Las nuevas pesadillas de ¡®Historias para no dormir¡¯: entre el terror y el homenaje fl¨¢cido
Cuatro directores revisitan sendos cap¨ªtulos de la serie creada a mediados de los sesenta por Chicho Ib¨¢?ez Serrador, una producci¨®n que se puede ver en Amazon Prime Video
Los tiempos han cambiado. Y la ingenuidad ha acabado asesinada en alg¨²n callej¨®n a manos de una banda de redes sociales. Narciso Ib¨¢?ez Serrador jam¨¢s fue un ingenuo, pero s¨ª vivi¨® en una ¨¦poca muy distinta a este 2021 y trabaj¨® para un p¨²blico mucho m¨¢s na¨ªf que el actual. Historias para no dormir, serie en la que adapt¨® a la televisi¨®n cl¨¢sicos literarios del fant¨¢stico y del terror a la manera de Alfred Hitchcock presenta, es un buen ejemplo. Las noches durante el franquismo fueron dur¨ªsimas en los calabozos de las comisar¨ªas y en las c¨¢rceles, pero ante la peque?a pantalla se sentaba una clase media que desconoc¨ªa esa oscuridad. Y Chicho domin¨® como pocos el pulso vital de ese tiempo y ese lugar: su cine fue mucho m¨¢s salvaje que su televisi¨®n. Hoy, cuando un periodista entra en una embajada a realizar un peque?o tr¨¢mite y acaba descuartizado vivo, y se sabe de manera notoria sin que el asesinato acarree mayores consecuencias, algunas de esas Historias para no dormir son vistas con media sonrisa benevolente. Otras no, porque ya desde la presentaci¨®n se marca el tono de terror con gusto por lo cl¨¢sico (las letras g¨®ticas, el grito, la puerta...) y en todas se nota la mano de un excepcional narrador audiovisual.
Por eso, revisitar aquella serie que salt¨® del franquismo a la democracia ¡ªsu primera temporada se emiti¨® en 1966, la segunda en 1967-1968 y la tercera en 1982¡ª se torna en un ejercicio arriesgado. Y del que existe un fracaso precedente: la muy irregular colecci¨®n de Pel¨ªculas para no dormir de 2006, capitaneadas por el mismo Chicho. Ahora Amazon Prime Video estrena una nueva entrega de Historias para no dormir que llegan de la mano de los directores Paco Plaza, Paula Ortiz, Rodrigo Cort¨¦s y Rodrigo Sorogoyen en sendas adaptaciones de cuatro de cap¨ªtulos de la serie original: La broma (Cort¨¦s), El doble (Sorogoyen), El asfalto (Ortiz) y Freddy (Plaza). Primero se lanzar¨¢n en la plataforma digital y, despu¨¦s de seis meses, en TVE. El riesgo se multiplica: no es solo aportar obra a un vadem¨¦cum del terror, es que adem¨¢s se reescriben algunos de sus p¨¢rrafos. No todos los viajes han llegado a buen puerto.
Cort¨¦s ha ido directamente a la fuente, y se la ha bebido con placer. La broma palpita como el original, creando un set piece glorioso apoyado tanto en su estilo afilado de colocaci¨®n de la c¨¢mara y trabajo posterior en el montaje (firma el guion, la direcci¨®n, la edici¨®n, la producci¨®n musical y hasta la canci¨®n) como en un reparto engrasad¨ªsimo. En Eduard Fern¨¢ndez ha hallado el Narciso Ib¨¢?ez Menta del siglo XXI (devorado por la fama de su hijo, se ha olvidado la capacidad interpretativa del padre para construir los personajes m¨¢s radicales que le encargaba su v¨¢stago), y en Ra¨²l Ar¨¦valo y Nathalie Poza los c¨®mplices perfectos ¡ªsolo se necesita un segundo para creerse ese tri¨¢ngulo amoroso y sumergirse en su monta?a rusa emocional¡ª en un thriller de chantajes, medias verdades y carcajadas siniestras. Cort¨¦s antepone su est¨¦tica por encima de la delgada l¨ªnea narrativa (en realidad, la historia es m¨ªnima), y acierta ofreciendo un resultado disfrut¨®n.
Paco Plaza es el ¨²nico del cuarteto que trabaj¨® con Chicho. fue en las Pel¨ªculas para no dormir y vivi¨® amores y desamores con el maestro rodando uno de sus cap¨ªtulos, Cuento de Navidad, de cuyo reparto recupera a una int¨¦rprete de garra, Maru Valdivielso. Pero en su Freddy ha levantado un monumento a su obra: no solo se sumerge en un episodio que beb¨ªa de Dar¨ªo Argento y Mario Bava, lo revisa desde su rodaje. Se ha complicado la vida para bien. Plaza traslada al p¨²blico a los estudios del madrile?o paseo de La Habana de 1982, cuando Chicho sufr¨ªa los rodajes en v¨ªdeo (¨¦l prefer¨ªa el cine), y Carlos Santos saca matr¨ªcula de honor en su recreaci¨®n de Ib¨¢?ez Serrador. Ahora el ventr¨ªlocuo (Miki Esparb¨¦) no solo sufre en pantalla el poder de un mu?eco asesino como en la entrega original, sino que, apagadas las c¨¢maras, la marioneta mantiene su ascendencia. Beto Marini y Plaza han escrito un guion divertido, algo macarra, que acierta en sus chistes, en el tono y en el terror, un poco m¨¢s gore que el chichista. Es el cap¨ªtulo con m¨¢s gui?os a la obra de Ib¨¢?ez Serrador, incluido el cambio de t¨ªtulo de la historia original y la aparici¨®n de su hijo, el tambi¨¦n cineasta Alejandro Ib¨¢?ez, como ayudante del Chicho-Santos. Resultado: la mejor entrega.
Algo m¨¢s endeble es El asfalto, de Paula Ortiz. Si el episodio original se armaba con decorados construidos con dibujos de Mingote, ahora en las calles de 2021 la est¨¦tica homenajea a 12 monos. Queda la misma denuncia social, la triste loa a los don nadie ¡ªaqu¨ª un matrimonio encarnado por Dani Rovira e Inma Cuesta¡ª que malviven a la espera de unos tiempos mejores, gente convertida en parte min¨²scula de los cimientos en los que se asientan las fortunas de otros. El asfalto conformaba con La cabina de Antonio Mercero un grito oculto contra la dictadura y la apat¨ªa social, que necesita un giro m¨¢s en su plasmaci¨®n actual.
Rodrigo Sorogoyen ha versionado El doble lanz¨¢ndose a un futuro cercano (estupendo el gui?o del uso de las mascarillas) en una distop¨ªa feroz, cuyo libreto ¡ªfirmado por Daniel Rem¨®n¡ª disfruta machacando las relaciones sentimentales de los personajes para alejarse de la inspiraci¨®n inicial, un relato de Ray Bradbury. El doble esconde tras su retrato de la podredumbre del amor en la pareja David Verdaguer-Vicky Luengo (ambos, impecables) un suspense latente, que va empapando la trama mientras el p¨²blico construye el puzle en su cabeza. Tanto Luengo como Iria del R¨ªo aportan misterio a sus papeles, Verdaguer humaniza la historia, y de la mano de Sorogoyen la acci¨®n se construye al ritmo necesario (es el de mayor duraci¨®n, 66 minutos). ?Qu¨¦ dir¨ªa Chicho de todos ellos? ?l, que siempre contempl¨® el placer del p¨²blico como el bien m¨¢s preciado, aplaudir¨ªa feliz.
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