Mercedes Mil¨¢: ¡°No podr¨ªa hacer esto sin la mochila que llevo encima¡±
La periodista regresa con su perro Scott a Movistar + y cae atrapada en Roma con sus compa?eras de colegio por el cerco del coronavirus
Roma es una palabra marcada en rojo para Mercedes Mil¨¢. Una aspiraci¨®n casi constantemente frustrada. La ciudad se muestra tan autosuficiente, tan sobrada, que marca su propia ley. No necesita a nadie. Uno no acude a Roma y reside all¨ª a capricho, muchas veces depende de lo que a ella le apetezca acoplarse a tus propios planes.
Cuando Mil¨¢ termin¨® sus estudios en el Sagrado Coraz¨®n, su promoci¨®n plane¨® ir all¨ª como viaje de fin de curso. ¡°Pero entonces, las monjas estaban muy concienciadas con el Concilio Vaticano II y decidieron dedicar esos fondos a los m¨¢s pobres¡¡±. M¨¢s de medio siglo despu¨¦s, se le ocurri¨® que ser¨ªa buena idea quitarse aquella espina desbaratada en pos de la caridad. Plane¨® que dar¨ªa chicha para una entrega de Scott y Mil¨¢, el programa que comienza su nueva temporada en Movistar + el pr¨®ximo lunes.
El equipo eligi¨® cuidadosamente a las compa?eras de viaje. Alquilaron un palazzo en el centro y all¨ª se plantaron en avi¨®n cuando Lombard¨ªa ya estaba cerrada y el resto de Italia cercado. De nuevo Roma adquir¨ªa su condici¨®n de destino caprichoso. Y esta vez ¨²til, sino para un fin solidario, s¨ª para un buen programa de televisi¨®n.
La primera entrega de la nueva temporada de Scott y Mil¨¢ es un plan torcido al que le han sacado provecho. Un ejemplo de ese motor que dinamiza continuamente y a la fuerza el periodismo: la improvisaci¨®n. Te trasladas a un lugar con idea de hacer recuento de vida de una generaci¨®n de mujeres y te traes de vuelta todo un term¨®metro de los tiempos que vivimos y de la incertidumbre que vendr¨¢. Un cambio de planes al que le han sacado buen partido a medio camino entre la comedia sana, no exenta de drama, y el thriller.
La propia Mercedes Mil¨¢ no sabe definir su nuevo programa. Una bendici¨®n que as¨ª sea porque resulta un s¨ªntoma de riesgo en quien no necesita lanzarse al vac¨ªo a estas alturas. Una sensaci¨®n refrescante en quien lo ha sido ya todo en el medio. Una especie de lecci¨®n por parte de quien todav¨ªa se defiende aprendiendo. ¡°Esto es otro g¨¦nero¡±, dice Mil¨¢. ¡°Pero s¨¦ que representa algo que no podr¨ªa hacer sin la mochila que llevo encima¡±, afirma la periodista con cuatro d¨¦cadas de experiencia ¡ªy triunfos sin tregua¡ª a sus espaldas.
Pocas veces se ha entregado a s¨ª misma tan en tromba. ¡°Es cierto, para eso hace falta poco pudor y ning¨²n miedo¡±, asegura. Pero para que no caiga por el precipicio del rid¨ªculo ¡ªaunque lo bordee sin complejos¡ª cuenta con una especie de agentes de la autoridad que controlan el term¨®metro de su propia impudicia. Esa que da la sabia veteran¨ªa medio punk con la que a Mil¨¢ le gusta tanto coquetear. ¡°Yo soy as¨ª y puede resultar peligroso que lo muestre tanto para m¨ª como para el programa¡±.
Ah¨ª est¨¢n sin embargo Mar¨ªa Ruiz, productora y creadora de la serie junto a Mil¨¢ y David Moncasi, su director, como polic¨ªas de guardia. Los planes de este cap¨ªtulo salieron adelante. Pero la sombra de un imprevisto les pesa todo el rato. A Roma llegaron, bien, pero ?c¨®mo salir de la trampa? ¡°Todo se volvi¨® de repente muy extra?o. Imag¨ªnate aquella ciudad vac¨ªa y yo, ?sin poder abrazar a mi hermano!¡±. Lorenzo Mil¨¢, ya saben, es corresponsal en Italia de TVE. Y Mercedes, muy tocona¡ ¡°Todo el mundo lo sabe, ando sin parar achuchando a la gente¡±. ?Y podr¨¢ seguir? ?Podremos seguir as¨ª? ¡°Eso espero¡¡±.
Por lo pronto, en el primer cap¨ªtulo ah¨ª deja unos cuantos arrumacos a sus compa?eras de clase. Tambi¨¦n bocados de pizza, varios brindis al tenue y t¨ªmido sol que acompa?aba el ocaso de aquellos d¨ªas de alarma instalada en Roma. Las estatuas y la Fontana de Trevi, el Vaticano desierto y la corriente inquieta pero serena del T¨ªber, que tanto ha visto ya¡, fueron testigos.
Pudieron escuchar como una de ellas tiene restringidas las visitas a su nieto o como a otra la violaron con 30 a?os en un portal, en plan manada. Como algunas fueron sencillamente felices y las dem¨¢s resisten con las tundas que les ha propiciado la vida, a¨²n de pie. En sus testimonios hay cuentas pendientes hacia una educaci¨®n que las dejaba sin armas ante la vida, sin herramientas para prever la desgracia pero tampoco para abrazar el placer. ¡°Cuando hicimos una celebraci¨®n hace dos a?os de nuestro 50? aniversario, para m¨ª, todas eran rostros desconocidos¡±, asegura Mil¨¢.
Ya, no. La vida las hab¨ªa llevado a cada una por un derrotero siempre imprevisto, que trastocaba sus planes. Hoy saben que el matrimonio no es un fin, sino en muchos casos el principio del fin, que los hijos pueden clavarte pu?ales, que el ¨¦xito ¡ªy en eso Mil¨¢ puede presumir de maestra¡ª no tiene por qu¨¦ colmar tus sue?os. Que estos, quiz¨¢s, se encuentren en la actitud estoica pero leal de un tipo tan misterioso como adaptable a las circunstancias que se llama Scott y presume de estampa con sus barbas de elegante y discreto Schnauzer.
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