Mucho m¨¢s que eliminar una palabra
La reforma del art¨ªculo 49 de la Constituci¨®n es hist¨®rica, una cuesti¨®n de dignidad. Las personas con discapacidad no somos ciudadan¨ªa de segunda
La reforma del art¨ªculo 49 de la Constituci¨®n acaba de superar el tr¨¢mite parlamentario del Senado, casi por unanimidad, lo cual es de aplaudir, especialmente en estos tiempos pol¨ªticos tan complejos, donde alcanzar un acuerdo parece imposible. Solo los tres senadores de Vox han votado en contra.
Se trata de una reforma que es mucho m¨¢s que eliminar una palabra y cambiarla por otra. Es un acto de coherencia y un cambio de mirada hacia las personas con discapacidad.
Es un acto de coherencia porque Espa?a por fin ha adaptado el ya famoso art¨ªculo 49 de la Constituci¨®n a la Convenci¨®n de los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, un tratado internacional que Espa?a firm¨® y ratific¨® en 2007 y entr¨® en vigor el a?o siguiente. Las personas con discapacidad hemos tenido que esperar 16 a?os desde la firma de este tratado y pr¨¢cticamente dos d¨¦cadas desde que el Comit¨¦ Espa?ol de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi) solicitara este cambio para ver materializada esta reivindicaci¨®n.
No ten¨ªa ning¨²n sentido que habiendo firmado dicha convenci¨®n, Espa?a a¨²n mantuviera en su Ley Fundamental que las personas con discapacidad ¨¦ramos ¡°disminuidos f¨ªsicos y ps¨ªquicos¡± que necesit¨¢bamos ¡°tratamiento¡± y ¡°rehabilitaci¨®n¡±. Tratamiento necesitan las enfermedades, rehabilitaci¨®n las lesiones, y ambas pueden ser discapacitantes. Pero la discapacidad no es una patolog¨ªa, no se sufre ni se padece, se tiene, y esa condici¨®n, por la que sist¨¦mica y sistem¨¢ticamente somos discriminadas las personas que las tenemos, no es excusa para negarnos nuestros derechos.
Por eso es tan importante esta reforma, no solo porque es la primera reforma social de la Constituci¨®n y la primera que emana de la sociedad civil. No es un mero cambio de palabras. Cambiar ese art¨ªculo era necesario porque las personas con discapacidad y nuestras familias hemos superado con creces su visi¨®n, pr¨¢cticamente asistencial. Cambiar ese art¨ªculo era necesario para comenzar a garantizar de manera real y efectiva nuestros derechos, y eso pasa por la accesibilidad.
El nuevo art¨ªculo 49 establece, entre otras cosas, que los poderes p¨²blicos impulsar¨¢n las pol¨ªticas que garanticen la plena autonom¨ªa personal y la inclusi¨®n social de las personas con discapacidad, en entornos universalmente accesibles. Y de esta forma, se reconoce nuestro derecho a la accesibilidad, algo fundamental para nuestra inclusi¨®n, seg¨²n la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas (ONU). Porque sin accesibilidad no hay inclusi¨®n y sin inclusi¨®n no podemos ser ciudadan¨ªa de pleno derecho.
Sin accesibilidad no podemos participar en la sociedad, no podemos interactuar con el resto, y, por tanto, no se nos ve, la discapacidad se esconde, conden¨¢ndonos al aislamiento, a la exclusi¨®n. ?Cu¨¢ntas personas con discapacidad van a la universidad?, por ejemplo. El 7,1% frente al 18,7% de las personas sin discapacidad, seg¨²n datos de Odismet. El resto no alcanzar¨¢ estudios superiores muy probablemente porque no pudieron acceder a una educaci¨®n secundaria o a un bachiller por falta de accesibilidad del centro escolar, por falta de material adaptado, por falta de personal o de medios. Y aun habiendo logrado llegar hasta la universidad, seguramente muchas de estas personas tuvieron que elegir otra carrera por las mismas razones. Y a¨²n terminando la carrera, muchas de estas personas no podr¨¢n tener una brillante trayectoria profesional porque los puestos para los que est¨¢n preparados no est¨¢n adaptados. Y al rev¨¦s. Muchas empresas no encuentran perfiles de personas con discapacidad cualificados porque estas no han podido formarse. La pescadilla que se muerde la cola.
La accesibilidad no hace que la discapacidad desaparezca, pero la visibiliza, la normaliza y, sobre todo, nos hace m¨¢s libres y m¨¢s aut¨®nomos a quienes la tenemos. Y ahora es un derecho recogido en nuestra Constituci¨®n.
Por esto es tan importante esta reforma. Pero tambi¨¦n porque hace menci¨®n expresa a la vulnerabilidad de las mujeres y menores con discapacidad. El 14,3% de las mujeres con discapacidad v¨ªctimas de violencia sexual asegura que aquella es consecuencia de esta, porcentaje que asciende al 23,4% si hablamos tambi¨¦n de violencia f¨ªsica, seg¨²n datos de la macroencuesta sobre violencia contra la mujer de 2019. Por cierto, la primera encuesta oficial que recogi¨® este tipo de datos espec¨ªficos.
Adem¨¢s, la citada macroencuesta se?ala que el 20,7% de las mujeres con discapacidad acreditada ha sufrido violencia f¨ªsica o sexual de alguna pareja frente al 13,8% de las mujeres sin discapacidad acreditada. Y de forma m¨¢s violenta.
No hablemos ya de la exclusi¨®n social de las mujeres con discapacidad en el ¨¢mbito rural, donde muchas son desahuciadas y destinadas a ser sirvientas de sus familias 24/7 porque para eso s¨ª son ¨²tiles. O de la brecha salarial, o del techo, no ya de cristal, de hormig¨®n, que nos impide avanzar profesionalmente. Y lo mismo los menores con discapacidad, muchos de los cuales no pueden acceder a la escuela m¨¢s cercana a su casa porque no es accesible ni tiene personal preparado para formarle.
Por todas estas razones y muchas m¨¢s, esta reforma es hist¨®rica. Porque las personas con discapacidad no somos ciudadan¨ªa de segunda. Esta reforma supone darnos el lugar que merecemos en la sociedad, un sitio que nadie nos ha regalado y que nos hemos ganado a pulso. Es una cuesti¨®n de dignidad.
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