Andrew Marantz: ¡°Las redes sociales han acelerado el alcance y la amplitud de los mensajes de la extrema derecha¡±
El periodista estadounidense cree que la inteligencia artificial generativa puede contribuir a modelar las ideas y esl¨®ganes pol¨ªticos de las pr¨®ximas elecciones
La carrera presidencial de Donald Trump recibi¨® la ayuda de una legi¨®n de agitadores que se sirvieron de las redes sociales para difundir desinformaci¨®n, incitar al odio y apoyar su candidatura. Varias teor¨ªas de la conspiraci¨®n, como el pizzagate, se colaron en el debate p¨²blico. Tambi¨¦n ideas abiertamente xen¨®fobas, que nunca antes se hab¨ªan esgrimido con tanta confianza y aplomo en EE UU. El periodista Andrew Marantz (Nueva York, 38 a?os) se sumergi¨® en las tripas de la maquinaria propagand¨ªstica de la extrema derecha. Empez¨® a quedar con los influencers conservadores, algunos de ellos abiertamente supremacistas blancos, que difund¨ªan esos contenidos. Les vio trabajar, frecuent¨® sus fiestas, presenci¨® sus discusiones, palp¨® sus motivaciones.
El resultado de su investigaci¨®n lo volc¨® en el libro Antisocial. La extrema derecha y la ¡®libertad de expresi¨®n¡¯ en internet. ¡°Golpeamos a nuestra audiencia con detonantes emocionales que no pueden ignorar. Esto es una operaci¨®n psicol¨®gica¡±, dice una de las decenas de voces que recoge la obra, en este caso el neonazi y antisemita Mike Enoch. El libro se public¨® en 2020 y al a?o siguiente tuvo su versi¨®n en espa?ol (Capit¨¢n Swing). El redactor de The New Yorker atiende a EL PA?S en Madrid. Est¨¢ de visita en Espa?a invitado por el Foro de la Cultura de Valladolid, en el que participar¨¢ con una charla este viernes. Cree que lo que describe en su obra, los mecanismos que logran que ciertos mensajes se difundan por internet, ¡°va a modelar nuestra sociedad durante muchos a?os¡±.
Pregunta. ?Qu¨¦ ha cambiado en los ¨²ltimos dos a?os, desde que escribi¨® el libro?
Respuesta. Los detalles han cambiado, pero las estructuras siguen siendo las mismas. Mi objetivo era entender cu¨¢les son las reglas que dictan c¨®mo viaja la informaci¨®n a trav¨¦s de internet. No tiene nada que ver con los flujos de los peri¨®dicos, la televisi¨®n o la radio. Yo solo quer¨ªa mostrar lo que pasa, as¨ª que empec¨¦ a buscar personas que ganaran dinero haciendo propaganda en internet.
P. ?Qu¨¦ descubri¨®?
R. Me di cuenta de que la mec¨¢nica clave que hace que todo se mueva es lo que llamamos ¡°compromiso emocional¡±. Resulta que hay algunas emociones que funcionan mejor que otras. Explotarlas har¨¢ que tu mensaje se extienda por internet. En los medios tradicionales, los editores aplican su criterio y eligen si una historia merece ser contada y qu¨¦ visibilidad se le quiere dar. En internet no hay filtros: es un sistema de puntos, el juicio editorial no existe. Empec¨¦ a frecuentar a personas que jugaban a este juego todos los d¨ªas. Algunos hac¨ªan lo que fuera para que las cifras aumentaran solo porque quer¨ªan ganar dinero. Otros lo hac¨ªan por motivos ideol¨®gicos, para crear el caos o simplemente porque quer¨ªan ver al mundo arder. Tambi¨¦n hab¨ªa quienes lo usaron de manera muy met¨®dica para ayudar a un candidato a ganar las elecciones. Pero el mecanismo es siempre el mismo. ?C¨®mo puedo hacer que ciertas emociones aumenten y que otras sean menos destacadas? ?C¨®mo puedo usar im¨¢genes y palabras para hacer que la presi¨®n arterial de las personas suba, para que se asusten, para que se llenen de rabia, sospecha u odio? A menudo, esas no eran las ¨²nicas emociones que sab¨ªan c¨®mo cultivar, sino las que funcionaban mejor. Las emociones b¨¢sicas a las que apelan los agitadores llevan milenios siendo las mismas.
