Precariedad circular
Las tecnol¨®gicas cobran su caridad hacia los precarios con los datos y destruyen negocios al tiempo que crean otros que solo se sostienen sobre la precariedad, en un eterno retorno de precariedad infernal
Cabr¨ªa admitir que mientras la rep¨²blica de Weimar se descompon¨ªa, el mundo bailaba; que vivimos las desgracias, las angustias y alegr¨ªas siempre de la misma manera; y que la historia se repite porque la pensamos con el mismo cerebro desgracia tras desgracia.
Pero esta vez es diferente. Los legisladores escriben leyes en las que se altera la modificaci¨®n de un art¨ªculo incomprensible de una ley fiscal mediante disposiciones adicionales a una norma sobre la marca de garant¨ªa del yogur biol¨®gico. Y nuestra vida pasa a ser m¨¢s cara y complicada de un modo sutil, pero contundente. Nadie organiza una revoluci¨®n contra una disposici¨®n adicional. Nadie toma la Bastilla porque las cajeras ya no te ayuden a guardar la compra en las bolsas, ni porque no las haya y te sigan cobrando lo mismo mientras t¨² haces su trabajo.
Y las cajeras desaparecer¨¢n. Nadie llorar¨¢ a las cajeras que no te ayudaron a llenar las bolsas. Tienen que buscar trabajos m¨¢s precarios, incluso sumergidos, donde no se pueden permitir m¨¢s que m¨®viles chinos con sistema operativo Android y sus aplicaciones gratuitas, que pagan con sus datos mientras las grandes tecnol¨®gicas aprenden de su comportamiento. WhatsApp lee su alma y Twitter y Facebook la sumergen en una caja llena de sesgos y oscuridad donde se potencia toda la rabia que la anega por no poder alquilar un piso para ella sola, tener un trabajo decente o poder evitar que el guarro de su jefe la toquetee en el almac¨¦n.
Su precariedad genera la de otros y su furia se amplifica hasta hacerla sentir importante y acompa?ada. Los periodistas a los que pagan con cuentas de collares por cubrir el conflicto en Ucrania o los mensajeros que pedalean en bicicletas del ayuntamiento para llevarle una hamburguesa esa tarde de lluvia de sof¨¢, mantita, y peli de Netflix, o los que escriben los subt¨ªtulos de la pel¨ªcula que ve. Son precarios por su causa, porque no puede pagar las noticias, ni ir al cine y viven de la caridad de las tecnol¨®gicas que se lo cobran en la libra de carne de cada uno de nosotros: sus datos, los datos de todos, agregados y estructurados, destruyen negocios y crean otros que solo se sostienen sobre la precariedad, en un eterno retorno de precariedad circular infernal.
Y, as¨ª, la gratuidad de los servicios en l¨ªnea tienen un impacto radical en la banalizaci¨®n, la desaparici¨®n y la transformaci¨®n en precario de negocios y el riesgo cierto de vulneraci¨®n o reducci¨®n a lo nominal de derechos fundamentales y la socialdemocracia.
Es precisamente el cambio de una econom¨ªa productiva ¡ª en la que hay un intercambio entre el que ofrece y el que compra ¡ª por una econom¨ªa del dato, lo que nos coloca en la rampa de lanzamiento de la precariedad y de c¨®mo esta se convierte en un c¨ªrculo de concatenadas causas y efectos.
Siguiendo a Bauman y su descripci¨®n de la modernidad l¨ªquida, nos encontramos con individuos cada vez m¨¢s individualistas que no controlan su vida, que no sabe qu¨¦ va a ser de ellos, que no cuentan con un horizonte de certeza que les permita tomar decisiones que los ayuden a evolucionar, y, afectados, por tanto, psicol¨®gica y moralmente individuos que se compensan de manera ego¨ªsta y algo infantil con servicios altamente sofisticados que son remunerados sin dinero, pero con sus datos.
Es de se?alar en este punto, c¨®mo estos individuos han sido formados en los sistemas de control social panopticales y, por tanto, consideran que la vigilancia no invasiva e invisible no es tal. Estos individuos precarizan aquellos servicios que consumen y que solo son sostenibles con falsos aut¨®nomos o con trabajadores con sus condiciones laborales muy mermadas. A su vez, por este efecto circular, son precarizados por otros con los que comparten igual infortunio.
En este contexto, las empresas no se libran. Para enfrentarse a empresas tecnol¨®gicas que, gracias a los datos facilitados por ellas mismas o por sus clientes y trabajadores, son m¨¢s eficientes en la prestaci¨®n de sus servicios, han de transformarse digitalmente. Este es un proceso que rara vez tiene ¨¦xito m¨¢s all¨¢ de incorporar tecnolog¨ªa y, sobre todo, rebajar la masa salarial para competir. Estas empresas cargan con un enorme legado que les resulta imposible superar. Adem¨¢s, cuentan con directivos ¡ª m¨¢s preocupados por sobrevivir y obtener el bonus ¡ª para los que la transformaci¨®n digital es m¨¢s un mantra de Power Point que un objetivo alcanzable.
Para transformarse digitalmente, la mayor parte de los negocios tiene que incurrir en altos costes para compensar a trabajadores y reelaborar procesos y tecnolog¨ªas desde el principio; simplemente para hacer lo que una tecnol¨®gica hace con un coste de partida menor al no tener que rehacer lo hecho. Esto lleva a que, o bien canibalizas el propio negocio o bien eres sustituido por una tecnol¨®gica que es nativa y que cuenta con enorme inteligencia sobre el comportamiento del negocio, clientes, trabajadores y proveedores.
Como en el mon¨®logo de la abuela de la serie Years and Years, es todo por nuestra culpa, y yo dir¨ªa que es todo por culpa de un sistema que nos sumerge en agua templada que va calentando hasta que morimos sin poder rebelarnos. De gur¨²s que nos culpabilizan de nuestro fracaso porque no hemos deseado el ¨¦xito con suficiente fe, de ¨¦lites que pueden llevar una vida fluida mientras el resto de los humanos dif¨ªcilmente pueden permitirse salir de la suya, aferrados a su familia, su ciudad y a sus circunstancias mientras empeoran, al tiempo que el agua se calienta sin remisi¨®n.
Nos enganchamos ¡ª nos enganchan ¡ª al soma de los datos, de las aplicaciones que nos acunan mientras nos hacen adictos, que apagan nuestra am¨ªgdala mientras nos drogamos para salir de nuestra existencia y probar a ser otra persona.
El miedo prolongado hace adictos indiferentes. En este estado de ¨¢nimo, con un capitalismo de ca?ones y mantequilla convertido en datos y vigilancia, la humanidad se enfrenta a hechos catastr¨®ficos cada vez con mayor indiferencia, pregunt¨¢ndose qu¨¦ puede hacer un solo ser humano para enfrentarse a la extinci¨®n, aparte de colocarse con La Reina del Flow.
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