La epidemia del h¨ªgado graso: el ¨®rgano en el que se ensa?a el mal estilo de vida
El 38% de la poblaci¨®n adulta lo padece, pero la mayor¨ªa no lo sabe. La detecci¨®n temprana es clave para evitar complicacioness, que pueden llegar a cirrosis y c¨¢ncer
El h¨ªgado no duele. Soporta sin quejarse incluso enfermedades hep¨¢ticas muy avanzadas. Pero las 500 funciones que realiza ¡ªincluidas de almacenamiento de energ¨ªa y vitaminas, de regulaci¨®n hormonal y de filtrado de las sustancias nocivas¡ª lo convierten en el ¨®rgano que m¨¢s sufre un mal estilo de vida. La dieta deficiente con abundancia de az¨²cares y ultraprocesados, el consumo de alcohol y el sedentarismo est¨¢n directamente relacionados con lo que muchos m¨¦dicos califican como una ¡°epidemia de h¨ªgado graso¡±, que afecta a un 38% de la poblaci¨®n adulta del mundo, seg¨²n la Asociaci¨®n Europea para el Estudio del H¨ªgado (EASL, por sus siglas en ingl¨¦s), que esta semana celebra su congreso anual en Viena.
La acumulaci¨®n de grasa en el h¨ªgado, en la mayor¨ªa de ocasiones, no desemboca en una enfermedad grave. Pero en alrededor del 4% de los casos puede provocar alguna, como la cirrosis, y un 0,5% puede llegar a c¨¢ncer de h¨ªgado. ¡°Pueden sonar a porcentajes peque?os, pero cuando vemos una condici¨®n tan prevalente, que afecta a m¨¢s de un tercio de la poblaci¨®n, se convierten en cifras enormes¡±, dice Thomas Berg, secretario general de la EASL, que ha invitado a EL PA?S a cubrir su congreso.
Estos n¨²meros absolutos llevan a las enfermedades hep¨¢ticas a ser la segunda que m¨¢s a?os de trabajo perdidos provoca por enfermedad en Europa, por detr¨¢s de las cardiovasculares. Cada a?o se cobran en el continente casi 300.000 vidas. La mayor¨ªa de ellas se podr¨ªan haber salvado con prevenci¨®n porque, salvo un peque?o porcentaje de enfermedades hereditarias y de infecciones (cuya mortalidad se ha atajado gracias al descubrimiento de un medicamento contra la hepatitis C), el estilo de vida lo es casi todo.
Tradicionalmente, las enfermedades del h¨ªgado se han asociado al consumo de alcohol. Y, aunque hace mucho da?o al mayor ¨®rgano s¨®lido del cuerpo humano, el h¨ªgado graso no alcoh¨®lico va ganando peso, hasta el punto de que se calcula que la comida ultraprocesada ya lo supera como causante de cirrosis. En Europa, el continente con mayor tasa de consumo del mundo, ambos suelen ir de la mano. ¡°Beber est¨¢ socialmente muy aceptado y creo que es dif¨ªcil a veces discernir. Muchas personas que tienen obesidad o s¨ªndrome metab¨®lico tambi¨¦n beben¡±, dice Mar¨ªa Buti, consejera de salud p¨²blica de la EASL. La tradicional separaci¨®n entre h¨ªgado graso alcoh¨®lico y no alcoh¨®lico carece de una frontera clara.
Y aunque esta enfermedad no para de crecer (su incidencia se ha duplicado desde 1990) hay varias buenas noticias. La primera es que el h¨ªgado tiene una asombrosa capacidad de regeneraci¨®n mientras quede al menos un 25% del ¨®rgano sano; la segunda es que si se detecta a tiempo, se pueden evitar las enfermedades m¨¢s graves. Pero tambi¨¦n hay una mala que las eclipsa: rara vez se detecta a tiempo.
¡°La desgracia es que la mayor¨ªa de los casos se podr¨ªan revertir completamente, pero se diagnostican muy pocos. Es una enfermedad silente para los pacientes, pero tambi¨¦n para nosotros, los m¨¦dicos, porque si no vamos a buscarlo en concreto no lo diagnosticamos¡±, asegura Buti.
