Flo y el verdadero fin de la comedia
Cuando el c¨®mico opin¨®, irrumpi¨® una persona que no encajaba con el personaje, y el efecto fue parecido a encender la luz y apagar la m¨²sica en medio de una fiesta
En sus memorias, Woody Allen se compadece varias veces de los actores por la maldici¨®n que supone tener que agradar y caer bien. Para mantenerse en el candelabro (sic: ay, esos chistes vintage) necesitan seducir constantemente, y eso agota a cualquiera y moldea una personalidad fr¨¢gil y dependiente de la opini¨®n ajena. Como Woody Allen es un soci¨®pata al que le resbala la opini¨®n ajena, no concibe mayor desdicha que someterse a sus dictados.
A las estrellas del Hollywood cl¨¢sico les costaba mucho interpretar personajes de moral ambigua o antiheroica, no fuera que el p¨²blico se enfadase y ellas perdieran ese qu¨¦-s¨¦-yo que pagaba sus mansiones. Con el tiempo, tanto ellas como los espectadores le cogieron el gusto a la complejidad y hoy no rigen esos dilemas, pero persisten en los c¨®micos, que siguen obligados a no romper el equ¨ªvoco que confunde su personaje y su persona.
La transformaci¨®n de Florentino Fern¨¢ndez, de Flo el Adorable al Detestado Flo en pocos meses, es un caso de tesis doctoral. Para muchos, se trata de un problema de caducidad: no hay mercanc¨ªa m¨¢s perecedera que el humor, como demuestra mi referencia al candelabro. Pero la clave aqu¨ª no es que sus chistes suenen antiguos y groseros para los sensibles o¨ªdos de 2021, sino que ha irrumpido a contrapelo en un debate sobre machismo y comedia al que no se le hab¨ªa convocado. Intent¨® defenderse, lo cual siempre empeora las cosas en la gran lapidadora de Twitter, y rompi¨® el embrujo. Un c¨®mico no puede permitirse caer mal, a no ser que caer mal sea parte de un juego de seducci¨®n para caer bien. Cuando Flo opin¨®, irrumpi¨® una persona que no encajaba con el personaje, y el efecto fue parecido a encender la luz y apagar la m¨²sica en medio de una fiesta. Ah¨ª est¨¢ el verdadero fin de la comedia.
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