Gordon Bell, el hombre que quiso digitalizar cada instante de su vida
Considerado uno de los padres de la inform¨¢tica, este ingeniero de Microsoft se propuso demostrar que podemos tener una memoria de seguridad de nuestra experiencia vital
¡°Quiero almacenar para siempre todo lo que he visto, escuchado o hecho¡±. As¨ª resum¨ªa el inform¨¢tico Gordon Bell a la CBS su proyecto en 2005. Ten¨ªa 71 a?os y, tras una dilatada carrera como ingeniero inform¨¢tico, lideraba un grupo de investigaci¨®n en el laboratorio experimental de Microsoft. Se propuso demostrar que se pod¨ªa digitalizar toda una vida cuando todav¨ªa exist¨ªan los videoclubs y la Blackberry era lo ¨²ltimo en m¨®viles. Tener una suerte de copia de seguridad de nuestra experiencia, sosten¨ªa, nos ayudar¨ªa a desarrollarnos como personas m¨¢s plenas. ?l mismo hizo de conejillo de indias en el experimento MyLifeBits, activo entre 1998 y 2009.
¡°Mi ordenador es mi memoria principal; mi memoria biol¨®gica son solo metadatos de la memoria real¡±, cuenta por tel¨¦fono a EL PA?S a sus 87 a?os desde su casa de San Francisco. Durante m¨¢s de una d¨¦cada se dedic¨® a registrar pr¨¢cticamente todo lo posible. En un primer momento el prop¨®sito fue digitalizar todos los documentos personales de Bell: correspondencia, notas, facturas, art¨ªculos y libros escritos y le¨ªdos, pel¨ªculas vistas, CDs escuchados, fotos, p¨®sters, cuadros¡ Contrat¨® a un equipo que le ayud¨® a digitalizarlo todo. Se aproximaba el siglo XXI y Microsoft quer¨ªa liderar el mundo sin papel que ya se empezaba a vislumbrar.
El proyecto no se qued¨® ah¨ª. Tras procesar todos los documentos que formaban parte del pasado de Bell, su equipo decidi¨® volcarse en el presente. Desarrollaron un programa que registraba y guardaba todo lo que hac¨ªa en el ordenador (webs visitadas, e-mails le¨ªdos y enviados, programas usados¡). Fabricaron una peque?a c¨¢mara portable del tama?o de una pitillera que Bell siempre llevaba colgada a modo de collar y que tomaba im¨¢genes cada 30 segundos. Bautizada como SenseCam, Microsoft la acab¨® comercializando y se dice de ella que es capaz de retrasar los efectos del alzh¨¦imer. Junto a la SenseCam, una grabadora para captar todas sus conversaciones. Y en su mu?eca, diversos dispositivos para captar su pulso, su calor corporal, humedad relativa o su ubicaci¨®n (GPS).
Bell ya no lleva todo ese equipo encima. Hoy le basta con su Apple Watch y su m¨®vil. ¡°Cada semana reviso la evoluci¨®n de mi frecuencia cardiaca para ver si me tengo o no que asustar¡±, comenta entre risas. Habla despacio, pero sin titubeos. Su voz, agradable, hace honor a su fama de hombre afable. No ha perdido la lucidez que le convirti¨® en una eminencia de la inform¨¢tica. Colega del fallecido Marvin Minsky, uno de los padres de la inteligencia artificial, o de Bill Gates, quien prologa su libro Total Recall (2009), en el que cuenta su experimento MyLifeBits, Bell todav¨ªa da conferencias sobre supercomputaci¨®n en algunas universidades. La Asociaci¨®n para la Maquinaria Inform¨¢tica (ACM) da todos los a?os un premio que lleva el nombre del cient¨ªfico a la aportaci¨®n m¨¢s importante del curso en esa disciplina.