Uno de los empe?os de esta edici¨®n del congreso de la EASL es llegar a los ni?os, a trav¨¦s de las escuelas, de los gobiernos. Porque la acumulaci¨®n de grasa en el h¨ªgado comienza cada vez a edades m¨¢s tempranas, con el consumo de bebidas azucaradas y ultraprocesados. Y no solo por lo que se ingiere, tambi¨¦n con el mayor sedentarismo. ¡°Hace unas d¨¦cadas ve¨ªas a los ni?os jugando, pero ahora est¨¢n todo el d¨ªa con los m¨®viles y las tabletas¡±, reflexiona su secretario general.
Los hepat¨®logos no son ingenuos. Saben que cambiar h¨¢bitos es un proceso muy complicado y que repetir una y otra vez mensajes sobre la importancia de los buenos h¨¢bitos no es suficiente. ¡°Todos somos conscientes de que un estilo de vida saludable es importante; que el h¨ªgado necesita menos alcohol, buena dieta y mucha actividad f¨ªsica. Pero, a pesar de eso, la mayor¨ªa de la gente no est¨¢ cumpliendo estas premisas, as¨ª que no se enteran de su enfermedad hasta pasados 20 o 30 a?os¡±, explica Patrizia Kunzler-Heule, enfermera especializada en afecciones hep¨¢ticas. Los s¨ªntomas en esos casos pueden ser variados: ojos amarillentos, hinchaz¨®n de la zona abdominal, cansancio extremo, incluso confusi¨®n, motivada por la falta de buen filtrado de ciertas sustancias.
Uno de los estudios que se han presentado en el congreso muestra que aumentar precios del alcohol y las bebidas azucaradas son probablemente m¨¢s efectivos que repetir mensajes saludables. Un precio m¨ªnimo de las bebidas de un euro por unidad de alcohol (una medida que se usa en investigaci¨®n y equivale a 10 gramos de alcohol puro, algo menos de lo que tiene una lata de cerveza) podr¨ªa reducir los casos de c¨¢ncer y enfermedad hep¨¢tica cr¨®nica entre un 4% y un 7% de aqu¨ª a 2030.
La dif¨ªcil tarea de la detecci¨®n precoz
Adem¨¢s de la prevenci¨®n, la estrategia pasa por la detecci¨®n precoz. Seg¨²n Virginia Hern¨¢ndez-Gea, especialista en hepatolog¨ªa del Hospital Cl¨ªnic de Barcelona, cada vez se est¨¢ poniendo m¨¢s ¨¦nfasis en identificar la enfermedad en fases tempranas, que es donde hay margen para revertir el h¨ªgado graso, un problema que a menudo pasa desapercibido en las anal¨ªticas. ¡°A veces puedes ver alguna alteraci¨®n de transaminasas, pero si no es gran cosa, depende de c¨®mo se haga y qui¨¦n la vea le dar¨¢ m¨¢s o menos importancia¡±, se?ala.
Existen m¨¦todos muy sencillos que pueden determinar si el h¨ªgado est¨¢ comenzando a dar problemas. Un simple esc¨¢ner, que utiliza un ultrasonido aplicado durante un par de minutos, puede calcular el grado de fibrosis del ¨®rgano. Si est¨¢ por encima de ciertos niveles, es muy probable que necesite una revisi¨®n m¨¦dica para confirmarlo. ¡°Nos gustar¨ªa hacer detecciones tempranas en nuestro pa¨ªs, pero tenemos una atenci¨®n primaria desbordada y despu¨¦s del covid est¨¢ ahogada, con muy pocos recursos, lamenta Hern¨¢ndez-Gea.
Otro de los estudios que se han presentado esta semana en Viena trata de simplificar al m¨¢ximo esta detecci¨®n previa, identificando las personas de riesgo que deber¨ªan someterse a an¨¢lisis m¨¢s profundos. Ray Kim, uno de sus autores, explica que aplicando un algoritmo que usa datos muy b¨¢sicos de salud (como peso, si se tiene diabetes y algunos marcadores que aparecen en los an¨¢lisis de sangre est¨¢ndar) se puede predecir con bastante exactitud qu¨¦ personas tienen m¨¢s papeletas de sufrir complicaciones hep¨¢ticas. Emplearlo podr¨ªa ser un gran cribado previo y r¨¢pido para aplicar solo a estas personas t¨¦cnicas como la del esc¨¢ner antes mencionado.
