Brian Merchant, autor: ¡°Los luditas son m¨¢s peligrosos para los ricos que Robin Hood¡±
El movimiento antim¨¢quinas surgido en la Inglaterra del siglo XIX tuvo un contexto similar al actual. Un nuevo libro reencuadra la revuelta y recuerda que estamos en una ¨¦poca parecida.
Los luditas han sido un gran recurso hist¨®rico. Cualquier enemigo vistoso de algo que parec¨ªa progreso tecnol¨®gico ha sido llamado ludita. Hoy con la inteligencia artificial generativa y sus cr¨ªticos, la palabra ha revivido. El autor y periodista Brian Merchant (Iowa City, EE UU, 1983) lo vio venir y ha escrito un libro que repasa la revuelta ludita en la Inglaterra de principios del siglo XIX y sus parecidos con las tecnolog¨ªas actuales: Blood in the Machine (Sangre en la m¨¢quina, de momento sin edici¨®n prevista en espa?ol) explora as¨ª los or¨ªgenes de la actual revuelta contra las grandes tecnol¨®gicas.
Aunque el libro ha aparecido en pleno revuelo por la IA, Merchant empez¨® su investigaci¨®n hace una d¨¦cada: ¡°Uber estaba creciendo y empezaba a verse que ten¨ªa un impacto duro en taxistas, o¨ª el t¨¦rmino ludita desde el sector pro Uber y escrib¨ª un art¨ªculo titulado No entend¨¦is nada de los luditas¡±. Ahora en su libro recuerda que la revuelta ludita fue una lucha laboral, no antitecnol¨®gica, en una ¨¦poca donde los sindicatos estaban prohibidos. En una conversaci¨®n con EL PA?S desde su residencia en Los Angeles, Merchant aclara el impacto hist¨®rico de los luditas y las posibles luchas similares que se juegan hoy en Silicon Valley.
1. Los luditas no iban contra el progreso
La revuelta laboral por la p¨¦rdida de derechos fue m¨¢s importante que la destrucci¨®n de m¨¢quinas textiles: ¡°El mayor error sobre los luditas es decir que estaban en contra de la tecnolog¨ªa y el progreso¡±, dice Merchant. ¡°Estaban en contra de ciertas tecnolog¨ªas porque reconoc¨ªan la forma en que iban a ser utilizadas en su contexto contra ellos como trabajadores. Fue un movimiento obrero, contra la pobreza, no antitecnol¨®gico. El Gobierno brit¨¢nico comenz¨® a moldearlos de esa manera casi de inmediato, ten¨ªa inter¨¦s en burlarse de los luditas y presentar el argumento de que estaban en contra del progreso. Es muy parecido a c¨®mo hoy las personas en posiciones de poder en empresas tecnol¨®gicas acusan a los que se quejan de malas condiciones laborales. Es la misma historia desde hace 200 a?os¡±.
El libro cita una frase del historiador Eric Hobsbawm que explica esta etapa: ¡°Era negociaci¨®n colectiva mediante disturbios¡±. Seg¨²n Merchant, esta t¨¢ctica en una lucha obrera fue muy poderosa por dos razones: ¡°Primero, era simb¨®lica porque todos entendieron que lo que destru¨ªan no era solo una m¨¢quina. Tambi¨¦n era la m¨¢quina espec¨ªfica que se usaba para transferir riqueza de los trabajadores al empresario. Segundo, fue ¨²til porque destru¨ªan el equipo que los empresarios necesitaban¡±.
2. Por qu¨¦ Robin Hood se acepta mejor que Ned Ludd
Ned Ludd fue un personaje legendario. Nadie sabe con certeza si existi¨®. Era la leyenda de un adolescente que habr¨ªa roto las primeras m¨¢quinas en el inicio de la Revoluci¨®n Industrial. En 1811, los trabajadores rebeldes usaban su nombre de leyenda para firmar cartas y asustar m¨¢s: ¡°Ludd probablemente nunca existi¨®. Pero su encarnaci¨®n se convertir¨ªa en una mascota, una herramienta organizativa, un gui?o: un poderoso meme del siglo XIX¡±, escribe Merchant.