¡°Cuando empezamos no hab¨ªa ni tel¨¦fonos inteligentes. Hoy, todo el mundo tiene la posibilidad, si as¨ª lo quiere, de almacenar much¨ªsima informaci¨®n sobre su vida. Entonces ten¨ªamos que ingeni¨¢rnoslas para recoger datos; hoy son tan abundantes que la tarea es m¨¢s bien elegir cu¨¢les quieres analizar¡±. Bell y sus colaboradores, Jim Gemmell y Roger Lueder, se avanzaron dos d¨¦cadas a lo que estaba por venir. Hoy casi cada cosa que hacemos deja un rastro digital que podemos almacenar. Los primeros a?os de este siglo fueron los de la transici¨®n de la era del papel a la del ciberespacio. Internet estaba todav¨ªa arrancando, los tel¨¦fonos inteligentes no exist¨ªan, nadie sab¨ªa qu¨¦ era un wearable (tecnolog¨ªa para llevar puesta, port¨¢til) y la gente compraba c¨¢maras digitales o reproductores de MP3.
El proyecto MyLifeBits acab¨® en 2009 sin una traducci¨®n en ning¨²n producto concreto. Aun as¨ª, parte del programa inform¨¢tico que desarrollaron Bell y sus colegas para procesar la informaci¨®n de su vida se incorpor¨® a distintos programas de Microsoft y a sus herramientas de b¨²squeda en la nube. Qued¨® demostrado, eso s¨ª, que era viable recoger grandes cantidades de datos de las personas. Aunque Bell siempre concibi¨® esa tarea desde un punto de vista estrictamente privado. ¡°Parece que mucho del trabajo que hac¨ªamos nosotros ahora lo cubren las redes sociales. La gente no se da cuenta de la enormidad que supone ceder datos tan relevantes sobre tu vida a otros. Creo que eso es un desastre¡±, sostiene.
El sue?o de la memoria eterna
El ingeniero Vannevar Bush pas¨® a la historia por ser uno de los directores del Programa Manhattan, que le dio la primera bomba at¨®mica a Estados Unidos. En el mundo de la inform¨¢tica, Bush es conocido tambi¨¦n por su art¨ªculo As We May Think, de 1945, en el que aventura la creaci¨®n de un aparato, el Memex, capaz de encontrar a alta velocidad informaci¨®n almacenada en una base de datos. Para eso, los datos deb¨ªan almacenarse de forma interconectada. Sus ideas influyeron en la creaci¨®n medio siglo despu¨¦s del hipertexto.
Bush cre¨ªa tambi¨¦n que el desarrollo del Memex, contracci¨®n de memory index (¨ªndice de la memoria), cambiar¨ªa nuestra forma de pensar. Al poder recurrir tan f¨¢cilmente al conocimiento, podr¨ªamos dedicar la mente a tareas m¨¢s creativas. Gordon Bell es un gran seguidor de Bush. ¡°Mi experimento cambi¨® la forma en que me relaciono con la informaci¨®n que me llega. Sent¨ªa la urgencia de registrarla y luego me despreocupaba de ella, sabiendo que la podr¨ªa recuperar en cualquier momento¡±, comenta el ingeniero. ¡°En ese sentido, grabarlo todo es muy liberador¡±.
Bell est¨¢ perdiendo la vista. Padece degeneraci¨®n macular avanzada. Tiene un programa que le lee los documentos. ¡°Gracias a que me tom¨¦ la molestia de digitalizar toda mi vida, mi p¨¦rdida de visi¨®n no me impide leer cualquier archivo o documento de cuantos han pasado por mis manos. Quien tenga el m¨¢s m¨ªnimo indicio de que su visi¨®n va a empeorar, como me ha pasado a m¨ª, deber¨ªa empezar ya a digitalizarlo todo¡±.
?Qu¨¦ ser¨¢ del archivo de su vida cuando ¨¦l ya no est¨¦? Lo tiene m¨¢s que decidido. Ha donado gran parte de sus documentos al Computer Histoy Museum de Boston, instituci¨®n que ¨¦l mismo fund¨®. Hasta entonces piensa seguir usando su gran archivo digital todo lo que pueda. ¡°Los recuerdos hacen nuestra vida m¨¢s rica. Y yo puedo acceder a ellos sin problema¡±.
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