Un modelo para ayudar a las v¨ªctimas de pederastia y derribar ¡°las sociedades adultoc¨¦ntricas¡±
La asociaci¨®n argentina Adultxs, que atiende a afectados por abusos en la infancia y fue fundada por Sebasti¨¢n Cuattromo y Silvia Piceda hace una d¨¦cada, lucha por visibilizar y ofrecer apoyo a miles de personas que no encuentran ayudas p¨²blicas en sus pa¨ªses
EL PA?S puso en marcha en 2018 una investigaci¨®n de la pederastia en la Iglesia espa?ola y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce alg¨²n caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en Am¨¦rica Latina, la direcci¨®n es: abusosamerica@elpais.es.
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Los caminos de Sebasti¨¢n Cuattromo y Silvia Piceda se cruzaron en 2012 cuando ambos luchaban por visibilizar en su pa¨ªs, Argentina, la precaria situaci¨®n que viv¨ªan las v¨ªctimas de abuso sexual en la infancia. Ambos nacieron en Buenos Aires, en 1976 y 1967 respectivamente, y sufrieron abusos cuando eran ni?os. ?l a finales de los ochenta por parte de un religioso marianista. La orden trat¨® de comprar su silencio y afirma que el obispo de entonces, el cardenal Jorge Bergoglio, no hizo nada cuando denunci¨® su caso ante el arzobispado de la ciudad de Buenos Aires. Ella fue abusada por un familiar y d¨¦cadas despu¨¦s, ya adulta, acudi¨® a la justicia tras conocer que su exmarido hab¨ªa abusado de su hijastra. Ten¨ªa miedo de que hiciera lo mismo con la hija que ten¨ªan en com¨²n. Ambos se conocieron en un tiempo en el que la pederastia segu¨ªa siendo un tab¨² del que, incluso en la red, no se pod¨ªa encontrar informaci¨®n. Sent¨ªan que la legislaci¨®n tampoco les apoyaba. Ante ese muro, decidieron unir fuerzas y fundaron la asociaci¨®n Adultxs por los derechos de la infancia, para que fuera un altavoz para concienciar a la sociedad y tambi¨¦n un refugio para las v¨ªctimas y familiares que necesitasen ayuda, ante la inexistencia de sistema p¨²blico de acompa?amiento.
Desde entonces, han pasado por la entidad m¨¢s de 10.000 v¨ªctimas de abusos de diferentes ¨¢mbitos: intrafamiliar (que representa el 90%), escolar, en la Iglesia e instituciones deportivas. Atienden al a?o m¨¢s de 1.100 consultas de afectados y realizan 60 actividades para concienciar a la ciudadan¨ªa del problema. ¡°Uno de cada cinco ni?os es v¨ªctima de abuso sexual, seg¨²n el Consejo de Europa. Una cifra que da cuenta de lo masivo y transversal que es esta injusticia en el conjunto de nuestras sociedades. La conciencia social sobre los abusos sexuales a menores es la misma que hab¨ªa con la violencia machista hace 20 a?os¡±, exclama Piceda.
El modelo de acompa?amiento de v¨ªctimas que ha desarrollado esta asociaci¨®n se ha convertido en un referente. Todo gira en torno a la creaci¨®n de los ¡°grupos de pares¡±, peque?os espacios independientes conformados por supervivientes y ¡°protectores¡± de ni?os abusados en el presente en los que pueden, an¨®nimamente, contar su experiencia y romper el silencio. Para los fundadores este es el primer paso: verbalizar el sufrimiento. ¡°Cuando una persona llega al grupo no quiere ni dar su nombre. En estos lugares es escuchada y querida. Si hay alguien que no se tiene ternura hacia s¨ª mismo es el sobreviviente de abuso sexual. Es el que primero se desprecia, el que primero se siente sucio¡±, dice Piceda. Cada grupo tiene su identidad propia y estilo de trabajo. Algunos se realizan telem¨¢ticamente y tienen participantes de Argentina, Espa?a, M¨¦xico, Brasil, Chile, Uruguay, Bolivia, Paraguay, Per¨² y Tailandia.
