El cartero no deber¨ªa llamar dos veces: cu¨¢nto cuestan y contaminan los env¨ªos fallidos
Entre el 15 y el 25% de las operaciones del comercio electr¨®nico se frustran al no haber nadie en casa. Expertos en el sector piden repensar el modelo y optar por taquillas colectivas o puntos de conveniencia
Patricia no estaba en casa cuando lleg¨® el repartidor. Lo comenta aliviada, ya con el paquete entre los brazos. Porque el repartidor, en lugar de dejar el temido aviso en su buz¨®n, la llam¨®. ¡°Me dijo que si prefer¨ªa lo pod¨ªa dejar en esta tienda¡±, comenta a la puerta de Calzados Vignon, en el madrile?o barrio de Lavapi¨¦s. ¡°Y la verdad, mucho m¨¢s c¨®modo¡±. Y m¨¢s rentable. Un estudio de la consultora PCA Predict calcula que el coste de una entrega fallida asciende a 15 euros. Y estas son muy habituales. Antes de la pandemia, cerca del 25% de las entregas de paqueter¨ªa en Espa?a se frustraban. Datos m¨¢s recientes apuntan a que ese porcentaje se ha reducido hasta el 15%, quiz¨¢ porque pasamos m¨¢s tiempo en casa.
Sigue siendo demasiado. Esto significa que si cada di?a se reparten en Espan?a un mill¨®n y medio de paquetes, unos 225.000 son devueltos a los centros log¨ªsticos de origen al terminar la jornada. Y reenviados otra vez al d¨ªa siguiente. Lo de que el cartero siempre llama dos veces es real, al menos cuando trae un paquete de Amazon. Y eso supone un problema a nivel econ¨®mico para las empresas log¨ªsticas, pero tambi¨¦n a nivel ecol¨®gico, para todo el mundo. En este contexto los repartidores han encontrado un aliado en el lugar m¨¢s inesperado: las tiendas de barrio.
Maria Jes¨²s Gonz¨¢lez es la tercera generaci¨®n al frente de Calzados Vignon. ¡°Desde el a?o 48 estamos aqu¨ª vendiendo las alpargatas de la Marcelina, las que m¨¢s duran¡±, dice con orgullo. La Marcelina era su abuela. Las alpargatas siguen descansando en los estantes de la tienda, amontonadas como ladrillos, construyendo un muro de cajas y esparto. Junto a ellas tambi¨¦n hay zapatillas m¨¢s modernas. Y una decena de paquetes de Amazon, Zara y otras marcas de comercio electr¨®nico. ¡°A veces tenemos hasta zapatillas¡±, apunta la tendera en tono de confesi¨®n, ¡°pero qu¨¦ le vamos a hacer. Si no puedes con el enemigo...¡± Gonz¨¢lez se uni¨® a ¨¦l hace nueve meses. ¡°Y la verdad que muy bien¡±. No es un negocio millonario, apenas acaba de ganar 40 c¨¦ntimos por entregar su paquete a Patricia. ¡°Pero mira, es una forma de darnos a conocer. Esto es como un escaparate m¨¢s y al final, as¨ª consigues alguna venta¡±, se?ala la tendera. M¨¢s de 70 a?os en el barrio madrile?o de Lavapi¨¦s y al final muchos vecinos la conocen gracias a Amazon.
Eduard ?lvarez Palau, profesor de Econom¨ªa y Empresa en la UOC y experto en log¨ªstica, coincide en el diagn¨®stico. ¡°Creo que es fundamental para afianzar el tejido comercial y para mantener el v¨ªnculo entre consumidores y comerciantes¡±, se?ala. ¡°Y el hecho de ir a recoger un pedido muchas veces lleva a peque?as compras que ayudan al comercio local a subsistir¡±. Palau anima a elegir esta opci¨®n al comprar por internet, algo que en la actualidad hace menos del 10% de los consumidores en Espa?a.