Ludd vivi¨® cerca de Nottingham (Reino Unido), como otra figura legendaria que ha salido mejor tratada por la historia. Por algo ser¨¢, dice Merchant: ¡°Los luditas organizaron una rebeli¨®n popular y poderosa. La gente escrib¨ªa canciones populares sobre ellos. Eran como Robin Hood. Pero es interesante que Robin Hood haya perdurado como una luz positiva, mientras que los luditas no. Sugiere que el mito de Ned Ludd es en cierto modo m¨¢s peligroso para las elites y los ricos que el de Robin Hood, que es un poco m¨¢s nebuloso y abierto. Los luditas dicen: adelante, romped las m¨¢quinas de vuestra opresi¨®n. Robin Hood dice: robad a los ricos y d¨¢dselo a los pobres. Creo que eso es un poco m¨¢s tolerable¡±.
Well Blood in the Machine is a week old. I'm thrilled with the launch so far, and I want to thank everyone who's bought, requested, shouted out, written about, discussed, or shared the book. It means a lot, and it's already makes waves in the way we think work, tech, and Luddites pic.twitter.com/6AXb0dYm5a
— Brian Merchant (@bcmerchant) October 5, 2023
3. En qu¨¦ se parecen a los problemas de hoy
El trasfondo del libro es que la historia de los luditas es similar a lo que ocurre hoy en Silicon Valley, donde un grupo peque?o de corporaciones domina las nuevas tecnolog¨ªas. ¡°La forma en que se desarrollan las tecnolog¨ªas b¨¢sicamente no ha cambiado. Tienes un pu?ado de personas con acceso a suficiente capital o influencia pol¨ªtica para ser capaces de construir una f¨¢brica y utilizar tecnolog¨ªas de automatizaci¨®n. En aquel entonces, los propietarios m¨¢s agresivos no preguntaron a nadie c¨®mo encontrar un modo de hacer que esto sea beneficioso para todos¡±.
Merchant ha recibido cr¨ªticas por equiparar a los grandes empresarios de la Inglaterra del siglo XIX con EE UU en el siglo XXI. Pero hay detalles que no ve tan lejos: ¡°El proceso de desarrollo de tecnolog¨ªa es de alguna manera a¨²n m¨¢s antidemocr¨¢tico hoy que entonces. Existe esta inmensa reserva de capital disponible para los innovadores de Silicon Valley a trav¨¦s del capital de riesgo. Uber no fue rentable durante 10 a?os, pero tuvieron acceso a ese capital. ?A alguien realmente le gustaba eso? ?Funcionaba para los trabajadores y repartidores? Nada importaba, solo que ten¨ªan m¨¢s dinero y segu¨ªan adelante¡±.
La inteligencia artificial es solo otra etapa de este proceso de una sorprendente tecnolog¨ªa nueva que sobrevive a?os hasta que encuentra c¨®mo dar beneficios, dice Merchant: ¡°Hacen cosas que son llamativas y reciben mucha publicidad e inversi¨®n. No parece que a mucha gente le guste, pero siguen adelante porque tienen una cantidad insondable de capital. ?Es Sora, que convertir¨¢ texto en video, una buena idea? No s¨¦, pero ah¨ª est¨¢. Es una forma notablemente antidemocr¨¢tica de desarrollar tecnolog¨ªa. La historia, en cierto modo, respalda el hecho de que durante 200 a?os el desarrollo tecnol¨®gico no ha estado en armon¨ªa con la estabilidad social. Luego corregimos y nos ponemos al d¨ªa, pero ?por qu¨¦ durante dos siglos, cuando hay una gran tecnolog¨ªa nueva, la respuesta no es ¡®oh, genial, veamos c¨®mo esto beneficia a la sociedad¡¯, sino que reaccionamos con miedo?¡±, dice Merchant.
4. ?Cu¨¢l es el precio del progreso?
