Holded, la tecnol¨®gica vendida por 120 millones surgida de un mensaje en Facebook entre dos desconocidos

La pasi¨®n por el esqu¨ª llev¨® un d¨ªa a Javi Fondevila (Barcelona, 34 a?os) a agregar como amigo en Facebook a Bernat Ripoll (Santpedor, Barcelona; 30 a?os). No se conoc¨ªan personalmente, pero en sus muros siempre hab¨ªa tiempo para la nieve. Sobre todo en el de Ripoll, que se lanz¨® a convertir el snowboard en su forma de vida. Ante la falta de recursos econ¨®micos en su familia, ten¨ªa que costearse los viajes. Incluso decidi¨® dar la vuelta al mundo tabla en mano. Para sacar algo de dinero, lo mismo serv¨ªa hamburguesas que cobraba por peque?os proyectos de programaci¨®n inform¨¢tica. ¡°Cuando mis amigos jugaban al f¨²tbol, yo programaba y constru¨ªa legos. Empec¨¦ con siete a?os. El snow me salv¨® de ser muy friki¡±, bromea por videollamada.

A Fondevila tambi¨¦n le gustaba viajar con la excusa del esqu¨ª, aunque no tanto como para recorrer el mundo. Su vida la completaba con su carrera de Derecho y una start-up dedicada al comercio minorista que mont¨® durante su ¨²ltimo curso universitario. La mantuvo a flote casi siete a?os, abri¨® 14 tiendas por toda Espa?a y tuvo a un centenar de empleados bajo su responsabilidad. Extrajo unas cuantas lecciones de su primera experiencia emprendedora, entre ellas la espina clavada de no haber encontrado un buen programa inform¨¢tico de gesti¨®n empresarial. ¡°El caos era enorme. Duplicaba tareas, me faltaba informaci¨®n de los productos y la contabilidad solo la ten¨ªa mi gestor. Como usuario, no exist¨ªa el producto que quer¨ªa¡±, explica en la misma videollamada.

En aquel momento, hace seis a?os, surgi¨® una mezcla de necesidad, casualidad y oportunidad que cruz¨® las vidas de ambos emprendedores. Ripoll llevaba dos semanas en Austria, casi sin poder moverse por la cantidad de nieve que ca¨ªa. Era habitual ver en su Facebook algo m¨¢s que fotos de snowboard, como sus quejas sobre lo complicado que era gestionar las facturas de aut¨®nomo o la documentaci¨®n. Y fue en mitad de una nevada, en una gasolinera austr¨ªaca, donde compr¨® el dominio de internet Holded como primera piedra de un proyecto que sirviera para solucionar ese tipo de problemas y le permitiera seguir pagando su aventura de snow. En resumen, un software en la nube especializado en la digitalizaci¨®n de pymes y aut¨®nomos o, en la jerga del sector, un software ERP (planificaci¨®n de recursos empresariales).

La historia de los or¨ªgenes de esta start-up, que la semana pasada fue adquirida por 120 millones de euros por la multinacional noruega Visma ¡ªcuyas ventas superaron los 1.700 millones de euros el a?o pasado y con una plantilla superior a los 12.000 trabajadores¡ª, quedar¨ªa incompleta sin la aportaci¨®n de Fondevila. Escribi¨® a Ripoll por Facebook cuando vio en su muro el proyecto de Holded. Quer¨ªa quedar con ¨¦l. Acababa de encontrar el proyecto del programa que tantos a?os hab¨ªa buscado. Lo dem¨¢s es ya historia, aunque algo desconocida. ¡°Quedamos en un Starbucks y nos ca¨ªmos bien. As¨ª fue como dej¨¦ de practicar snowboard para meterme en esto. No esperaba nada de lo que nos ha ocurrido¡±, comenta Ripoll.

Holded ayuda a gestionar y automatizar la contabilidad, el inventario, los recursos humanos y cualquier departamento tanto de peque?as y medianas empresas como de aut¨®nomos. Sin necesidad de comprar programas individualizados porque trabaja desde la nube y siempre bajo un modelo de suscripci¨®n. El usuario paga una cantidad mensual o anual por el software. Desde 2016, su crecimiento ha sido exponencial. Por ejemplo, la start-up ha alcanzado acuerdos con gigantes del tama?o de Stripe y PayPal, por si alguno de sus m¨¢s de 80.000 clientes desea incluir estas pasarelas de pago en sus productos. ¡°Si no est¨¢s un poco loco, no puedes ser emprendedor. La estad¨ªstica dice que fallar¨¢s al 100%. Te tiene que dar igual c¨®mo vaya a salir¡±, sostiene Fondevila.

La comida que casi cierra la empresa

La imagen de Holded, la del ¨¦xito despu¨¦s de una venta millonaria y la de un equipo humano que supera el centenar, no puede confundirse con la monta?a rusa vivida por los cofundadores durante este viaje. Fondevila transmiti¨® a Ripoll desde el primer momento que lograr¨ªan financiaci¨®n sin problemas. Que conoc¨ªa el mundillo de la financiaci¨®n, el de los fondos de capital riesgo y business angels. Sal¨ªan a por un mill¨®n de euros, luego ped¨ªan 40.000 euros y la realidad era que nadie pon¨ªa ni un c¨¦ntimo. ¡°Recuerdo que un inversor nos cit¨® en un restaurante bastante caro. No fue bien. No invirti¨® nada. Pero el problema vino cuando se levant¨® sin pagar. ?Un ticket de 187 euros! Y nosotros casi sin dinero. All¨ª casi muere la start-up¡±, recuerda Fondevila.

Sobreviv¨ªan al d¨ªa, con lo puesto. Hab¨ªa peleas constantes entre ellos. ¡°Cerramos la empresa 80 veces al principio¡±, concede Fondevila. ¡°Costaba que alguien fuera el primero en animarse. Curr¨¢bamos 15 horas diarias y el choque de realidad era muy duro¡±, a?ade Ripoll. Hasta que la suerte tom¨® forma de un inversor ¨Dde quien no quieren dar el nombre¨D justo cuando ambos fundadores se planteaban c¨®mo sacar la empresa adelante o si compensaba tanto esfuerzo. ¡°Aquel movimiento desat¨® la vor¨¢gine de financiaci¨®n. Hasta nos intentaron comprar varias veces por el camino¡±, zanja Fondevila.

Los planes de futuro de Holded, afincada en Barcelona, miran hacia la estabilidad que aporta la inyecci¨®n de dinero de Visma. Seg¨²n las palabras de Fondevila, ahora dispone de recursos econ¨®micos suficientes para costear algunas ideas locas que pretende desarrollar. Y pueden ser de todo tipo, hasta alejadas de la gesti¨®n empresarial. Hace poco tiempo se adentr¨® en la creaci¨®n de contenido con un espacio que ha bautizado Holded TV. Su intenci¨®n: acercarse a la realidad poco digital en la que viven m¨¢s de tres millones de pymes y aut¨®nomos en Espa?a. ¡°Si alguien quiere emprender, que lo haga. Hay mucho gur¨² para algo que no se ense?a. No se ense?a a ser emprendedor. No importa lo que te digan. Si nosotros hubi¨¦ramos escuchado esas voces, no estar¨ªamos aqu¨ª¡±, concluye Ripoll.

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