¡®Los Fraguel¡¯, el regreso de la serie que no cambi¨® el mundo, pero lo mejor¨®
Apple TV+ estrena este jueves una reedici¨®n brillante de la creaci¨®n m¨¢s depurada de Jim Henson, a la altura conceptual de la original y con mejoras est¨¦ticas muy sutiles y medidas que no estropean nada
Es muy dif¨ªcil escoger la mejor creaci¨®n de una obra tan vasta, diversa e influyente como la de Jim Henson, pero si hay que atender al criterio del propio artista, Los Fraguel (1983-1987) es su cima. Para el grueso del p¨²blico, su c¨¦nit son Los tele?ecos en las sucesivas reencarnaciones y formatos, y su mayor legado, esa instituci¨®n cultural que lleva medio siglo ininterrumpido en antena llamada Barrio S¨¦samo. Los henson¨®logos preferir¨¢n sus pel¨ªculas serias, Cristal oscuro y Dentro del laberinto, o las versiones adultas y escatol¨®gicas de Los tele?ecos que se hicieron en el Reino Unido, y los m¨¢s impertinentes citar¨¢n Sam y amigos, la primera serie de marionetas que hizo para la tele, en los a?os cincuenta, donde aparece por primera vez la Rana Gustavo. Tanto para la masa como para los exquisitos, Los Fraguel son una serie excelente, pero no sobresale entre tanta genialidad. Y, sin embargo, para Henson era su creaci¨®n m¨¢s depurada y donde su talento se expres¨® mejor. Tal vez influy¨® que la firm¨® a solas, sin su pareja creativa, Frank Oz, que solo aparece acreditado en los agradecimientos de dos episodios.
Por eso era una temeridad recuperar una obra tan personal como Los Fraguel sin Henson, que muri¨® en 1990. Apple TV+ ya lo intent¨® en 2020 (Fraggle Rock: Rock On!) y el resultado fue cutre y m¨¢s que decepcionante. Nada que ver con el regreso que se estrena este jueves en la misma plataforma: Los Fraguel. La diversi¨®n contin¨²a (Fraggle Rock: Back to the Rock), una reedici¨®n brillante, a la altura conceptual de la original y con mejoras est¨¦ticas muy sutiles y medidas que no estropean nada.
Se nota que ha pasado el tiempo en que los planos son m¨¢s cortos, pues el p¨²blico de los ochenta no estaba hiperestimulado y pod¨ªa aguantar medio minuto de plano fijo sin sentir angustia. Tambi¨¦n se nota en la puesta en escena, que rompe la teatralidad y mueve la c¨¢mara por un espacio de 360 grados sin cuartas paredes, lo que permite algunas virguer¨ªas visuales, como unos curris mucho m¨¢s realistas, si se me permite el adjetivo referido a marionetas, pero todo lo dem¨¢s respeta con escr¨²pulo el esp¨ªritu de Los Fraguel. Es la misma serie, con los mismos personajes, el mismo estilo narrativo, el mismo humor y los mismos valores, todo puesto un poco al d¨ªa con la tecnolog¨ªa y los usos del siglo XXI. Por ello, su estreno tiene altura leg¨ªtima de acontecimiento televisivo y cultural.
No empieza donde termin¨® la original en 1987, que tuvo un final un poco triste (Doc, el humano que vive con su perro Sprocket en el cobertizo que conecta con la cueva de los fraguel, se muda al desierto), sino que empieza como si aquella serie no hubiera existido, con un episodio piloto que despliega el dramatis personae y lo presenta al p¨²blico infantil. No es, por tanto, un subproducto para adultos nost¨¢lgicos que van a musicales de Mecano y tienen una relaci¨®n patol¨®gica con su infancia y juventud, sino una serie para los ni?os del siglo XXI, a los que trata con el mismo respeto que les prodigaba Jim Henson. Se puede ver esta serie sin saber nada de la cl¨¢sica, y se disfruta como aquella.