La habitual respuesta de empresarios y economistas es que estos temores son el precio del progreso. Los avances tecnol¨®gicos traen a la fuerza disrupci¨®n y sufrimiento. Para los luditas este argumento no era evidente desde el principio porque ni siquiera las ¨¦lites sab¨ªan c¨®mo iba a terminar. ¡°Los economistas dicen, s¨ª, hay cierta dislocaci¨®n, es doloroso para algunas personas, pero siempre se crean nuevos empleos. S¨ª, las elites se est¨¢n volviendo m¨¢s ricas. Para el resto puede ser doloroso a corto plazo, pero miremos hacia el futuro. Pero siempre f¨ªjate en qu¨¦ gente que dice eso. Son economistas que tienen un trabajo en el que ganan mucho dinero o son acad¨¦micos de carrera. Los que desprecian el dolor de otros siempre son quienes est¨¢n en condiciones de hacerlo¡±, dice Merchant.
Los cambios que conllevan las novedades tecnol¨®gicas a veces no son de destrucci¨®n completa de empleos, sino de su denigraci¨®n: ¡°Dir¨ªa que los economistas tienen raz¨®n en que en realidad no va a eliminar toneladas de empleos. En algunos casos puede. Pero s¨ª habr¨¢ una erosi¨®n de empleos vulnerables. En la Revoluci¨®n Industrial, los luditas no desaparecieron. Pero los propietarios pudieron utilizar las nuevas m¨¢quinas como justificaci¨®n para contratar ni?os en lugar de trabajadores cualificados¡±, dice Merchant.
Hace a?os que en Silicon Valley se debate una especie de renta b¨¢sica para los humanos por el futuro trabajo que har¨¢n las m¨¢quinas. Merchant lo ve como un parche mal hecho: ¡°Una renta b¨¢sica universal se volver¨ªa peque?a, ser¨ªa como una tirita para un gran problema estructural. Si las tecnol¨®gicas se preocuparan seriamente de los problemas sociales que podr¨ªan causar, entonces las ver¨ªamos presionando por cosas como la atenci¨®n m¨¦dica universal o la vivienda. Es la forma en que hace a?os se ve¨ªa a las compa?¨ªas petroleras decir que apoyamos un impuesto al carb¨®n. Ya sab¨ªan que no iba a suceder¡±, dice.
5. De los guionistas de Hollywood al coche aut¨®nomo quemado
En febrero, un coche aut¨®nomo de Waymo (Google) en San Francisco parec¨ªa tener un problema y cre¨® un peque?o atasco. Un grupo de gente lo rode¨® y en un rato le hab¨ªan roto los cristales y prendido fuego, mientras otros grababan. Es la primera gran destrucci¨®n de una m¨¢quina propiedad de una gran tecnol¨®gica desde los a?os 1970, cuando activistas estudiantiles atacaron laboratorios de Hewlett Packard.
?Veremos m¨¢s casos similares? ¡°La situaci¨®n es tan vol¨¢til que cuando comenc¨¦ a escribir esto dec¨ªa: ¡®No, no, a pesar de la rabia con Amazon o Uber y sus condiciones¡¯. Creo que sigue siendo as¨ª, pero vemos mucha ira en algunos lugares de EE UU. Si tienen ¨¦xito en automatizar puestos de trabajo o degradar condiciones laborales de suficientes personas, empobreciendo a m¨¢s personas, qui¨¦n sabe. Ese ataque a un coche de Waymo me tom¨® un poco por sorpresa. Supongo que es una especie de faro para gran parte de esta ira que existe hacia las grandes tecnolog¨ªas y su impacto¡±.
Ese ataque fue entonces algo inaudito. Pero tambi¨¦n lo ha sido la primera huelga y negociaci¨®n m¨¢s o menos exitosa que ha incluido la IA: la de los guionistas de Hollywood. ¡°Lo mejor de la huelga de guionistas es que demostr¨® lo posible que es lograr acuerdos como ese. En EE UU cosas as¨ª eran impensables, que alguien pudiera decirle a su jefe c¨®mo puede usar la IA o evitar usos abusivos de la tecnolog¨ªa. Se pueden trazar estas l¨ªneas rojas y decir que nos negamos a usar la IA o a que la gerencia la use en nuestro nombre¡±.
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