As¨ª se fragu¨® el consenso feminista que tumb¨® a Rubiales
La dimisi¨®n del jefe del f¨²tbol espa?ol solo fue posible por el rechazo mayoritario que suscit¨® su comportamiento en la calle, la pol¨ªtica, la justicia, las instituciones y la sociedad en una suma de fuerzas
Luis Rubiales ya no manda en el f¨²tbol espa?ol. Ha pasado en 17 d¨ªas de un chulesco ¡°?no voy a dimitir!¡±, repetido cinco veces ante quienes ¨¦l cre¨ªa que eran sus fieles, a dejar el cargo en un comunicado de domingo por la noche y resignado ante unos misteriosos ¡°poderes f¨¢cticos¡± que le impedir¨ªan volver a su puesto, del que ya hab¨ªa sido apartado por la FIFA. Lejos de la oscura conspiraci¨®n que apunta Rubiales, esos poderes son los de cientos de miles de personas a las que indign¨® que el presidente de la federaci¨®n besara sin consentimiento a una jugadora que acababa de ganar el Mundial, Jenni Hermoso. Los de quienes, en pocas horas, se lanzaron a las redes sociales para se?alar lo que hab¨ªa hecho y d¨ªas despu¨¦s a decir #SeAcab¨®; tambi¨¦n los de los que tardaron d¨ªas en reevaluar lo que hab¨ªan visto: no era un gesto desafortunado, era una agresi¨®n. Los de los pol¨ªticos que criticaron ese comportamiento, de los medios de comunicaci¨®n nacionales e internacionales. El poder del rechazo del resto de las jugadoras y los jugadores ¡ªaunque no todos, y algunos de forma tibia¡ª, y los de los dem¨¢s dirigentes de la federaci¨®n que le fueron dando la espalda. Todas esas fuerzas, juntas, fraguaron un nuevo consenso m¨¢s all¨¢ del f¨²tbol y del feminismo: un consenso social. Esos han sido los poderes que han hecho ver a Rubiales que quien conduc¨ªa en sentido contrario en la autov¨ªa era ¨¦l mismo.
Rubiales celebraba en S¨ªdney la victoria de las jugadoras, y cuando agarr¨® de la cara a Jenni Hermoso y la bes¨® en la boca, crey¨® hacerlo en un mundo en el que pod¨ªa hacer algo as¨ª ante una audiencia de millones de personas sin que pasara nada. Como mucho, la reacci¨®n de algunos ¡°tontos del culo¡± que no sab¨ªan interpretar un gesto de alegr¨ªa incontenible, como trat¨® de minimizar horas despu¨¦s en una entrevista en la cadena Cope. Pero esa impunidad que lo envolv¨ªa solo estaba en su cabeza, algo de lo que han dado cuenta las tres ¨²ltimas semanas. Al margen de que haya o no consecuencias penales, el gesto de Rubiales permiti¨® comprobar la fuerza del feminismo y tambi¨¦n, como explica Octavio Salazar, jurista y experto en igualdad y masculinidades, ¡°que en la sociedad han madurado unos valores que se traducen en una exigencia de responsabilidad y en la tard¨ªa dimisi¨®n¡±. Esto, hace tres o cuatro a?os, ¡°hubiera sido impensable¡±, dice.
Esa transformaci¨®n de la sociedad ha aflorado con mucha fuerza con el caso Rubiales, supone un ¡°punto de no retorno¡±, seg¨²n Salazar, y se ha materializado una l¨ªnea roja acerca de lo que la mayor¨ªa no est¨¢ dispuesta a tolerar. En los ¨²ltimos a?os, ¡°los debates sobre el consentimiento, sobre el solo s¨ª es s¨ª m¨¢s all¨¢ de la parte jur¨ªdica, han tenido consecuencias pedag¨®gicas en la sociedad¡±, comenta. Ha ido calando en la ciudadan¨ªa la capacidad de identificar ese beso como una agresi¨®n, y a partir de ah¨ª, iluminar el mundo de Rubiales ha dejado a la intemperie unas estructuras de poder, las del f¨²tbol, ¡°muy masculinas y masculinizadas que lo han estado sosteniendo¡±, dice Salazar, que conf¨ªa en que la ola tambi¨¦n alcance ¡°espacios similares¡± donde los hombres ejercen su dominio jer¨¢rquico, ¡°como la universidad¡±.