P. ?Cree que las redes sociales est¨¢n haciendo lo suficiente para evitar la difusi¨®n de contenido problem¨¢tico?
R. Est¨¢n haciendo algo, pero no lo suficiente. No se trata de censurar o no, creo que ese no es el marco correcto. A nadie le gusta censurar. Si vas a un club nocturno y la m¨²sica est¨¢ tan alta que no se oye nada, la gente prende fuego a las sillas y las tira por la ventana y no sabes si tu bebida contiene veneno, ese no es un buen club. Si te quejas de todo ello al due?o, este no te puede decir: ¡®Lo siento, creo en la libertad¡¯. La gente no querr¨¢ quedarse en esa discoteca. Todo el mundo cree en la libertad de expresi¨®n. La pregunta es: ?qu¨¦ vamos a hacer para crear mejores condiciones para que las personas puedan tomarse una copa tranquilamente en ese club?
P. El Tribunal Supremo de EE UU ha iniciado esta semana un gran juicio contra Google, Facebook y Twitter. ?Cree que falta regulaci¨®n?
R. Es complicado. Cuando la gente adopta un enfoque ideol¨®gico de l¨ªnea dura, casi nunca da con la respuesta correcta. Elon Musk dice que es un absolutista de la libertad de expresi¨®n. Y no es as¨ª: cancel¨® las cuentas de Twitter de quienes compart¨ªan informaci¨®n sobre d¨®nde est¨¢ su avi¨®n privado. ?Te gusta la libertad de expresi¨®n del ISIS para radicalizar a la gente? De eso trata este caso de la Corte Suprema. ?Asesin¨® un ejecutivo de Google a alguien? No. ?Deber¨ªan ser considerados responsables de asesinato? No. ?No tienen nada que ver con esto? Bueno, eso no est¨¢ tan claro. Ah¨ª es donde estas preguntas son complicadas. Mi opini¨®n es que es peligroso que el Gobierno regule penalmente cualquiera de estos asuntos.
¡°Las redes sociales no hacen lo suficiente para evitar la difusi¨®n de contenidos problem¨¢ticos¡±
P. ?Por qu¨¦?
R. Si volvemos a la analog¨ªa del club nocturno, hace diez a?os era solo un peque?o local con diez sillas. Ahora, la situaci¨®n es muy distinta. Tienen miles de millones de personas y sus algoritmos est¨¢n haciendo distinciones editoriales que deciden lo que las personas pueden ver o no en la plataforma. Todo se basa en el algoritmo y en la cantidad de compromiso emocional que obtengas. Puede que te pases diez a?os sentado en una silla y nadie te vea ni te oiga porque no eres un propagandista lo suficientemente bueno. Esa es una decisi¨®n que est¨¢ tomando la empresa. Creo que hay que regularlas, deben pagar impuestos, hay que acabar con los monopolios y deben ofrecer productos seguros, pero no estoy seguro de que aplicar sanciones penales sea la soluci¨®n.
P. ?Habr¨ªa llegado la extrema derecha estadounidense hasta donde ha llegado sin la ayuda de las redes sociales?
R. Las tecnol¨®gicas son las empresas m¨¢s grandes del mundo, y es un poco loco que hayan podido estar tan desreguladas como hasta ahora. Pero las noticias falsas, la desinformaci¨®n, los discursos de odio y los prejuicios ya exist¨ªan muchos miles de a?os antes de que apareciera internet. Es verdad que las redes sociales lo aceleran todo. Cambian la velocidad, la escala, el alcance y la amplitud del problema. Nuestra forma de pensar evoluciona con el tiempo y se ve afectada por las ideas a las que nos exponemos. Nadie es inmune a ello. Es una ilusi¨®n decir que est¨¢s a favor del mercado de las ideas y que todo arreglar¨¢ por s¨ª solo.
P. ?Qu¨¦ ha pasado con lo que en EE UU llaman ¡°derecha alternativa¡± en los ¨²ltimos dos a?os?
R. Algunos de los personajes que salen en mi libro a¨²n tienen presencia p¨²blica, otros no. Los hay que han sido expulsados de Twitter o Facebook. Muchos de los que pens¨¦ que ser¨ªan los primeros en desaparecer siguen ah¨ª. A muchos de ellos ya no les gusta Trump, se bajaron de ese tren muy pronto. No estoy del todo seguro de que las t¨¢cticas que us¨® Trump vuelvan a tener ¨¦xito. Pero muchas de esas t¨¦cnicas se han normalizado. La gran habilidad que ten¨ªan los propagandistas de extrema derecha es que pod¨ªan tomar lo que sol¨ªa quedarse en la periferia de internet y convertirlo en un tema de conversaci¨®n popular. Los refugiados dicen que quieren asilo, pero en realidad son terroristas que quieren destruir el pa¨ªs; las elecciones fueron ama?adas; Hillary Clinton est¨¢ muerta y fue reemplazada por otra persona¡ Es muy f¨¢cil prestar atenci¨®n a alguien como Trump que dice esas tonter¨ªas. El da?o ya est¨¢ hecho. El pr¨®ximo candidato del estilo trumpista podr¨¢ modular su mensaje para que suene un poco m¨¢s tranquilo o respetable, menos vulgar y ofensivo, pero las pol¨ªticas que promueva ser¨¢n similares.