En un piloto casi calcado al que se emiti¨® en 1983, los espectadores conocen a la pandilla de los fraguel, ven partir al t¨ªo Matt al espacio exterior, descubren a los goris, se r¨ªen con el estajanovismo de los curris y disfrutan de la sabidur¨ªa charlatana y vacua de la Monta?a de Basura, con sus dos ratas aduladoras que recuerdan demasiado (?ay!) a Trancas y Barrancas.
La mayor diferencia es que Doc, el ¨²nico personaje humano que no est¨¢ hecho de felpa, ya no es un se?or blanco mayor aficionado a los trabajos manuales que hoy ser¨ªa votante de Trump, sino una chica joven negra interpretada por Lilli Cooper que estudia oceanograf¨ªa y tiene muchas preocupaciones medioambientales y animalistas. Esto es a la vez una nota contempor¨¢nea y una expresi¨®n del esp¨ªritu primigenio de Jim Henson, pues su ambici¨®n al crear Los Fraguel era cambiar el mundo. No lo dec¨ªa como una declaraci¨®n ret¨®rica: la serie deb¨ªa influir de tal modo en las mentes tiernas de los ni?os que provocase una revoluci¨®n absoluta en la forma de convivir y de entender la humanidad. Henson siempre apunt¨® alto, pero con Los Fraguel se sali¨® del cuadro.
Por eso replic¨® en ella el sistema de franquicias de Barrio S¨¦samo: las partes rodadas con actores y ambientadas en el mundo exterior eran distintas en cada pa¨ªs, con personajes y escenarios locales, para que el p¨²blico se identificase mejor con las tramas. En Francia, por ejemplo, Doc era un chef y su perro se llamaba Croquette. Por suerte o por desgracia, los ni?os espa?oles nos libramos de eso, pues TVE emiti¨® la versi¨®n estadounidense sin a?adir ni quitar nada. Nuestros recuerdos ser¨ªan muy distintos si, en vez de Doc, el humano hubiese sido, qu¨¦ s¨¦ yo, un charcutero de Chamber¨ª interpretado por Jos¨¦ Sacrist¨¢n, con un galgo llamado Tentetieso.
Los fraguel viven en una cueva desde la que apenas reciben informaci¨®n del espacio exterior. Las razas fraguelianas se tratan y se conocen poco y no se entienden, lo que provoca miedo y desconfianza. Eso es natural, pero el racismo se puede neutralizar con curiosidad, valent¨ªa y amistad. El respeto al otro, aunque no se le entienda, siempre acaba imponi¨¦ndose. Este moralismo lastra un poco la serie, que es algo m¨¢s empalagosa y menos gamberra que Los tele?ecos o incluso que Barrio S¨¦samo, pero no la echa a perder. Pese a rebosar de buenas intenciones, Henson nunca cay¨® en el infierno de lo did¨¢ctico y lo complaciente, y esta reedici¨®n tampoco es un catecismo. Siempre hay una chispa de humor f¨ªsico o una punch line genial que disuelve las moralejas y trata al espectador como tal, no como un feligr¨¦s.
Por ejemplo, en el piloto de la serie original, Gobo, el protagonista, tiene mucho miedo a salir de la cueva y busca el apoyo de sus amigos: ¡°Mi consejo es que te metas debajo de la s¨¢bana y llores muy fuerte¡±, le dice Bombo. En el piloto de la nueva serie, el t¨ªo Matt presume mientras pasea con Gobo y le cuenta de qu¨¦ va la vida: ¡°Unos fraguel saben andar; otros saben hablar, pero solo yo s¨¦ andar y hablar a la vez¡±, y entonces se golpea contra una pared, en lo que un cin¨¦filo malicioso podr¨ªa interpretar como una burla al cine de Aaron Sorkin. Es el mismo humor, la misma mirada inteligente y contraria a cualquier forma de solemnidad o altaner¨ªa. Ahora que tantas series y pel¨ªculas tratan a los adultos como ni?os, es maravilloso que resucite el esp¨ªritu de quien trataba a los ni?os con el respeto debido a los adultos.
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