Ruha Benjamin, soci¨®loga: ¡°Hay que desmitificar la tecnolog¨ªa y escuchar a las personas que est¨¢n bajo los escombros del progreso¡±
La profesora del departamento de Estudios Afroamericanos de la Universidad de Princeton invita a usar la imaginaci¨®n colectiva para desafiar los sistemas establecidos
La tecnolog¨ªa no es algo m¨¢gico que escapa a nuestro control, por mucho que cueste entender algunas cosas. Tiene personas concretas detr¨¢s, y lo que es m¨¢s importante, visiones del mundo concretas. La soci¨®loga Ruha Benjamin (Wai, India, 46 a?os), profesora del Departamento de Estudios Afroamericanos de la Universidad de Princeton, ha dedicado cuatro libros ¡ªninguno traducido al espa?ol¡ª a estudiar las relaciones entre la tecnolog¨ªa, la diversidad, las desigualdades y la justicia. Una eminencia que desaf¨ªa el relato de las grandes tecnol¨®gicas y que defiende cada d¨ªa en sus redes sociales las causas del sur global, empezando por la palestina. Benjamin aterriza en Barcelona para participar en la Smart City Expo el mismo d¨ªa en que Donald Trump ha sido elegido presidente de Estados Unidos. Considera que es demasiado pronto para hacer un comentario al respecto, pero s¨ª que alerta sobre el impacto de la ola reaccionaria que recorre el mundo.
Pregunta. ?Se est¨¢ levantando un muro reaccionario ante todo lo que usted ha venido defendiendo en sus libros?
Respuesta. Cuando se se?ala que la imagen idealizada de una naci¨®n o un grupo es mentira, la reacci¨®n de la gente es estar m¨¢s c¨®modos con la mentira. No quieren que se le cuestione con la verdad sobre las historias racistas de nuestras sociedades, sobre las desigualdades y formas de opresi¨®n que siguen existiendo. Las mentiras son c¨®modas para quienes han sido socializados para pensar que son superiores a los dem¨¢s, porque esa superioridad est¨¢ siendo amenazada. Y los pol¨ªticos les dicen que la mentira est¨¢ bien, que la mentira es la verdad. Lo vemos en Estados Unidos, Europa o en la India, donde nac¨ª. La ret¨®rica es muy similar: hacer algo grandioso de nuevo. Pero nunca fue grandioso en primer lugar, fueron sociedades fundadas en la esclavitud y el genocidio.
P. ?Qu¨¦ papel tienen las redes sociales y las grandes empresas tecnol¨®gicas en este movimiento reaccionario?
R. Desempe?an un papel importante porque generan burbujas que refuerzan lo que ya pensamos. Pero m¨¢s all¨¢ de las redes sociales, hay otras tecnolog¨ªas que est¨¢n teniendo enormes consecuencias en la vida de las personas. Hay algoritmos que deciden qui¨¦n ser¨¢ contratado o despedido. Hay herramientas de inteligencia artificial que deciden qu¨¦ nota obtienen los estudiantes en la escuela, o se usan en la atenci¨®n m¨¦dica y en la polic¨ªa. Las tecnol¨®gicas venden soluciones digitales que refuerzan el statu quo y lo ocultan tras una capa de neutralidad y objetividad. Las tecnolog¨ªas m¨¢s poderosas son aquellas de las que ni siquiera somos conscientes, pero que dan forma a nuestras oportunidades en la vida.
P. En un art¨ªculo reciente analiza c¨®mo el desarrollo de la inteligencia artificial (IA) perpet¨²a las desigualdades. ?Por qu¨¦ es as¨ª?
R. Cuando hablamos de IA tenemos que hablar de las personas que est¨¢n detr¨¢s. Porque cuando empezamos a ponerle cara a estas tecnolog¨ªas, nos damos cuenta de que lo que nos venden como un bien p¨²blico en realidad sirve a intereses privados y al inter¨¦s propio de un peque?o grupo de personas que, en mi opini¨®n, est¨¢n imponiendo sus visiones al resto, present¨¢ndolo como si beneficiara a todos. Hay que desmitificar la tecnolog¨ªa y hablar de c¨®mo estas personas perpet¨²an con ella sus valores eugen¨¦sicos, es decir, su visi¨®n de que algunas vidas se valoran m¨¢s que otras.
P. Se vende como una tecnolog¨ªa casi m¨¢gica.
R. Y eso es importante para su monopolizaci¨®n del poder. Porque cuando nos dicen que algo es inevitable, no tratamos de cambiarlo. Tambi¨¦n eso lo hace m¨¢s atractivo, pero tenemos que empezar a denunciar estas mitolog¨ªas. Detr¨¢s hay moderadores de contenido en Filipinas, trabajadores digitales en Kenia, trabajadores de almac¨¦n de Amazon... gente que no se ve. As¨ª que pensamos que, cuando usamos ChatGPT, los resultados se obtienen m¨¢gicamente. Muchas personas est¨¢n siendo perjudicadas para que algunos de nosotros podamos tener m¨¢s eficiencia y comodidad. Hay que tener en cuenta las condiciones laborales y tambi¨¦n los costes ambientales, de energ¨ªa y agua que se necesitan para entrenar un solo algoritmo. Tenemos que preguntarnos si vale la pena.