P. ?C¨®mo se puede luchar contra ese mecanismo de fascinaci¨®n que usted describe en el libro?
R. Me encantan los hechos. En The New Yorker tenemos un ej¨¦rcito de verificadores de datos, que tambi¨¦n us¨¦ en mi libro. Pero s¨¦ que los hechos no siempre ganan las discusiones. Si hay una verdad emocional o una identidad con la que alguien quiera conectarse, puede encontrar formas de distorsionar la realidad para que prevalezca. Es algo contra lo que tenemos que luchar. Tenemos que salir y decir que est¨¢ demostrado que la Tierra no es plana. Creo que es importante hacer lo correcto. Pero tampoco deber¨ªa sorprendernos si decir la verdad no siempre lleva a la victoria.
P. ?Se trata, entonces, de mostrar la verdad de una manera emocional para que prevalezca?
R. S¨ª. Algunas de las emociones que puedes utilizar unen a las personas; otras, destrozan a la gente. No tienes por qu¨¦ usar solo emociones negativas, como el miedo y la sospecha, aunque sea la v¨ªa m¨¢s f¨¢cil y barata. La campa?a de Obama proyect¨® compromiso emocional. Eso es un m¨¢s dif¨ªcil que jugar con el miedo, pero no es imposible. Puedes apelar a la identidad de la gente como sujetos interesados en la comunidad y la solidaridad.
¡°Para difundir tu mensaje en internet tienes que hacer que suba la presi¨®n arterial de la gente¡±
P. ?Cree que ChatGPT y otras herramientas similares entrar¨¢n en esta ecuaci¨®n, en la confecci¨®n de mensajes que apelen a los instintos de la gente?
R. Creo que puede empujar en ambas direcciones. Por supuesto, es un gran problema que se pueda usar para amplificar la desinformaci¨®n y las sandeces. La inteligencia artificial (IA) no tiene noci¨®n de qu¨¦ es la verdad, por lo que puede manipularse y convertirse en un arma de muchas formas. La extrema derecha puede usar la IA, pero tambi¨¦n la izquierda. Hace poco le¨ª en una revista socialista que deber¨ªamos usarla para convertir a la gente al socialismo. Puedes entablar un di¨¢logo y decir: ?Crees que la gente deber¨ªa morir de hambre en las calles? ?Crees que las personas no deber¨ªan poder pagar sus facturas m¨¦dicas? Y luego puedes permitir que la gente exponga los argumentos y diga: Oh, en realidad fuiste socialista desde el principio, simplemente no lo sab¨ªas. La IA es una herramienta nueva, como en su momento lo fueron las redes sociales. Hay que usarla para intentar ganar la guerra cultural.
P. ?El pr¨®ximo asalto al Capitolio vendr¨¢ azuzado por herramientas de IA?
R. Posiblemente. Estas cosas no se pueden parar una vez que pasan a formar parte del tejido de nuestras vidas. Creo que la IA generativa estar¨¢ presente en los pr¨®ximos grandes avances en la pol¨ªtica, de la misma manera en que lo est¨¢n hoy los tel¨¦fonos m¨®viles y las redes sociales. En 2012 fue una gran noticia descubrir que las redes sociales influyeron en las elecciones; hoy ya ni hablamos de ello.
P. En el libro habla de redes sociales como Twitter, Facebook o Parler. ?Hay alguna otra que haya surgido en los ¨²ltimos a?os que le llame la atenci¨®n?
R. TikTok. Es muy interesante porque es la m¨¢s determinada algor¨ªtmicamente. Te da muy pocas opciones. B¨¢sicamente, inicias sesi¨®n y te muestra lo que quiere mostrarte. Y es incre¨ªblemente adictivo. Esta plataforma de v¨ªdeos cortos est¨¢ haciendo que Facebook, Twitter o Reddit comiencen a moverse en esa direcci¨®n. Si quiero analizar lo que va a pasar en el mundo, no puedo fingir que mis art¨ªculos de 8.000 palabras se difunden de la misma manera que lo hace un TikTok viral. Tengo que reconocer el hecho de que trabajo en un medio de comunicaci¨®n antiguo y afrontar las consecuencias.
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