Una vez diagnosticada la enfermedad, el paciente se enfrenta a menudo a cierto estigma relacionado con la vinculaci¨®n tradicional de las dolencias hep¨¢ticas con el alcoholismo. Esto llega a extremos en pa¨ªses con culturas o religiones en las que el alcohol est¨¢ sancionado. ¡°Tanto es as¨ª que en estas zonas del mundo el propio nombre de la enfermedad supone un problema, aunque nos refiramos a h¨ªgado graso no alcoh¨®lico, por el simple hecho de llevar la palabra alcoh¨®lico¡±. dice Jeffrey Lazarus, jefe del grupo de Investigaci¨®n de Sistemas de Salud en el instituto ISGlobal. Tambi¨¦n hay una discusi¨®n sobre su nombre en ingl¨¦s, ya que en este idioma se emplea la misma palabra para decir gordo y grasa (fat), as¨ª que algunos especialistas lo consideran estigmatizante. Todo esto ha llevado a los expertos a proponer en Viena otro nombre para la dolencia: enfermedad metab¨®lica del h¨ªgado asociada a esteatosis. ¡°Si te preguntan qu¨¦ quiere decir esteatosis tienes que responder que es exceso de grasa (fat) en el h¨ªgado, pero al menos no est¨¢ en el enunciado¡±, ironiza el investigador.
Pero m¨¢s importante que el nombre, argumenta Lazarus, es la atenci¨®n que le prestan las autoridades sanitarias internacionales. Se muestra indignado con que, pese a su alt¨ªsima prevalencia, la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) no tenga ninguna estrategia ni gu¨ªa para luchar contra el h¨ªgado graso. Este investigador ha presentado en Viena un consenso sobre las prioridades para abordarlo del que espera que, de alguna forma, tome nota la OMS.
Tratamientos
Cuando el h¨ªgado graso evoluciona a enfermedades m¨¢s graves, llega un punto en que no se puede revertir. Y, ante el largo camino que todav¨ªa deben recorrer la prevenci¨®n y el diagn¨®stico temprano, la ciencia est¨¢ buscando f¨®rmulas para tratar a los pacientes con dolencias avanzadas. ¡°Hay que ser realistas, sabemos que vamos a seguir viendo estas enfermedades y hay que encontrar soluciones¡±, dice Berg. En este campo se descubri¨® hace algo m¨¢s de una d¨¦cada uno de los tratamientos m¨¢s revolucionarios de la medicina moderna, el de la hepatitis C, que hoy es una enfermedad completamente curable. El Sovaldi, que as¨ª se llama, ha sanado solo en Espa?a a m¨¢s de 150.000 personas desde que se comenz¨® a comercializar, en 2015.
Tambi¨¦n existen las vacunas para evitar otras infecciones del h¨ªgado, pero no hay remedio para las enfermedades derivadas del h¨ªgado graso. En Viena se han presentado algunos avances esperanzadores para mejorar la calidad de vida de estos pacientes.
El m¨¢s rompedor se basa en el trasplante fecal. Se trata de un ensayo aleatorizado controlado con 32 pacientes con cirrosis avanzada. Seg¨²n sus autores, han demostrado que pueden modificar la microbiota intestinal, mejorando la funci¨®n de barrera e inmunidad antimicrobiana de la mucosa. ¡°Este emocionante estudio confirma la creciente conciencia en los ¨²ltimos tiempos del v¨ªnculo entre el intestino, la salud y la enfermedad hep¨¢tica y sugiere que la modulaci¨®n del microbioma y la restauraci¨®n crucial tiene un enorme potencial para mejorar los resultados de los pacientes y ser¨¢ clave para nuestro conocimiento cient¨ªfico sobre la salud del h¨ªgado en los pr¨®ximos a?os¡±, asegura Berg. De confirmarse estos resultados, el tratamiento podr¨ªa evitar infecciones y el alto consumo de antibi¨®ticos que habitualmente tienen que tomar los enfermos de cirrosis.
No obstante, la cura para estos estad¨ªos se antoja lejana. As¨ª que Buti insiste en que la clave son las pol¨ªticas de salud p¨²blica. Y para ello hace un llamamiento a que los gobiernos tomen cartas en el asunto.
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