Paralelamente, la asociaci¨®n dispone de una l¨ªnea directa de acompa?amiento y, en la medida en que la v¨ªctima lo necesite, le ayudan a contactar con especialistas, que van desde el ¨¢mbito psicol¨®gico al judicial. ¡°Tiene un car¨¢cter solidario, compartimos los contactos de atenci¨®n p¨²blica y de profesionales que conocemos¡±, dice Cuattromo. Y una vez al mes se organizan talleres te¨®ricos: ¡°Estudiamos derecho, antropolog¨ªa, sociolog¨ªa, resiliencia, diferentes autores que nos explican qu¨¦ pasa con la infancia maltratada... Eso te da herramientas y te sirve como sobreviviente o como adulto protector a salir del aislamiento y a entender en qu¨¦ sociedad estamos¡±, dice Piceda.
El esquema de c¨®mo se organizan estos ¡°grupos de pares¡± es f¨¢cilmente exportable, raz¨®n por la que a comienzos de este a?o realizaron una gira europea para entablar lazos con asociaciones de v¨ªctimas y aportar su experiencia con este modelo. ¡°Es sencillo, econ¨®mico y f¨¢cilmente replicable en otros pa¨ªses¡±, dice Piceda. El resultado, cuentan ambos fundadores, no solo ¡°cambia la calidad de vida de los sobrevivientes¡±, sino que tambi¨¦n genera ¡°esa fuerza social que es indispensable¡± para el cambio. ¡°Despu¨¦s de m¨¢s de una d¨¦cada, hemos probado c¨®mo logra abrirse camino en los m¨¢s diversos ¨¢mbitos sociales y culturales¡±, dice Piceda.
Su experiencia tambi¨¦n les llev¨® a reunirse este a?o en Bruselas con varios representantes de la Euroc¨¢mara y de la Comisi¨®n Europea y en 2022 tuvieron un encuentro con el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra para que, a trav¨¦s de la legislaci¨®n, ayuden a crear entornos m¨¢s seguros para los ni?os. ¡°Les interpelamos a que, desde su responsabilidad pol¨ªtica, asuman una actitud de compromiso que luego se refleje en decisiones. No solo vivimos en sociedades machistas y patriarcales, sino tambi¨¦n adultoc¨¦ntricas. La infancia, lejos de ser el sector privilegiado de nuestras sociedades, termina siendo el m¨¢s vulnerado. Por eso nosotros nos declaramos ni?istas¡±, dice Cuattromo.
Como una muestra de las historias personales que han pasado por sus grupos de pares, la asociaci¨®n promovi¨® la publicaci¨®n en 2021 del libro Somos Sobrevivientes (Alfaguara), en el que ocho destacados escritores argentinos relatan la historia de ocho v¨ªctimas que acudieron a la asociaci¨®n. Un ejemplo es el caso de Sof¨ªa, que escribi¨® el novelista Fabi¨¢n Mart¨ªnez Siccardi: ¡°El psic¨®logo le pregunt¨® su nombre, qu¨¦ edad ten¨ªa, a qu¨¦ colegio iba, cu¨¢ntos hermanos..., finalmente le pidi¨® que le dijera por qu¨¦ estaba ah¨ª. Sof¨ªa respir¨® profundo y le dijo que hab¨ªa sido violada por su padre¡±.
Piceda insiste en que el tema sigue sin ser ¡°una prioridad para nuestros Estados¡±, especialmente en pa¨ªses de Latinoam¨¦rica, que no destinan recursos suficientes para la contrataci¨®n de psic¨®logos, psiquiatras, m¨¦dicos y trabajadores especialistas. Incluso si ha habido una mejora de las leyes de protecci¨®n del menor, a?ade, la realidad sigue sin llegar al Poder Judicial, ¨®rgano encargado en ¨²ltima instancia de proteger a los menores cuando se ha cometido un delito conta ellos. ¡°Puede verse con algunas decisiones aberrantes que toman¡±, declara.
Como ejemplo, relata el laberinto judicial que se encontr¨® cuando Romina, la hija de su exmarido (con el que hab¨ªa tenido una ni?a), le confes¨® en 2009 que este hab¨ªa abusado de ella cuando ten¨ªa 11 a?os y acababa de ponerle una denuncia. ¡°Me dijo: ¡®Te lo vengo a decir para que a la nena no le pase lo que me pas¨® a m¨ª¡±. Por aquel entonces, el padre de la ni?a viv¨ªa a unos 50 metros de ellas, en una zona rural de la provincia de Buenos Aires. Piceda entr¨® en p¨¢nico y acudi¨® a los tribunales de familia en busca de ayuda para que su exmarido se mantuviese lejos de su hija. Cuenta que nadie le dijo qu¨¦ ten¨ªa que hacer, hasta que, meses despu¨¦s, supo que ella tambi¨¦n pod¨ªa denunciar el caso de Romina penalmente y pedir medidas para proteger a su hija.
