Mariano Gamo: cristianismo radical y compromiso con la clase trabajadora
El sacerdote espa?ol lleg¨® a militar en partidos pol¨ªticos de la izquierda clandestina durante el franquismo y, posteriormente, contra el neoliberalismo
Largo y muy fecundo ha sido el itinerario del sacerdote obrero Mariano Gamo, fallecido en Madrid el 5 de julio, a los 92 a?os, al servicio del Evangelio traducido en el compromiso pol¨ªtico y sindical en favor de los sectores m¨¢s vulnerables de la sociedad espa?ola. Especialmente, de la clase trabajadora oprimida por el capitalismo salvaje de la dictadura franquista y hoy por el neoliberalismo rampante.
Durante casi 15 a?os fungi¨® como p¨¢rroco de Nuestra Se?ora de la Monta?a, en el barrio madrile?o de Moratalaz, donde llev¨® a cabo una transformaci¨®n radical y desacralizadora del viejo modelo parroquial centrado en el culto y la convirti¨® en la ¡°Casa del pueblo de Dios¡±. Pero tambi¨¦n en lugar de reuniones de las comisiones obreras nacientes y de los encierros reivindicativos de los trabajadores y las trabajadoras (era conocida popularmente como ¡°Nuestra Se?ora de los encierros¡±) y comunidad cristiana de base inserta en el tejido social del barrio, formado por una ciudadan¨ªa inmigrante marginada y por sectores populares empobrecidos a quienes siempre defendi¨® y dignific¨®.
Memorables fueron sus sermones evang¨¦lico-pol¨ªticos, pronunciados con una libertad insobornable, una lucidez cr¨ªtico-prof¨¦tica y una denuncia p¨²blica de las sangrantes brechas de la desigualdad a todos los niveles. Fueron sermones controlados y grabados por la Brigada Pol¨ªtico Social, que le provocaron multas cuantiosas, detenciones y encarcelamientos en el Monasterio del Paular, la c¨¢rcel de Carabanchel y la c¨¢rcel Concordataria de Zamora, donde convivi¨® con sacerdotes vascos.
La comunidad de base fue el espacio en el que comulgaba con una iglesia como frente de lucha contra todas formas alienantes y antievang¨¦licas de las que ha estado revestida la fe cristiana y que todav¨ªa perviven. El barrio de Moratalaz era, para ¨¦l, la comuni¨®n de aspiraciones con lo que llamamos pueblo como conjunto de todas las clases populares y la posibilidad de contar con la ayuda de personas que, aun no perteneciendo al proletariado, se ponen de su lado.
La prisi¨®n fue el precio que tuvo que pagar por la lucha contra la dictadura olig¨¢rquica y la posibilidad de entrar en relaci¨®n-comuni¨®n con todos los que viven la misma causa, de conocer los bajos fondos de la sociedad, as¨ª como la oportunidad para reflexionar y plantearse una nueva perspectiva de sociedad.
De su identificaci¨®n con las mayor¨ªas populares empobrecidas surgi¨® su conciencia de clase que le llev¨® a convertirse en cura obrero en diferentes trabajos: pe¨®n de la construcci¨®n, encofrador, trabajo editorial, camillero, ATS, etc. Era la forma de lograr la independencia econ¨®mica y de ganarse el pan con el sudor de la frente. Practic¨® la conciencia de clase a trav¨¦s de la lucha por la defensa de los derechos de la clase trabajadora con su participaci¨®n en las huelgas, comit¨¦s de empresa y juntas de personal.
Desde muy pronto despert¨® su conciencia pol¨ªtica, que le llev¨® a militar en partidos pol¨ªticos de la izquierda clandestina durante el franquismo, a presentarse como candidato por la agrupaci¨®n de electores promovida por la ORT en las primeras elecciones de la transici¨®n democr¨¢tica y como diputado auton¨®mico por Izquierda Unida en la Asamblea de Madrid.
¡°?En d¨®nde est¨¢n los profetas que en otros tiempos nos dieron las esperanzas y fuerzas para andar?¡±, preguntaba Pedro Casald¨¢liga en uno de sus poemas m¨¢s emblem¨¢ticos, para responder: ¡°En las ciudades, en los campos, entre vosotros est¨¢n¡±. Entre nosotros estuvo ¡ªy seguir¨¢ est¨¢ndolo en nuestra memoria¡ª Mariano Gamo, profeta del cristianismo radical, que hizo realidad la afirmaci¨®n de Marx: ¡°La religi¨®n es el suspiro de la criatura oprimida, el coraz¨®n de un mundo sin coraz¨®n, as¨ª como el esp¨ªritu en un mundo carente de esp¨ªritu¡±. De lo contrario, la religi¨®n se convierte en ¡°opio del pueblo¡±.
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