¡®Spain, zero points¡¯: El viejo arte espa?ol de perder en Eurovisi¨®n
Un nuevo libro recopila las experiencias de los ilustres representantes de Espa?a que fueron abatidos en las listas del festival internacional
¡°Cuando visit¨¦ Madrid por primera vez y me reun¨ª con la gente de Ediciones Fonogr¨¢ficas Jercar, mi compa?¨ªa de discos, me dijeron bien claro que no me ilusionara porque iba a quedar fatal¡±, recuerda Anabel Conde en Yo tampoco gan¨¦ Eurovisi¨®n (Libros C¨²pula), un repaso de Patricia Godes y Javier Adrados a la trayectoria de Espa?a en el festival. Conde qued¨® segunda, pero aquella advertencia de su discogr¨¢fica resulta indicativa de la actitud con la que Espa?a parece ir a Eurovisi¨®n cada a?o: dando por hecho el fracaso y conform¨¢ndose con, al menos, no hacer el rid¨ªculo.
Lo de ¡°Spain, zero points¡± -una frase que nunca se pronuncia en el festival- se ha convertido en casi un proverbio nacional. ¡°Royaume-Uni, douze points¡± (Reino Unido, 12 puntos), por otro lado, apareci¨® hasta en un anuncio de Coca-Cola de tan popular que se hizo durante los sesenta y setenta. Este contraste encierra el viejo complejo espa?ol de ser la aldea de Europa, un pa¨ªs que se explica mejor a s¨ª mismo a trav¨¦s de sus derrotas. Un buen ejemplo de ello fue el ¨²ltimo puesto de Remedios Amaya en 1983 con Qui¨¦n maneja mi barca, ridiculizado con sa?a por p¨²blico y prensa, y que suger¨ªa cierta verg¨¹enza por haber llevado como representante a una cantaora gitana. ?C¨®mo iba a gustar eso en Europa? ¡°Fue un claro ejemplo de racismo¡±, sentencia Adrados, coautor del nuevo libro. ¡°Ella no sab¨ªa leer ni escribir y tanto la discogr¨¢fica como TVE la dejaron sola. La ¨²nica que la apoy¨® fue Lola Flores, que dijo que si la hubieran llevado con un tablao y unos guitarristas Europa habr¨ªa alucinado¡±.
El libro cuenta c¨®mo, tras quedar sexto en 1966 con Yo soy aquel y ante el clamor popular del ¡°nos tienen man¨ªa¡±, Raphael denunci¨® que ¡°mientras los espa?oles no podamos cantar en franc¨¦s, idioma que comprende media Europa, no podremos ganar¡±. Representantes como Jos¨¦ Mar¨ªa Guzm¨¢n de Cadillac, Eva Santamar¨ªa, Antonio Carbonell y Marcos Llunas insisten en el volumen que la cantinela de que ¡°es que hay pa¨ªses que se votan entre ellos¡±. El comentarista Jos¨¦ Luis Uribarri jugaba a predecir las votaciones (el libro describe c¨®mo iba por los pasillos con un malet¨ªn lleno de mapas). Sin embargo, cada a?o gana un pa¨ªs distinto. Y el pa¨ªs que m¨¢s victorias acumula, Irlanda, solo tiene un vecino. Algo tendr¨¢ que ver la canci¨®n.
TVE es el villano espiritual del relato de Yo tampoco gan¨¦ Eurovisi¨®n. Nadie lo nombra hasta el final, cuando la directora de programas de entretenimiento To?i Prieto concede una breve entrevista y varios eurofans descargan su frustraci¨®n contra un comit¨¦ que consideran anticuado y desganado. Paloma San Basilio recuerda c¨®mo en 1985 los delegados de TVE ¡°se dedicaron a ir de compras y casi no les vi el pelo¡±. El a?o de los festejos por el quinto centenario, 1992, TVE ni siquiera se molest¨® en llevar a Malm? (Suecia) a los compositores de Colgado de un sue?o, quienes en teor¨ªa tendr¨ªan que subir a recoger el premio en caso de victoria.
Es una teor¨ªa cl¨¢sica. Anabel Conde cont¨®, en una entrevista para ICON, que los delegados de TVE se pusieron a hacer llamadas muy nerviosos cuando Vuelve conmigo empez¨® a encabezar la clasificaci¨®n. Las teor¨ªas de la conspiraci¨®n apuntan que a TVE sencillamente no le apetece organizar el festival, por lo que apuesta por canciones poco ambiciosas y puestas en escena pobres. El miedo a hacer el rid¨ªculo genera propuestas como Contigo hasta el final, Que me quiten lo bailao o Do It For Your Lover que aspiran, en el mejor de los casos, a pasar desapercibidas. Quedaron entre los ¨²ltimos tres puestos. El resultado es que, con vecinos o sin ellos, Espa?a es el pa¨ªs con peor ratio de la ¨²ltima d¨¦cada: siete veces por debajo del puesto 20? de 26 participantes.