Esta modalidad, abunda el experto, tiene otras externalidades positivas: ¡°Reduce el n¨²mero de destinos a los operadores y garantiza que siempre se pueda hacer la entrega¡±. Es m¨¢s eficiente. Apunta Palau que el sector p¨²blico ya est¨¢ apostando por la recogida en tienda. ¡°La Generalitat de Catalunya as¨ª lo recoge en la ley de comercio¡±, puntualiza. El sector privado le va a la zaga, por eso este economista cree que se tiene que concienciar al consumidor.
El comercio electr¨®nico ha aumentado de forma exponencial en los ¨²ltimos a?os, poniendo a prueba las infraestructuras de las ciudades, la capacidad de los operadores y la propia supervivencia de muchos comercios f¨ªsicos. Por eso se ha empezado a cuestionar la sostenibilidad del proceso. Han surgido iniciativas llamativas como mensajeros que se mueven en bicicletas el¨¦ctricas o modernos microalmacenes en el centro de las ciudades. Sin embargo, la soluci¨®n m¨¢s eficiente pasa por algo tan simple como cambiar la direcci¨®n de entrega.
¡°Es que se nos llena la boca hablando de sostenibilidad, pero ?qui¨¦n paga la fiesta?¡±. Juan Sandes Villalta es jefe de operaciones de GLS Spain y tiene m¨¢s de 20 a?os de experiencia en el sector. Los suficientes para saber la respuesta a esa pregunta. ¡°Pero es que nosotros no estamos en condici¨®n de pagar nada¡±, responde, ¡°la ¨²ltima milla [el tramo final en la entrega de un paquete] es un negocio de c¨¦ntimos, es rentable solo por volumen, porque al final sumas muchos c¨¦ntimos¡±. En ese contexto es complicado que ninguna empresa de paqueter¨ªa haga grandes inversiones. La pelota est¨¢ en el campo del consumidor. Pero las empresas est¨¢n perdiendo el partido. Y por mucho. Las entregas fallidas les suponen una p¨¦rdida aproximada de 30 millones de euros al a?o.
Sandes mont¨® la red de puntos de recogida Punto Celeritas, cuando era director de esa compa?¨ªa. Sabe c¨®mo funcionan. Sabe que funcionan. ¡°Cuando muchos consumidores deciden ir a ese punto de conveniencia, el carrier hace solo un viaje, una parada. All¨ª deja diez paquetes, ponle, en lugar de hacer diez paradas en distintos domicilios. La ventaja es clara¡±. Para cambiar el modelo, sostiene, no hacen falta grandes inversiones, simplemente cambiar de mentalidad. Pero este puede ser un reto igual de grande. ¡°El 90% de los clientes en Espa?a quieren que se lo lleven a casa, aunque sea igual de pr¨¢ctico recogerlo en la tienda de abajo. En pa¨ªses como Dinamarca el porcentaje es el contrario, el 90% pone como lugar de env¨ªo puntos de conveniencia¡±.
Buzones: ?Inteligentes, compartidos o m¨¢s grandes?
En esto, como en todo, estamos saliendo de un par¨¦ntesis. Con el confinamiento los pedidos a domicilio se dispararon y las entregas fallidas se redujeron hasta lo anecd¨®tico. Pero a medida que volvemos a la normalidad retornamos a la situaci¨®n de partida. Muchos actores del sector est¨¢n aprovechando para pedir una reinvenci¨®n del modelo. Lo hizo el propio director de Correos, Juan Manuel Serrano, en una charla sobre el sector organizada por El Espa?ol. ¡°Los problemas log¨ªsticos en las grandes ciudades se dan cuando no conseguimos entregar el paquete y tenemos que volver una segunda vez¡±, se?al¨®. ¡°Ah¨ª se disparan los costes, es inviable y es inc¨®modo para el receptor del paquete. Para solucionarlo no apost¨® por grandes inversiones ni revoluciones digitales. ¡°Yo me conformar¨ªa con que cambiaran los buzones. Porque en los de ahora no cabe un paquete¡±, lamentaba el director de Correos, animando a que en los nuevos planos urban¨ªsticos se cambiara este detalle para adaptarse a la ¨²ltima milla.