Pese a los avances, y por ellos, en los ¨²ltimos a?os una porci¨®n de la sociedad percibe el movimiento feminista como una amenaza, como algo que desaf¨ªa sus convicciones de un modo radical. En parte se explica por la mayor presencia de los temas feministas en el debate p¨²blico, pero tambi¨¦n porque algunos de ellos han resultado polarizadores dentro del propio movimiento: la ley trans y la tramitaci¨®n del solo s¨ª es s¨ª son dos ejemplos claros. La diferencia con el caso Rubiales es que las realidades a las que alude llegan a todas las mujeres, de todas las edades, en todas partes: la violencia sexual y el abuso de poder. El feminismo, dice la soci¨®loga Rosa Cobo, ¡°es un movimiento potente en t¨¦rminos de movilizaci¨®n que ha tenido, en esta ocasi¨®n, una respuesta mucho mayor al propio movimiento, lo que pone de manifiesto que cuando una idea cuaja lo hace a pesar de los propios movimientos o la situaci¨®n en la que se encuentren en un momento determinado¡±.
Cobo resalta que ¡°se ha organizado una conciencia cr¨ªtica y colectiva enormemente poderosa que ha hecho que algo que hace cinco o siete a?os pod¨ªa ser irrelevante se ha convertido en tsunami social y medi¨¢tico¡±. Est¨¢ convencida de que ¡°de alguna forma ha calado en la sociedad la idea del consentimiento¡±, y que si lo ha hecho es ¡°porque ha ca¨ªdo en un suelo muy f¨¦rtil¡±, el de un movimiento feminista que en los ¨²ltimos a?os ha puesto ¡°la violencia sexual en el coraz¨®n¡± de su agenda.
Esa violencia, dice Cobo, ¡°se ha ido colocando como una preocupaci¨®n enorme en madres, hijas, abuelas, estudiantes o trabajadoras, todas¡±, por eso, lo que hizo Rubiales ¡°cay¨® en el centro de esa vindicaci¨®n pol¨ªtica feminista¡± y ¡°ha hecho posible que tenga que decir que se va¡±. La presi¨®n para que se marche se ha construido de manera inclusiva y homog¨¦nea en una bola de nieve que fue rodando cada d¨ªa, sumando apoyos a Jenni Hermoso y haciendo marginal la versi¨®n de Rubiales y su idea del ¡°falso feminismo¡±.
El hecho de que el beso no consentido haya sucedido en p¨²blico y con millones de ojos enfocando, con la capacidad de difusi¨®n de las redes sociales, ha hecho que cada d¨ªa que pasaba con Rubiales al frente de la federaci¨®n fuera m¨¢s dif¨ªcil apoyar su versi¨®n. ?l trat¨® de construir un relato paralelo, minimizar lo ocurrido y hasta presionar a Hermoso y a su familia. Es el manual b¨¢sico del acoso sexual en el trabajo, que suele producirse en espacios privados, sin testigos, y donde las sospechas suelen recaer sobre la v¨ªctima.
Un d¨ªa tras otro, Rubiales perd¨ªa aliados, y entre ellos, muchos hombres ¡°que han dicho en p¨²blico que se han concienciado¡±, dice Salazar, quien espera que este caso ¡°sirva para hacernos comprender que esto tiene que ver con nosotros, que tenemos una especial responsabilidad en el cambio. Que en todo caso deber¨ªamos sentirnos interpelados, no atacados¡±. Todo ello tiene que ver tambi¨¦n con una cuesti¨®n generacional, en hombres y en mujeres. Ha ocurrido en el propio vestuario de las campeonas.
