Las series se convierten al juda¨ªsmo
Estrenos recientes como ¡®Unorthodox¡¯ o ¡®La conjura contra Am¨¦rica¡¯ se adentran en la religi¨®n y la cultura hebreas como recordatorio de un pasado que podr¨ªa repetirse
En las ¨²ltimas semanas, las series se han convertido casi en productos kosher. ¡°?Cu¨¢ndo se volvi¨® tan jud¨ªa la televisi¨®n?¡±, se preguntaba un reciente art¨ªculo en la edici¨®n estadounidense de Vanity Fair, observando que los grandes lanzamientos de la temporada son casi monotem¨¢ticos: todos se centran en esa religi¨®n y cultura. Nuevas series como Unorthodox (Netflix), La conjura contra Am¨¦rica (HBO) o Hunters (Amazon) indagan, de maneras distintas, en el drama de la persecuci¨®n de los jud¨ªos durante el siglo XX y describen su dif¨ªcil integraci¨®n en las sociedades occidentales. A la vez, acaba de volver una serie m¨ªtica como Curb your enthusiasm (HBO), en la que Larry David interpreta a un jud¨ªo neoyorquino de manual, que se suma a otros proyectos marcados por la pertenencia de sus protagonistas a esa religi¨®n, como Better Things (HBO), Schitt¡¯s Creek (Movistar +) o Los Goldberg (Neox). Dos series recientes de Amazon se suman a esa lista: La maravillosa se?ora Maisel, que transcurre en el llamado Borscht Belt, el circuito de resorts para jud¨ªos en las monta?as Catskills donde debutaron monologuistas como Woody Allen y Joan Rivers; y Transparent, que hablaba de la cultura jud¨ªa y de su imperfecto encaje en la California m¨¢s progresista.
La televisi¨®n ha tratado la cuesti¨®n jud¨ªa desde los d¨ªas de la miniserie Holocausto, que a finales de los setenta introdujo el debate sobre la memoria hist¨®rica en todos los hogares, incluidos los alemanes, en un tiempo en que todav¨ªa era un tab¨² nacional. Desde entonces, el juda¨ªsmo ha resurgido peri¨®dicamente en la ficci¨®n, aunque cada vez con un eco distinto, reflejando problem¨¢ticas de la actualidad de cada momento. No es casualidad que las series hablen de juda¨ªsmo en un momento en que el antisemitismo est¨¢ en aumento. En Estados Unidos, los delitos de odio contra jud¨ªos aumentaron casi un 40% entre 2014 y el 2018, seg¨²n datos del FBI. En Francia, se produjo un aumento de los ataques antisemitas del 74% entre 2017 y 2018, seg¨²n el Ministerio del Interior. Ese clima xen¨®fobo impuls¨® a David Simon, creador de The Wire, a recuperar un viejo proyecto que hab¨ªa rechazado a?os atr¨¢s: adaptar La conjura contra Am¨¦rica, la novela de Philip Roth que especula sobre qu¨¦ hubiera sucedido si el aviador Charles Lindbergh ¨Cconocido por haber cruzado el Atl¨¢ntico en 1927, pero tambi¨¦n su simpat¨ªa por los nazis¨C se hubiese impuesto ante Franklin D. Roosevelt en las presidenciales estadounidenses de 1940.
¡°La primera vez que me lo propusieron fue en 2013, justo despu¨¦s de la segunda toma de posesi¨®n de Obama¡±, ha dicho Simon, que consider¨® esa trama poco adecuada para la sociedad tolerante en la que cre¨ªa vivir. La elecci¨®n de Donald Trump le oblig¨® a rectificar y a regresar a este proyecto, el primero en su larga carrera que trata de la religi¨®n de sus padres (Simon es jud¨ªo no practicante). La conjura contra Am¨¦rica, protagonizada por una familia de clase media sometida al clima antisemita que suscita la elecci¨®n de Lindbergh, no trata solo del odio a los jud¨ªos, sino a todo aquel que sea percibido como diferente o minoritario. Cuando convers¨® con Roth sobre esta adaptaci¨®n, poco antes de su muerte en 2018, el gran escritor le dio un ¨²nico consejo: ¡°No la hagas demasiado jud¨ªa¡±. La conjura contra Am¨¦rica coincide con otras historias alternativas sobre el pasado, como El hombre en el castillo (Amazon), que imaginaba los efectos de una victoria nazi en 1945.
Adem¨¢s de alertar sobre los peligros del fascismo, incluso en sus variantes m¨¢s aparentemente inocuas, la serie habla de un problema menos tr¨¢gico, pero con efectos claros en la subjetividad del jud¨ªo estadounidense: el drama ¨ªntimo de la asimilaci¨®n en un pa¨ªs donde lo wasp sigue siendo culturalmente hegem¨®nico (sin ir m¨¢s lejos, una de las protagonistas de La conjura contra Am¨¦rica, Winona Ryder, se apellida, en realidad, Horowitz). De esta cuesti¨®n trata tambi¨¦n Unorthodox, sobre una mujer jud¨ªa que logra escapar de una comunidad ortodoxa en Williamsburg, el barrio de Brooklyn donde los jas¨ªdicos viven en un aislacionismo total, a solo algunas calles de los bares para hipsters. La protagonista, Esty, se refugia en Berl¨ªn, donde se quita el sheitel, la peluca con la que las esposas ortodoxas cubren su cabello, y se convierte en una joven de su edad cualquiera que descubre experiencias in¨¦ditas para ella, como ingerir un s¨¢ndwich de jam¨®n o entrar en un local nocturno. En el fondo, Unorthodox refleja dos fen¨®menos: el triunfo definitivo de las narrativas sobre la reafirmaci¨®n de la mujer en un entorno hostil, subtexto habitual de buena parte de la ficci¨®n contempor¨¢nea, y la fascinaci¨®n que sentimos por los clubes en los que no nos dejan entrar, lo que sirve igual para el juda¨ªsmo que para Berghain.
Pese a la deficiencia de sus di¨¢logos, que no siempre son el colmo de la sutileza, Unorthodox logra observar con sensibilidad y atenci¨®n al detalle una realidad que, a menudo, ha sido caricaturizada o simplificada hasta el paroxismo. En el segundo episodio, la larga secuencia del matrimonio de la protagonista habr¨ªa sido resuelta, en otras series, con el estruendo de un plato roto y un par de palabras en yiddish con resonancias c¨®micas. Naturalismo es precisamente lo que le falta a Hunters, aunque esa sea una decisi¨®n deliberada de su showrunner, David Weil. El proyecto se inspira en la llamada Operaci¨®n Sujetapapeles, con la que los servicios de inteligencia estadounidenses lograron sacar de Alemania a cient¨ªficos nazis capaces de desarrollar cohetes y armas qu¨ªmicas. La serie, protagonizada por Al Pacino y Logan Lerman, habla de un grupo de supervivientes del Holocausto que, en 1977, decide vengarse de sus antiguos torturadores. Pese a sus buenas intenciones, su tono desmedido no ha sido del agrado de todo el mundo. Una escena donde los guardias de un campo de concentraci¨®n juegan al ajedrez con los prisioneros provoc¨® una protesta formal del Memorial de Auschwitz, que consider¨® que inventar torturas que no existieron supone, en el fondo, hacerles el juego a los negacionistas.
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