El Viagra viene de Rusia
La Justicia rusa desvela la red Festi, que llega a generar un tercio de todos los mensajes basura que circulan por el mundo
Igor A. Artimovich vivi¨® durante a?os en un apartamento de tres habitaciones que compart¨ªa con su mujer en San Petersburgo, sentado en pijama durante largas horas delante de un port¨¢til Lenovo y bebiendo caf¨¦ azucarado.
Los analistas de seguridad occidentales que rastrean el origen del spam, o correos electr¨®nicos basura, y en concreto los correos basura que promocionan productos para la potencia sexual masculina, le conoc¨ªan por el nombre que usaba en los chats rusos, Engel.
Su pl¨¢cida existencia cambi¨® este verano, cuando un tribunal de Mosc¨² relacion¨® a Artimovich y a otras tres personas con una de las spambots, o redes ilegales de ordenadores infectados con virus que env¨ªan correos basura, m¨¢s prol¨ªficas del mundo.
La sentencia ha permitido atisbar el mundo de la industria de los correos basura relacionados con el Viagra, un negocio ilegal de miles de millones de d¨®lares que se extiende desde Rusia hasta India. El tribunal puso nombre y cara a una oscura red mundial de ordenadores infectados conocida fuera de Rusia como Festi y dentro del pa¨ªs como Topol-Mailer, que recibe su nombre de un misil bal¨ªstico intercontinental, el Topol-M. Era lo suficientemente poderosa para generar, en ocasiones, hasta un tercio de todos los mensajes de correos electr¨®nicos basura que circulan por el mundo.
Los fiscales creen que Artimovich es uno de los dos principales programadores a cargo de la red en un grupo que inclu¨ªa a un ex agente secreto de se?ales del Servicio de Seguridad Federal, o FSB, el organismo sucesor del KGB.
Una vez que controlan los ordenadores infectados por los virus, utilizan un programa integrado en ordenadores de casa o del trabajo para enviar correos basura. El propietario de un ordenador infectado normalmente no sabe que su ordenador ha sido atacado.
La mayor¨ªa de las veces, esos ordenadores infectados se encuentran en India, Brasil y otros pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo donde los usuarios no se pueden permitir programas de protecci¨®n. Pero la programaci¨®n sofisticada de virus por lo general se realiza en Rusia.
Un tribunal de Mosc¨² conden¨® a dos personas por dise?ar y controlar el conjunto de robots inform¨¢ticos de Festi, y a otras dos por pagar por sus servicios, pero no conden¨® a ninguna de ellas expl¨ªcitamente por distribuir correos basura. En cambio, s¨ª les castig¨® por emplear la red Festi en 2010 para llevar a miles de navegadores a la vez a la p¨¢gina del sistema de pago por Internet de Aeroflot, la compa?¨ªa a¨¦rea nacional rusa, colaps¨¢ndola en lo que se conoce como ataque distribuido de denegaci¨®n de servicio.
El problema de las spambots ha molestado a las autoridades policiales occidentales, que se quejan de que los rusos hacen caso omiso del coste que supone para las empresas mundiales, que gastan cerca de 6.000 millones de d¨®lares al a?o en filtros para correos basura, y para compa?¨ªas como Pfizer por las ventas que pierden por culpa de las p¨ªldoras falsas.
El proceso judicial ruso se?al¨® a cuatro hombres: Pavel Vrublevsky, propietario de una empresa de pagos por Internet llamada ChronoPay; Maksim Permakov, empleado de Vrublevsky y exagente del FSB; Artimovich, exempleado de Sun Microsystems en Rusia, y su hermano Dmitry Artimovich, programador freelance.
Todos han negado las acusaciones y declarado que tienen intenci¨®n de recurrir las condenas, que oscilan entre los dos a?os y los dos a?os y medio de c¨¢rcel, menos para Permakov, que cooper¨® con los investigadores a cambio de una suspensi¨®n de la condena. Pero los expertos en seguridad inform¨¢tica aseguran que el env¨ªo de correos basura que han observado desde entonces parece indicar que o bien se han condenado a los hombres equivocados, o bien los c¨®digos de control se transmitieron a otra persona.
Los fiscales sostienen que Igor Artimovich dise?¨® Festi. Afirman que los ejecutivos de ChronoPay le contrataron para colapsar el sitio de Aeroflot porque estaban furiosos por haber perdido un concurso para prestar servicio a la l¨ªnea a¨¦rea. Artimovich declar¨® en una entrevista que estaba trabajando en un c¨®digo con un contrato con ChronoPay, pero para un programa antivirus, no para un virus. Y alega que la polic¨ªa puso pruebas en el disco duro de su port¨¢til despu¨¦s de su detenci¨®n.
Las autoridades rusas niegan haber consentido o creado robots para atacar los sitios de disidentes, bancos e instituciones p¨²blicas en pa¨ªses vecinos como Estonia o Georgia. Con todo, a los expertos en seguridad inform¨¢tica les intriga desde hace tiempo la posibilidad de que el Gobierno ruso haya recurrido a piratas de sombrero negro para que realicen tareas pol¨ªticas a cambio de protecci¨®n en a los juicios. No hay ninguna prueba directa, pero el caso Festi es otra nueva prueba circunstancial.
? 2013 New York Times News Service
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