Mar¨ªa Elena Walsh, el virus
Se la recuerda como una gran autora de libros y canciones infantiles, pero es mucho m¨¢s que eso
Naci¨® en 1930. Era argentina. A los 17 public¨® su primer libro de poemas que conten¨ªa versos como este: ¡°?Qu¨¦ de campanas en la sangre siento/ cada vez que me olvido de la muerte!/ Pero sucede que ella no me olvida¡±.
En 1948 lleg¨® al pa¨ªs Juan Ram¨®n Jim¨¦nez que, impresionado por sus poemas, la invit¨® a pasar un tiempo en su casa de Maryland a modo de beca. Ella volvi¨® cargada de la experiencia de un velociraptor de cien a?os, s¨®lo que ten¨ªa 18. ¡°Cada d¨ªa ten¨ªa que inventarme coraje para enfrentarlo (¡) Juan Ram¨®n me destru¨ªa, y no ten¨ªa derecho a equivocarse porque ¨¦l era Juan Ram¨®n, y yo, nadie. ?En nombre de qu¨¦ hay que perdonarlo? En nombre de lo que ¨¦l es y significa, m¨¢s all¨¢ del fracaso de una relaci¨®n¡±, escribi¨® a los 27, sin permitirse ser carne de trauma ni siquiera de un gran ¨Cy genial- se?or espa?ol.
Sus cambios de rumbo son una maniobra a alt¨ªsima velocidad sobre pista mojada: en 1952 abandon¨® su destino de promesa literaria y se march¨® con la folklorista Leda Valladares a Par¨ªs, donde cantaron bagualas y vidalas en el escenario del Crazy Horse, entre cuadros de baile consumados por se?oritas desnudas. All¨ª empez¨® a escribir cosas para chicos que public¨® al regresar a la Argentina. Nunca abandon¨® ese camino.
Hubo picos alt¨ªsimos, como el libro Dailan Kifki, y decenas de canciones grabadas con su voz llena y transparente. Esa mujer que fue la banda de sonidos de generaciones, que compuso cosas tan lis¨¦rgicas como El reino del rev¨¦s (Me dijeron que en el Reino del Rev¨¦s/ cabe un oso en una nuez/ Que usan barbas y bigotes los beb¨¦s/ y que un a?o dura un mes), y cl¨¢sicos como La tortuga Manuelita, fue la misma que escribi¨®, en a?os en los que la palabra feminista era un insulto: ¡°El Movimiento de Liberaci¨®n Femenina es una ideolog¨ªa revolucionaria, no exprimida de libracos apolillados sino del cotidiano martirio de la mitad de la humanidad. Nace (¡) a la vera de las camillas de ginec¨®logos carniceros y a contrapelo de los viejitos c¨¦libes del Vaticano que vienen diagramando la conducta sexual seg¨²n conviene a los intereses de los capitales y a las fluctuaciones del mercado b¨¦lico¡±.
Se la recuerda como una gran autora de libros y canciones infantiles. Es mucho m¨¢s que eso, pero recordarla as¨ª no est¨¢ mal. Ese r¨®tulo inofensivo le permiti¨® inocular en muchos de nosotros el virus de la libertad. Su nombre es Mar¨ªa Elena Walsh. Falleci¨® en 2011. Sigue ac¨¢.