El glamur de compartir piso en Silicon Valley
El alto precio del alquiler que padece esta zona busca f¨®rmulas para mantener a los habitantes
Silicon Valley tiene una nueva etiqueta que repite con orgullo. Ahora compartir piso se llama co-living. Los anuncios de las inmobiliarias muestran a j¨®venes rozando los 30 compartiendo sal¨®n. Uno toca la guitarra, otro cocina y una m¨¢s est¨¢ en una mesa trabajando en el ordenador. Esa aparente armon¨ªa no refleja la realidad.
A pesar de los altos salarios, la presi¨®n inmobiliaria hace de Silicon Valley un lugar especialmente caro. No solo el valle, sino tambi¨¦n San Francisco, la ciudad m¨¢s demandada y con un gran control sobre la construcci¨®n. Nadie quiere que las casas victorianas se pierdan, pero tampoco se autorizan nuevas construcciones para satisfacer la demanda. Por la propia disposici¨®n de la ciudad, en la punta norte de la pen¨ªnsula, el espacio es limitado. Es tan solo una cuadr¨ªcula de siete por siete millas, similar a la superficie de Manhattan.
En el coraz¨®n de Palo Alto, est¨¢ Startup Embassy, un modelo que incluye la limpieza y donde se alquilan camas, se incluye el espacio de trabajo y la conexi¨®n a Internet
El coste medio de un apartamento de una habitaci¨®n es de 3.500 d¨®lares. Si se quiere huir de los barrios m¨¢s inseguros y sucios, aunque bien situado, como el caso del Tenderloin, hay que pensar m¨¢s all¨¢ de los 4.000 d¨®lares. En Palo Alto, la ciudad en donde radica la Universidad de Stanford, las unidades familiares cuyos ingresos anuales no superen los 200.000 d¨®lares pueden pedir ayudas. Esto da una idea de las cantidades que se pagan por servicios adicionales, no solo la vivienda.
El co-living es la soluci¨®n aportada pero con tintes propios de una startup de ¨²ltima generaci¨®n o con adaptaci¨®n a lo que lleva a tantos emprendedores a este rinc¨®n del mundo, montar su startup.
En 2016 naci¨® HubHaus, una firma dedicada a encontrar casas grandes, cuyo valor supera varios millones de d¨®lares, para unir a los que est¨¦n dispuestos a vivir en ellas en r¨¦gimen de piso compartido. Acceden a las comodidades de las mansiones y se a?ade la incertidumbre de la convivencia. Cuenta con 41 miembros, como les gusta llamar a los clientes. El propio fundador, Shruti Merchant comparte su casa, valorada en 3,69 millones de d¨®lares, en Los Altos, con varios miembros. No le mueve la necesidad, pero no rechaza unos ingresos extras y tomar ideas para su startup de primera mano. Los precios oscilan entre los 500 y los 2.600 d¨®lares al mes por persona, dependiendo de la casa y la localizaci¨®n.
Villa Maravilla, una casa en el barrio de Marina, donde viv¨ªan varios espa?oles, ser¨ªa algo parecido a este modelo, pero la relaci¨®n surgi¨® de manera espont¨¢nea, natural, sin una empresa de por medio, que busque los perfiles y lo equilibre para crear cierta concordia en el mismo techo.
No son los ¨²nicos en el sector. WeLive y Common se centran en pisos de reciente creaci¨®n con edificios que ofrecen servicios cercanos a los de un hotel: sauna, gimnasio, sala social, habitaci¨®n para ver partidos, pel¨ªculas y series, caf¨¦ gratis en el recibidor¡ Cubren as¨ª la demanda que generan estos edificios que piden muchas veces m¨¢s de 6.000 d¨®lares al mes por un apartamento de tres habitaciones.
En algunos casos, como en el de NomadPass combinan alojamiento con espacio de coworking, ideal para startups que van a pasar un tiempo en Silicon Valley. En el coraz¨®n de Palo Alto, est¨¢ Startup Embassy, un modelo que incluye la limpieza y donde se alquilan camas, se incluye el espacio de trabajo y la conexi¨®n a Internet. No es piso compartido, sino algo temporal, alternativo al hotel o el Airbnb que asegura crear v¨ªnculos en Silicon Valley desde el primer momento.
Siguen siendo compa?eros de piso, de cocina y ba?o, los espacios de fricci¨®n por limpieza, horarios y organizaci¨®n, pero con un toque de glamur. Todo depende de c¨®mo se cuente...
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