Como el delito contra Romina hab¨ªa prescrito, la justicia consider¨® que no era necesario abrir una causa para dictar una orden de alejamiento: ¡°Me encontr¨¦ con 42 a?os y una hija de 11, teniendo que asumir que me hab¨ªa casado con un abusador¡±. Piceda apunta que lo que le sucedi¨® a ella es muy com¨²n en la justicia argentina. ¡°Igualan la prescripci¨®n del delito con la inexistencia de delito, y si no hay intervenci¨®n es muy probable que el delincuente siga abusando¡±.
Esta madre se neg¨® a cumplir el r¨¦gimen de visitas y huy¨® con su hija a otra jurisdicci¨®n, a la ciudad de Buenos Aires. Pero el padre, a?ade, acud¨ªa al colegio de su hija para verla. Por lo que present¨® la misma denuncia en los tribunales de all¨ª y estos dictaron la prohibici¨®n de que el padre se acercarse a la ni?a. ¡°En un sitio me estaban multando por no entregar a la nena al padre y en otro ten¨ªa una orden de alejamiento. Era una locura. Signific¨® que durante a?os vivi¨¦semos encerradas en la ciudad. No pod¨ªamos salir porque ten¨ªamos miedo¡±.
¡°Las respuestas de la Iglesia son insuficientes¡±
La historia de Cuattromo, en cambio, es un reflejo de la dura situaci¨®n en la que se encuentran las v¨ªctimas que han sufrido abusos por parte de un cl¨¦rigo y no encuentran una soluci¨®n dentro de la Iglesia. ?l fue agredido sexualmente por el religioso marianista Fernando Picciochi, en un colegio de la orden en Buenos Aires, entre 1989 y 1990. Ten¨ªa 13 a?os y tard¨® una d¨¦cada en denunciarlo. Era el a?o 2000 y a¨²n le esperar¨ªan 12 a?os de idas y venidas por los tribunales, ya que su abusador huy¨® a Estados Unidos y la justicia no consegu¨ªa encontrarle. ¡°Fue toda una odisea personal ubicarlo en EE UU, a donde se hab¨ªa escapado y estaba viviendo con una identidad falsa¡±, dice.
Cuattromo acudi¨® tambi¨¦n en busca de ayuda al centro marianista, como instituci¨®n responsable. ¡°Picciochi tambi¨¦n hab¨ªa abusado de varios compa?eros y el colegio pretend¨ªa asumir su responsabilidad pag¨¢ndonos, pero a cambio de que nos comprometi¨¦ramos a guardar la confidencialidad¡±. Sin una soluci¨®n justa, en 2002 fue a denunciar su situaci¨®n al arzobispado de Buenos Aires, entonces liderado por el cardenal Jorge Bergoglio, actual papa Francisco.
Dice que le atendi¨® su secretario, Mart¨ªn Garc¨ªa Aguirre, que le prometi¨® tratar el tema con Bergoglio. ¡°A los pocos d¨ªas, el secretario me dijo que el cardenal Bergoglio me invitaba a acudir al obispo Mario Poli, responsable [por debajo de Bergoglio] de la zona de la ciudad donde estaba el colegio¡±.
Cuattromo cuenta que fue recibido en varias ocasiones por Poli. ¡°Finalmente, la respuesta de la jerarqu¨ªa cat¨®lica, encabezada por Bergoglio, fue que avalaban la actitud del colegio, que la respaldaban y que la ve¨ªan con buenos ojos¡±. La Iglesia, cuenta, le dio la espalda, pero afortunadamente los tribunales civiles le dieron la raz¨®n en 2012 y sentenci¨® al religioso a una pena de c¨¢rcel. Ese a?o dio a conocer su caso y conoci¨® a Piceda, con la que fund¨® la asociaci¨®n.
Desde que Bergoglio fue elegido Papa, Cuattromo ha solicitado al Pont¨ªfice que se re¨²na con la asociaci¨®n. ¡°En m¨¢s de una d¨¦cada de papado, Francisco nunca quiso convocarnos, invitarnos, recibir p¨²blicamente a las v¨ªctimas de su pa¨ªs. Las respuestas de la Iglesia son insuficientes¡±, reclama.
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