El muro educativo para los alumnos con discapacidad: ¡°En lo que menos tiempo inviertes es en estudiar¡±
Los estudiantes en las aulas de ESO pasan de ser el 2,9% al 1,4% en la universidad. Algunos padres se ven obligados a hacer malabarismos laborales para que sus hijos puedan continuar form¨¢ndose tras la educaci¨®n obligatoria
Claudia Perucha Mart¨ªnez nunca pudo llevar una mochila, un ordenador o tomar apuntes en el bachillerato ni en los cuatro a?os de universidad. ¡°Necesitaba una persona que me ayudara porque yo no puedo hacerlo, por mi espalda¡±, dice la joven de 22 a?os, que desde hace 17 vive con una discapacidad motora producto de una lesi¨®n medular, que no le permite mover uno de sus brazos. ¡°Mi madre tuvo que acompa?arme en el proceso y gracias a ella he podido graduarme¡±. Para Perucha, como para otros 228.000 alumnos con discapacidad en Espa?a en todas las etapas educativas, tareas cotidianas como tomar el autob¨²s, cambiar de aula entre clases o hacer un examen suponen un gigantesco esfuerzo y, en los casos m¨¢s graves, los empujan a abandonar sus estudios cuando los apoyos empiezan a hacerse m¨¢s escasos, es decir, al terminar la educaci¨®n obligatoria (de 6 a 16 a?os). Algunos casos son como el de Perucha, que tiene un grado de autonom¨ªa que le permite desplazarse sola, aunque sea con dificultad. En otros las barreras llegan a convertirse en muros casi infranqueables.
De los 2.012.829 alumnos de la ESO, los que tienen discapacidad representan el 2,87% (57.868), sin contar los 38.067 que estudian en centros espec¨ªficos de educaci¨®n especial. En los siguientes escalones, la presencia de personas con discapacidad se reduce a 6.586 en la FP de grado medio (el 2% del total) y 4.842 en bachillerato (0,8%), seg¨²n los ¨²ltimos datos del Ministerio de Educaci¨®n. Y la progresi¨®n descendente prosigue: apenas son el 0,6% de los estudiantes de FP superior (2.324) y poco m¨¢s del 1,4% en la universidad. Estos ¨²ltimos, seg¨²n los datos del Comit¨¦ Espa?ol de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), se reparten as¨ª: 19.910 cursan grado; 1.766 postgrado y 631 doctorado. Jos¨¦ Luis Aedo, su presidente, se queja de que estos estudiantes pierden apoyos al terminar secundaria.
En ese camino de obst¨¢culos, las m¨¢s afectadas son las personas con discapacidad intelectual. De los 11.579, que empiezan la ESO, solo 171 logran un grado superior (un t¨ªtulo de FP superior o universitario), seg¨²n datos del Ministerio de Educaci¨®n. Le siguen las personas con discapacidad motora, como Perucha: 299 alumnos de los 2.145 que comienzan la ESO alcanza el grado superior. Las personas con discapacidad visual y auditiva son las que tienen menos abandono, pero solo porque 650 y 1.729 respectivamente llegan a la ESO; 85 alumnos con discapacidad visual y 197 con auditiva obtienen a un grado superior.
Beneficios como contar con un profesor que ayude al estudiante con sus tareas en casa, tomar apuntes en clases o tener transporte escolar terminan en la ESO. Para Perucha esos apoyos le permit¨ªan aprender con ¡°normalidad en la medida de lo posible¡±. Pero en el bachillerato todo cambi¨®. No recibi¨® ning¨²n tipo de apoyo despu¨¦s de ser operada. Perdi¨® casi un trimestre y tuvo que igualarse pese a la ausencia en clases.
La historia de Perucha, que termin¨® Filosof¨ªa, Pol¨ªtica y Econom¨ªa hace tres meses, es un ejemplo de esa carrera de obst¨¢culos que buena parte de los alumnos, como evidencian los datos, no consiguen superar. Perucha, de hecho, repite una y otra vez la misma palabra: ¡°cansada¡±. ¡°En lo que menos tiempo inviertes es en estudiar¡±, zanja sobre sus cuatro a?os de carrera, sentada en unas escalinatas de la rotonda de Manuel Aza?a en Alcal¨¢ de Henares (Madrid), donde vive.
Su madre tuvo que acompa?arla, en el segundo curso, durante seis meses a la universidad, mientras se recuperaba de una operaci¨®n de m¨¦dula. Para ello, la madre pidi¨® una excedencia en el trabajo. Normalmente, Perucha se puede desplazar sola con cierta dificultad. Nadie le pod¨ªa llevar de su casa al centro de estudios. ¡°Me llevaba por las ma?anas, me acompa?aba del aparcamiento del coche al aula. Se quedaba ah¨ª, esperando fuera, en un banco, mientras yo recib¨ªa clases¡±, recuerda Perucha. Su madre no pod¨ªa entrar con ella.