¡°Yo creo que TVE se involucra como si fuera un programa de televisi¨®n m¨¢s¡±, opina Adrados, ¡°Los artistas de los setenta y ochenta hablan de TVE en t¨¦rminos distintos que los de los noventa para ac¨¢. Para estos ¨²ltimos y para su s¨¦quito de fans, la culpa es siempre de TVE y de un fallo de luz o de que no les dejaran hacer lo que quer¨ªan. Algunos artistas no entienden que ellos entran a formar parte de un concepto y que tienen que ser capaces de resolver estos imprevistos. Los artistas siempre ven fallos en todas partes excepto en ellos mismos. A veces es tan sencillo como que enviamos canciones que son una mierda¡±.
Los eurofans coinciden en se?alar que Espa?a va a rebufo de modas pasadas. Si en 2006 ganaron unos heavies disfrazados de orcos (Lordi, con Rock Hallelujah), la conclusi¨®n fue que solo importa el circo as¨ª que TVE llev¨® una actuaci¨®n ir¨®nica, Baila el chiki-chiki, dos a?os despu¨¦s. Lo que gan¨® entonces fue un ruso con una balada, Believe. La mayor¨ªa de eurofans consultados en el libro coinciden en que la de Rodolfo Chikilcuatre es la peor canci¨®n jam¨¢s cantada en Eurovisi¨®n. Y si hay tanta inquina contra ella es, por una parte, porque la alternativa aquel a?o era La revoluci¨®n sexual de La casa azul.
Seg¨²n Javier Adrados, Espa?a tiene que dejar de sentir complejo de inferioridad por su tradici¨®n musical y aceptarla como la ventaja que es. ¡°Los tres artistas m¨¢s exitosos que han salido de Eurovisi¨®n son ABBA, Celine Dion y Julio Iglesias. Tenemos que abrazar nuestra cultura musical. Si alguien de fuera intenta hacer flamenco le saldr¨¢ fatal. Pues nosotros igual cuando intentamos parecer extranjeros. Dime (la canci¨®n de Beth en 2002) ten¨ªa arreglos de guitarra espa?ola que son ¨²nicos. Que solo sabemos hacer nosotros¡±.
El t¨®pico de que Espa?a parece sentirse c¨®moda en el pitorreo masoquista del perdedor empedernido, de ir a Europa un poco como Paco Mart¨ªnez-Soria con la cesta de gallinas, encuentra aqu¨ª una salida. La ¨²nica victoria absoluta espa?ola, la del La la la de Massiel (Salom¨¦ gan¨® al a?o siguiente con Vivo cantando, pero el cu¨¢druple empate desluci¨® su triunfo), a menudo se ve eclipsada por la teor¨ªa conspiranoica de que Franco la compr¨®. Es como si Espa?a no se sintiese del todo a gusto con sus ¨¦xitos y necesitase matizarlos. Como si tuviera buen perder pero mal ganar.
Las victorias resultan m¨¢s aburridas porque tienen una sola explicaci¨®n, pero las derrotas dan para conversaciones infinitas. Desde 1988 se puede culpar al televoto o, como hace Betty Missiego (segundo puesto en 1979 con Su canci¨®n) en Yo tampoco gan¨¦ Eurovisi¨®n, a que no existiera: ¡°En mi ment¨¦ gan¨¦. En 1979 no exist¨ªa ni internet ni el televoto, estoy segura de que hubiese tenido el voto del p¨²blico¡±. ¡°No ganamos porque Alemania nos fall¨®, ?as¨ª de claro! Hab¨ªamos pactado con ellos tres puntos y no cumplieron su palabra¡±, explica el compositor de Lady Lady de Bravo, Miguel Blasco, que qued¨® tercero en 1984.
¡°Espa?a es un pa¨ªs extremista: funcionas siendo el primero o el ¨²ltimo. Nunca gusta lo intermedio¡± reflexiona Jos¨¦ Mar¨ªa Guzm¨¢n de Cadillac, d¨¦cimo en 1986 con Valentino. Quiz¨¢ la mayor derrota en Eurovisi¨®n, por tanto, es la irrelevancia. ¡°As¨ª como a la salida fue espectacular de fot¨®grafos y periodistas, a la llegada al aeropuerto de Madrid no hab¨ªa nadie¡±, recuerda Carlos Gil de Trigo limpio, duod¨¦cimo en 1980 con Qu¨¦date esta noche. ¡°Nadie ve Eurovisi¨®n, pero al d¨ªa siguiente del festival todo el mundo habla de lo mal que ha quedado Espa?a¡±, se?ala Adrados, ¡°Todo el mundo cree que sabe lo que habr¨ªa que hacer para ganar. Eso s¨ª que se nos da bien a los espa?oles¡±.
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