Los robots no saben ser mujeres
Las investigaciones demuestran que las trabajadoras est¨¢n mejor preparadas que los hombres para resistir a la automatizaci¨®n e incluso pueden beneficiarse de ella
Hay un gran n¨²mero de mujeres en las empresas que necesitan trabajadores con habilidades sociales y empat¨ªa (como la enfermer¨ªa, la ense?anza y la asistencia social). En estos puestos ser¨ªa bastante complicado reemplazar a un trabajador humano por uno automatizado. En las econom¨ªas avanzadas, las mujeres tienen, de media, mayor nivel educativo y de alfabetizaci¨®n digital, lo que les proporciona una gran ventaja en el mercado laboral, que est¨¢ constantemente transform¨¢ndose debido a la innovaci¨®n tecnol¨®gica.
El miedo de que alg¨²n d¨ªa los robots puedan ocupar la mayor¨ªa de los puestos de trabajo de los humanos no est¨¢ justificado, como demuestran varios estudios. De hecho, el riesgo de la digitalizaci¨®n var¨ªa de manera considerable seg¨²n los puestos de trabajo, dependiendo de las tareas y habilidades que haya que desarrollar y poseer.
Por ejemplo, los trabajos para los que sea necesario el trabajo f¨ªsico durante mucho tiempo o en los que se usan las manos tienen mayor riesgo de digitalizaci¨®n que los trabajos que implican estar presentes para ense?ar algo a alguien. Algo parecido ocurre con los trabajos en los que se requiere alfabetizaci¨®n y resoluci¨®n de problemas, ya que tendr¨¢n un riesgo menor que los trabajos que requieren aritm¨¦tica.
Las econom¨ªas del trabajo
La innovaci¨®n tecnol¨®gica, de la que forma parte la automatizaci¨®n, cambia la manera en que se organiza y se realiza el trabajo entre los diferentes sectores de la econom¨ªa.
Normalmente, el proceso es el resultado de un cambio progresivo de un trabajo no cualificado a un trabajo cualificado, siendo el primero cada vez m¨¢s prescindible. Al mismo tiempo, las tecnolog¨ªas han propiciado nuevas posibilidades en lo que se refiere a la flexibilidad laboral, a la formaci¨®n a distancia y a la creaci¨®n de redes de contactos.
Como resultado de esta transformaci¨®n, algunas profesiones que tradicionalmente han empleado m¨¢s a mujeres (las oficinas y el sector servicios) han prosperado, aumentando a su vez las oportunidades laborales para las mujeres.
Aunque la automatizaci¨®n puede suponer una amenaza para otros sectores en los que hay gran cantidad de trabajadoras (como las cadenas de montaje industriales o la agricultura de mano de obra intensiva), hist¨®ricamente, el efecto de la innovaci¨®n en estos sectores parece haber aumentado la participaci¨®n y la demanda de mujeres.
La interacci¨®n entre la tecnolog¨ªa y el ser humano tiene un papel fundamental. Los cambios en la estructura salarial (por ejemplo, mayor demanda y, por consiguiente, mejores sueldos para el trabajo cualificado), unido a que las mujeres cada vez est¨¢n mejor preparadas y han modificado sus desempe?os familiares, hacen que su participaci¨®n en el trabajo se traduzca en que todo sea m¨¢s f¨¢cil y atractivo para un mayor n¨²mero de mujeres. Esto es lo que ocurre en los pa¨ªses desarrollados.
Sobre todo, los debates econ¨®micos ponen de manifiesto que, aunque algunos sectores en los que trabajan muchas mujeres sean vulnerables a la digitalizaci¨®n, por lo general, ellas corren menor riesgo que los hombres y pueden, de hecho, beneficiarse incluso de un aumento de puestos de trabajo.
La evidencia est¨¢ en los datos
Calcular el impacto de la automatizaci¨®n en los trabajos de la mujer no es tarea f¨¢cil, ya que este hecho es dif¨ªcil de separar del resto de factores que determinan su participaci¨®n. As¨ª que, normalmente, las primeras investigaciones suelen depender de un an¨¢lisis cualitativo de casos concretos que se han estudiado.
Recientemente, gracias a los avances en m¨¦todos de investigaci¨®n y disponibilidad de datos, se han podido obtener valoraciones que confirman los beneficios potenciales de la automatizaci¨®n en cuanto a la participaci¨®n de las mujeres y el empleo.
Lo que hay que tener muy presente es que, normalmente, este tipo de investigaciones se refieren a Estados Unidos y/o a un grupo relativamente peque?o de pa¨ªses desarrollados (OCDE, Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®micos).
Por ejemplo, un estudio de 2016 se?alaba el hecho de que el progreso tecnol¨®gico aplicado al sector dom¨¦stico era una pieza clave para explicar la participaci¨®n de las mujeres casadas de Estados Unidos. No solo consist¨ªa en una mejora de los electrodom¨¦sticos, sino en el hecho de que muchas mujeres ya no ten¨ªan que quedarse en casa para criar a sus hijos. Tambi¨¦n se tuvo en cuenta la forma en la que hacemos las tareas del hogar (por ejemplo, pedir comida o comprarla congelada en oposici¨®n a estar horas cocinando).
Siguiendo el mismo patr¨®n, un estudio de la OCDE, tambi¨¦n publicado en 2016, demuestra que, tras controlar una serie de factores, el riesgo de que los trabajos se automaticen es inferior para las mujeres que para los hombres.
Otra investigaci¨®n muy reciente compara el riesgo de digitalizaci¨®n de los trabajos entre ocho econom¨ªas avanzadas (Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Rusia, Turqu¨ªa, Jap¨®n y Corea). Se sacan dos conclusiones principales.
La primera, que las mujeres no corren tanto riesgo como los hombres sino, por lo general, menos. La ¨²nica excepci¨®n es Jap¨®n, donde el riesgo de la digitalizaci¨®n para los hombres es menor que para las mujeres.
La segunda, los puestos no cualificados siempre son los m¨¢s vulnerables. Sin embargo, en este tipo de empleos las mujeres tienen un riesgo menor que los hombres (de nuevo igual que antes, Jap¨®n es la excepci¨®n, ya que el riesgo entre hombres y mujeres en puestos poco cualificados es pr¨¢cticamente el mismo).
Esto se debe a que, en las econom¨ªas avanzadas, las mujeres consiguen trabajos que requieren altos niveles de habilidades sociales y empat¨ªa (como en enfermer¨ªa) y son, por lo tanto, m¨¢s resistentes a la automatizaci¨®n que otros empleos poco cualificados como los operadores de maquinarias o los trabajadores de las l¨ªneas de montaje.
M¨¢s que destruir empleos, la automatizaci¨®n es una forma de cambiar los trabajos de una forma que beneficia m¨¢s a las mujeres que a los hombres. Esto no significa que la automatizaci¨®n vaya a eliminar la desigualdad de g¨¦nero del mercado laboral. Sin embargo, s¨ª significa que las mujeres no tienen nada que envidiar a los hombres ya que, probablemente, se beneficiar¨¢n m¨¢s de la llegada de los robots que ellos.
Fabrizio Carmignani, Profesor, Griffith Business School, Griffith University
Cl¨¢usula de Divulgaci¨®n. Fabrizio Carmignani ha recibido fondos del Consejo de Investigaciones australiano (ARC) para un proyecto sobre la estimaci¨®n por partes del modelo lineal continuo y sus aplicaciones en macroeconom¨ªa.
Este art¨ªculo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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