El programa de Oficina de Vida de Madrid ¡ªun servicio de prestaci¨®n de horas de apoyo¡ª aprob¨® una asistente para ayudar a Perucha a tomar apuntes, pero nada m¨¢s. ¡°Me ayudaba pas¨¢ndome una botella de agua, cosas as¨ª. No me ayudaba a estudiar, que era lo que quer¨ªa¡±, cuenta Perucha. La soluci¨®n que le dieron fue que una compa?era de clase le compartiera los apuntes. Pero ¡°yo no quiero los apuntes que ha filtrado otra persona¡±. Se queda en silencio y prosigue: ¡°De los cuatro a?os de carrera, llego a 15 meses buenos. El resto: frustrada, con depresi¨®n o aislada y claro, te pierdes todo¡±.
El resto del d¨ªa, para las autoridades, su discapacidad quedaba en segundo plano. ¡°T¨² tienes discapacidad 24 horas al d¨ªa y 7 d¨ªas a la semana, no solo en el horario de universidad, de 8.00 de la ma?ana a 2.00 de la tarde¡±, dice enfadada. El presidente de la Federaci¨®n de Asociaciones de Personas con Discapacidad F¨ªsica y Org¨¢nica de Madrid (FAMMA), Javier Ponte, reconoce que dentro de los centros educativos de ense?anza no obligatoria no hay ayudas generalizadas a estudiantes, m¨¢s all¨¢ de programas puntuales y dispersos. ¡°La gran mayor¨ªa de ellos abandonan el sistema educativo. Si alguno accede es por el apoyo importante de la familia¡±, explica Ponte.
Los problemas del abandono escolar empeoran en el paso de la etapa obligatoria a la postobligatoria. En la ESO llegan al 1,8% del alumnado. Pero en los cursos de bachillerato apenas representan el 0,2% y en la universidad el 1,4%. Se necesitar¨ªa multiplicar por 20 los niveles de matr¨ªcula en esta etapa para alcanzar un 2% del alumnado en los centros universitarios, seg¨²n datos del informe Universidad y Discapacidad de CERMI. Las brechas se profundizan por el tipo de discapacidad.
Obst¨¢culos desde la ESO
Pedro Alz¨² cuida a su hijo desde hace seis a?os. Alz¨² lo ha acompa?ado a ¡°todo lo habido y por haber¡±. Desde ir a dejarlo al colegio hasta asistirlo en necesidades b¨¢sicas como ir al ba?o. Su hijo vive con una discapacidad org¨¢nica, que le afecta al funcionamiento renal. Ahora, ya con 12 a?os, su padre dice que ¡°el cr¨ªo es pr¨¢cticamente autosuficiente¡±. Se toma su medicaci¨®n y puede sondarse por s¨ª mismo.
La vida de Alz¨² transcurri¨® entre su trabajo como inform¨¢tico y el acompa?amiento a su hijo a todas las excursiones fuera del colegio. Ning¨²n auxiliar de enfermer¨ªa o asistente pod¨ªa hacerlo porque ten¨ªan que quedarse con el resto de estudiantes con discapacidad del centro. Alzu tuvo que modificar sus actividades laborales y conversar con sus jefes para comenzar a teletrabajar desde 2016. El empleo de su esposa no le permit¨ªa hacerlo y no tuvo otra opci¨®n. Aunque admite que casi siempre acaba trabajando a deshoras.
Su oficina pas¨® a convertirse en un banco del parque, el coche o la entrada de un museo. ¡°Mi jefe sab¨ªa que estaba en remoto, pero a lo mejor no sab¨ªan que estaba en una excursi¨®n y estaba trabajando en un parque¡±, cuenta este padre de 52 a?os. ¡°Yo llevaba al cr¨ªo al ba?o, luego lo dejaba donde estaba el resto y me iba a esperar fuera. Iba un poco sat¨¦lite¡±.
Para el presidente de FAMMA, Javier Fonte, hay que sumar que no existe personal de apoyo para ayudar al estudiante en lo m¨¢s b¨¢sico. ¡°El personal docente no tiene competencias para poder hacer esa labor y no puede acompa?ar al menor¡±, se?ala. Alz¨² considera que no se puede justificar un sistema excluyente en el que los ni?os deban quedarse esperando en el aula a que los otros lleguen de un paseo.
Preguntado sobre si hijo seguir¨¢ estudiando en bachillerato, Alz¨² responde: ¡°?l puede hacer lo que sea. Pero sabe que necesitar¨¢ llevarse un malet¨®n con todas las cosas que necesita¡±.
Claudia Perucha quiere hacer una pausa este a?o y ¡°descansar¡±. Despu¨¦s, tal vez, estudie un m¨¢ster, pero solo si consigue una asistente que la ayude. Pero, explica, que sin una beca que costee la mitad es casi imposible. ¡°Me ha costado tant¨ªsimo llegar hasta aqu¨ª¡±, dice.
Puedes seguir EL PA?S EDUCACI?N en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.