¡°Lo que ha pasado es muy serio¡±
Laia Codina, defensa de la selecci¨®n femenina, de 23 a?os, lo explicaba al contar lo que sucedi¨® en el autob¨²s, a la salida del estadio en S¨ªdney, tras la victoria. Una de las veteranas del equipo sac¨® el tema del beso en plena celebraci¨®n. ¡°Nos dice: ¡®Ojo, chicas, porque esto que ha pasado es muy serio, es inaceptable y lo tenemos que condenar porque al final no deja de ser un abuso de poder del jefe con una jugadora, que podr¨ªa haber sido cualquiera de nosotras¡±.
Las veteranas de ese equipo son las pocas que convivieron hasta 2015 con el exseleccionador Ignacio Quereda ¡ªacusado de tratarlas con desprecio durante a?os¡ª, y sobrevivieron a su salida. Hermoso, Alexia Putellas o Irene Paredes, entre ellas. Son las que no se han cansado de pelear en los despachos por su derecho a preocuparse solo por el bal¨®n y para que las que las sucedan no tengan que pensar m¨¢s que en el c¨¦sped. Con una conciencia feminista que han asimilado en estos ocho a?os. Con voz en el vestuario, l¨ªderes naturales.
Son las que no tuvieron que explicarles mucho m¨¢s a las m¨¢s j¨®venes, integrantes de la Generaci¨®n Z, futbolistas sin complejos, intolerantes ante ciertos comportamientos, sin miedo a denunciar, referentes sin renuncias para las ni?as, y los ni?os, de hoy. Las futbolistas son ya de otra pasta. Y han protagonizado ese cambio en lo deportivo y en lo social, en un mundo por antonomasia masculino, el f¨²tbol, coto privado de ellos, hasta que ellas han lograron derribar los prejuicios a balonazos, y rompiendo una vez m¨¢s el silencio. El #SeAcab¨® que inici¨® Putellas arranc¨® tras el discurso de Rubiales en la federaci¨®n el viernes 25 de agosto.
Esto es inaceptable. Se acab¨®. Contigo compa?era @Jennihermoso
— Alexia Putellas (@alexiaputellas) August 25, 2023
Porque m¨¢s all¨¢ del beso no consentido, de agarrarse los test¨ªculos en el palco, o coger a la reina Letizia por el hombro, en la disecci¨®n de la ca¨ªda de Rubiales es importante c¨®mo reaccion¨® a las cr¨ªticas. ¡°Ha levantado muchas ampollas que ¨¦l no lo haya entendido como algo que est¨¢ mal¡±, alega Rosa Cobo. Nunca se ha disculpado, no ha reconocido. Para Cobo, todo lo anterior ¡°ha generado un profundo malestar¡±, y, ¡°aunque a la vez tambi¨¦n se haya producido el ¡®no era para tanto¡±, ha tenido mucha m¨¢s fuerza el ¡°s¨ª ha sido para tanto¡±. En eso la sociedad, y tambi¨¦n ¡°los medios de comunicaci¨®n, han jugado un papel muy positivo, porque por mucho que haya malestar en la sociedad, si los medios, como en las redes, no se hacen eco, no hubiese llegado adonde ha llegado¡±.
Y tambi¨¦n ha sido importante el papel de las instituciones y quienes tienen capacidad de decisi¨®n. Si Rubiales ha decidido dejar de atrincherarse, han tenido que ver tambi¨¦n las ¡°presiones a alto nivel¡±: el Gobierno, la FIFA, la propia federaci¨®n espa?ola. De todos, dice Cobo, ¡°el pol¨ªtico es el poder m¨¢s democr¨¢tico, por ser el que nace de la elecci¨®n directa, y es el que atesora mayor legitimidad, por eso, cuando toma partido por un derecho frente a una tropel¨ªa o un privilegio, es fundamental. Tiene la capacidad de debilitar o de reforzar, de dar legitimidad o de quit¨¢rsela, y en este sentido el poder pol¨ªtico ha sido inequ¨ªvoco¡±. Explica que, para que un movimiento o una cuesti¨®n concreta salga adelante, hay apoyos sin los que no puede hacerlo: el de los mercados, el de la cultura y los medios, el acad¨¦mico y el pol¨ªtico. ¡°Aqu¨ª ha habido unanimidad. Era evidente, se hac¨ªa insostenible que Rubiales siguiese ah¨ª. Y el feminismo fue el que dio el golpe imparable¡±.
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