Por qu¨¦ el conflicto entre Trump y Twitter esconde una de las batallas de nuestro tiempo
Las redes sociales buscan un equilibrio casi imposible entre limitar la expresi¨®n y la libertad total
Esta semana ocurri¨® algo impensable en el mundo de las redes sociales. Twitter advirti¨® que tres mensajes de Trump conten¨ªan mentiras o promov¨ªan la violencia. El pasado martes el presidente tuite¨® que el voto por correo en California era ¡°sustancialmente fraudulento¡±. Twitter a?adi¨® debajo del tuit un enlace: ¡°Estos son los hechos sobre el voto por correo¡±, donde se correg¨ªa la afirmaci¨®n del presidente.
Trump estall¨®. El jueves firm¨® una orden ejecutiva, que no necesita el tr¨¢mite del Congreso, para poner trabas a uno de los pilares de internet desde 1996: las redes sociales o lo comentarios en un blog no pueden ser denunciados por lo que escriban los usuarios. Al contrario de lo que sucede en los medios de comunicaci¨®n tradicionales, en Internet las plataformas est¨¢n exentas de controlar todo lo que se publique. Si un art¨ªculo amenaza de muerte a un ciudadano, el responsable es el propio peri¨®dico. Si esa amenaza se lanza en forma de tuit, Twitter no lo es. La Uni¨®n Europea promulg¨® en 2000 una directiva con un contenido similar.
Pero Twitter no se detuvo ah¨ª. El mismo jueves ocult¨® un tuit de Trump por ¡°glorificaci¨®n de la violencia¡±. El tuit dec¨ªa que ¡°cuando empiezan los pillajes, empiezan los tiros¡±. La frase proviene de un comisario de Miami en 1967, en plena lucha por los derechos civiles. El tuit pod¨ªa verse tras leer la advertencia de Twitter. La guerra estaba declarada.
No era la primera vez que Trump rozaba el incumplimiento de las normas comunitarias de Twitter. Esta misma semana acus¨® a un presentador de televisi¨®n de matar a su presunta amante hace casi dos d¨¦cadas, una joven que muri¨® de causa natural. Su viudo rog¨® a Twitter en una carta p¨²blica que retirara los mensajes de Trump. Twitter no lo hizo. Trump ha dicho de todo en Twitter: ha amenazado guerras nucleares y ha llamado ¡°esa perra¡± y ¡°ser inferior¡± a una ex asesora.
Por qu¨¦ ahora
Las plataformas ven c¨®mo crece su rol en el debate p¨²blico. Twitter, Facebook o Youtube eran herramientas importantes en 2012, cuando Barack Obama fue reelegido, pero ninguna fue clave. En estos a?os su peso ha crecido. Las elecciones de 2016 fueron el mayor ejemplo, al margen de los rusos. El uso de la publicidad en Facebook por parte de la campa?a de Trump fue con certeza una de las claves de sus triunfo.
Igual que la ley estadounidense de 1996 impide que las plataformas sean denunciadas por el contenido que publican sus usuarios, tambi¨¦n se les pide que restrinjan ¡°de buena fe¡± todo aquel material que les parezca ¡°obsceno, lascivo, libidinoso, soez, excesivamente violento, acosador u de alg¨²n modo objetable¡±. Estos adjetivos dejan una puerta abierta a pornograf¨ªa, apolog¨ªa del terrorismo o desinformaci¨®n.
La pandemia ha tra¨ªdo un nuevo nivel de riesgo. La desinformaci¨®n o las bromas pod¨ªan llevar a problemas graves de salud. Las redes han desplegado todo tipo de medidas nuevas y m¨¢s intrusivas. ¡°La pandemia destaca c¨®mo afirmaciones falsas sobre curas o riesgos son una cuesti¨®n de vida o muerte, especialmente cuando vienen del l¨ªder del pa¨ªs. Esto ha conllevado una presi¨®n tremenda a las plataformas para vigilar la desinformaci¨®n de figuras p¨²blicas¡±, dice Lucas Graves, profesor de la Universidad de Wisconsin-Madison.
Twitter presume de ser una plataforma a favor de la libertad de expresi¨®n. Su opci¨®n, deliberada durante a?os, ha sido crear m¨¦todos, como etiquetas o cortinas, que adviertan sin suprimir. La acci¨®n contra Trump es el paso definitivo. Es dif¨ªcil que haya vuelta atr¨¢s. Junto a Trump ha sido etiquetado un portavoz chino y una imagen falsa del polic¨ªa que estrangul¨® con su rodilla el cuello de George Floyd en Minesota.
Por qu¨¦ Facebook no
El presidente Trump puso los mismos mensajes en Facebook y siguen ah¨ª, sin ninguna advertencia. ¡°Facebook no debe ser el ¨¢rbitro de la verdad¡±, dijo Mark Zuckerberg tras la primera acci¨®n de Twitter. Jack Dorsey, fundador de Twitter, respondi¨® que su medida no les hace ¡°¨¢rbitros de la verdad¡±. Sus normas comunitarias son muy estrictas con dos cosas: coronavirus y elecciones.