Muchas personas est¨¢n siendo perjudicadas para que tengamos m¨¢s eficiencia y comodidad
P. ?C¨®mo deber¨ªa regularse?
R. Los productos farmac¨¦uticos, antes de llegar al usuario, tienen que pasar por muchos ensayos. En cambio, las tecnolog¨ªas ya experimentan con nosotros, somos su ensayo cl¨ªnico. EE UU tiene que mirar hacia la Uni¨®n Europea, donde hay un buen comienzo. No podemos permitir que las tecnol¨®gicas vengan y expulsen lo que hab¨ªa. En Barcelona, por ejemplo, Uber muestra las opciones de taxi y de transporte p¨²blico. Parece poco, pero muestra un cambio.
P. Y eso lleg¨® tras grandes huelgas de los taxistas.
R. Exacto. Es el poder de la gente de impedir que vengan estas empresas a ser disruptivas con nuestras vidas.
P. En su ¨²ltimo libro, Imagination. A manifesto, habla del poder de la imaginaci¨®n pero tambi¨¦n de que est¨¢ muy condicionada. ?Por qu¨¦?
R. La imaginaci¨®n es m¨¢s importante que nunca. Como en estas elecciones: nos dan a elegir entre dos opciones, con algunas diferencias, pero las dos malas para nuestra salud. La imaginaci¨®n nos dice que no lo aceptemos, que so?emos con una tercera, cuarta o quinta opci¨®n. Esto se aplica en la pol¨ªtica y all¨ª donde nos dicen que es imposible hacer algo. Nos dicen: atenci¨®n m¨¦dica para todos, imposible. Transporte p¨²blico gratuito, imposible. Y, sin embargo, nos dicen que podemos ir a Marte o crear la IA general. Nos piden dinero para fantas¨ªas descabelladas de las ¨¦lites y que confiemos en ellos. No deber¨ªamos creer en esas imaginaciones, deber¨ªamos hacer crecer nuestra imaginaci¨®n colectiva.
P. En una ¨¦poca de conflictos como la actual, en Gaza, Sud¨¢n o Ucrania, ?c¨®mo puede ayudar la imaginaci¨®n?
R. Lo primero es entender que estos conflictos, genocidios y formas de violencia est¨¢n conectados. El problema de nuestra imaginaci¨®n es que est¨¢ muy focalizada, cuando todo est¨¢ directamente relacionado. Eso cambiar¨¢ nuestros presupuestos, porque ahora mismo parece que no tenemos dinero para ayudar con las inundaciones y el clima, pero tenemos una cantidad infinita de dinero para el ej¨¦rcito y las guerras. Y luego hay que escuchar a las personas que est¨¢n bajo los escombros del progreso, literal y figuradamente, si queremos un mundo en el que todos prosperen.
Hay que desmitificar la tecnolog¨ªa y escuchar a las personas que est¨¢n bajo los escombros del progreso
P. Tambi¨¦n la tecnolog¨ªa se usa para la destrucci¨®n literal.
R. La innovaci¨®n tecnol¨®gica no es lo mismo que el progreso social. Mucha innovaci¨®n puede simplemente reforzar las viejas formas de pensar y jerarqu¨ªas. El avance tecnol¨®gico a menudo esconde da?o y violencia. Por ejemplo, los sistemas de IA que supuestamente apuntan a objetivos m¨¢s precisos en Israel, a la pr¨¢ctica lo que hacen es crear muchos m¨¢s objetivos que antes, porque va m¨¢s r¨¢pido. Y es m¨¢s letal. Con la inteligencia as¨ª concebida tenemos de nuevo la idea eugen¨¦sica: algunas personas son inteligentes, otras no, y si no eres inteligente como para tener esta tecnolog¨ªa, se te bombardea. Pero en la tecnolog¨ªa todo se oculta: en un sal¨®n como este, de tecnolog¨ªa, hay empresas israel¨ªes.
P. Hablar de todo esto es un gran problema en las universidades de EE UU. ?C¨®mo lo vive?
R. Algunos lo llaman ¡°el nuevo McCarthismo¡±. Tengo colegas que solo por hablar de Gaza han sido despedidos. Mis propios estudiantes est¨¢n siendo juzgados por una sentada pac¨ªfica. Estamos viendo la hipocres¨ªa de muchas instituciones, como la educaci¨®n superior, pero tambi¨¦n grandes empresas, como Google o Microsoft. Les que les encanta hablar de la libertad de expresi¨®n, pero ahora sale a la luz lo que de verdad les importa: la obediencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.