¢cil caer en relaciones t¨®xicas¡±.
M¨¢s de la mitad de los chicos entre los 15 y los 19 a?os en Espa?a creen que ¡°deben¡± proteger a su novia, seg¨²n el ¨²ltimo informe del Injuve. Y las situaciones de violencia de ge?nero en la pareja que m¨¢s mujeres j¨®venes reconocen haber vivido con mayor frecuencia son las de abuso emocional ¡ª¡±insultar o ridiculizar¡±, el 17,3%¡ª, el control abusivo general ¡ª¡±decidir por mi? hasta el ma?s mi?nimo detalle¡±, 17,1%¡ª, y el control a trave?s del mo?vil (14,9%), con datos del Ministerio de Igualdad. Eulalia Alemany, la directora t¨¦cnica de FAD Juventud, apunta que sus estad¨ªsticas se?alan que ¡°la violencia de control se detecta cada vez m¨¢s: c¨®mo vistes, con qui¨¦n sales, revisar el m¨®vil... Tanto la sufrida por una misma como la que ves que se ejerce en el entorno, y eso es algo positivo¡±.
Pero tambi¨¦n que ¡°cada vez hay m¨¢s personas que niegan la violencia machista¡±: seg¨²n su ¨²ltimo estudio, de 2021, uno de cada cinco chicos en Espa?a cree que no existe la violencia machista, el doble que hace cuatro a?os. ¡°Los cambios culturales y sociales son algo que cuesta mucho tiempo cambiar, el patriarcado, la forma en la que entendemos las relaciones... Y la irrupci¨®n de discursos totalmente antifeministas no ayuda, pero tambi¨¦n nos dan un contraste de lo que hace falta cambiar¡±, a?ade.
Un cambio educativo y la familia como red
Tanto Alemany como Rojas, la psic¨®loga, coinciden en que una de esas cosas a cambiar es la educaci¨®n. ¡°Para aprender a relacionarnos, para tener relaciones realistas basadas en valores, en el respeto y en la igualdad¡±, dice Rojas. Y otra, la importancia de la familia, el entorno, no solo para detectar lo que ocurre sino para ser red, sea cual sea la reacci¨®n de quien est¨¢ sufriendo esa violencia. ¡°Todas somos adolescentes en alg¨²n momento y reaccionamos de formas muy similares en estas situaciones. Cuando sobre todo nuestras madres o nuestros padres nos dicen ¡®esto no es normal, al¨¦jate¡¯, te pones en modo ataque, piensas que te quieren separar de ¨¦l y que nadie te entiende¡±, ahonda Rojas.
Los protocolos para hacer frente a la violencia machista en la adolescencia apuntan siempre a que la implicaci¨®n de la familia en la protecci¨®n y la recuperaci¨®n son esenciales para un ¨¢mbito en el que las din¨¢micas se repiten, incide la psic¨®loga: ¡°Los hombres que maltratan son expertos manipuladores, siempre le van a dar la vuelta a la situaci¨®n para convertirse en la v¨ªctima, y todo aquel que se posicione contra ¨¦l se convierte en un enemigo de la v¨ªctima real, la mujer, que va a ser su defensora a toda costa¡±.
La familia, ahonda, ¡°debe estar, ser apoyo, entender la dependencia emocional que producen este tipo de relaciones e intentar que ella acceda a tratamiento psicol¨®gico¡±. Igual las amigas, los amigos. Y sin tensar demasiado: ¡°Un punto de equilibrio, dif¨ªcil de alcanzar en situaciones como esta, que est¨¢ entre sostenerla y respetarla, que ella sepa que siempre, siempre, van a estar ah¨ª, que van a ser su red. Pero tambi¨¦n dejando siempre bien claro que lo que est¨¢ ocurriendo ni es normal ni sano para ella. Pero estar siempre¡±.
Los menores de 18 a?os son el grupo de edad en el que m¨¢s crece la violencia machista: m¨¢s agresores y m¨¢s v¨ªctimas
Entre los más jóvenes, los menores de 18 años, es donde más está creciendo la violencia machista. Al menos en lo que se conoce de forma fehaciente, porque saber si esas cifras responden exclusivamente a una subida de la violencia o de las denuncias, o de ambas en proporción, es imposible. En cualquier caso, son los números del último informe sobre violencia de género y doméstica del Instituto Nacional de Estadística, con datos de 2021. Los adolescentes son el grupo de edad en el que más ha aumentado el número de denunciados respecto a 2020: un 70,8%. Y entre las adolescentes, donde más lo ha hecho el número de víctimas: un 28,6%.
Estos números, que corresponden a denunciados y víctimas con órdenes de protección o medidas cautelares dictadas inscritas en el Registro Central para la Protección, apoyan dos cuestiones que otros estudios y análisis en el último año han dejado ver. Por un lado, que la caída en algunos datos que hubo en 2020 fue solo un retroceso circunstancial por la situación excepcional que produjo la crisis sanitaria; y se están recuperando los valores prepandémicos, con un crecimiento de algo más del 3% tanto en víctimas como en agresores. Por otro, que se está produciendo un retroceso en la concienciación de la juventud en torno al machismo y la violencia.
El tel¨¦fono 016 atiende a las v¨ªctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del d¨ªa, todos los d¨ªas del a?o, en 52 idiomas diferentes. El n¨²mero no queda registrado en la factura telef¨®nica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. Tambi¨¦n se puede contactar a trav¨¦s del correo electr¨®nico 016-online@igualdad.gob.es y por WhatsApp en el n¨²mero 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al tel¨¦fono de la Fundaci¨®n ANAR 900 20 20 10. Si es una situaci¨®n de emergencia, se puede llamar al 112 o a los tel¨¦fonos de la Polic¨ªa Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicaci¨®n ALERTCOPS, desde la que se env¨ªa una se?al de alerta a la Polic¨ªa con geolocalizaci¨®n.
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