Mientras llegan esas nuevas construcciones distintas iniciativas privadas se han lanzado ya a crear buzones no solo m¨¢s grandes, sino m¨¢s inteligentes. Deliberty es una empresa de buzones que se controlan desde el m¨®vil, pudiendo recibir o devolver paquetes sin necesidad de interacci¨®n entre mensajero y usuario. Send2Me propone un modelo similar, sustituyendo la llave por un c¨®digo de acceso. Los buzones se hacen inteligentes para adaptarse al comercio electr¨®nico. Estas iniciativas son pr¨¢cticas a nivel individual, pero est¨¦riles a escala global. Son m¨¢s viables en casas unifamiliares y menos en los pisos del centro de las ciudades, donde est¨¢ el aut¨¦ntico problema. Para este entorno est¨¢n surgiendo distintas iniciativas de buzones compartidos como Amazon hub lockers o Citybox. Este tipo de taquillas urbanas son, de momento, una infraestructura incipiente en Espa?a, donde hay cerca de 10.000 taquillas. En Francia, por ejemplo, se han abierto m¨¢s de 60.000.
Mientras no se adapten los buzones se est¨¢ adaptando la ciudad. En Barcelona, seg¨²n datos del 2018, el 20% de la movilidad del ¨¢rea metropolitana la genera el reparto. Los veh¨ªculos profesionales representan el 40% de las emisiones contaminantes. Y la ciudad no est¨¢ preparada para esto. Ignasi Ragas lo sabe bien. Este experto en log¨ªstica ha asesorado, entre otros, al ayuntamiento de la ciudad condal. ¡°El delivery [la entrega en el lugar de consumo] hace que cualquier punto de la ciudad se convierta en un punto de entrega¡±, sentencia Ragas. ¡°Antes la distribuci¨®n de mercanc¨ªas iba a comercios, lugares que tienen espacios de carga o descarga. Pero ahora todo eso se ha difuminado¡±. Ragas no considera que esto sea un problema, al menos no en la mayor¨ªa del territorio. ¡°La cosa cambia cuando hablamos de zonas urbanas donde hay una alta densidad residencial y adem¨¢s comercio¡±.
Cada vez est¨¢ m¨¢s extendida la idea de que las ciudades se est¨¢n tensionando con el comercio electr¨®nico, pero este economista no lo tiene tan claro. ¡°Depende del uso que le des. Si hay 20 personas que en lugar de coger el coche para comprar un objeto lo piden por Amazon y eligen que se entregue en una tienda de su barrio nos estamos ahorrando 19 desplazamientos¡±, se?ala. Cree, como sus compa?eros, que este tipo de entregas es el camino a seguir. Pero est¨¢ costando recorrerlo. ¡°Entre otras cosas porque no hay una penalizaci¨®n de precio clara, como pasa en otros pa¨ªses. El consumidor no tiene incentivos¡±.
Pero puede tener voluntad, se?ala. La soluci¨®n est¨¢ en su mano. Una de las externalidades m¨¢s negativas del comercio electr¨®nico puede solucionarse (o mitigarse) con un gesto tan simple como cambiar la direcci¨®n de entrega. Es normal que los operadores de la ¨²ltima milla pongan el foco aqu¨ª, les interesa econ¨®micamente y es m¨¢s f¨¢cil se?alar el comportamiento del usuario que las pr¨¢cticas de la empresa. Pero puede que la soluci¨®n que proponen convenga a ambos. Lo que ellos se ahorran en gasolina, la ciudad se lo ahorra en atascos. Y el mundo, en contaminaci¨®n.
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