Facebook tiene unas normas comunitarias en el fondo muy similares a las de Twitter, aunque no tiene la opci¨®n de a?adir etiquetas: Facebook deja un post o lo borra, sin t¨¦rmino medio.
Facebook tiene unas normas comunitarias en el fondo muy similares a las de Twitter, aunque no tiene la opci¨®n de a?adir etiquetas: Facebook deja un post o lo borra, sin t¨¦rmino medio. Aqu¨ª es donde empiezan todos los grises y debates imposibles sobre qu¨¦ hace cada red. Zuckerberg ha contado en un post c¨®mo esa decisi¨®n sigue estando en sus manos y quiz¨¢ un d¨ªa pulsa el bot¨®n rojo: ¡°Creemos que si un post incita violencia¡±, ha escrito sobre el mensaje de Trump de los disturbios en Minesota, ¡°deber¨ªa ser suprimido sin tener en cuenta si es noticiable, incluso si procede de un pol¨ªtico¡±.
Zuckerberg ha decidido que no. Dorsey ha decidido que algo deb¨ªan hacer.
Los expertos tienen opiniones distintas. A los m¨¢s cercanos al periodismo, les parece que este equilibrio entre libertad y aplicaci¨®n de pol¨ªticas es el m¨¢s correcto: ¡°Muchos expertos recomiendan una combinaci¨®n de pol¨ªticas claras, aplicaci¨®n consistente y respuestas a la desinformaci¨®n que se centren en limitar interacciones y proporcionar informaci¨®n, en lugar de supresiones directas¡±, dice Rasmus Nielsen, director del Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo. Las acciones de Twitter representan una nueva voluntad de tratarle igual que al resto. ¡°No hablamos de censura, sino de moderaci¨®n de contenido consistente y aplicaci¨®n de pol¨ªticas¡±, a?ade.
Pero hay juristas que creen que Twitter ha sobrepasado sus l¨ªmites. ¡°Twitter se ha equivocado. Se han metido ellos solos en un jard¨ªn¡±, dice David Maeztu, abogado especializado en derecho de Internet. ¡°Estamos en una l¨ªnea muy difusa y compleja, pero quiz¨¢ hubiera sido m¨¢s correcto hacer cerrado la cuenta por incumplimiento de sus normas. En el momento en que a?ades algo, est¨¢s alterando el contenido¡±, dice.
Por qu¨¦ es tan importante
?D¨®nde est¨¢ el l¨ªmite de lo que pueden a?adir o suprimir las redes? ?Qui¨¦n exactamente lo dice y c¨®mo un usuario puede quejarse o denunciar? Si no son editores, deben limitarse todo lo posible. Pero, ?cu¨¢nto exactamente? Si son editores, deber¨ªan asumir m¨¢s el contenido, lo que har¨ªa inviable su negocio.
Para las redes, la ley debe seguir como est¨¢. Pero, ?c¨®mo aseguran que son un lugar donde no reina el acoso, la mentira y el foll¨®n? Es un equilibrio insostenible y sobre el que discutiremos durante a?os. Probablemente no exista una pol¨ªtica de moderaci¨®n perfecta. Siempre llegar¨¢ un mensaje que pondr¨¢ en duda todas tus normas comunitarias. Facebook ha creado un ¡°tribunal supremo¡± para solventar esos casos, pero solo empezar¨¢ a actuar a fin de a?o.
Un pol¨ªtico como Trump necesita estas redes porque sin ellas su mensaje no llegar¨ªa de igual manera al electorado. La libertad para decir todo lo que dice sin filtro es esencial. En Espa?a, Vox ha emitido un comunicado en solidaridad: ¡°Asistimos con profunda preocupaci¨®n a c¨®mo desde las principales plataformas de redes sociales se viene vulnerando reiteradamente el derecho a la libertad de expresi¨®n al censurar muchos de los contenidos que tanto nuestros cargos p¨²blicos como afiliados est¨¢n publicando¡±, dicen.
Este a?o electoral en EEUU es tremendamente decisivo. La campa?a de Trump lleva gastados 62 millones entre Facebook y Google y ni siquiera ha empezado la precampa?a. Biden va por 22 millones. Pero no es una cuesti¨®n de dinero. El problema principal que los pol¨ªticos de Washington pueden causar a las redes es la regulaci¨®n.
Es poco probable que la orden ejecutiva de Trump tenga consecuencias pr¨¢cticas. Pero puede tener otras: ¡°Trump quiere mantener las cosas como est¨¢n y asegurarse de que el tratamiento de alfombra roja que ha recibido hasta ahora, especialmente de Facebook, contin¨²a¡±, escribe Zeynep Tufekci, profesora de la Universidad de Carolina del Norte, en The Atlantic.
A pesar de su poder, estas plataformas siguen siendo empresas privadas que deciden lo que cada usuario puede poner y, tambi¨¦n, qui¨¦n puede tener una cuenta. Facebook permite anuncios de pol¨ªticos sin comprobar si son verdad y es m¨¢s laxo con el discurso de pol¨ªticos. Seguimos sin saber sus motivos ni consecuencias con transparencia, pero estas distinciones acercan a las plataformas a obrar como medios y decidir sobre el discurso. ¡°Deber¨ªan decidir qu¨¦ quieren ser de mayores¡±, dice Maeztu.
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